Por David Cufré
Después de reconocer
que éste es un año duro y advertir que el
próximo año seguirá siendo duro, Domingo Cavallo
fue al punto clave del cual depende todo su plan. Mientras implementamos
el canje de deuda, en los próximos dos meses, debemos evitar que
caiga el sistema financiero interno y se destruyan los ahorros de los
argentinos, expresó, transparentando una situación
que hasta el momento el Gobierno había esquivado. Es un proceso
complejo, pero lo vamos a lograr. Las naciones más grandes nos
están apoyando para eso, agregó Cavallo, al exponer
en la convención de la Unión Industrial Argentina. Tras
él, Fernando de la Rúa clausuró el evento con una
nueva convocatoria a la unidad nacional, llamamiento que el
Presidente ha hecho en numerosas ocasiones, pero confía en que
esta vez no quede resumido a un par de reuniones y a unas cuantas declaraciones
de buena voluntad.
Desde el último fin de semana, distintos sectores empresarios vienen
señalando la necesidad de alcanzar un gran acuerdo nacional,
a fin de buscar entre hombres de negocios, sindicalistas, el Gobierno
y la oposición una salida a la crisis. La fiebre acuerdista que
apareció en la dirigencia es expresión de la gravedad que
ha adquirido la crisis. Los industriales lo manifestaron durante las tres
jornadas de su convención.
Pero anoche lo que sorprendió fue la crudeza con que el propio
Cavallo describió el escenario actual y, especialmente, el que
viene. Admitió que el próximo será un año
duro, en el que se trabajará para conseguir el déficit
cero. Pero antes de ello, dijo, habrá que pasar el difícil
proceso de la reestructuración de la deuda, proceso durante el
cual la salida de depósitos puede convertirse en el talón
de Aquiles del plan. De aparecer complicaciones serias en el sistema financiero,
el Gobierno difícilmente pueda mantenerse firme en el timón.
Cavallo planteó la necesidad de que el sistema bancario se mantenga
sólido.
La apuesta del jefe de Hacienda es que la reestructuración de la
deuda le permita reducir el costo de los intereses. Pero una vez alcanzado
el éxito del canje, Cavallo seguirá con la política
del déficit cero, para que bajen las tasas de interés.
El modelo que nos llevó a la recesión es el del gasto
excesivo. Si no lo reconocemos, nos vamos a equivocar de cabo a rabo,
agregó el ministro. Y luego enfatizó: Argentina no
es Rusia, no es Ecuador, ni es Turquía. Nosotros no
vamos a comprar la receta del caos, de la devaluación, de la cesación
formal de pagos, completó el ministro.
El único anuncio de Cavallo fue que propondrá al sector
bancario aceptar bonos de la deuda argentina como forma de pago de los
créditos concedidos a las empresas. Esa medida está habilitada
para las compañías en situación irregular, con calificación
del Banco Central 3, 4, 5 y 6. Cavallo llamó a los bancos a que
también acepten el sistema para las deudas con categoría
1 y 2, es decir, las que están en situación normal. Dijo
que será optativo, por lo que ahora habrá que esperar la
respuesta de los bancos. La medida busca reducir de manera importante
el costo de la deuda del sector privado con el sistema financiero.
La Unión Industrial llamó a un acuerdo nacional desde la
perspectiva que debe recomponerse la demanda interna. Cavallo aceptó
la convocatoria, pero dejó claro que su línea es la de la
austeridad fiscal y la del círculo virtuoso de caída de
las tasas de interés, resurgimiento del crédito y, finalmente,
recomposición de la producción. No hay alquimia monetaria,
financiera o política que nos permita volver a crecer si es que
no nos esforzamos por ser más austeros, resumió.
Los únicos aplausos que cosechó el ministro fue cuando habló
de la crisis del Mercosur. Lo que más entusiasmó
a los industriales fue que el jefe de Economía sostuvo que es preciso
producir cambios de fondo, y que no se pueden encarar las negociaciones
producto por producto y sector por sector, porque esas negociaciones
son interminables. Sin nombrarlo, fue un tiro hacia posiciones de
la Cancillería, ya que Adalberto Rodríguez Giavarini se
inclina por ese tipo de acuerdos que el titular de Economía repudió.
