Por Fernando Cibeira
Aunque las reacciones fueron
diversas, podría decirse que el Gobierno recibió la noticia
de la liberación de Carlos Menem con alivio y hasta con algo de
satisfacción. Una de las causas de esa reacción la dio el
vocero Juan Pablo Baylac, quien con un visión muy particular sostuvo
que el país daba una imagen horrorosa en el exterior
al tener un ex presidente preso. Después en la Rosada daban más
argumentos a favor: el principal, que los ahora ultraopositores Eduardo
Duhalde y Carlos Ruckauf tendrían una valla de contención
dentro del PJ. La opinión más crítica, en tanto,
la daban los funcionarios más políticos. Pensaban que la
detención de Menem era una de las pocas promesas de campaña
que aunque fuera involuntariamente habían cumplido
y que el costo de la salida lo terminaría pagando el presidente
Fernando de la Rúa.
Lo que ayer expresó en voz alta Baylac es una opinión que
desde hace unos días venía ganando terreno en la Rosada.
Inclusive, algo similar opinaban en el Ministerio de Justicia que encabeza
el hermano del Presidente cuando se les preguntaba qué les gustaría
que hiciera la Corte. Allí se creía que la preocupación
que podía existir en el exterior por la situación de Menem
afectaba la imagen argentina, justo en momentos de extrema debilidad debido
a la crisis financiera. Anoche, Baylac desmentía la veracidad de
sus declaraciones.
Cada uno de los funcionarios que opinaron sobre el tema, empezando por
el Presidente, lo primero que destacaron fue la independencia con la que
se había desempeñado el Poder Judicial a lo largo de la
investigación, algo que defendieron como si fuera un logro propio.
La regla de actuación es el respeto irrestricto a la Justicia,
explicó De la Rúa. Cuando se produjo la detención,
desde una fuerza política decían que el gobierno está
vinculado a la prisión. Y cuando se dicta otra medida, otros dicen
lo contrario. No tenemos nada que ver, ninguna intervención, ni
en un sentido ni en otro, agregó.
La oposición política puso la lupa en la pasividad demostrada
por el ministerio de Jorge de la Rúa ante los múltiples
pedidos para que dos de los integrantes de la Corte, Julio Nazareno y
Adolfo Vázquez, se aparten de la causa debido a su conocida relación
con Menem. El Estado, como parte querellante, podría haber hecho
suyo el pedido pero lo dilató hasta que la Corte tomó la
resolución de ayer.
Otra lectura que se hacía en Gobierno tenía que ver con
la interna del justicialismo. Luego del viraje de Duhalde y Ruckauf hacia
posiciones opositoras, el Gobierno y el menemismo realizaron una especie
de alianza estratégica para detener la ofensiva. Como resultado
visible de esa entente, el Ejecutivo se benefició con una actitud
más amistosa de parte del justicialismo en el Congreso que desistió
de llevar adelante la derogación de los superpoderes de Domingo
Cavallo.
Seguramente Duhalde y sus amigos, que no fueron solidarios con Menem,
deben estar bastante nerviosos, se alegraban en la Rosada. La referencia
era al intento de Duhalde de desbancar al ex presidente de la jefatura
del Consejo del PJ. Ahora esperamos que Menem juegue a favor de
la unidad nacional, añadía. A esta altura, en la jerga
oficial la unidad nacional incluye a cualquier opositor que
se aviene a apoyar los proyectos oficiales. Menem y los legisladores que
le responden suelen tener una actitud comprensiva con las propuestas del
Gobierno que tienen un dificultoso tratamiento judicial.
Además, pensaban que Menem libre y en campaña también
les daría una mano con el ascendiente que mantiene sobre los gobernadores
de las provincias más chicas, quienes en la última negociación
con el Ejecutivo se mostraron más díscolos que de costumbre.
De esta manera en la Rosada creen que podrán partir al bloque de
gobernadores opositores, algo que les da más resultados que enfrentarlos
a todos juntos.
Pero no todos en el oficialismo tenían esa visión positiva.
Funcionarios y dirigentes más en contacto con las segundas líneas,
admitían que ladetención de Menem había sido asimilada
por la gente como un hecho positivo. Y que crisis económica
mediante aunque el Gobierno no había podido capitalizar gran
cosa de los beneficios que le podría haber reportado la detención,
era más que probable que ahora pagara los costos por la liberación.
Al fin y al cabo, sostenían, ver a Menem preso fue una de las pocas
cosas si vuelve la Carpa Blanca podría ser la única
que se dijeron en la campaña electoral y luego sucedió.
Es así: cuando detuvieron a Menem, nadie felicitó
a De la Rúa. Pero ahora que quedó libre, seguro que lo van
a putear, explicaba ayer un funcionario, ya resignado a que todo
se interprete de la peor manera posible.
