Por Carlos Rodríguez
La primera jornada del Censo
Nacional 2001 se cumplió ayer en todo el país con algunos
inconvenientes calificados como menores por las autoridades,
aunque en el caso de la Capital Federal podrían prolongar hoy la
actividad en 11 barrios porteños hasta más allá del
cierre, previsto inicialmente para las 13. De los 480.000 censistas inscriptos
en todo el país, alrededor de 20.000 nunca se presentaron y debieron
ser reemplazados por suplentes, entre ellos 360 hombres y mujeres del
Ejército (ver aparte) que tuvieron que salir a la calle poco menos
que haciendo el clásico carrera march, dada la urgencia.
Fuentes oficiales estimaron que ayer se cumplió con casi
el 70 por ciento de la compulsa. Más allá de algún
vecino de Rosario que atendió al censista desde el balcón
(ver foto), los preguntones fueron bien recibidos, aunque algunos sufrieron
mordeduras de perros hubo dos casos en Neuquén que
querían figurar en los papeles, por ser los mejores amigos del
hombre. También hubo un accidente sin consecuencias graves: en
Jujuy una censista fue atropellada por un camión.
La primera jornada se cumplió con absoluta normalidad,
anunció anoche, en su tercera conferencia de prensa de la agotadora
jornada, el director del Instituto de Estadística y Censos (INDEC),
Héctor Montero, quien opinó que la deserción de censistas
es absolutamente normal. Como consecuencia del problema, sumado
a la demora en la llegada de algunos materiales imprescindibles, en varios
barrios capitalinos la tarea comenzó en algunos casos a las 10,
dos horas después de la apertura prevista, y en otros casos a las
16, como ocurrió en Constitución.
El director de Estadística del Gobierno porteño, Martín
Moreno, dijo que habrá prolongación horaria en los barrios
de Recoleta, Retiro, San Nicolás, San Telmo, Almagro, Boedo, Caballito
donde ayer se produjo un corte de luz, San Cristóbal,
Balvanera, Parque Chacabuco y por supuesto Constitución. La coordinadora
del censo en las 13 villas de emergencia de Buenos Aires, Graciela Sessa,
sostuvo que los 900 encargados de realizar el censo en esos barrios no
tuvieron ningún inconveniente y fueron guiados incluso por
los miembros de entidades vecinales. Como dato parcial se precisó
que en villas y casas ocupadas habitan 7965 familias.
El titular de la Sindicatura General de la Nación (Sigen), Rafael
Bielsa, tuvo su intervención como censista en el barrio de Mataderos.
Dijo que fue una experiencia única durante la cual
fue muy bien recibido por la gente, aunque pudo advertir un
gran escepticismo, una reacción negativa hacia el oficialismo,
como resultado de la grave situación social. Luego de recorrer
39 de las más de cuarenta viviendas que le fueron asignadas, Bielsa
se encontró con personas que conocían mis ideas y
se generaban charlas sobre políticas, mientras otros me pedían
que convenciera a mi hermano (Marcelo, técnico de la Selección
de Fútbol) para que lo convoque a Riquelme, el jugador de
Boca Juniors.
Otros primeros resultados del censo fueron dados a conocer por la subsecretaría
de Acción Social del Gobierno porteño, quien contó
342 personas sin techo que viven en hogares dependientes del
área y 1.569 abuelos que viven en hogares de ancianos, aunque ésta
cifra todavía no es la definitiva. A pesar de la recomendación
formulada por las autoridades, buena parte de los comercios, en todo el
país, abrieron sus puertas. El porcentaje general de atención
al público fue del 75 por ciento, pero en la Capital Federal, Mendoza
y San Juan, se llegó incluso a superar el 90 por ciento de los
negocios de puertas abiertas.
Sobre la deserción de censistas, Montero precisó que sólo
en la Capital Federal se tuvieron que llamar de apuro a unos 3.000 voluntarios.
