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DINAR LINEAS AEREAS

ADVERTENCIA SOBRE EL SISTEMA FINANCIERO Y PERSPECTIVAS 2002
Mingo dice que viene un año duro

Al cierre de la convención de la UIA, Cavallo señaló que, durante el canje que se prolongará por dos meses, �debemos evitar que caiga el sistema financiero�. Propuso que los bancos acepten bonos en cancelación de deudas privadas en situación
normal. Fernando de la Rúa convocó, nuevamente, a una concertación
con el empresariado y sindicatos.

Por David Cufré

Después de reconocer que “éste es un año duro” y advertir que “el próximo año seguirá siendo duro”, Domingo Cavallo fue al punto clave del cual depende todo su plan. “Mientras implementamos el canje de deuda, en los próximos dos meses, debemos evitar que caiga el sistema financiero interno y se destruyan los ahorros de los argentinos”, expresó, transparentando una situación que hasta el momento el Gobierno había esquivado. “Es un proceso complejo, pero lo vamos a lograr. Las naciones más grandes nos están apoyando para eso”, agregó Cavallo, al exponer en la convención de la Unión Industrial Argentina. Tras él, Fernando de la Rúa clausuró el evento con una nueva convocatoria a la “unidad nacional”, llamamiento que el Presidente ha hecho en numerosas ocasiones, pero confía en que esta vez no quede resumido a un par de reuniones y a unas cuantas declaraciones de buena voluntad.
Desde el último fin de semana, distintos sectores empresarios vienen señalando la necesidad de alcanzar un “gran acuerdo nacional”, a fin de buscar entre hombres de negocios, sindicalistas, el Gobierno y la oposición una salida a la crisis. La fiebre acuerdista que apareció en la dirigencia es expresión de la gravedad que ha adquirido la crisis. Los industriales lo manifestaron durante las tres jornadas de su convención.
Pero anoche lo que sorprendió fue la crudeza con que el propio Cavallo describió el escenario actual y, especialmente, el que viene. Admitió que el próximo “será un año duro”, en el que se trabajará para conseguir el déficit cero. Pero antes de ello, dijo, habrá que pasar el difícil proceso de la reestructuración de la deuda, proceso durante el cual la salida de depósitos puede convertirse en el talón de Aquiles del plan. De aparecer complicaciones serias en el sistema financiero, el Gobierno difícilmente pueda mantenerse firme en el timón. Cavallo planteó la necesidad de que el sistema bancario se mantenga sólido.
La apuesta del jefe de Hacienda es que la reestructuración de la deuda le permita reducir el costo de los intereses. Pero una vez alcanzado el éxito del canje, Cavallo seguirá con la política del déficit cero, “para que bajen las tasas de interés”. “El modelo que nos llevó a la recesión es el del gasto excesivo. Si no lo reconocemos, nos vamos a equivocar de cabo a rabo”, agregó el ministro. Y luego enfatizó: “Argentina no es Rusia, no es Ecuador, ni es Turquía”. “Nosotros no vamos a comprar la receta del caos, de la devaluación, de la cesación formal de pagos”, completó el ministro.
El único anuncio de Cavallo fue que propondrá al sector bancario aceptar bonos de la deuda argentina como forma de pago de los créditos concedidos a las empresas. Esa medida está habilitada para las compañías en situación irregular, con calificación del Banco Central 3, 4, 5 y 6. Cavallo llamó a los bancos a que también acepten el sistema para las deudas con categoría 1 y 2, es decir, las que están en situación normal. Dijo que será optativo, por lo que ahora habrá que esperar la respuesta de los bancos. La medida busca reducir de manera importante el costo de la deuda del sector privado con el sistema financiero.
La Unión Industrial llamó a un acuerdo nacional desde la perspectiva que debe recomponerse la demanda interna. Cavallo aceptó la convocatoria, pero dejó claro que su línea es la de la austeridad fiscal y la del círculo virtuoso de caída de las tasas de interés, resurgimiento del crédito y, finalmente, recomposición de la producción. “No hay alquimia monetaria, financiera o política que nos permita volver a crecer si es que no nos esforzamos por ser más austeros”, resumió.
Los únicos aplausos que cosechó el ministro fue cuando habló de “la crisis del Mercosur”. Lo que más entusiasmó a los industriales fue que el jefe de Economía sostuvo que es preciso producir cambios de fondo, y que no se pueden encarar las negociaciones “producto por producto y sector por sector, porque esas negociaciones son interminables”. Sin nombrarlo, fue un tiro hacia posiciones de la Cancillería, ya que Adalberto Rodríguez Giavarini se inclina por ese tipo de acuerdos que el titular de Economía repudió.
Luego del ministro, De la Rúa se encargó del cierre del evento. En su discurso, volvió a remarcar la necesidad de abandonar el pesimismo y que todos los sectores trabajen en conjunto en la búsqueda de la reactivación. Como había anticipado el jefe de Gabinete al mediodía, De la Rúa indicó que el próximo jueves se convocará a la primera reunión de una comisión intersectorial para trabajar en pos de las soluciones a la crisis.
De la Rúa sostuvo que esa comisión –de la que no precisó si habrá integrantes de la oposición– trabajará sobre seis puntos, que el Gobierno considera los más importantes para atacar los problemas económicos. El primero será un análisis de la reestructuración de la deuda, y luego se trabajará en la búsqueda de consenso para mantener el déficit cero, se diseñará una nueva política social, se estudiarán alternativas para conseguir la reactivación, se verá cómo encarar las negociaciones con el Mercosur y el ALCA, y finalmente, cómo realizar la reforma del Estado.