EL
GABINETE, SIN TEMAS SOCIALES
Ministerios en el freezer
La unificación de los
ministerios sigue en veremos. Aunque en el Gobierno aseguraban que el
tema se discutiría durante la reunión de gabinete de ayer,
el encuentro giró en torno de la economía, y la famosa centralización
de las carteras de Seguridad Social, Desarrollo Social y Salud otra vez
quedó pendiente.
La superposición de funciones es evidente. Por eso, el jefe de
Gabinete, Chrystian Colombo, comenzó a preparar un proyecto para
unificar las diferentes estructuras en una sola cartera. La idea era debatir
el tema ayer, pero la larguísima explicación del ministro
de Economía, Domingo Cavallo, sobre el canje de la deuda y el futuro
Presupuesto ocupó la mayor parte del encuentro.
Ayer, el titular de la Comisión de Presupuesto de Diputados, el
radical Raúl Baglini, anticipó que el Gobierno convocará
a sesiones extraordinarias para tratar el Presupuesto para el año
próximo, que en los próximos días terminará
de definirse. En ese caso, el delicado proyecto será discutido
después del 10 de diciembre, cuando el justicialismo asuma el control
de la Cámara baja.
El
menemismo quiere que Urso y Stornelli �paguen�
Los hombres del ex presidente ya anunciaron que se cobrarán
los días del encierro de su jefe. El juicio político del juez
está en manos de una ultramenemista. El camino hacia el fiscal.
El
juez federal Jorge Urso se retiró ayer más que serio de los tribunales
de Comodoro Py.
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Por Susana Viau
Estamos estudiando las
medidas; que la gente que ha cometido aberraciones jurídicas que
las pague (sic) y una de las alternativas es el juicio político,
dijo ayer tras hacerse público el peculiar per saltum de la Corte
y machacando en caliente, el flamante jurista Adrián Menem, sobrino
del ex presidente. La frase era amenazante, aludía a la destitución
de los magistrados intervinientes y dejaba en una nebulosa cuáles
son las otras formas que está evaluando el menemismo para cobrarse
la prisión de su jefe. Lo que sí queda claro es que para
los parientes, amigos y abogados del ex presidente la bestia parda está
circunscripta a las figuras del juez Jorge Urso y del fiscal Carlos Stornelli,
pese a que ambos actuaron siguiendo expresas instrucciones de la Sala
II de la Cámara Federal. Más aún, tanto Adrián
Menem como su padre, el senador Eduardo, recordaron que Urso tiene en
trámite una solicitud de juicio político. La sesión
plenaria de hoy, que decidirá la suerte del juez federal de Mendoza
Luis Leiva, responsable del procesamiento del ex banquero Raúl
Moneta, podría ser el ensayo general del mecanismo montado para
hacer pagar a los jueces que se desmandan. En el caso de Stornelli,
la ventanilla ante la que eventualmente debería responder por su
osadía no es el Consejo sino un tribunal ad hoc, algunos de cuyos
integrantes son designados por el Poder Ejecutivo y la propia Corte.
La retórica empleada por Eduardo Menem resultó algo más
moderada en sus vaticinios pero tampoco ahorró adjetivos: la asociación
ilícita ha sido, a sus ojos, una nefasta y negra manipulación
de la Justicia para imponer una figura traída nada más que
para privar de su libertad al ex presidente. Y agregó que
cuando el error es tan grosero, tan aberrante, no puede dejar de
pensarse en una intencionalidad. Menos visceral que en su declaración
de días atrás, cuando deslizó por primera vez van
a pagar, Oscar Salvi se limitó a expresar que la cuestión
está en análisis.
En verdad, nada es nuevo. Hace meses, casi al tiempo que Urso dictaba
el ingreso en prisión de Carlos Menem como jefe de una asociación
ilícita destinada a preparar y concretar la venta ilegal de armas
a Ecuador y Croacia, se conocía una investigación de la
revista XXIII y del programa Día D, referida a los
bienes del juez federal que instruía la causa. Con esa nota, los
consejeros Eduardo Orio y Mario Gersenobitz ingresaron el artículo
periodístico y una solicitud de juicio político: el mismo
procedimiento que había sido utilizado antes en el caso del juez
federal Carlos Liporaci, instructor de la investigación por las
coimas en el Senado. A diferencia de Liporaci, Urso se autodenunció
y solicitó ser investigado. El pedido de juicio político
quedó en manos de la diputada ultramenemista Leyla Chaya (que había
sostenido la desestimación del juicio político al juez federal
Eduardo Marquevich): un auténtico bocatto di cardinale, una espada
pendiendo sobre la cabeza de Urso y ahora con la media autorización
de la Corte para salir de la vaina a cortar.