A pesar de eso, según Montero, la tarea se cumplió ayer
en gran parte con la estructura docente, aunque fue notoria
la convocatoria a militares, a empleados públicos e incluso a desocupados,
como pudo constatar Página/12 en el barrio porteño de San
Telmo. La titular del gremio docente, Marta Maffei, refutó al funcionario
al asegurar que el 50 por ciento de los docentes convocados inicialmente
renunció a formar parte del operativo. Como se había
anticipado, el distrito de Rivadavia, en la provincia de Buenos Aires,
no fue censado por encontrarse bajo el agua buena parte de las áreas
pobladas. En Adolfo Alsina, otro de los departamentos afectados por las
inundaciones, la mayoría de los censistas no concurrió a
la cita y es probable que la tarea se cumpla recién la semana próxima.
No nos tienen en cuenta como seres humanos. ¿Para qué
nos van a censar, si dentro de cuatro meses es muy posible que estemos
todos en otro lado, porque el pueblo desaparecerá?, afirmó
Roberto Fernández, miembro del grupo de Vecinos Autoconvocados
de Alsina.
En la localidad rural de Pampa Sola, en Jujuy, la docente Nancy Torres,
jefa de zona del Censo 2001, fue atropellada por un camión mientras
cumplía su labor; fue internada, pero está fuera de peligro,
al igual que otros dos censistas mordidos por perros en el barrio Centenario,
de Neuquén. Un problema singular se produjo en la localidad jujeña
de Catua, en el límite con Salta, donde hubo un altercado entre
censistas de una y otra provincia que reclamaron al lugar como propio.
Finalmente se impuso el criterio de Carlos Cerone, director de Estadística
y Censos de Jujuy. En el resto del país, todo anduvo relativamente
tranquilo y muchos de los pobladores recibieron a los del censo
con mate calentito y hasta con pan casero, como ocurrió en Yayamayo,
en pleno monte tucumano. En San Luis las gaseosas reemplazaron por una
vez al mate, dada la alta temperatura reinante. Uno de los problemas reiterados,
en todo el país, fue la falta de obleas que dicen Censo 2001.
Gracias por responder, y que sirven para dejar constancia de que
se abrió la puerta.
360
MILITARES MOVILIZADOS PARA EL CENSO
Militares en el sur porteño
Por C. R.
Con su uniforme beige de verano,
apoyando los papeles contra la vidriera del restaurante chino de la cortada
Ciudadela, en el corazón del barrio de Constitución, el
capitán de Ejército repasó las preguntas que tendría
que hacerles minutos después a los ocupantes de una casa tomada.
Que lo esperaron atrincherados, temiendo lo peor. El militar no tuvo tiempo
ni de envalentonarse cuando Página/12 lo interrogó: Recién
me llamaron, me dieron las instrucciones en una escuela y aquí
estoy. Mientras hablaba, abrumado por la situación, a pocos
metros dos prostitutas, una dominicana negra y una brasileña de
piel blanquísima, se ofrecían como voluntarias a los hombres
que pasan por el lugar: ¿No querés que te hagamos
el censo?. El capitán Rivero fue uno de los 360 militares,
hombres y mujeres, movilizados ayer a último momento para colaborar
con el censo, especialmente en Constitución y San Cristóbal.
Siempre tenemos que bailar con la más fea. Entre preocupado
y divertido, un soldado voluntario de apellido Rojas lanzó la frase
mientras subía la empinada escalera de un hotel barato. Cuando
llegó a la cima y le abrieron la puerta al hall, se presentó
como censista y pidió permiso para entrar. No bien puso los pies
dentro de la vivienda múltiple, no menos de una decena de jóvenes
salieron en fila india hacia la calle Luis Sáenz Peña. Aunque
la propaganda oficial recordó que no había que presentar
documento alguno porque se trataba de una tarea ajena a toda cuestión
de índole policial, muchos habitantes de Constitución prefirieron
garantizar por sus propios medios el total anonimato.
