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CARTA DEL ESPISCOPADO SOBRE LA SITUACION SOCIAL Y LA DEUDA
“No se puede morir por pagar”

En duro documento, los
obispos denunciaron la crisis �inédita�, la pobreza, corrupción
y el �despilfarro del dinero del pueblo�.

Los obispos hablaron de la
deuda externa, de los �mitos�
del liberalismo y la gestión política.

Por W. U.

Los obispos católicos argentinos emitieron ayer una carta colectiva “al Pueblo de Dios” en la que, con un lenguaje similar al que vienen repitiendo en sus últimas declaraciones, vuelven a calificar de “crisis inédita” el momento que vive la Argentina. En el texto denuncian una serie de injusticias e inequidades y la existencia de “una corrupción generalizada que mina la cohesión de la Nación y nos desprestigia ante el mundo”. El Episcopado católico hizo un nuevo llamado a la esperanza basada en “la verdad, la justicia, el amor y la solidaridad” y en la afirmación de que la salida implica “un compromiso por el bien común” por parte de quien no “espera pasivamente el cambio” sino que “se compromete con él”. Comentando el texto, que fue entregado ayer en conferencia de prensa, el arzobispo de Rosario, Eduardo Mirás, sostuvo que “no nos podemos olvidar el momento que estamos viviendo. Es como si estuviéramos caminando sobre un vaso de cristal que en cualquier momento se quiebra y todo se nos cae abajo. Por eso en este momento tenemos que tener, en el orden de equidad, el más exquisito empeño de toda la historia”, dijo.
Advertido del impacto que podrían llegar a tener sus palabras y ante la pregunta de un periodista sobre las propuestas de algunos políticos para que concluya de manera anticipada el mandato presidencial de Fernando de la Rúa, el propio Mirás –vicepresidente primero de la Conferencia Episcopal– aclaró que “la Iglesia no querría de ninguna manera la quiebra del orden del orden institucional. Las soluciones que deben encontrarse deben buscarse en el marco de la Constitución, porque la Constitución tiene resortes para la solución de todos los problemas”, subrayó. Y agregó que de lo contrario “lo único que estaríamos haciendo es volver, con otras caras, a tiempos viejos y este no es el camino. Lo sabemos por teoría, pero también por una extensa experiencia en la historia de nuestra patria,” enfatizó.
El documento eclesiástico fue leído a la prensa de manera conjunta por el presidente del Episcopado, arzobispo Estanislao Karlic, por el arzobispo Mirás, por el cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, y por el secretario general del Episcopado, obispo Guillermo Rodríguez Melgarejo, quienes conforman la Comisión Ejecutiva. El pronunciamiento en forma de carta expresa el deseo de los obispos de “velar junto a ustedes (quienes conforman el pueblo) acompañándolos en estos momentos de desconcierto y sufrimiento” añadiendo que “en momentos de dolor, la mirada silenciosa del padre y la ternura del hermano son más elocuentes que todas las palabras”.
Mirás fue el que más se internó en el análisis de los temas coyunturales y ante una pregunta periodística señaló que no se trató en el plenario episcopal de manera puntual el pedido hecho la semana anterior por la ex ministra de Seguridad Social, Patricia Bullrich, para que los obispos respaldaran la iniciativa oficial a favor de la renegociación de la deuda externa argentina. Sin embargo, el arzobispo rosarino recordó que “siempre hemos pensado que la deuda externa tiene mucho de injusto. No es suficiente decir: hemos pedido un préstamo y tenemos que aguantarnos simplemente su resultado, cuando el camino de la negociación cambia sin que el peticionante tenga nada que ver, porque le suben los intereses y, en definitiva, porque el cálculo que se puede hacer de lo que se ha abonado en relación a lo que se pidió, ya es casi superior a lo que se ha recibido”.
Dijo también que la deuda externa “agobia a todo un pueblo” y que “si es justo que se pague lo que se pidió” también hay que lograr “que las condiciones de pago sean justas y equitativas” porque “no puede morir un pueblo por pagar una deuda”. El obispo subrayó que “cuando decimos morir un pueblo nos estamos refiriendo a 37 millones de habitantes y esto nocabe en la cabeza de nadie que piense con humanidad. Este es el sentir de todo hombre o mujer que tenga sensatez. No es el sentir de la Iglesia, sino el sentir universal” continuó diciendo.
En su declaración los obispos se refirieron a “la difícil situación que están viviendo (los argentinos) y la extensión de la pobreza: tantos hombres y mujeres que no tienen trabajo, en quienes la desesperanza ha vencido la resistencia de sus hogares; niños mal alimentados y que no terminan la escuela; ancianos que no tienen atención médica; jubilados que después de toda una vida de trabajo ven confiscada su asignación; innumerables familias sin techo”. Denuncian a su vez que “la brecha entre los que tienen mucho y multitudes que viven en condiciones por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana se abre más y más”.
En otra parte de su declaración los obispos hacen un inventario de los “problemas sociales y políticos” que han llevado a este “crisis inédita: concepción mágica del Estado; despilfarro de los dineros del pueblo; liberalismo extremo, mediante la tiranía del mercado; evasión de los impuestos; falta de respeto a la ley, tanto en el cumplimiento como en el modo de dictarla y aplicarla; pérdida del sentido del trabajo; incumplimiento de la palabra empeñada; atropello de los derechos ajenos mediante el abuso de las medidas de fuerza; defensa exacerbada de los derechos adquiridos; mala voluntad para participar en los sacrificios que requiere la reconstrucción de la Patria, decadencia de la educación; banalidad y procacidad de muchos programas transmitidos por los medios de comunicación, que nos avergüenzan como argentinos”. Una lista de la que pocas personas y situaciones quedan por fuera.