 

Los puntos de la UIA

Los industriales llegarán el próximo jueves al encuentro convocado por el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, “con una agenda (propia) por primera vez, ya que siempre se imponía la agenda del poder económico”, según señaló anoche el presidente de la UIA, Ignacio de Mendiguren, en el discurso de cierre de la VII Conferencia Industrial. Los cuatro puntos de consenso que propondrán los dirigentes fabriles son: la necesidad de rescatar la identidad nacional, revalorizar el rol de la producción y el empleo, impulsar la redistribución del ingreso y corregir los precios relativos. El titular de la UIA anticipó al presidente De la Rúa que “le vamos a proponer desarrollar todas las medidas necesarias para salir de la crisis, a partir de este programa”. “Sabemos que lo que se está encarando en este momento es sustancial y que Argentina no puede pagar 1000 millones de dólares por mes de intereses de la deuda”, agregó. “Tenemos una obligación moral y económica de recuperar 14 millones de consumidores. Si no encontramos soluciones al problema de la demanda, no podremos salir de la crisis”, dijo finalmente.

 

EXPOSICION DE RUBEN LO VUOLO Y DANIEL CARBONETTO
Economistas contra el modelo

Los referentes económicos del ARI y el Polo Social, Rubén Lo Vuolo y Daniel Carbonetto, compartieron críticas al gobierno y a la actual política económica al coincidir ayer en un panel del encuentro organizado por la Unión Industrial Argentina. Lo Vuolo fue el que cosechó los mayores aplausos, en particular cuando señaló que “el desarrollo de un país no puede lograrse si no tenemos un sector financiero al servicio del sector productivo”. Carbonetto, en su intervención, sugirió que “después de diez años de modelo, podemos preguntar dónde está la economía de mercado, si paradójicamente se destruyeron el mercado interno y externo”.
Además de su alineamiento detrás de Elisa Carrió, uno, y del padre Luis Farinello, el otro, ambos economistas están integrados cada uno en una central sindical. Lo Vuolo está ligado a la CTA, mientras que Carbonetto conduce los equipos de trabajo de la CGT rebelde. Ambos compartieron la mesa ayer con Rodolfo Daer, titular de la CGT conciliadora, y sus exposiciones tendieron a diferenciarse más de este último que entre ellos.
Lo Vuolo colocó el énfasis de su presentación en la desmitificación de los conceptos centrales del modelo y los planes neoliberales. Así, se refirió a las diferencias entre desarrollo y competitividad, precisando que mientras el primero “se vincula con un proyecto general”, lo segundo refiere sólo a “esfuerzos individuales”.
Carbonetto recordó la propuesta del Polo Social sobre la deuda, que contempla “reestructurarla forzosamente, pero con acuerdo institucional de los organismos internacionales y el gobierno estadounidense, dejando de pagar capital e intereses por tres años”. Posteriormente, ya fuera del escenario, comentó que no lo sorprende la nueva política de Washington para la reestructuración de la deuda, porque a su juicio “los republicanos siempre fueron más industrialistas y más proteccionistas” que los demócratas. “Los demócratas son más liberales en política, desde este punto de vista más progresistas, pero en lo económico siempre estuvieron mucho más vinculados a los sectores financieros y al librecambismo”, explicó.

