Por
Carlos Rodríguez
Las dos mujeres, madre e hija, cuentan el proyecto con emoción
y con la precisión del dato histórico en el luminoso departamento
de la calle Santiago del Estero. María Pilotti, la madre, corre
de una punta a otra de la casa para ofrecer café, como si en el
gesto de hospitalidad le fuera la vida. Mariana Arruti, la hija, comienza
a explicar cómo marcha la idea que las llevó a iniciar,
hace un par de años, una investigación histórica
minuciosa sobre los sucesos del 22 de agosto de 1972 en la ciudad de Trelew,
donde 16 presos políticos, integrantes de organizaciones armadas
guerrilleras de la época (Ejército Revolucionario del Pueblo,
Fuerzas Armadas Revolucionarias y Montoneros), fueron fusilados durante
la dictadura militar encabezada por el general Alejandro Agustín
Lanusse.
El trabajo fue declarado de interés por la ciudad de Trelew, escenario
de los pasos trascendentes de la historia, y sumaron el aval de la provincia
del Chubut, de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, y de la Universidad
de Luján. El resultado es un largometraje documental que quieren
estrenar el año próximo. Las directoras ya fueron premiadas
por dos cortos, Los llamaban los presos de Bragado y Casa Tomada, que
también reconstruyeron lo que llaman historias no contadas.
El primero se basó en un caso ocurrido en 1931, durante la dictadura
de José Evaristo Uriburu. Tres obreros anarquistas fueron condenados
injustamente a prisión perpetua por un crimen que no cometieron.
El segundo memoró un caso de la última dictadura, la desaparición
en 1977 de una pareja de ciegos y la usurpación de la casa donde
vivían por parte de la Gendarmería.
Este episodio está algo perdido en la memoria, explican.
Así como se han perdido documentos de la época, fílmicos,
gráficos, expedientes, fotografías, también se ha
perdido en la memoria el fenómeno social que rodeó la presencia
de los presos por razones políticas. Poco y nada se dice de los
movimientos de solidaridad, salvo en el libro de Tomás Eloy Martínez.
Las dos realizadoras trabajan en la reconstrucción de la historia,
haciendo base en el recuerdo colectivo de la gente de Trelew y de Rawson.
Cuentan con el aporte de Jorge Magallanes, quien está realizando
la investigación, buscando sensaciones que quedaron escondidas
en Trelew.
Uno de los primeros testimonios fue el del periodista local Daniel Carreras,
convocado como representante del Canal 3 de Televisión para dejar
testimonio de la conferencia de prensa ofrecida por los guerrilleros en
el aeropuerto de Trelew, ahora cerrado y abandonado. Sus paredes muestran
hoy las pintadas descascaradas que recuerdan un episodio que para muchos
fue el comienzo del horror, como expresa una de las leyendas,
junto con los nombres de los caídos, Carlos Heriberto Astudillo,
Rubén Pedro Bonet, Eduardo Adolfo Capello, Mario Emilio Delfino,
Alberto Carlos del Rey, Alfredo Elías Kohon, Clarisa Rosa Lea Place,
Susana Graciela Lesgart, José Ricardo Mena, Miguel Angel Polti,
Mariano Pujadas, María Angélica Sabelli, Ana María
Villarreal de Santucho, Humberto Segundo Suárez, Humberto Adrián
Toschi y Jorge Alejandro Ulla.
La recreación comienza antes de la fuga del penal de Rawson. Los
grupos de solidaridad nacieron en torno de abogados como Hipólito
Solari Yrigoyen, Mario Abel Amaya, Eduardo Luis Duhalde o Rodolfo Mattarollo,
y crecieron a partir de la participación de toda la población.
Urruti resaltó que muchos de los pobladores entrevistados para
el film se han referido a los muertos como personas de su familia,
como algo que les pasó a ellos, que marcó sus vidas; es
una historia impresionante. La mayoría de los presos políticos
de la época, entre ellos el dirigente gremial cordobés Agustín
Tosco, eran del centro y el norte del país, lo que impedía
que sus familiares directos pudieran visitarlos seguido.
Por eso se habían designado apoderados que tenían
autorización para visitarlos en el penal como si fueran de la familia.
En esos años, lascondiciones de detención eran bastante
relajadas y los apoderados se reunían con los guerrilleros presos.
Ahora contaron que se armaban tremendas discusiones políticas,
muy esclarecedoras para ellos, que nunca habían tenido la posibilidad
de una intervención semejante. Eso marcó a los vecinos
para siempre, aunque muchos reconozcan que hasta ahora habían
mantenido escondidas esas hermosas sensaciones que vivieron. Estaban
hablando, de igual a igual, con la vanguardia revolucionaria, con los
hombres y mujeres que aparecían en los diarios demonizados. Ellos
tuvieron oportunidad de conocerlos humanamente, sin manipulaciones hacia
un lado o hacia otro.
También estará el relato de la represión masiva que
siguió a los fusilamientos de Trelew. Centenares de viviendas fueron
allanadas y hubo muchos detenidos. De ellos, 16 fueron llevados a la cárcel
porteña de Villa Devoto. Allí se dio una de las circunstancias
más curiosas de la historia: los apoderados de ayer
habían pasado a ser presos y tuvieron su reencuentro con los que
antes habían sido sus apadrinados. Otra de las reconstrucciones
estará centrada en las jornadas de lucha para reclamarle al gobierno
militar de entonces la liberación de los 16 habitantes de Trelew
detenido en Devoto.
El teatro Español, engalanado con banderas y tomado por centenares
de personas, se convirtió en el escenario de la protesta. Las
libertades fueron produciéndose en forma paulatina, a los dos,
a los diez días, al mes, pero la gente se mantuvo firme hasta el
final. Fue una verdadera epopeya que todos los entrevistados estuvieron
felices de poder reconstruir, de poder enarbolar como un recuerdo querido,
entrañable.
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