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El INDEC, DESBORDADO DE LLAMADAS DE GENTE QUE NO FUE CENSADA
Los porteños quieren que los cuenten

En censo seguirá hoy en varias provincias y podría prolongarse incluso mañana en la Capital. Centenares de personas llamaron al 0-800 del Indec para reclamar un censista. Pese a todo, De la Rúa dijo que el censo fue “un éxito extraordinario”.

Por Mariana Carbajal

El 0-800 del Indec fue desbordado de llamadas. Ayer, los diez operadores telefónicos trabajaron sin parar durante ocho horas atendiendo a alrededor de medio millar de personas, la mayoría de la ciudad de Buenos Aires, que reclamaban la presencia de un encuestador en sus domicilios. Muchos interesados en censarse, incluso, no pudieron comunicarse porque la línea estuvo saturada. El relevamiento continuará hoy en el territorio porteño y en algunos sectores de las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Tucumán, Santiago del Estero y Chubut, según confirmó anoche a Página/12 el director del Censo, Alejandro Giusti. El funcionario estimaba finalizar el operativo hoy en todo el país, pero en la ciudad de Buenos Aires no descartaron que recién se termine mañana, es decir, tres días después de lo previsto. A pesar de los distintos problemas logísticos –entre ellos, la deserción de censistas– que complicaron el relevamiento, el presidente De la Rúa consideró que el Censo Nacional “ha sido un éxito extraordinario”.
En una conferencia de prensa De la Rúa celebró que se haya hecho el relevamiento a pesar de la decisión de Ctera de retirar su colaboración en protesta por la deuda salarial que mantiene el Gobierno con los docentes. “Dije: hay que hacerlo en la fecha y demostrar que las cosas importantes se hacen y no se pueden impedir de afuera. Y el censo se hizo, ha sido un éxito extraordinario; hemos podido realizarlo y eso tiene un gran valor económico, social y político, porque permite la toma de decisión ordenada para el conjunto del país”, concluyó el Presidente.
Por la demora en la finalización de la encuesta nacional, los datos preliminares sobre la cantidad de mujeres y varones que habitan en la Argentina no se podrá conocer antes del jueves, informó Giusti. El director del Censo Nacional calculó anoche que “más del 99 por ciento” de los domicilios del país ya fueron relevados y precisó que el Indec tuvo que enviar ayer encuestadores a los partidos bonaerenses de Morón, Tres de Febrero y La Matanza, para relevar viviendas que no habían sido censadas y seguramente hoy continuarán con la tarea.
Los mayores inconvenientes se observaron en el territorio porteño, donde hoy y posiblemente mañana continúen trabajando los censistas, según informó el director de Estadística y Censos local, Martín Moreno. Las deficiencias quedaron manifiestas en el 0-800-999-23670 del Indec, donde las líneas fueron abarrotadas por gente, la mayoría de la ciudad, que avisaban que todavía estaban esperando la llegada del censista. “Terminamos Boedo y Parque Avellaneda, pero todavía nos quedan algunos tramos de los barrios de Constitución, Monserrat, Balvanera, San Cristóbal, Caballito, Parque Chacabuco, Palermo, Belgrano, Vélez Sársfield, Mataderos y Versailles”, indicó Moreno. “El 97 por ciento ya debe estar censado”, precisó, pero aclaró que el censo puede continuar también mañana el ámbito porteño. “Tal vez pueda extenderse hasta el miércoles. Le pedimos a la gente que si a las 15 de hoy no recibió al censista y quiere que lo censen, nos llame al 4307-2793/7208, 4306-8852 o 4304-9546”, señaló.
Giusti justificó la demora en finalizar el Censo en la ciudad de Buenos Aires en la tardanza en distribuir el material para los encuestadores, además de la falta de censistas. “Repartimos tarde las planillas para anotar los resúmenes. Paradójicamente era el distrito más cercano, lo dejamos para último momento y llegamos tarde”, argumentó el funcionario. Y mencionó otros dos problemas: “El hecho de que los negocios hayan estado abiertos y el buen tiempo provocó que mucha gente saliera de sus casas. Eso generó que muchos censistas tuvieran que retornar varias veces para encontrar al morador. Muchos habitantes de la ciudad de Buenos Aires nos llamaron al 0-800 desde el country pidiéndonos que los fuésemos a censar ahí”, relató Giusti. Pero los problemas no se limitaron al ámbito metropolitano. En Tucumán faltaban ayer relevar cinco localidades, en Santiago del Estero las zonas rurales afectadas por un temporal hace unos días. Hoy también continuará el relevamiento en algunos sectores de La Pampa, Chubut y la provincia de Buenos Aires.

