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COMO ES LA VIDA DE LOS QUE AHORA OPTAN POR RENDIRSE O HUIR
Las últimas imágenes del talibán

El régimen talibán sólo resiste en Kunduz (norte), y en Kandahar (sur), la ciudad que los vio nacer. Algunos tratan de huir, otros se preparan para resistir, como lo pidió el líder talibán Mohammad Omar, y los más están negociando los términos de la rendición, según la Alianza del Norte. Aquí, una pintura de lo que queda del régimen que hace diez días controlaba Afganistán.

Por Jonathan Steele*
Desde Kandahar, con los talibanes

Aquí, la ansiedad y la tensión invaden los rangos de los talibanes, tan persistentemente como el polvo que sopla del desierto al lado de esta desolada ciudad de frontera. A cien kilómetros de Kandahar, este es el lugar donde surgieron los talibanes hace siete años. Ahora se están preparando para su última oportunidad. Los camiones cargados con lanzagranadas chinas van y vienen y los jóvenes talibanes armados con rifles caminan sin rumbo. El estado de ánimo varía del enojo colectivo a la angustia privada mientras cada hombre se preocupa por su futuro.
“Escupo sobre Estados Unidos y Gran Bretaña”, dijo un hombre de mediana edad mientras la gente nos rodeaba, sorprendida de ver a periodistas occidentales en territorio talibano. “Psst”, le sopló otro hombre en la oreja de mi traductor. “Le diré un secreto. Estoy del lado del rey.” ¿Un chiste? Pero no había ni un asomo de sonrisa en su rostro inexpresivo, medio cubierto por un chal. ¿Creía que lo podíamos pasar del lado de los opositores talibanes, con algún tipo de recomendación? ¿O estaba poniendo a prueba nuestra credulidad? Estábamos asombrados de haber podido pasar a través de la frontera, donde la bandera blanca de los talibanes sigue flameando como señal de control continuo, como lo estaba la multitud que nos rodeaba con sus pelos mugrientos y sus polvorientos turbantes.
La voz había corrido de pronto a través de la prensa en los hoteles de Quetta, en Pakistán, el domingo a la tarde. El cónsul general de los Emiratos Islámicos de Afganistán (no confundir con el Estado Islámico de Afganistán de la Alianza del Norte) estaba dispuesto a dar un visa a cada periodista y que tuviera una semana de validez. Este no era el viaje de dos días que se permitió en una ocasión hace unas pocas semanas. En ese momento los talibanes estaban en control del 90 por ciento de Afganistán, y le querían dar a un puñado de periodistas extranjeros una visita guiada de la destrucción causada por los bombardeos norteamericanos en Kandahar.
Ahora, el movimiento se enfrenta a la extinción. Perdió Kabul y la mayor parte del norte. En Kandahar, el mullah Mohammad Omar, el líder talibán, está emitiendo órdenes a su tropa para que no se rinda, aun cuando ya hay contactos con varios opositores pashtunes sobre un tratado para que la ciudad quede en manos de la Alianza del Norte. Estados Unidos está llevando a cabo los bombardeos más fuertes que haya visto la región de Kandahar. Sin embargo, los talibanes eligen este momento para abrirles sus puertas a la prensa. Si el objetivo es demostrar que todavía pueden controlar Spin Boldak y el cruce de frontera, este viaje ya lo logró. Si es para probar que su moral no está disminuida a pesar de perder tanto territorio en otros lados, el veredicto es más difícil de alcanzar.
Una tarde de Ramadán no es el mejor momento para juzgar el ánimo de la gente. Diez horas después de su última comida, los ánimos tienden a desgastarse. Pero parecía que la tensión de Spin Boldak tenía raíces más profundas. Un creciente éxodo parece estar preparándose, físico para los pocos que logran escapar a Pakistán, mental para muchos otros. En los últimos días, cientos de afganos han estado tratando de llegar a la frontera paquistaní. Hay solo un delgado alambre y un docena de policías para detenerlos en el cruce oficial. El sábado unas 300 personas lanzaron piedras para que la policía paquistaní retrocediera. Luego entraron en masa por la brecha.
Sobre el lado afgano de la frontera, unos tres kilómetros hacia adentro, hileras de carpas surgieron en el desierto. Hasta 3000 refugiados están atestados bajo lonas que arden de calor durante el día y llegan a casi cero durante la noche. Una señal en el camino está escrita en inglés: “Campo para las Víctimas Refugiadas de la Guerra Norteamericana”. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informa que 1368 nuevos refugiados aparecieron sin anunciarse en las últimas dos semanas en un campo de refugiados en desuso dentro de Pakistán. Esta es un área en la que la frontera no tiene vallas. Hay otro grupo de nuevosrefugiados, que llegan a unos 2500 en Killi Faizo, un lugar del ACNUR justo cruzando la frontera en Pakistán. Está diseñado para casos de emergencia, mujeres embarazadas, los ancianos y los niños enfermos.
Lo más revelador de todo en términos de confianza debilitada fue cuando el sábado la policía paquistaní detuvo a cinco mujeres con burkas que no respondieron cuando se les dirigió la palabra en pashtún cuando cruzaban la frontera. Resultaron ser árabes, aparentemente las mujeres de voluntarios para la causa talibana.