Luego del ministro, De la Rúa se encargó del cierre del
evento. En su discurso, volvió a remarcar la necesidad de abandonar
el pesimismo y que todos los sectores trabajen en conjunto en la búsqueda
de la reactivación. Como había anticipado el jefe de Gabinete
al mediodía, De la Rúa indicó que el próximo
jueves se convocará a la primera reunión de una comisión
intersectorial para trabajar en pos de las soluciones a la crisis.
De la Rúa sostuvo que esa comisión de la que no precisó
si habrá integrantes de la oposición trabajará
sobre seis puntos, que el Gobierno considera los más importantes
para atacar los problemas económicos. El primero será un
análisis de la reestructuración de la deuda, y luego se
trabajará en la búsqueda de consenso para mantener el déficit
cero, se diseñará una nueva política social, se estudiarán
alternativas para conseguir la reactivación, se verá cómo
encarar las negociaciones con el Mercosur y el ALCA, y finalmente, cómo
realizar la reforma del Estado.
Los puntos de la UIA
Los industriales llegarán el próximo jueves al encuentro
convocado por el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, con
una agenda (propia) por primera vez, ya que siempre se imponía
la agenda del poder económico, según señaló
anoche el presidente de la UIA, Ignacio de Mendiguren, en el discurso
de cierre de la VII Conferencia Industrial. Los cuatro puntos de
consenso que propondrán los dirigentes fabriles son: la necesidad
de rescatar la identidad nacional, revalorizar el rol de la producción
y el empleo, impulsar la redistribución del ingreso y corregir
los precios relativos. El titular de la UIA anticipó al presidente
De la Rúa que le vamos a proponer desarrollar todas
las medidas necesarias para salir de la crisis, a partir de este
programa. Sabemos que lo que se está encarando
en este momento es sustancial y que Argentina no puede pagar 1000
millones de dólares por mes de intereses de la deuda,
agregó. Tenemos una obligación moral y económica
de recuperar 14 millones de consumidores. Si no encontramos soluciones
al problema de la demanda, no podremos salir de la crisis,
dijo finalmente.
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EXPOSICION
DE RUBEN LO VUOLO Y DANIEL CARBONETTO
Economistas contra el modelo
Los referentes
económicos del ARI y el Polo Social, Rubén Lo Vuolo y Daniel
Carbonetto, compartieron críticas al gobierno y a la actual política
económica al coincidir ayer en un panel del encuentro organizado
por la Unión Industrial Argentina. Lo Vuolo fue el que cosechó
los mayores aplausos, en particular cuando señaló que el
desarrollo de un país no puede lograrse si no tenemos un sector
financiero al servicio del sector productivo. Carbonetto, en su
intervención, sugirió que después de diez años
de modelo, podemos preguntar dónde está la economía
de mercado, si paradójicamente se destruyeron el mercado interno
y externo.
Además de su alineamiento detrás de Elisa Carrió,
uno, y del padre Luis Farinello, el otro, ambos economistas están
integrados cada uno en una central sindical. Lo Vuolo está ligado
a la CTA, mientras que Carbonetto conduce los equipos de trabajo de la
CGT rebelde. Ambos compartieron la mesa ayer con Rodolfo Daer, titular
de la CGT conciliadora, y sus exposiciones tendieron a diferenciarse más
de este último que entre ellos.
Lo Vuolo colocó el énfasis de su presentación en
la desmitificación de los conceptos centrales del modelo y los
planes neoliberales. Así, se refirió a las diferencias entre
desarrollo y competitividad, precisando que mientras el primero se
vincula con un proyecto general, lo segundo refiere sólo
a esfuerzos individuales.
