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El día que Menem esperó por más de cinco meses

A las nueve de la mañana el riojano fue informado del fallo de la Corte. Sus incondicionales llegaron a Don Torcuato y pasaron la jornada con él. Tras su liberación, volvió a la quinta.

Menem habla en el jardín de la quinta con el sindicalista petrolero Antonio Cassia.

Por Martín Piqué

Si lo hubiera soñado, habría imaginado una calle llena de gente, con carteles, banderas y gritos de aliento. Con todos esos ingredientes, la tarde habría sido perfecta (para él, claro) y le habría permitido olvidar aquella mañana del 7 de junio, cuando el juez Jorge Urso le comunicó que quedaba detenido y él sólo atinó a preguntar: “¿Dónde?”. Pero la avenida Comodoro Py no estaba atestada de manifestantes, ni se veían pancartas con leyendas que lo vivaban. Tampoco se escuchaba el ruido de los bombos. Los únicos testigos fueron fotógrafos, cronistas y camarógrafos. Lo que había anhelado durante más de cinco meses –su partida de los Tribunales en calidad de hombre libre– no se produjo en el marco que hubiera deseado. Pero Carlos Menem no se inmutó. Se limitó a disfrutar el momento y a pronunciar una frase que para muchos sonó irónica: “Se hizo justicia”, dijo, y se preparó para la fiesta que lo esperaba en Don Torcuato.
Eran más de las seis de la tarde, y el Renault Laguna que lo llevaba de regreso a la quinta de Armando Gostanian aceleraba rápidamente por uno de los caminos laterales de Comodoro Py. A su lado estaba Cecilia Bolocco; también lo acompañaba su secretario privado Ramón Hernández. El abogado Oscar Roger se había quedado en las escalinatas del edificio para contestar las preguntas de los periodistas. En ese momento, Menem ya era libre, se lo había sido notificado la Sala I de la Cámara Federal. El automóvil partió entre flashes y gritos, en medio de un revuelo que por un instante le impidió la ansiada salida del Tribunal.
Mientras Menem dirigía a Don Torcuato, en el juzgado sus hombres mostraban su orgullo delante de las cámaras. El diputado José “Pepe” Figueroa se codeaba con la omnipresente Martha Alarcia, mientras que Roger se jactaba de los resultados de su trabajo. “Al menos para mi cliente, esta causa ha terminado”, señaló, como al descuido, en su tono campechano. Detrás suyo, el santiagueño Figueroa era la síntesis de la felicidad. Como amigo y ex ministro de Desarrollo Social de Menem, no podía ocultar su satisfacción. “Estoy muy contento porque se terminó haciendo justicia. El fallo (de la Corte Suprema) es muy categórico”, dijo a Página/12. El jueves, Figueroa había aportado las empanadas en el almuerzo de más de veinte diputados con el ex presidente, que aún estaba preso.
La blonda Alarcia aprovechó la oportunidad para hablar de un “complot político” y enviar un mensaje inequívoco hacia Eduardo Duhalde. “Esto se va a esclarecer en poco tiempo, vean quiénes declararon en su contra, como (el secretario de la gobernación bonaerense) Esteban Caselli”, dijo la legisladora cordobesa. La frase se correspondía con lo que había dicho, horas antes la chilena Cecilia Bolocco: “Carlos sabe muy bien quiénes fueron los que quisieron sacarlo de en medio.”
Sin embargo, el tono que reinó en el entorno del riojano y entre los demás menemistas fue bastante cauto. Nadie quiso hacer declaraciones que olieran a revancha. El propio Menem había empezado el día intentando evitar los excesos de euforia: a las 9, cuando su abogado Oscar Salvi le anunció por teléfono que quedaría libre por decisión de la Corte, él se limitó a decir que “por fin se trajo justicia a esta injusticia”. En ese momento se encontraba en el jardín junto con el sindicalista Antonio Cassia, que lo escuchó afirmar que no guarda “ni odio ni rencor” con el juez Urso y el fiscal Carlos Stornelli, que lo acusaron de ser el jefe de una asociación ilícita. “Voy a trabajar por la Argentina porque hay que salir de esta crisis”, anticipó Menem, revelando cuál era el tono que quería que siguieran sus admiradores.
Desde bien temprano la quinta de Armando Gostanian se había convertido en el centro estratégico del menemismo de pura cepa. Con el paso de las horas, fueron llegando dirigentes históricamente relacionados con el ex presidente. Así, estuvieron el ex ministro del Interior José Luis Manzano, el intendente de Escobar Luis Patti, los diputados Daniel Scioli, Javier Mouriño, y los ya mencionados Figueroa y Alarcia. En los terrenos de la casa de fin de semana, se encontraba también el núcleo íntimo de Menem: suesposa, su secretario privado, el hermano Eduardo, el ubicuo Alberto Kohan, el gobernador riojano Angel Maza y su hermana Ada.
A la noche, luego de que Menem retornara de los Tribunales de Comodoro Py, el festejo se desató sin límites. Dentro de la quinta, lo hacían el principal beneficiado y los hombres de su máxima confianza. Afuera, la fiesta era ejecutada por el gentío que se agolpaba frente al enorme portón de la vivienda. Allí, entre gritos desencajados, mujeres al borde de la histeria, y gordos con remeras que decían “Menem solución”, se escuchaban bombos y redoblantes que acompañaban los cantitos menemistas. La orquesta parecía estar dirigida por un hombre de mediana edad y larga barba canosa, con un parecido a Osama bin Laden, que se había colocado una bandera argentina en la cabeza, a la usanza árabe.