 

CARTA DEL ESPISCOPADO SOBRE LA SITUACION SOCIAL Y LA DEUDA

CARTA AL PUEBLO DE DIOS
Queridos hermanos y hermanas:

1. Al concluir nuestra Asamblea Episcopal sentimos, como pastores, la necesidad de dirigirnos a los miembros del Pueblo de Dios que peregrina en la Argentina, para animarlos en estos momentos difíciles y alentarlos en la misión de ser "sal de la tierra y luz del mundo". Con anterioridad nos hemos dirigido repetidas veces al País y a sus dirigentes. Hoy, junto a nuestros sacerdotes, nos acercamos a cada uno de ustedes en su condición de cristianos, cualquiera sea el lugar que ocupe en la sociedad , como se acercaba Jesús a su pueblo.

2. Les decimos de corazón como San Agustín a sus fieles: "con ustedes soy cristiano, para ustedes soy obispo". Como cristianos participamos del mismo Bautismo, que nos confiere la gracia de ser hijos de Dios y hermanos entre nosotros; como obispos queremos velar junto a ustedes, acompañándolos en estos momentos de desconcierto y sufrimiento.
Somos conscientes que nuestra Patria sufre, y con ella todos nosotros. Deseamos que nuestra cercanía llegue al apretón de manos y al abrazo fraterno. En momentos de dolor, la mirada silenciosa del padre y la ternura del hermano son más elocuentes que todas las palabras.

3. En esta semana hemos tratado muchos temas pastorales. Pero especialmente hemos hablado de ustedes. Conocemos la difícil situación que están viviendo y la extensión de la pobreza: tantos hombres y mujeres que no tienen trabajo, en quienes la desesperanza ha vencido la resistencia de sus hogares; niños mal alimentados y que no terminan la escuela; ancianos que no tienen atención médica; jubilados que después de toda una vida de trabajo ven confiscada su asignación; innumerables familias sin techo. La brecha entre los que tienen mucho y multitudes que viven en condiciones por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana se abre más y más.
También hemos reflexionado sobre nuestros jóvenes y nos preocupa que esta situación crítica lleve a muchos a claudicar de sus ideales.
Una vez más hemos verificado los problemas sociales y políticos que han llevado a la Argentina a esta crisis inédita: concepción mágica del Estado; despilfarro de los dineros del pueblo; liberalismo extremo, mediante la tiranía del mercado; evasión de los impuestos; falta de respeto a la ley, tanto en su cumplimiento como en el modo de dictarla y aplicarla; pérdida del sentido del trabajo; incumplimiento de la palabra empeñada; atropello de los derechos ajenos mediante el abuso de las medidas de fuerza; defensa exacerbada de los derechos adquiridos; mala voluntad para participar en los sacrificios que requiere la reconstrucción de la Patria; decadencia de la educación; banalidad y procacidad de muchos programas trasmitidos por los medios de comunicación, que nos avergüenzan como argentinos. En una palabra, una corrupción generalizada que mina la cohesión de la Nación y nos desprestigia ante el mundo.

