Por Alejandra Dandan
Los resultados del censo parecen
tan sólidos como un castillo de naipes. Los encargados de los cómputos
en la Ciudad de Buenos Aires ayer corrían contra reloj. El Indec
quería para hoy los resultados preliminares de una encuesta que
aún no ha terminado. La suma de inconvenientes, faltazos, puertas
cerradas y omisiones prolongaron el censo en la Capital durante toda la
semana. La Dirección de Estadística recorrió con
unos cincuenta censistas algunos de los barrios que habían sido
pasados de largo. Para la semana próxima aún quedan varias
villas: al menos unos mil hogares quedaron sin el censo. En este gran
pantano, Página/12 pudo saber uno de los resultados más
importantes de todo este proceso. Los datos relevados hasta aquí
anuncian en la Ciudad un 10 por ciento menos de habitantes. Y ahora se
plantea la gran duda: Por ahora no sabemos: esto puede ser por emigración
o por omisión de casas censadas, especuló una altísima
fuente del área.
Desde hace varios días, las oficinas de Estadística porteña
son un caos. Cuando concluyó el tiempo oficial para el Censo, a
esa oficina entraron cientos de reclamos de porteños que no habían
sido entrevistados. Algunos eran previsibles: manzanas enteras o
cuadras que nosotros ya habíamos advertido, dice ahora Martín
Moreno, director del sector. Para atender estos frentes y aunque ya todo
estaba en off side, Moreno le pidió al Indec diez encuestadores
que volvieron a la calle con otros 40 provistos por el gobierno local.
Así, desde el lunes y hasta hoy, esta tropa de refuerzo rastrilló
la Ciudad de lado a lado. Si las proporciones de hogares que tuvo cada
encuestador fueron iguales a las del fin de semana, en estos días
esa legión habría entrado a unas 15 mil viviendas.
Toda esta maratón terminará hoy. Al menos eso sostiene el
director de Estadística: Mañana (por hoy) cerramos
el operativo del Censo. El cierre significa que no volverán
a la calle aunque los reclamos continúen, exceptuando las villas.
Si seguimos, más que una foto esto va a hacer un video,
dice ahora Victoria Mazzeo, coordinadora del Departamento de Estadísticas
de la Ciudad. Aunque la gente de la Ciudad asegura que han visto ya a
casi todos, no pueden descartar la existencia de omisiones. Por eso ahora
incluyen la omisión como hipótesis en los cómputos
preliminares que espera el Indec.
El Instituto de Estadística y Censo los espera con carácter
de urgencia. Buena parte del país ya ha acercado sus datos. Esta
tarde en conferencia de prensa, la directora de difusión del organismo
Noemí Muchnik dará a conocer las cifras. Para que todo esté
completo, la Ciudad deberá entregar sus números. No
se los vamos a dar advierte Moreno nuevamente hasta no estar
seguros de las cifras con las que estamos trabajando: si llegamos mañana
los entregaremos, si no habrá que esperar.
Moreno no quiere apurarse. Los datos que maneja pueden trasformarse en
dinamita cuando se confirmen. Un error por omisión de casas pondría
en duda todos los resultados recogidos por el Censo. Si ese error no existe
y se confirma que la caída es producto de un éxodo de porteños
hacia otros lugares, el impacto se notará en la Secretaría
de Hacienda porteña: Habría menos plata por coparticipación,
menos presupuesto para educación; es muy serio, asegura ahora
Héctor Valle ex director del Censo Nacional del `91 y profundamente
crítico con el rol del Indec en todo este proceso (ver aparte).
El censo en la Capital tuvo varios traspiés. El fin de semana pasado
cuando el operativo estaba a punto de empezar, faltaban censistas en varios
lugares. Pero eso no fue todo: una gran parte de reclamos llegó
a Estadísticas desde los barrios donde trabajaron las Fuerzas Armadas.