* De The Guardian de Gran Bretaña.Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère

Escapando a las tenazas
“Las tenazas se cierran, pero será una tarea difícil. La captura tomará meses, hasta un año”, declaró ayer el presidente norteamericano George Bush. Es que, según la prensa iraní, Osama bin Laden se prepara para resistir hasta el último minuto. Mientras Estados Unidos y la antitalibana Alianza del Norte siguen afirmando que el sospechoso número uno todavía está en Afganistán, cerca de Kandahar y cercado, el diario iraní Entejab publicó ayer que Bin Laden se separó de los talibanes y se apresta a formar un nuevo grupo guerrillero para resistir a los comandos especiales norteamericanos y británicos que están en su caza. Un vocero no identificado de los talibanes dijo al diario que Bin Laden y el líder talibán, el mullah Mohammad Omar, están vivos y tratan de rearmar sus fuerzas para resistir. Según los medios de comunicación iraníes, Bin Laden y Omar intentan cruzar a Pakistán para esconderse en áreas dominadas por los pashtunes, etnia de los talibanes.

REABRIERON AYER EL PRINCIPAL CINE DE LA CAPITAL
El Cinema Paradiso de Kabul

Por Angeles Espinosa *
Desde Kabul

La normalidad tiene a veces aspecto de película. Después de cinco años sin cine, miles de jóvenes de Kabul se amontonaron el lunes a las puertas del antiguo Cinema Royal para asistir a la primera proyección de la era postalibán. Poco les importó que la cinta fuera vieja, la recibieron como si se tratara de un estreno. El simbolismo de la medida superó sin duda a la inauguración de la televisión que muchos veían de forma clandestina. Con una ingenuidad casi infantil, los habitantes de la capital están redescubriendo el mundo.
Eran las dos de la tarde. La película no empezaba hasta las cuatro y ya había muchos más espectadores de los que podían caber en la sala intentando hacerse con una plaza. A 5000 afganis (2 centavos de dólar) la entrada, el privilegio no estaba al alcance de todos, pero eran muchas las ganas. La multitud, sólo hombres y en su mayoría jóvenes, estaba expectante. Y eso que la cinta, Uruch (“Luces”), es una producción de la Alianza del Norte sobre la Jihad contra los soviéticos. ¿No están hartos de guerra? “No es lo mismo, aquello es la guerra de verdad, esto es otra cosa”, asegura uno de ellos sin poder contener su entusiasmo. Ninguno conoce a Harrison Ford o a Nicole Kidman. Hasserat está como chiquillo con zapatos nuevos. Acaba de comprar una antena de televisión y la exhibe orgulloso como si fuera un trofeo. A las seis, después de la ruptura del ayuno, se inauguran oficialmente las emisiones y no quiere perderse la efemérides. El día anterior ya han transmitido tres horas en pruebas, pero la gente no estaba preparada.
“La he comprado porque hoy volvemos a tener televisión”, explica Hasserat feliz. “Sí, estoy feliz”, reconoce el hombre, “pero no por que tengamos televisión sino porque hemos recuperado la libertad”. Hasserat tenía televisión antes de la llegada de los talibanes. “La veíamos a escondidas por la noche hasta que nos pillaron y nos la quitaron”, recuerda mientras se muestra convencido de que con la tele podrán “aprender cosas del resto del mundo”. La venta de receptores se ha disparado. “Estamos vendiendo una media de dos o tres al día”, cuenta Mujib Habibullah en su tienda del mercado Sidiq Omar. Los escaparates se han llenado de stereos, videos y televisores. ¿De dónde ha salido toda esa mercancía en un país que hasta hace una semana tenía prohibida la música, el cine y la televisión? “La teníamos guardada en casa”, explica Atillah, hermano de Mujib, sin esconder su satisfacción por haber salido de la clandestinidad. “Hasta ahora, sólo vendíamos a la gente que conocíamos; venían a la tienda, erraban el trato y luego por la noche recogían la compra en casa”, añade.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

 

 

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