4. Con ustedes como cristianos y para ustedes como obispos queremos estar cerca de cada uno. En ustedes miramos a Jesús y queremos estar junto a la cruz de nuestro pueblo como estuvo la Virgen María junto a la cruz de su Hijo. En Ella había mucho dolor, pero no perdió la esperanza. Les decimos que tenemos una Madre y que su corazón de Madre conservó la esperanza de todo un pueblo. Junto a nuestros sacerdotes, diáconos, consagradas y consagrados le pedimos a Ella que nos obtenga de su Hijo las palabras y gestos de esperanza que nuestro pueblo necesita.
En las miradas de ustedes descubrimos la mirada de Jesús. Él nos muestra su Rostro doloroso y su Rostro glorioso. Rostro que comprende en sí mismo toda la dignidad del hombre. Por eso, sabiendo de los difíciles momentos que estamos pasando, de las cruces que hemos de sobrellevar, les decimos: miremos a Jesús, sigamos, conozcamos, amemos e imitemos a Jesús, para vivir en Él la vida de Dios y transformar con Él esta historia en historia santa. Miremos su Rostro y apostemos a la esperanza.

5. ¡Queridos hermanos y hermanas! Animémonos a una esperanza solidaria y operativa que, arraigada en la fuerza del Bautismo, enfrente los problemas de cada uno, del vecino, del compañero de trabajo, del barrio, de la ciudad, de la propia Provincia, de la Nación entera. Un auténtico espíritu cristiano implica esfuerzo creativo. Más que lamento es aliento, más que pesimismo es una confianza generosa que no se deja vencer. No espera pasivamente el cambio, se compromete con él. Actúa con la pasión de quien espera, lleno de magnanimidad y de arrojo. La fe en Cristo muerto y resucitado nos obliga a ser protagonistas de la historia mediante una vida fundamentada en la verdad, la justicia, el amor y la solidaridad.

6. Este es el camino para ser cada día más santos. Frente a esta civilización, que tiene muchos rasgos de egoísmo y violencia, y que - a través de sus diversos lenguajes - pretende destruir nuestra dignidad de hijos de Dios, quitarnos la moral y enfrentarnos unos a otros, les recordamos el ideal de santidad que nos propuso Jesús: "Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo" (Mt 5,48).
Cada una de las comunidades cristianas debe impulsar a todos sus miembros por el camino de la santidad cristiana. Este camino implica un compromiso por el bien común: "no podemos ser peregrinos del cielo si vivimos como fugitivos de la ciudad terrena". Esto exige asumir la propia responsabilidad en la sociedad y entraña una actitud de conversión, que hemos de pedir humildemente al Señor en este Adviento.

7. Cuando Jesús resucitó, prometió su Espíritu Santo y envió a los Apóstoles por todo el mundo. Él nos envía hoy a nosotros. Para cumplir esta misión cada uno tiene el sello de ese Espíritu, que nos enseña e invita a orar, y nos anima a salir de nosotros y a acercarnos al prójimo. En estos momentos duros nosotros oramos junto a ustedes. Todos hemos de orar incesantemente, y hacernos prójimos de nuestro hermano, compartiendo la cruz y recibiendo la fuerza de la resurrección. Somos un pueblo bendecido por la gracia del Bautismo, un pueblo con una profunda reserva espiritual, moral y cultural. Echemos mano de ella en la vida de cada día.
8. ¡Hermanas y hermanos muy queridos! Con ustedes somos cristianos, para ustedes somos obispos. Así de sencillo. Con esta misma sencillez, queremos caminar y velar junto a ustedes y a todas las personas de buena voluntad en este momento crítico de la Patria. Para ello confiamos en la fuerza salvadora de Jesucristo el Señor, y nos cobijamos en la ternura de nuestra Madre de Luján.

