Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


ADIOS AL DEFICIT CERO, AUNQUE DE LA RUA Y CAVALLO LO JUZGARON INEVITABLE
Qué poco duró la independencia

El equilibrio fiscal, que presidente y ministro presentaron en julio como emblema de la independencia económica, y consideraron insoslayable porque sin crédito no se puede gastar más de lo que se recauda, se hundió estrepitosamente en octubre. Ahora, el país está en manos del FMI.

Auxilio: Para evitar una abierta cesación de pagos, el país necesita un préstamo puente que le alcance hasta cerrar la reprogramación de la deuda.

Domingo Cavallo, ministro de Economía.

Por Julio Nudler

La “independencia económica” que proclamó Fernando de la Rúa el pasado 9 de julio, afirmando que ella se conseguiría mediante el déficit cero, duró poco más de cuatro meses. Este viernes quedó de nuevo abolida cuando Domingo Cavallo, franqueándose en Ottawa ante los mayores jefes políticos de la economía estadounidense (Alan Greenspan, de la Reserva Federal, y Paul O’Neill y John Taylor del Departamento del Tesoro), admitió que por ahora el sector público nacional no puede emparejar sus cuentas. Como también trascendió que la recaudación ha seguido destruyéndose durante noviembre, ese “por ahora” podría prolongarse indefinidamente. Como guarnición del plato servido por Cavallo, Hacienda soltó en la misma jornada el dato que había estado reteniendo: un déficit de $ 676 millones en los números del Tesoro durante octubre, posible consecuencia de lo que se barrió bajo la alfombra en septiembre para maquillar las cifras del tercer trimestre. El déficit asumido enmascara en realidad un desbalance considerablemente mayor pero difícil de precisar, en el que se incurre con la retención de partidas y el aplazamiento de facturas que a la larga habrá que afrontar. Lo que se llama oficialmente “déficit” refleja apenas el movimiento de caja, más allá del cual se apila un endeudamiento oculto. Lo cierto es que Cavallo, al reconocer que será muy difícil (es decir, imposible) dar vuelta la historia en el último bimestre ya en curso, puso el destino de la crisis en manos del Fondo Monetario y los patrones norteamericanos de éste. A la Argentina ni siquiera le alcanza con una dispensa (waiver) del FMI, que le excuse el desvío presupuestario y así mantenga en pie el programa de desembolsos. Para evitar la abierta cesación de pagos y el hundimiento de la convertibilidad, Cavallo necesitaría de un préstamo puente que le dé aire hasta poder cerrar la reprogramación de la deuda. La pregunta es si Washington, el G-7 y el Fondo estarán dispuestos a otorgar este nuevo salvataje. La probabilidad no parece alta, pero también es cierto que si Horst Köhler y Anne Krüger rechazaran la demanda argentina, el país quebraría en cuestión de días o a lo sumo semanas, y el FMI sería visto como el verdugo, oficio que no le gusta ejercer así, a la vista de todos.
Tanto De la Rúa como Cavallo aseguraron en su momento que la del déficit cero era una decisión muy dura pero inevitable porque la Argentina se había quedado sin fuentes de crédito en los mercados. Por tanto, más allá de posiciones políticas o pruritos ideológicos, estaba fuera de discusión que no podría gastarse más de lo que se recaudara, ya que nadie querría prestarle dinero al país. Sin embargo, y desafiando esta lógica aparentemente indestructible, De la Rúa y Cavallo se las ingeniaron para erogar más de lo recolectado por impuestos. ¿Cómo hicieron?
Un medio al que está apelando Economía, en yunta con el Banco Central, consiste en emitir dinero solapadamente y con éste comprar dólares de las reservas para cancelar con ellos compromisos con los acreedores. El mecanismo es simple: el BCRA le presta pesos al Banco Nación por vía de un redescuento o de un pase activo (hubo, hace poco, una operación por $ 500 millones), y el BNA compra con esa plata Letras del Tesoro, disponiendo éste así de fondos para convertir en dólares y atender gastos.
Se trata, desde luego, de una mecánica reñida con la convertibilidad, y por culpa de la cual las reservas que la respaldan vienen cayendo más rápidamente que los depósitos en el sistema financiero. Esto es así porque la sangría de reservas no sólo está reflejando la fuga de capital privado, sino también el pago de cuentas por parte del Estado con dólares que, legalmente, son prenda de la base monetaria (o, en otros términos, respaldo del peso). Más allá de su ilegitimidad, este recurso se está agotando velozmente, junto con las reservas. Sólo un vuelco favorable en la conducta de los depositantes, volviendo a los bancos, permitiría prolongarlo. De no ocurrir esto, más temprano que tarde Hacienda deberá decidir si deja de pagar las obligaciones de la deuda. Importa notar, al respecto, que en lo que resta de noviembre hay vencimientos por algo más de U$S 1600 millones.
En cuanto al déficit consolidado (que suma el de Nación y provincias), se está cubriendo en parte con la emisión de fiduciario o “cuasimoneda” bajo el poco eufónico nombre de Lecop. Este medio de pago inconvertible es utilizado por el Tesoro para cancelar deudas por coparticipación con las provincias. Pero, en la medida en que esas letras son aceptadas luego por el fisco nacional como medio para la liquidación de impuestos, la recaudación en pesos resulta proporcionalmente inferior y, dado el nivel de gasto, surge un mayor déficit en la moneda convertible. El mismo efecto tiene la mediación de grandes empresas, que les compran con pesos las Lecop a las provincias y horas más tarde emplean esas letras, en lugar de pesos, para cumplir con la AFIP, que las toma a valor pleno. Este rápido circuito también drena la recaudación computable para el cálculo del déficit.
Se apeló asimismo a la inyección de títulos en las carteras de entidades financieras cautivas, como los bancos que operan en la plaza local y las AFJP. No obstante, este recurso se evaporó ya casi por completo. La corrida de depósitos está diezmando la capacidad prestable de la banca, aunque parte del drenaje le sea compensado por el BCRA –también en este caso– mediante formas encubiertas de emisión monetaria (redescuentos y pases activos), a espaldas de la convertibilidad. En cuanto a las jubiladoras, la brusca reducción de los aportes previsionales, de 11 a 5 por ciento, del cual apenas una porción llegará efectivamente a las cuentas individuales de capitalización, minimizará esa fuente de financiación para Hacienda.
Para manotazos de corto plazo, que también explican cómo es posible gastar más de lo que se recauda, Economía entra a saco en la Cuenta Unica, que concentra, en el Banco Nación, un desordenado montón de recursos dispersos del sector público, desde las tasas de Justicia hasta el tributo para el Instituto de Cinematografía, que legalmente no pueden ser desviados de su destino establecido. ¿Pero hay algo que pueda detener a Cavallo?