 

Empresarios

Más de una decena de hombres de negocios mantuvieron ayer un encuentro, durante una hora, con el ministro Domingo Cavallo. La característica común entre los concurrentes es su condición de titulares de grupos locales, como Amalia Lacroze de Fortabat, Aldo Roggio y Pascual Mastellone. Al parecer, el ministro decidió cambiar de interlocutores a quienes anticipar sus jugadas en momentos clave. Ayer habría delineado ante los empresarios los próximos pasos de la reprogramación de la deuda, las posibles reacciones en el exterior y las medidas que se adoptarían para traducir el ahorro de intereses en un impulso a la actividad interna. Antes, esos anuncios eran anticipados a una exclusivo núcleo de economistas de la city, los habitualmente más consultados por bancos y empresas.

 

CHRYSTIAN COLOMBO, EN LA UIA, CONVOCO A UNA CONCERTACION
Idea repetida de una mesa de consenso

Por José Natanson

A esta altura resulta una curiosidad saber cuántas veces, en sus dos años de gestión, el Gobierno convocó al diálogo, al consenso o una concertación. De todos modos, ayer volvió a insistir con una de esas vías. El encargado fue el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, que aprovechó la reunión de la UIA para llamar a una concertación en “aspectos macroeconómicos y sectoriales” que siente las bases para el crecimiento luego de que se concrete el canje de la deuda. El funcionario mencionó los típicos temas –planes sociales, coparticipación, reforma del Estado, inserción internacional– que comenzarían a discutirse a partir del jueves de la semana que viene.
Un funcionario cercano a Colombo explicaba las razones del nuevo llamado al diálogo. “El canje de la deuda, el plan de déficit cero y el resto de las medidas económicas son inaplicables si no se genera un marco mínimo de confianza. Para eso es necesario un acuerdo con los diferentes sectores, que le de previsibilidad al esquema económico”, aseguraba.
Sin embargo, los objetivos no se limitarían a un difuso consenso político. Hay cuestiones más puntuales, algunas de las cuales tienen que ver con necesidades sectoriales. “Por ejemplo, el otro día la Cámara Argentina de la Construcción planteó una serie de obras, que requieren un acuerdo entre la Nación y las provincias”, detallaban en la Rosada.
Y también hay asuntos urgentes. El ministro de Trabajo, José Dumón, le adelantó la convocatoria al titular de la CGT oficial, Rodolfo Daer, y lo convenció para que no se plegara a la marcha a Plaza de Mayo organizada por Hugo Moyano. Ayer, Daer fue uno de los invitados a la conferencia de la UIA y, luego del discurso de Colombo, aseguró que el sindicalismo va a apoyar el diálogo porque “busca priorizar la recreación del aparato productivo y la generación de empleos dignos”.
En el Gobierno explicaban que, aunque la agenda definitiva aún no está lista, Colombo ya mantuvo algunas conversaciones. Los invitados serán los de siempre: la UIA, las asociaciones de pymes, los representantes de los bancos y el sindicalismo. En cuanto a los políticos, la idea es priorizar el diálogo con los gobernadores.
En la UIA, Colombo no dio muchas precisiones. “Yo quiero convocar a todos en nombre del Presidente, para que no sólo nos sentemos a discutir qué consensos debemos proponer a la dirigencia política que transforme en políticas de estado sino para concertar lo que no conforma la macroeconomía pero conforma la vida de todos”, dijo. “Debemos comenzar a definir nuestro escenario para después de finalizado el canje”, añadió.
El temario es amplio: “saldar la deuda social a través de un reordenamiento del gasto que sirva para paliar los errores de las políticas de los años 90, más los efectos de cuatro años de recesión económica”; mantener la vigencia del déficit cero “para que sea concebido como principio político y no como un criterio contable”; bajar el nivel de endeudamiento “para reducir los niveles de las tasas de interés y recuperar el crédito para la producción”.
Es innegable que el anuncio de Colombo sintoniza con el espíritu de De la Rúa, que incluye una mención al “consenso” en prácticamente todos sus discursos. Es, también, la traducción del enfoque político por el que ha optado el Gobierno luego de la derrota del 14 de octubre.
Si se mira con atención el último recambio ministerial, queda claro que se alejaron del Gobierno Juan Pablo Cafiero y Patricia Bullrich, dos ministros de perfil alto que usualmente confrontaban con diferentes sectores. Silenciosamente, De la Rúa ha elegido para sus últimos dos años de mandato un estrategia de conciliación y diálogo. “¿Y qué quieren que hagamos, si ni siquiera podemos decidir el nombre del vicepresidente?”, se justificaba ayer, resignado, un importante funcionario de la Rosada.