De la Rúa, mal censado

¿Adivine quién no tendría que haber sido censado? Una ayudita: se llama Fernando y vive en la quinta presidencial de Olivos. Aunque parezca increíble, De la Rúa no debió responder la encuesta porque no pasó la noche del viernes al sábado en el país. “Estadísticamente es una inclusión incorrecta. Tendría que haberse abstenido de contestar. No tendría que haber sido censado”, aclaró ayer a Página/12 Noemí Muchnik, directora de Difusión del Indec. La instrucción que figura en el manual impreso por el organismo para capacitar a los censistas es precisa: el Censo Nacional es una fotografía de la población a la cero hora del sábado 17, por esa razón, no debían ser censadas las personas que no estuvieran en el país en ese momento. Del mismo modo, tampoco debieron ser contabilizados los bebés nacidos el fin de semana y sí, en cambio, quienes fallecieron el sábado o el domingo. Pero De la Rúa no quiso quedar afuera. Tal vez, temeroso de que alguien se tomara la anécdota en serio y afirmara: “El Presidente no existe”. De la Rúa llegó al país en la mañana del domingo, procedente de Portugal. Y la agencia oficial Télam se encargó de divulgar su encuentro con la censista, María del Carmen Verdiñas, funcionaria la municipalidad de Vicente López. Ella misma aclaró que había pasado por la quinta de Olivos el sábado por la tarde, cuando censó a algunos de sus habitantes y que volvió el domingo en busca del Presidente y la primera dama.

 

�Ponga que no tenemos para comer�

Del censo no sólo salen números. A los docentes de la escuela 72 de Turdera les tocó ver y oír datos que no entraban en el formulario. Aquí, su testimonio.
“Una casa pobre, pequeña, sólo dos habitaciones, despintada, sin revoque, sin agua corriente, sin gas, un calentador gris y oxidado, en un sórdido costado de la habitación. Me abre la puerta una mujer con dos muletas: anciana, canosa, bajita, muy delgada, rasgos tristes. Se mueve con demasiada dificultad: casi no camina. Me hace entrar, me ofrece agua fresca, la mesa que había acomodado para esperarme, y el banquito para que me sentara. Luego de responder en la semipenumbra todas las preguntas del censo, la mujer se pone a llorar. Ahora la pregunta me la hace ella a mí: ‘Dígame, señorita, ¿no se puede poner en el censo que no tengo para comer, que vivo con una magra pensión de invalidez, que tengo que ir a buscar el agua afuera, con lo que me cuesta, no tengo gas, ni plata para los remedios, ni obra social que me los cubra...?’. No supe qué contestarle, porque esa mujer estaba buscando la salvación en las respuestas del censista. ¿Qué le iba a responder? ¿Que el censo era anónimo, que no daba cuenta de esos datos, que la realidad estaba pero no debía verse...? El censo fue para nosotras la otra estadística: la del desastre.”
Turdera es un barrio de la zona sur de la provincia de Buenos Aires. Solía ser un barriecito de clase media, de gente tranquila, que gusta de las pequeñeces del quehacer cotidiano.
El sábado 17, los docentes de la escuela Nº 72 (Hipólito Yrigoyen 11.518, Turdera) salimos a censar los alrededores. Relatos como el anterior empezaron a caer en la escuela; las maestras llegaban llorando: “Una mujer me dijo: ‘Vivo de la caridad, mi vida es indigna, ¿por qué no me muero?’”; “No puedo creer la necesidad que tenía la gente de hablar, de contar sus pesares, en más de un caso, con los ojos llenos de lágrimas”; “Uno de cada diez censados tenía trabajo, pero TODOS ofrecían algo, aunque sea agua, es decir, lo poco que había en sus casas”.
De repente nos encontramos con que éramos los interlocutores de esas historias personales, y que debíamos exponerlas, porque eso era, de una u otra manera, lo que nos estaba pidiendo la gente. Los datos, las estadísticas del censo no decían nada de esa realidad cotidiana, donde una población entera se siente indigna. Mientras tomábamos datos cuantitativos, nos pedían que cuantifiquemos también el miedo, la derrota, la sensación de abandono, la certeza de la humillación, la desigualdad.
Y nosotras sólo somos maestras, impotentes ante la desesperación ajena, que es el espejo de nuestra propia desesperación.
¿Qué hacer entonces? Tomamos la palabra, porque la palabra salva. Narramos para no morir, como la narradora de los cuentos de Las mil y una noches. Pero, a diferencia de ella, no podemos contar historias de genios y alfombras mágicas: la magia no tiene lugar en una realidad en donde hay gente que preferiría no estar viva. O, mejor dicho: la magia es que esté viva, y que ofrezca un vaso de agua, con dulzura, a cambio de ser escuchada.
Emilia Gervoles, Liliana Timor y Adriana Achile, docentes de la Escuela Nº 72, de Turdera (Lomas de Zamora).

 

 

 

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