Con paternal y fraternal afecto los bendecimos de todo corazón.

Los Obispos de la República Argentina
San Miguel, 17 de noviembre de 2001
fiesta de San Roque González de Santa Cruz.

 

OPINION
Por Washington Uranga

Más allá de las palabras

Durante los cinco días en los que los obispos católicos estuvieron reunidos en San Miguel, muchos de los diálogos rondaron en torno a la oportunidad o no de emitir una declaración. A pesar de que la mayoría de los miembros de la jerarquía son sumamente cautelosos a la hora de dejar trascender su estado de ánimo frente a la situación, es evidente que además de la preocupación frente a la crisis –que califican de “inédita”- los obispos suman ahora también su desazón ante la falta de responsabilidad y de iniciativas concretas por parte de la dirigencia. Y en este sentido no hacen distinciones entre el gobierno y la oposición, sino que por distintas razones y con diferentes argumentos, señalan la responsabilidad de todos en la crisis.
Hoy por hoy los obispos se sienten cercanos a los sufrimientos del pueblo y quieren hacerse eco de las angustias de la gente. Creen, por otra parte, que se han puesto a disposición de la dirigencia en general y del gobierno en particular para ayudar a dar soluciones y que, no obstante ello, sus propuestas e iniciativas no encontraron eco. “Nadie está dispuesto a ceder nada” confió un obispo. “Si en lugar de desprendimiento en función del bien común sólo hay interés por quedar mejor posicionado para sacar provecho de la situación se hace imposible impulsar nada”, dijo otro de los miembros del Episcopado. Hay quienes admiten que esto es lo que sucedió cuando, en agosto pasado, los obispos tomaron la iniciativa de dialogar con todos los sectores. El resultado, para la mayoría de los miembros de la jerarquía no fue satisfactorio porque “no surgieron propuestas, porque no hubo un compromiso real en la búsqueda de soluciones”.
Este año los obispos ya habían hablado de la necesidad de respuestas “inéditas” para superar la situación de la sociedad argentina. Ahora, insisten en el calificativo “inédito” para adjetivar la crisis. Con ello, señalan algunos, lo que se quiere hacer es una apelación a la creatividad de la dirigencia, a explorar otros caminos. En diferentes momentos varios obispos señalaron que las organizaciones sociales y voluntariado representan un potencial nuevo y una riqueza que tiene que ser aprovechada como cantera de propuestas y dirigentes. Pero esto, que fue sólo una insinuación a modo de ejemplo, tampoco fue tomado en cuenta por los interlocutores políticos.
Frente al riesgo de que las palabras y los reclamos de justicia se vacíen de sentido, los obispos creen que es necesario desarrollar una solidaridad concreta, “cuerpo a cuerpo”, con el vecino, con aquel que está más próximo y sufre. En palabras del cardenal Jorge Bergoglio –de cuya pluma surgieron muchos de los párrafos de la carta difundida ayer– se trata de desarrollar la “projimidad”, es decir, “acercarnos unos a otros con creatividad, esfuerzo, esperanza solidaria”. Sin dejarse ganar por el escepticismo, el plenario episcopal de San Miguel terminó, sin embargo, con muchos interrogantes. Los mismos que atraviesan a buena parte de los argentinos. Coherentes con la misión que desempeñan los obispos resaltaron el valor de la esperanza. Señalaron también la necesidad de la creatividad. Pero ellos mismos reconocen estar desconcertados y, una muestra es que, convencidos de la necesidad de alumbrar “gestos” más que palabras, no pudieron todavía encontrar uno que les satisfaga y que consideren que puede generar un real impacto en un cuerpo social ganado por el escepticismo.

 

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