 


 

ENCUESTA DE RÖMER: NO EL MODELO Y SI AL DEFICIT CERO
Salir pero sin irse muy lejos

Cambios “sustanciales” al modelo económico, renegociación de la deuda pública condicionando el monto a pagar, mayor intervención del Estado y el mantenimiento de Déficit Cero fueron las opciones votadas por una amplia mayoría en una encuesta encargada por la UIA. Casi medio millar de “referentes de opinión” fueron consultados por Graciela Römer y Asociados, en un trabajo cuya principal conclusión es el “contundente consenso acerca de la necesidad de un cambio del actual modelo económico”.
Lo que resulta menos contundente, a juzgar por los resultados, es la orientación de dicho cambio. El 70 por ciento de respuestas que reclaman el cambio “sustancial” se pronuncia en favor de combinar eficiencia, equidad social y estabilidad monetaria; pero otro 28 por ciento, que se manifiesta por mantener el actual modelo, propone introducir modificaciones.
Entre los “líderes de opinión” el 71 por ciento se manifestó a favor del Déficit Cero, y el 26 por ciento en contra. En cuanto a las estrategias para alcanzarlo, el 46 por ciento privilegió la reducción del gasto público primario y el 24 por ciento la reducción de los servicios de la deuda. UN 14 por ciento ubicó la prioridad en cobrar impuestos a los que más tienen y el 10 por ciento en la reestatización de las AFJP.
La encuesta llegó a grandes empresarios, pymes, profesionales, organizaciones no gubernamentales, periodistas, religiosos, académicos, militares y sindicalistas. La renegociación de la deuda pública fue otro de los ítem de amplio consenso (74 por ciento). En cambio, la opinión está más dividida con respecto a qué hacer en la política cambiaria, con un alto grado de incertidumbre, si se la mide por el porcentaje de los que no tienen opinión formada.
A la pregunta sobre el régimen cambiario, el 39 por ciento se pronunció a favor de un cambio flotante, 20 por ciento por seguir con el esquema actual y el 5 por ciento por la dolarización. Un elevado porcentaje, el 36, dijo no tener posición tomada. Según estos resultados, nadie habría propuesto devaluar y seguir con la convertibilidad.