Fueron llamados 360 militares, hombres y mujeres, que recibieron
instrucciones el jueves y el viernes. Todos demostraron un total dominio
de la situación, especialmente las chicas, aseguró
a este diario Noemí Muchnick, jefa de prensa del Indec. A pesar
de la afirmación, fue notorio que los uniformados estaban algo
desorientados. La gente nos recibió lo más bien, no
hubo problemas, pero tuvimos poco tiempo de preparación y nos quedaron
muchas dudas, se justificó el capitán Vallejos su
apellido, como el de los demás, estaba expuesto sobre su camisa,
a la vista de todo el mundo, quien a cada rato repasaba el manual
de instrucciones.
El barrio de Constitución, a pesar de la invasión de censistas
de uniforme, mantuvo su ritmo habitual, incluyendo mendigos, fiolos y
chicas. La brasileña, que dijo llamarse Roxy, se paseaba de punta
a punta de la calle Garay al 1200. Ya me censaron, en Glew, ahora
estoy trabajando y nadie me molesta. Cerca de allí, sobre
el piso, hecha un bollito, una mujer dormía sobre la vereda, contra
las cortinas bajas de la firma Armellín S.A. Al cronista no le
dio el cuero como para preguntarle si ella y su historia figurarán
entre los datos del censo.
OPINION
Por María del Carmen Feijoó *
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Proyecto compartido
El debate social que precedió al censo sacó lo mejor
y lo peor de la sociedad argentina. Por un lado los que se negaron
a aplicar, anteponiendo intereses sectoriales a una causa de interés
nacional y, más que eso, de bien común, y los que
abiertamente hostilizaron su realización. Por el otro, los
que como reacción, se convirtieron en activistas del Censo.
El caso de los primeros es el más alarmante porque en esa
negativa amalgamaron intereses muy diversos: unos subordinaron su
realización a una estrategia sectorial de lucha salarial
corporativa y los otros, aprovechando la volada, quisieron reconstruir
la dudosa epopeya del episodio del voto bronca que promovieron en
las últimas elecciones. Alentando los fantasmas argentinos,
convirtieron la presencia del censista en una sorda amenaza, planteando
que en estas condiciones sociales es peligroso abrir la puerta,
que el censo está mal formulado, que vaya a saber cuándo
se tendrán los resultados y que, entonces, no vale la pena
que nos contemos. En el fondo, en esa voluntad se expresa una forma
de pensar la sociedad no como un conjunto o agregado de personas
con carencias, ventajas, problemas que forman parte de una red articulada
que constituye la Nación sino como un sistema de relaciones
entre círculos restringidos. La negativa expresa una vocación
por entender la sociedad sin lazos ni redes, desde el individualismo
más hobbesiano. Primero, boicotearon la expresión
activa de la ciudadanía en el sufragio, después, quisieron
llevarse por delante el operativo censal. Curiosamente, ambas, de
las pocas experiencias que quedan en que cada ciudadano vale por
si mismo, cada cabeza es un voto, cada hogar y sus integrantes una
entrada en la recolección censal. Después de todo
¿para qué quieren saber cómo está el
país si ellos pueden vivir en el marco de relaciones definidas
sólo por intereses personales? Por suerte, ambos sectores
generaron anticuerpos: estos curiosos militantes del censo muchos
de los cuales por necesidad y/o por convicción
corrieron a suplir a los desertores; otros, que no pueden entender
cómo un objetivo estratégico de esta magnitud puede
desdibujarse y lo comentan con estupor; por último, los que
decidieron quedarse en sus casas hasta que llegue el censista aunque
por fin nos sonría la primavera. Estos son los que piensan
que el destino de un país se construye sobre la voluntad
colectiva, los que quieren ser contados, los que piensan que el
Estado y la sociedad deben tener herramientas para proyectar un
futuro que de cuenta de la última década y permita
hacer proyecciones hasta 2011. Porque creen, todavía, que
vale la pena un proyecto compartido.
* Directora Provincial de Planeamiento y Evaluación de
la Calidad Educativa de la Provincia de Buenos Aires.
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