Carbonetto recordó la propuesta del Polo Social sobre la deuda,
que contempla reestructurarla forzosamente, pero con acuerdo institucional
de los organismos internacionales y el gobierno estadounidense, dejando
de pagar capital e intereses por tres años. Posteriormente,
ya fuera del escenario, comentó que no lo sorprende la nueva política
de Washington para la reestructuración de la deuda, porque a su
juicio los republicanos siempre fueron más industrialistas
y más proteccionistas que los demócratas. Los
demócratas son más liberales en política, desde este
punto de vista más progresistas, pero en lo económico siempre
estuvieron mucho más vinculados a los sectores financieros y al
librecambismo, explicó.
Empresarios
Más de una decena de hombres de negocios mantuvieron ayer
un encuentro, durante una hora, con el ministro Domingo Cavallo.
La característica común entre los concurrentes es
su condición de titulares de grupos locales, como Amalia
Lacroze de Fortabat, Aldo Roggio y Pascual Mastellone. Al parecer,
el ministro decidió cambiar de interlocutores a quienes anticipar
sus jugadas en momentos clave. Ayer habría delineado ante
los empresarios los próximos pasos de la reprogramación
de la deuda, las posibles reacciones en el exterior y las medidas
que se adoptarían para traducir el ahorro de intereses en
un impulso a la actividad interna. Antes, esos anuncios eran anticipados
a una exclusivo núcleo de economistas de la city, los habitualmente
más consultados por bancos y empresas.
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CHRYSTIAN
COLOMBO, EN LA UIA, CONVOCO A UNA CONCERTACION
Idea repetida de una mesa de consenso
Por
José Natanson
A esta altura resulta
una curiosidad saber cuántas veces, en sus dos años de gestión,
el Gobierno convocó al diálogo, al consenso o una concertación.
De todos modos, ayer volvió a insistir con una de esas vías.
El encargado fue el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, que aprovechó
la reunión de la UIA para llamar a una concertación en aspectos
macroeconómicos y sectoriales que siente las bases para el
crecimiento luego de que se concrete el canje de la deuda. El funcionario
mencionó los típicos temas planes sociales, coparticipación,
reforma del Estado, inserción internacional que comenzarían
a discutirse a partir del jueves de la semana que viene.
Un funcionario cercano a Colombo explicaba las razones del nuevo llamado
al diálogo. El canje de la deuda, el plan de déficit
cero y el resto de las medidas económicas son inaplicables si no
se genera un marco mínimo de confianza. Para eso es necesario un
acuerdo con los diferentes sectores, que le de previsibilidad al esquema
económico, aseguraba.
Sin embargo, los objetivos no se limitarían a un difuso consenso
político. Hay cuestiones más puntuales, algunas de las cuales
tienen que ver con necesidades sectoriales. Por ejemplo, el otro
día la Cámara Argentina de la Construcción planteó
una serie de obras, que requieren un acuerdo entre la Nación y
las provincias, detallaban en la Rosada.
Y también hay asuntos urgentes. El ministro de Trabajo, José
Dumón, le adelantó la convocatoria al titular de la CGT
oficial, Rodolfo Daer, y lo convenció para que no se plegara a
la marcha a Plaza de Mayo organizada por Hugo Moyano. Ayer, Daer fue uno
de los invitados a la conferencia de la UIA y, luego del discurso de Colombo,
aseguró que el sindicalismo va a apoyar el diálogo porque
busca priorizar la recreación del aparato productivo y la
generación de empleos dignos.
En el Gobierno explicaban que, aunque la agenda definitiva aún
no está lista, Colombo ya mantuvo algunas conversaciones. Los invitados
serán los de siempre: la UIA, las asociaciones de pymes, los representantes
de los bancos y el sindicalismo. En cuanto a los políticos, la
idea es priorizar el diálogo con los gobernadores.
En la UIA, Colombo no dio muchas precisiones. Yo quiero convocar
a todos en nombre del Presidente, para que no sólo nos sentemos
a discutir qué consensos debemos proponer a la dirigencia política
que transforme en políticas de estado sino para concertar lo que
no conforma la macroeconomía pero conforma la vida de todos,
dijo. Debemos comenzar a definir nuestro escenario para después
de finalizado el canje, añadió.