 

Ottawadas

Desayunando con el jefe del FMI, Domingo Cavallo intentará hoy desbloquear el desembolso de 1260 millones, más 600 del Banco Mundial.
La Argentina no logró demasiado hasta ahora en Ottawa, pero al menos le dedicaron mucho tiempo, una declaración amigable del G-20 y palabras de respaldo de Paul O’Neill, secretario estadounidense del Tesoro.
Pedro Malán, ministro brasileño de Economía, afirmó que la Argentina no se caerá, y que si se cayera ello sería desastroso para Brasil.
Mario Blejer, vicepresidente del BCRA, dice que el Fondo recién tomará una decisión cuando los gerentes discutan el asunto con los técnicos en la sede de Washington. Reuters los ve adversos.
Mientras tanto, a la Argentina se le acaba el tiempo. Capotado el pretendido déficit fiscal cero, necesita plata de afuera para no venirse abajo antes de terminar la trabajosa renegociación con los acreedores.

 

KöHLER INVITA, ¿PERO PAGARA?
Desayunando piedras

Horst Köhler, director ejecutivo del FMI, invitó a desayunar hoy a las 8,30 a Domingo Cavallo en el hotel Chateau Laurier de Ottawa, donde se ha dado cita este fin de semana la cúpula económica y financiera del mundo. Según señaló desde Canadá a Página/12 Mario Blejer, vicepresidente del Banco Central, no habría que esperar que de la cita matutina salga una decisión del Fondo. Blejer, que militó largos años en ese organismo multilateral, indicó que las resoluciones las tomará el management (cuya cabeza es Köhler) en consultas con el staff técnico, y esto sólo podrá suceder de regreso en la sede de Washington.
A su vez, el embajador argentino en Canadá, César Mayoral, dijo a este diario que el primer paso consistiría en que el FMI decidiera enviar una misión a Buenos Aires. Lo que el país espera es que se desbloquee el desembolso de 1260 millones del Fondo, y otros 600 millones acordados por el Banco Mundial. Al respecto, ayer no surgió ninguna definición, pero sí algunos gestos que permiten abrigar expectativas. Uno de ellos estuvo contenido en una declaración del Grupo de los 20, indicando que daría “la bienvenida a la resolución más pronta posible del problema de la deuda de la Argentina”. El G-20 engloba a las principales potencias capitalistas y a los mayores países emergentes.
A su vez, Paul O’Neill declaró a la prensa que, si bien no vio los detalles del plan argentino (en referencia al programa económico y a la propuesta de restructuración de la deuda), “por lo menos conceptualmente lo que han estado diciendo (Cavallo y Daniel Marx, secretario de Finanzas) tiene mucho sentido”. Agregó luego que confiaba mucho en que “el Fondo Monetario vea favorablemente el detallado plan que el presidente De la Rúa y el ministro Cavallo han diseñado”. De todos modos, volvió a señalar que el FMI debe dejar de actuar como bombero, pero sin indicar qué ayuda puede entonces aguardar una economía en llamas como la argentina.
Cavallo mantuvo ayer una larga serie de encuentros bilaterales con sus pares de numerosos países con influencia en el directorio del Fondo. Pero la agencia Reuters aseguró en un despacho que los funcionarios del FMI no quedaron convencidos de que el plan financiero argentino pueda funcionar.

 

