Por Eduardo Videla
Benito Quinquela Martín
no es sólo patrimonio de la Boca. Desde ayer, la nueva Terminal
de Pasajeros del puerto de Buenos Aires, ubicada en Retiro, lleva su nombre
y en la sala de embarque se expone un mural de 18 metros de largo, el
más grande de los que realizó el artista. En ese lugar,
se estima, desembarcarán esta temporada 100.000 turistas extranjeros,
gente de alto poder adquisitivo dispuesta a gastar sus dólares
en ciudades exóticas como Buenos Aires. La terminal, inaugurada
ayer por el presidente Fernando de la Rúa, ya recibió el
primer contingente de 1200 pasajeros. El destino del lugar, sin embargo,
es transitorio: En 70 días se lanza el llamado a licitación
para construir una terminal fluvial y marítima en la Dársena
Norte, una obra de 80 millones de dólares que será inaugurada
en la temporada 2004-2005, dijo a Página/12 el ministro de
Turismo, Cultura y Deporte, Hernán Lombardi.
La nueva terminal está ubicada sobre la avenida Ramón Castillo,
si se ingresa por tierra firme, o en la Dársena C, si se viene
por el Río de la Plata. Hasta ahora, los turistas que llegaban
en cruceros desembarcaban en medio de un paisaje poco acogedor: un pequeño
galpón sitiado por contenedores, en un espigón sin acceso
directo a la calle.
La Administración General de Puertos aprovechó un viejo
galpón en desuso, resabio de lo que fue la Empresa Líneas
Marítimas Argentinas (ELMA). Con una inversión de 1,3 millón
de pesos, se recuperó un área de 7100 metros cuadrados.
Sobre la derecha está el sector de arribos, dotado de una oficina
de turismo del gobierno porteño, cabinas telefónicas y un
puesto de alquiler autos. En el otro extremo está el área
de partidas, con una confitería, un puesto de productos regionales,
una zapatería y un local de artesanías en piedras argentinas.
En medio de ambos sectores están las áreas de embarque y
migraciones y una sala de espera con capacidad para mil personas. Todo
convenientemente climatizado. Afuera, hay una playa de estacionamiento
para ómnibus, taxis y remises.
Justamente en el sector de partidas se encuentra el mural de Quinquela,
realizado en 1938 y donado por el artista al Comedor de Trabajadores Portuarios
de la isla Demarchi. La obra, titulada Día de trabajo, es un óleo
sobre madera de 18 metros de largo por 3,25 de alto. Estuvo durante años
olvidada en la estación Marítima del Puerto de Buenos Aires
y en el Ministerio de Economía, hasta que se reencontró
aquí con los ojos del público, que ahora no son obreros
sino turistas con fortuna. Aún muestra signos de deterioro pues
todavía está en proceso de restauración.
La inauguración de la terminal coincidió con la llegada
del primer crucero de esta temporada, el Royal Princess, que
arribó a Buenos Aires a las 6 de la mañana con 1200 pasajeros,
en su mayoría ingleses y estadounidenses, y partió diez
horas después, en busca de la Patagonia: Puerto Madryn, Ushuauaia
y Chile. En el acto, además de De la Rúa y Lombardi, estuvo
el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra.
Para Lombardi, la terminal cumplirá un rol estratégico:
La actividad de los cruceros está en crecimiento en todo
el mundo y nosotros apostamos a que los navíos que en el verano
del hemisferio norte recorren el Mediterráneo y el Caribe, lleguen
a Buenos Aires en nuestra temporada de verano y sigan rumbo a la Patagonia,
dijo el ministro.
Según el funcionario los turistas que vienen en crucero dejarán
en el país esta temporada unos 120 millones de pesos. Es que si
bien algunos pasan en Buenos Aires sólo algunas horas, otros recorren
por tierra o aire otros destinos, como las Cataratas del Iguazú
o el glaciar Perito Moreno.
El turismo en cruceros crece a un ritmo del 10 por ciento anual. En la
Argentina, ingresaron en la temporada pasada unos 62 navíos, que
trajeron a cerca de 90.000 personas. Algunas de ellas siguieron viaje
en el crucero mientras que otras desembarcaron y dieron lugar para el
recambio de pasajeros. Como la mayoría viene del hemisferio norte,
ahora el gobierno apunta a captar unos 50.000 turistas de origen brasileño.
Pero no sólo de turistas vive la ciudad. Por eso, el gobierno apunta
a captar también a la tripulación, para que haga sus cambios
de guardia en Buenos Aires. Para eso, bajamos la tasa de migración
de 110 a 10 pesos, dijo Lombardi. Cada año, se estima, llegan
al país 48.000 tripulantes, que en tierra podrían gastar
en alojamiento, gastronomía, y, según agregó Lombardi,
otras costumbres que no quiero mencionar.
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