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El
complejo
militar-cultural
Por Aníbal Ford *
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En octubre de 1999, dos años
antes del atentado y derrumbe de las Torres Gemelas, la CNN.com informaba
bajo el título de El ejército norteamericano va a
Hollywood para entrenamiento con alta tecnología que Hollywood
ha enviado soldados a todo el mundo y más allá, en películas
como Rescatando al soldado Ryan o La guerra de las galaxias. Ahora las
herramientas de la fantasía del mundo del combate serán
usadas para entrenar a las tropas del ejército para la vida real.
El ejército firmó un acuerdo de 5 años y 45 millones
de dólares con la Universidad del Sur de California para tener
una escuela con expertos en películas, efectos especiales y otras
tecnologías que puedan ayudar en el entrenamiento de las tropas.
Los programas de entrenamiento incluyen escenarios de batalla e incluso
simuladores. La unión declaraba Louis Caldera, secretario
del ejército de EE.UU. dará a la industria del entretenimiento
una ventaja en avances tecnológicos que podrán aplicarse
a parques temáticos, videojuegos y películas. En ese
mismo mes y año, ABCNEWS.com, bajo el título de El
ejército mira hacia Hollywood, afirmaba que para millones
de personas, la experiencia más cercana a la guerra ha provenido
de Hollywood. Desde Apocalipse Now hasta Rescatando al soldado Ryan, los
directores de cine durante décadas han transportado
a los espectadores a batallas lejanas y han revivido la guerra. Ahora,
Hollywood pareciera tener también la atención del Pentágono
(...). Steven B. Sample, presidente de la Universidad del Sur de
California, afirmó que el instituto de investigaciones desarrollará
tecnología tan auténtica que la gente reaccionará
como si las vistas y sensaciones que experimenten fueran reales. Los investigadores
usarán personajes, historias, escenarios y dirección de
cine para llevar a los soldados a locaciones exóticas
como Kosovo o Bosnia. Por ejemplo, un soldado podrá tomar un curso
sobre historia de un lugar específico y luego entrar a una realidad
virtual en la que un guía artificial lo lleve por la ciudad.
Y remataba afirmando: El nuevo acuerdo Hollywood-ejército
podrá hacer más por América que mejorar sus fuerzas
armadas: también tendremos mejores películas. Durante
el mismo mes, la BBCNews afirmaba: El nuevo centro recreará
situaciones de la vida real y personajes que ayuden a lograr el
mantenimiento de la paz en zonas como Kosovo y Bosnia (y se
supone en algunos otros convulsionados países pobres del tercer
mundo).
Es decir: uno de los ejes centrales del complejo militar se fundamentaba
en ese momento en el entretenimiento y la simulación con un curioso
doble objetivo: el mantenimiento de la paz y la realización de
mejores películas. Algo que a la luz del contenido de las películas
que listaremos más adelante resulta sospechoso. Basta, por otro
lado, ver el contenido de los games de pelea o de guerra, en su gran mayoría
surgidos de los rezagos de los programas de simulación y de entrenamiento
de la NASA. Ni filmes ni games parecen destinados a entrenar para mantenimiento
de la paz. En otro plano, este doble objetivo parecería coincidir
con la ideología o la hipótesis del empleado del Departamento
de Estado, Francis Fukuyama, sobre el fin de la historia dejándola
sólo como materia prima para History Channel. El supuesto final
de la Guerra Fría había transformado las noticias. Estas,
afirmaba el director de ABCNews, ya no eran cuestión de vida
o muerte. Comenzaba con los 90 la edad del infotainment (infoentretenimiento),
mientras más de la mitad del mundo se sumergía en la crisis,
el hambre, la desocupación y las migraciones desesperadas.
Después del atentado, muchas de estas hipótesis, ingenuidades
e ideologías parecieron derrumbarse. Y al mismo tiempo que se puso
en escena el complejo militar cultural de larga historia y casi
escasa elaboración crítica, tomó fuerza el
concepto generado por el ex marino y autor de ciencia ficción Robert
A. Heinlein: ficción especulativa. En octubre de este
año, después del atentado, USA Today, el diario popular
y televisivo, afirmaba en un artículo titulado El tanque
de pensamiento (Think Tank) de Hollywood crea escenarios de terror
que algunos de los realizadores que producen las historias de terrorismo
y violencia para Hollywood están ayudando al ejército de
Estados Unidos a prepararse para los posibles futuros ataques terroristas.
El grupo se reunió a través del Instituto para Tecnologías
Creativas, un tanque de pensamiento de la Universidad del Sur de California
que trabaja en programas para entrenamiento virtual del ejército.
Entre los integrantes del grupo se cuentan Steven E. De Souza, quien en
1988 co-escribió Duro de matar. Michael Macedonia, jefe científico
para el comando de simulación, entrenamiento e instrumentalización
del ejército, dijo de los realizadores: Son gente muy brillante,
pueden dar con descubrimientos muy perspicaces rápidamente.
Y agregó: Son algunos de los mayores patriotas que yo he
conocido. Pero la lista de los que reunieron en California para
realizar tormentas de ideas (brainstorming) con el Pentágono incluye
más nombres: el autor para TV, Davis Engelbach (McGyver);
el director Joseph Zito, que dirigió las realizaciones de Fuerza
Delta y Desaparecido en acción; David Fincher (El club de la pelea),
Spike Jonze (¿Quieres ser John Malkovich), Randal Kleiser (Grease),
entre otros. Todos imaginando, según la NBC, las amenazas
contra el país a corto plazo. Todos también autores
de filmes que poco tenían que ver con el entrenamiento para la
paz, aunque sí para la paz de las tumbas.
Una pregunta que surge ante esto, que se me ocurre mentar como complejo
militar-cultural, es cuáles son sus ramificaciones y relaciones.
Que la figura de Bin Laden haya sido bajada 10 mil veces en cinco días
para acribillarla virtualmente en los games o que haya desplazado junto
a Nostradamus del lugar top al sexo en Internet (otro invento de origen
militar); que la red haya sido objeto de explosiones informativas, entre
el data smog y la information anxiety de algunas discusiones actuales;
que en Hollywood, después de diez años de multiculturalismo,
se esté tratando de inventar un malo no étnico como
el japonés de la Segunda Guerra; que junto a esto se amplíe
la sociedad de la vigilancia, que se hayan suspendido en el Senado de
los Estados Unidos las discusiones sobre la defensa de la privacidad,
o que se aumente el control sobre las migraciones muchas veces desesperadas
ante el crecimiento de la brecha entre riqueza y pobreza, no son datos
desconectados de este complejo militar-cultural que crece amenazante y
malthusiano en los albores del siglo XXI.
* Aníbal Ford es escritor y director de la Maestría
en Comunicación y Cultura de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
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