Es que la integración del Consejo de la Magistratura, un organismo
cuya existencia y características fueron acordados entre el menemismo
y Raúl Alfonsín, tiene su vida señalada por la intensa
coloración política que le imprimen los consejeros procedentes
de otro poder, el legislativo, y su secuela de pactos y reflejos de los
vaivenes de los acontecimientos exteriores. El caso de Leiva es ilustrativo:
desde hace semanas se sabe quiénes lo enviarán a jury, quiénes
son los que dudan y quiénes los que consideran descabellada la
situación. No hacía falta información para imaginar
cuál podría ser el voto de Chaya, de otro menemista, Juan
Carlos Pichetto, de Augusto Alasino. A sus filas se sumaron Eduardo Orio
y Gersenobitz (procedentes de los colegios de abogados), de Angel Fermín
Garrote y de Bindo Caviglione Fraga. Un capítulo aparte será,
si es que concurre, el pronunciamiento de Julio Nazareno, titular de la
Corte y presidente del cuerpo. El radical Carlos Maestro se debate en
la duda. Igual que la jueza Margarita Gudiño quien ya habría
sido conversada por la Corte y Romero Feris. Contra la remoción
del magistrado mendocino aúnestarían firmes el juez Claudio
Kipper, Horacio Usandizaga, Juan Geminiani y Humberto Quiroga Lavié.
Con semejante correlación de fuerzas, si el menemismo elige la
remoción de entre todas las alternativas que dice barajar
respecto de Urso, la suerte del juez de las armas estaría
sellada. Aunque quizá esa sea la variable menos inquietante.
Si Carlos Menem, su mujer Cecilia Bolocco, su sobrino, su hermano y sus
abogados se inclinan por la misma estrategia en el caso del fiscal Stornelli,
éste debería enfrentarse a un tribunal de siete miembros
y compuesto por tres ex jueces de la Corte, ex procuradores (categoría
en la que se encuentran, por ejemplo, el propio codefensor de Menem, Oscar
Roger o su coterráneo y amigo, el riojano Angel Agüero Iturbe)
o ex defensores generales, designados uno por el Ejecutivo, otro por el
Senado y otro por la Corte; otros dos abogados con no menos de 20 años,
y otros dos por sorteo, ya sean procuradores ante la Corte, o fiscales
generales o defensores oficiales ante la Corte o tribunales colegiados.
Como se ve, una suma que, bien hecha, siempre puede dar por resultado
sopa.
otras voces
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Carlos Reutemann, gobernador
de Santa Fe: Hoy debe ser un día de mucha alegría
para el ex presidente. Carlos Menem ya pasó por momentos
difíciles en su vida política y éste es uno
más que será recordado como una anécdota.
Leopoldo Moreau, senador
nacional UCR: Me parece una doble barbaridad. Por un lado,
era un fallo anunciado, lo conocían todos los argentinos,
lo que demuestra que fue un fallo trabajado políticamente.
Segundo, porque si hay algo que es claro, que es indudable, es que
Yoma encabezaba una asociación ilícita.
Horacio Viqueira, ex
secretario de Empleo-Frepaso: Es la culminación de
reiteradas maniobras para evitar el avance de la investigación
y mantener en la impunidad a sus autores. Y como dato nuevo debemos
resaltar que al menemismo se le sumó la complicidad del actual
gobierno, y, con ello, se consagra la existencia de una categoría
nueva de ciudadano: la de funcionario público con más
privilegios que el común.
José Dumón,
ministro de Trabajo: (El gobierno) es respetuoso de la división
de poderes y la independencia de la Justicia. Son fallos de la Justicia
y debe acatarlo.
Héctor Polino,
diputado nacional-ARI: La Corte Suprema de Justicia de la
Nación perdió la oportunidad histórica de reivindicarse
ante la sociedad. En este fallo, cuestionable por su parcialidad
política, sepultó el principio de la división
de los poderes y, con ello, han matado a la República.
Nilda Garré, ex
viceministra del Interior, Frepaso: Con la actuación
coordinada de los políticos que actúan corporativamente
al mostrar preocupación por un ex presidente preso, el procurador
general que hace lugar al recurso extraordinario ante la Corte como
excepción, jueces que deciden rápido una causa compleja
diciendo que no se configura el delito de contrabando y de fiscales
que no apelan a esa resolución, se decidió la libertad
de Menem.
Oscar Camilión,
ex ministro de Defensa: (El fallo) más o menos previsible.
La causa, la imputación, siempre fue débil. Ello no
significa que no haya habido una cantidad de hechos que tienen que
continuar siendo investigados.
Ramón Puerta,
senador electo del PJ: Me alegra mucho. Quedó claro
que la figura de asociación ilícita no era correcta.
El sentido común nos dice que un gabinete y un decreto no
pueden ser encuadrados en esa dirección.
Néstor Kirchner,
gobernador de Santa Cruz: Es un problema de la Justicia. Sigo
sosteniendo lo mismo desde siempre y quiero ser fiel a lo que ya
he dicho hasta este momento: no me alegro ni me causa tristeza la
salida de Menem.
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