El temario es amplio: saldar la deuda social a través de
un reordenamiento del gasto que sirva para paliar los errores de las políticas
de los años 90, más los efectos de cuatro años de
recesión económica; mantener la vigencia del déficit
cero para que sea concebido como principio político y no
como un criterio contable; bajar el nivel de endeudamiento para
reducir los niveles de las tasas de interés y recuperar el crédito
para la producción.
Es innegable que el anuncio de Colombo sintoniza con el espíritu
de De la Rúa, que incluye una mención al consenso
en prácticamente todos sus discursos. Es, también, la traducción
del enfoque político por el que ha optado el Gobierno luego de
la derrota del 14 de octubre.
Si se mira con atención el último recambio ministerial,
queda claro que se alejaron del Gobierno Juan Pablo Cafiero y Patricia
Bullrich, dos ministros de perfil alto que usualmente confrontaban con
diferentes sectores. Silenciosamente, De la Rúa ha elegido para
sus últimos dos años de mandato un estrategia de conciliación
y diálogo. ¿Y qué quieren que hagamos, si ni
siquiera podemos decidir el nombre del vicepresidente?, se justificaba
ayer, resignado, un importante funcionario de la Rosada.
ENCUESTA
DE RÖMER: NO EL MODELO Y SI AL DEFICIT CERO
Salir pero sin irse muy lejos
Cambios sustanciales
al modelo económico, renegociación de la deuda pública
condicionando el monto a pagar, mayor intervención del Estado y
el mantenimiento de Déficit Cero fueron las opciones votadas por
una amplia mayoría en una encuesta encargada por la UIA. Casi medio
millar de referentes de opinión fueron consultados
por Graciela Römer y Asociados, en un trabajo cuya principal conclusión
es el contundente consenso acerca de la necesidad de un cambio del
actual modelo económico.
Lo que resulta menos contundente, a juzgar por los resultados, es la orientación
de dicho cambio. El 70 por ciento de respuestas que reclaman el cambio
sustancial se pronuncia en favor de combinar eficiencia, equidad
social y estabilidad monetaria; pero otro 28 por ciento, que se manifiesta
por mantener el actual modelo, propone introducir modificaciones.
Entre los líderes de opinión el 71 por ciento
se manifestó a favor del Déficit Cero, y el 26 por ciento
en contra. En cuanto a las estrategias para alcanzarlo, el 46 por ciento
privilegió la reducción del gasto público primario
y el 24 por ciento la reducción de los servicios de la deuda. UN
14 por ciento ubicó la prioridad en cobrar impuestos a los que
más tienen y el 10 por ciento en la reestatización de las
AFJP.
La encuesta llegó a grandes empresarios, pymes, profesionales,
organizaciones no gubernamentales, periodistas, religiosos, académicos,
militares y sindicalistas. La renegociación de la deuda pública
fue otro de los ítem de amplio consenso (74 por ciento). En cambio,
la opinión está más dividida con respecto a qué
hacer en la política cambiaria, con un alto grado de incertidumbre,
si se la mide por el porcentaje de los que no tienen opinión formada.
A la pregunta sobre el régimen cambiario, el 39 por ciento se pronunció
a favor de un cambio flotante, 20 por ciento por seguir con el esquema
actual y el 5 por ciento por la dolarización. Un elevado porcentaje,
el 36, dijo no tener posición tomada. Según estos resultados,
nadie habría propuesto devaluar y seguir con la convertibilidad.
Rechazo
a la dolarización, �la privatización faltante�
Por
Raúl Dellatorre
Cuatro economistas
convocados por la Unión Industrial Argentina para debatir sobre
alternativas para el crecimiento coincidieron ayer en su rechazo a la
propuesta, nuevamente embanderada por el ex presidente Carlos Menem, de
dolarización. Es la última privatización que
falta, la de las reservas internacionales, señaló
irónicamente Héctor Valle, titular de FIDE. Oscar Cuattromo,
director del Banco Provincia de Buenos Aires, advirtió que la dolarización
no resolvería ninguno de los problemas actuales y la consideró
como una cortina de humo para no debatir las cuestiones centrales.