¿Cavallo usará el paraguas de Bush?
Por Martín Granovsky

Ya parece historia antigua, pero ocurrió: Fernando de la Rúa volvió de los Estados Unidos tras haber conseguido un notable nivel de apoyo político por parte de George W. Bush. Más cerca en el tiempo, Domingo Cavallo ahora debe probar en carne propia si el paraguas de Bush se abre, o si el problema es que se abre pero la Argentina no consigue poner debajo nada que proteger.
Tal como informó este diario en exclusiva, durante la entrevista del domingo en el Waldorf Astoria de Nueva York Bush prometió apoyo e incluso se quejó de que los bancos “ya ganaron mucha plata”. Los funcionarios argentinos interpretaron, con razón en este caso, que fue la forma elegida por Bush para apoyar el canje de deuda tanto en el tramo nacional como en el internacional. De todos modos, el mensaje completo no dejó dudas. Debería leerse así: ustedes avancen, que nosotros apoyamos, pero apoyamos siempre que cumplan con el déficit cero y que arreglen con el Fondo Monetario Internacional.
El domingo, según confió a este diario uno de los participantes, Bush hasta se permitió un gesto cuando dijo que, como elemento que agrava la situación argentina, “ustedes además tienen otro problema, que es nuestra recesión”.
La novedad es que Cavallo pidió a Paul O’Neill, el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, que actuara para que el Fondo acelere el adelanto de fondos. Son 1260 millones de dolares en diciembre y eventualmente 3000 millones en marzo. Sin ellos, dijo Cavallo en Canadá, la Argentina no puede crecer. El Gobierno evitó pedir garantías a los Estados Unidos. Esquivó el tema De la Rúa y lo eludió también Cavallo, en lo que pareció ser una estrategia destinada a reservarse el capital de reclamos para lo que verdaderamente resulta necesario a corto plazo. De la Rúa, a su vez, tampoco pidió el adelanto, según pudo establecer Página/12. Eligió suavizar el camino político para que Cavallo tuviera luego una dificultad menos.
Por eso las tratativas con el Fondo son una cuestión de vida o muerte a corto plazo –porque implican, de paso, un perdón al incumplimiento de las pautas del déficit cero– y una prueba de hasta donde llega el apoyo de la administración norteamericana.
Washington puede interpretar que la Argentina aún no cumplió las pautas. Entonces, seguirá condicionando su sostén, y este será teórico, porque no parece haber vida luego de la escasez de fondos de aquí a fin de año.
O puede interpretar que la Argentina, básicamente, cumplió, y dar instrucciones al representante de los Estados Unidos ante el Fondo que tercie ante los otros socios, básicamente integrantes del G7, en favor del país en desgracia de pagos.
En cualquiera de las interpretaciones, Bush no prometió dinero fresco sino gestiones. Importantes, y en algún momento decisivas, pero gestiones al fin, supeditadas a la política interna argentina.
La Casa Blanca es pragmática. Le conviene que la Argentina arregle sus cuentas y que De la Rúa llegue al 2003. Y no lo oculta. Este diario pudo saber que funcionarios de primer nivel en Washington dijeron a enviados peronistas que los Estados Unidos no están trabajando con la hipótesis de las elecciones adelantadas. El Gobierno interpretó el mensaje como una bendición. En cierto modo lo es, pero con la transitoriedad que suelen tener las bendiciones en los Estados Unidos. Washington no jugará en contra de De la Rúa, y mientras pueda jugará a favor. Pero si las cosas en la Argentina pasan del declive al abismo la Administración Bush se adaptará a la nueva realidad. Lo hizo con los distintos cambios de Gobierno en la Argentina, lo repitió tanto con la reelección como con la no reelección de Menem por segunda vez, y aplicó el criterio en condiciones mucho más complejas para el continente como el juicio político a Fernando Collor de Mello, que derivó en su renuncia a la presidencia de Brasil.