 

OPINION
Por Raúl Kollmann

La justicia de la Corte

Por fin se hizo justicia. Estaba claro, salvo para algunos necios, que no fue falso un decreto que decía que las armas iban a Venezuela y Panamá, aunque después hayan ido a Ecuador y Croacia. Era obvio que el decreto no fue falso porque estaba firmado por el entonces presidente y ya se sabe que un presidente no firma nada falso.
Menos mal que la Corte dejó ayer en claro que todo el dinero que cobró Emir Yoma fue en concepto de trabajo. Se demostró así la falsedad del traficante de armas Diego Palleros que habló de que pagó 400.000 dólares de coimas. Todo fue una mentira que también quedó evidenciada por la secretaria de Emir quien entregó un papelito con el número de cuenta en el que debían depositarle el dinero al cuñado presidencial y el financista Pedro Stier, que reconoció que gente de Yoma se llevó, en efectivo, otros 200.000. Insisto, fue un pago por trabajo porque, como dice la Corte, Emir no era parte del Gobierno, sino apenas un cuñado sin influencia.
Tajante, categórica, la resolución sobre la asociación ilícita. ¿Cómo se puede pensar que gente de un gobierno y un cuñado del presidente hayan formado una banda? No tienen nada que ver que hayan logrado sacar esos decretos que ya se sabe que no fueron falsos, consiguieron que las armas salieran de los cuarteles, limaron los fusiles, usaron centenares de camiones y varios barcos, pero queda claro que no fueron una banda. ¿No se entiende que las bandas sólo se forman en las villas?
El fallo del máximo tribunal despeja de una vez por todas las dudas sobre los bienes de Carlos Menem. Aquel candidato de los años 80 que vivía en Buenos Aires en un departamento prestado por Gostanian, sigue siendo igual de humilde. Los bienes que andan dando vueltas, como la casa de Anillaco, ya se sabe que son de Zulemita. La mansión de la calle Echeverría es de una sociedad uruguaya, la concesionaria de autos pertenece a Zulemita y así sucesivamente.
Hay que reconocer que se trató de un fallo abarcativo. Aunque no lo especifica, queda claro que María Julia Alsogaray tampoco integró nunca una banda y de ninguna manera se enriqueció en forma extraña. La causa sobre los gastos y bienes de María Julia empezó en 1994, o sea que apenas van siete años, un tiempo demasiado corto como para sacar alguna conclusión.
También ha sido escaso el tiempo transcurrido en el caso de aquellos prestadores del PAMI, en época de Matilde Menéndez, que fueron filmados en el Banco de Crédito entregando un sobres con dinero. Esa causa igualmente empezó en 1994 y todavía no hubo tiempo suficiente.
Pero al final vino la Corte y puso orden y justicia. Cinco demostraron otra vez que no son menemistas y el sexto, al que algunos le adjudican lazos radicales, demostró que no tiene relación con la UCR ni con el gobierno, que por supuesto, no quería colaborar para que Menem vuelva a la calle.

 

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