 


 

Rechazo a la dolarización, �la privatización faltante�

Por Raúl Dellatorre

Cuatro economistas convocados por la Unión Industrial Argentina para debatir sobre alternativas para el crecimiento coincidieron ayer en su rechazo a la propuesta, nuevamente embanderada por el ex presidente Carlos Menem, de dolarización. “Es la última privatización que falta, la de las reservas internacionales”, señaló irónicamente Héctor Valle, titular de FIDE. Oscar Cuattromo, director del Banco Provincia de Buenos Aires, advirtió que la dolarización no resolvería ninguno de los problemas actuales y la consideró como “una cortina de humo para no debatir las cuestiones centrales”.
Con diferentes ópticas, el consultor Pedro Lacoste y el banquero Carlos Heller compartieron el cuestionamiento a la propuesta. “Prefiero hablar de flotación en vez de devaluación, pero ya dije hace más de un año, en la anterior conferencia industrial de la UIA, que había que pasar a ese sistema pero en un momento de fortaleza, no de debilidad”, señaló Lacoste. “No fue para eludir la respuesta, como me dijeron algunos, porque desde entonces hubo al menos dos momentos en que hubiera sido posible: en diciembre de 2000 (lanzamiento del blindaje) y en marzo de 2001, cuando llegó (Domingo) Cavallo al gobierno con una altísima credibilidad.”
Este enfoque fue parcialmente refutado por Valle, quien exclamó que “ojalá se pudiera elegir el momento de la salida de la convertibilidad; estamos hablando del problema ahora y para adelante, y no es cuestión de elegir el momento, sino tomar la decisión y ponerla en práctica: es lo que hace un estadista”, afirmó. Por otra parte, tomó distancia de una política de flotación sucia (cotización libre con intervención del gobierno para regular el mercado), “porque no tenemos capacidad fiscal para sostenerla”. En cambio, consideró que “con Argentina en deflación y la posibilidad de desdolarizar previamente la tarifa de los servicios públicos, el impacto de una devaluación no sería tan grave como en el pasado”.
Valle citó un estudio recientemente difundido de la Fundación Mediterránea en la que se señala que el tipo de cambio real –el poder adquisitivo de los pesos que se reciben por dólar– cayó hasta el año 1998, pero se recuperó a partir de entonces, supuestamente favoreciendo a los exportadores, por efecto de la deflación interna. El economista de FIDE enfatizó, sin embargo, que paralelamente se produjo una pérdida de productividad de la economía argentina, frente a un aumento de la de Estados Unidos en los últimos tres años. “En Argentina, la depresión se comió la mejora en el tipo de cambio”, puntualizó, mientras que en Estados Unidos la expansión que duró hasta fines de 2000 provocó el efecto contrario.
Cuattromo explicó que “la sustentabilidad de la economía argentina pasa por generar divisas y el riesgo país está asociado a la capacidad de pagar la deuda, así que no veo para qué sirve dolarizar, si el riesgo no es la devaluación”. Señaló que quienes desde los bancos defienden la dolarización porque suponen que beneficiarían sus activos (créditos) en dólares, “no ven que va a generar una corrida, porque no existen los dólares para responder al canje de los depósitos en pesos por divisas”. Compartió la propuesta de Lacoste en favor de una salida hacia la flotación de la paridad y dijo que “si es sucia (con intervención oficial), mejor”. Pero advirtió que salir de la convertibilidad requiere un fuerte consenso político.
“El principal problema de Argentina en los últimos años ha sido el de la rigidez en su política cambiaria”, había sostenido Lacoste, “y la dolarización es un paso más hacia esa rigidez: quien la propone como salida no entiende qué pasó en este país en los últimos tres años”. Señaló, además, que la convergencia hacia una moneda fuerte “es el último paso de un proceso de integración muy largo, que puede llevar 20 años, yque tendría sentido si se planteara a nivel continental, incluyendo a México; pero sería una idea muy distinta a ésta que ahora se propone”.
Heller, si bien rechazó al igual que los demás miembros del panel convocado por la UIA la propuesta de dolarización, consideró que “el problema de competitividad argentina no debe resolverse mediante una devaluación”. Llamó la atención sobre la cantidad de empresas y particulares endeudados en dólares, pero con activos e ingresos en pesos, que se verían fuertemente afectados por una corrección cambiaria. Recomendó, a cambio, buscar el ajuste en los precios relativos (mejora a favor de la producción y el ingreso nacionales) a través de medidas de protección arancelaria y extraarancelaria a la industria, reducción de costos financieros a través de una política monetaria activa y baja en los costos de los servicios públicos.

 

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