Además de transmitir el contenido de las reuniones con el justicialismo, los Estados Unidos hicieron llegar otro mensaje al Gobierno. Le hicieron saber que Cavallo debe seguir las reglas habituales de relación con el Ejecutivo norteamericano. Traducción: los norteamericanos respetan a Jacob Frenkel, el directivo de Merrill Lynch elegido por Cavallo como negociador ante Wall Street, pero quieren ante ellos un delegado formal, como para que quede claro que el Gobierno argentino unifica su personería. Fueron delegados, estos días, Jorge Baldrich, Horacio Liendo y el propio Cavallo. También Daniel Marx, a quien alternativamente el ministro de Economía ve como un colaborador y como un competidor. Con la provisoriedad que pueden tener estas afirmaciones en la Argentina, funcionarios cercanos a De la Rúa aseguran que el Presidente no quiere sacar a Cavallo, que el resto de los ministros no está pensando en Marx (Daniel) y que ni siquiera Marx está pensando en sí mismo como reemplazo de Cavallo.
–A Daniel le preocupa no quemarse para el futuro –fue el comentario recogido en Nueva York y Buenos Aires.
Marx fue socio de Nicholas Brady y nada indica que no quiera volver a un puesto similar cuando deje la función pública.
La unificación de personería reclamada desde los Estados Unidos sirve, a los ojos del Gobierno, para disipar en Cavallo la idea de que todo es una interna contra el ministro. La realidad muestra que, por primera vez, la Argentina tiene un ministro de Economía sin interlocutores en el Fondo Monetario ni en Brasil, el principal socio comercial del país. El tándem Bush-O’ Neill puede servir para aceitar el primer andarivel, aunque nada parece capaz de solucionar el conflicto con el vecino. Cavallo puede no haberlo notado, pero en la última tanda de condecoraciones ofrecida por Brasil, Sebastiao do Rego Barros, el sutil embajador que dejará su puesto a José Botafogo Gonçalvez, otro peso pesado, se disculpó por utilizar el portugués en lugar del español.
–No hablo castellano de manera tan perfecta como el ministro Cavallo –dijo Rego Barros–, que en los últimos años ha podido utilizar el idioma para explicar distintos planes económicos con las mismas palabras.
Brasil al margen, la estrategia oficial es un juego simultáneo en el que todas las negociaciones vayan avanzando al mismo tiempo: canje interno, canje externo, conversaciones con el Tesoro, diálogo con el Fondo, búsqueda de apoyo del G7, lobbying especial en España que, dicho sea de paso, hasta fue el país encargado de pedirle a Cardoso que bajara los decibeles en el conflicto con la Argentina.
Si la simultaneidad no saliera, o si uno de los escalones resultara demasiado alto para la falta de estado físico de la Argentina, el cuadro externo empeoraría automáticamente.
Pero incluso si todo sale bien, la Argentina enfrentará un problema que los funcionarios recién empiezan a discutir ahora: la tasa del canje. Son cada vez más los convencidos de que el 7 por ciento es hoy una cifra demasiado alta, aun cuando sea menos usuraria que las habituales tasas superiores al 10 por ciento. Pero en las condiciones actuales igual es alta, y podría serlo aún más si la Argentina no crece.
En Nueva York un financista preguntó a De la Rúa si el Gobierno no pensó que, ya que debe reestructurar la deuda, tal vez debiera encarar la negociación a una tasa menor, por ejemplo el 4 por ciento, porque el 7 podría generar problemas en uno o dos años más.
La verdad es que el Gobierno no dispone de ningún estudio técnico que justifique el 7 por ciento. Ni siquiera Cavallo parece tenerlo, a menos que el secreto hacia el resto del Ejecutivo argentino abarque también ese dato crucial.

 

PRINCIPAL