Con diferentes ópticas, el consultor Pedro Lacoste y el banquero
Carlos Heller compartieron el cuestionamiento a la propuesta. Prefiero
hablar de flotación en vez de devaluación, pero ya dije
hace más de un año, en la anterior conferencia industrial
de la UIA, que había que pasar a ese sistema pero en un momento
de fortaleza, no de debilidad, señaló Lacoste. No
fue para eludir la respuesta, como me dijeron algunos, porque desde entonces
hubo al menos dos momentos en que hubiera sido posible: en diciembre de
2000 (lanzamiento del blindaje) y en marzo de 2001, cuando llegó
(Domingo) Cavallo al gobierno con una altísima credibilidad.
Este enfoque fue parcialmente refutado por Valle, quien exclamó
que ojalá se pudiera elegir el momento de la salida de la
convertibilidad; estamos hablando del problema ahora y para adelante,
y no es cuestión de elegir el momento, sino tomar la decisión
y ponerla en práctica: es lo que hace un estadista, afirmó.
Por otra parte, tomó distancia de una política de flotación
sucia (cotización libre con intervención del gobierno para
regular el mercado), porque no tenemos capacidad fiscal para sostenerla.
En cambio, consideró que con Argentina en deflación
y la posibilidad de desdolarizar previamente la tarifa de los servicios
públicos, el impacto de una devaluación no sería
tan grave como en el pasado.
Valle citó un estudio recientemente difundido de la Fundación
Mediterránea en la que se señala que el tipo de cambio real
el poder adquisitivo de los pesos que se reciben por dólar
cayó hasta el año 1998, pero se recuperó a partir
de entonces, supuestamente favoreciendo a los exportadores, por efecto
de la deflación interna. El economista de FIDE enfatizó,
sin embargo, que paralelamente se produjo una pérdida de productividad
de la economía argentina, frente a un aumento de la de Estados
Unidos en los últimos tres años. En Argentina, la
depresión se comió la mejora en el tipo de cambio,
puntualizó, mientras que en Estados Unidos la expansión
que duró hasta fines de 2000 provocó el efecto contrario.
Cuattromo explicó que la sustentabilidad de la economía
argentina pasa por generar divisas y el riesgo país está
asociado a la capacidad de pagar la deuda, así que no veo para
qué sirve dolarizar, si el riesgo no es la devaluación.
Señaló que quienes desde los bancos defienden la dolarización
porque suponen que beneficiarían sus activos (créditos)
en dólares, no ven que va a generar una corrida, porque no
existen los dólares para responder al canje de los depósitos
en pesos por divisas. Compartió la propuesta de Lacoste en
favor de una salida hacia la flotación de la paridad y dijo que
si es sucia (con intervención oficial), mejor. Pero
advirtió que salir de la convertibilidad requiere un fuerte consenso
político.
El principal problema de Argentina en los últimos años
ha sido el de la rigidez en su política cambiaria, había
sostenido Lacoste, y la dolarización es un paso más
hacia esa rigidez: quien la propone como salida no entiende qué
pasó en este país en los últimos tres años.
Señaló, además, que la convergencia hacia una moneda
fuerte es el último paso de un proceso de integración
muy largo, que puede llevar 20 años, yque tendría sentido
si se planteara a nivel continental, incluyendo a México; pero
sería una idea muy distinta a ésta que ahora se propone.
Heller, si bien rechazó al igual que los demás miembros
del panel convocado por la UIA la propuesta de dolarización, consideró
que el problema de competitividad argentina no debe resolverse mediante
una devaluación. Llamó la atención sobre la
cantidad de empresas y particulares endeudados en dólares, pero
con activos e ingresos en pesos, que se verían fuertemente afectados
por una corrección cambiaria. Recomendó, a cambio, buscar
el ajuste en los precios relativos (mejora a favor de la producción
y el ingreso nacionales) a través de medidas de protección
arancelaria y extraarancelaria a la industria, reducción de costos
financieros a través de una política monetaria activa y
baja en los costos de los servicios públicos.
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