Por
Nick Watt*
Desde Londres
Un
viejo proverbio afgano ofrece una lectura incómoda del intento
de los diplomáticos de las Naciones Unidas de persuadir a todos
los grupos étnicos para formar un gobierno conjunto. Mi hermano
y yo contra mi primo; y mi primo, mi hermano y yo contra el mundo.
El mensaje desconsolador que da este proverbio muestra que la ONU logrará
uno de sus más grandes éxitos si los cuatro principales
grupos étnicos de Afganistán abandonan las ancestrales rivalidades
para establecer lo que diplomáticamente la ONU llamó gobierno
de amplia participación. No hay conversaciones sobre un gobierno
de unidad nacional porque los grupos rivales en Afganistán se sienten
más comprometidos con sus propias regiones que con un Estado formal
y central.
A pesar de las sombrías lecciones de la historia, la ONU ayer fue
optimista. Francesc Vendrell, el representante especial en Afganistán,
instó a realizar una serie de encuentros con partidos rivales en
Kabul para presionarlos para que integren conversaciones acerca de un
futuro gobierno. Vendrell espera que los encuentros permitan llegar a
un acuerdo en algún país de Europa Central la próxima
semana. Estos esfuerzos son reforzados más allá de Afganistán
por Lakhdar Brahimi, el representante especial del secretario de las Naciones
Unidas, Kofi Annan. Brahimi lidera las negociaciones con el grupo 6+2
(los cuatro países vecinos de Afganistán más Estados
Unidos y Rusia).
El humor de la ONU mejoró en el fin de semana cuando la Alianza
del Norte suavizó su postura y acordó que las conversaciones
sobre el futuro de Afganistán deberían realizarse fuera
del país. La alianza, que esperaba dominar las conversaciones si
se sostenían en Kabul, se aplacó luego de que Estados Unidos
señalara que sólo había ganado el control de la capital
afgana gracias a los bombardeos norteamericanos. Las conversaciones comenzarían
la próxima semana entre los cuatro grupos étnicos principales:
tajikos, uzbekos, pashtunes y hazaras. La Alianza, principalmente compuesta
por los uzbekos y tajikos, todavía continuaría siendo la
fuerza dominante, pero también habría representantes del
rey exiliado Zahir Shah, que es pashtún.
La ONU busca superar el temor de que con el establecimiento de fuerzas
internacionales en Afganistán, sea una de las partes la que domine.
Las fuerzas multinacionales que operarían no serían los
cascos azules de la ONU sino los cascos verdes.
Las fuerzas estarían constituidas por una combinación de
tropas de países musulmanes y no musulmanes. Un diplomático
dijo: Hay preocupaciones de que solamente haya fuerzas de países
musulmanes porque, probablemente, éstos tengan vínculos
con una de las partes en Afganistán. Esperen ver tropas desde lugares
como Canadá.
Los grupos rivales también van a ser tentados por las promesas
de billones de dólares de la ONU destinados a reconstruir el país
si firman el acuerdo. Todavía no se ha acordado ninguna suma. El
presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, dijo que los 700 millones
de dólares que ya fueron entregados para ayuda humanitaria demostraron
que habría disponibilidad de fondos generosos. En el caso de Serbia,
la idea de ayuda de billones de dólares actuó como una fuerza
moderadora para persuadir a Belgrado de entregar a Slobodan Milosevic.
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De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Giselle Cohen.
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