Los 1.200 hombres de las fuerzas de seguridad recorrieron Almagro, Constitución,
Caballito y San Cristóbal entre otros barrios. Desde estoslugares
y desde Parque Chacabuco llegó la masa más fuerte de reclamos.
En el Ejército les habían dicho que el horario era
hasta la una de la tarde: a esa hora guardaron todo y se fueron,
detalla una fuente consultada.
Pero los suboficiales no fueron los únicos desertores. En Ciudad
Oculta de los 17 voluntarios anotados sólo se presentaron cuatro.
Y este es el otro gran capítulo pendiente. Un segmento del Bajo
Flores, parte del núcleo Habitacional Zabaleta y una parte de la
Villa 15 serán censadas recién la semana próxima.
Quedaron unos 95 segmentos sin censar. Cada segmento estaba asignado a
un censista que debía recorrer entre 30 y 40 hogares. Así,
algo más de 10 mil pobladores de las villas porteñas quedaron
afuera.
Este operativo estuvo en manos de la Comisión Municipal de Vivienda.
Para el trabajo habían reclutado voluntarios que prefirieron a
último momento cambiarse de bando. Lo hicieron cuando volvió
a abrirse el Registro de voluntarios después de la decisión
de los docentes: A último momento muchos cambiaron las villas
por los barrios.
�Tuvo una capacitación
insuficiente�
Por A.D.
Ni siquiera hacen falta descripciones. Héctor Valle está
realmente preocupado: Las dudas que despertó el censo
hace que todos los resultados sean cuestionables. La síntesis
llega de quien ha tenido a cargo el Censo Nacional del 91.
Valle acaba de saber que por omisión o emigración
la Capital tiene casi 10 por ciento menos de habitantes. Frente
a esto ni él ni nadie se anima a hacer un análisis.
Valle sólo se aventura con un buen consejo: Será
necesaria una postencuesta censal especialmente cuidadosa en la
Capital.
Aunque al sociólogo le gusta la profundidad de las entrevistas
proyectadas para el censo, ahora todo eso ni siquiera le sirve como
consuelo. El censo se pautó sobre una estructura muy
débil y con capacitación insuficiente, dice
nombrando sólo alguna de las fallas. Cuando Valle trata de
entender el impacto que produciría la caída de población
en la urbe porteña, los números no le cierran: Es
cierto que hubo emigración hacia los countries, por ejemplo,
pero también llegaron muchos inmigrantes. Y sigue:
Ve, esto es lo que pasa: todos los datos se vuelven cuestionables
y este es el error de haber querido el censo sí o sí.
Un colega suyo, Néstor Cohen tiene una mirada menos crítica
con el proceso que ha seguido el desarrollo del Censo en la Ciudad.
Cohen es sociólogo y especialista en metodología de
la investigación en la UBA. Es uno de los que piensa que
la extensión de las encuestas fuera de término no
es tan dañina. Para Cohen el tiempo que ha pasado entre los
días pautados para el Censo y la fecha en que serán
encuestados los omitidos, no producirá errores ni falsas
valoraciones en el resultado final.
Aunque todo Censo debe hacerse en forma simultanea y en el mismo
momento para que los resultados sirvan, una distancia ínfima
como ésta no es suficiente para cambiar las pautas
demográficas ni socioeconómicas. Así lo cree
Cohen mientras compara todo esto con una encuesta de opinión:
En ese caso sí, sería distinto porque la diferencia
de días podría alterar los humores de la gente.
Hay un punto en que las dos opiniones se encuentran: el número
de habitantes que ha quedado fuera del censo. Tanto Valle como Cohen
coinciden en que sólo se notarán errores si la población
no censada es demasiada. Pero esto parece que no ocurrirá.
Aunque no hay datos oficiales sobre el número de omisiones,
los censistas contratados para hacer las encuestas fuera de término
mostrarían un total aproximado de hasta unas 60 mil personas.
Sobre una población total de 3.200.000 el impacto es
despreciable, asegura Valle que de todos modos advierte un
problema grave: No en cuanto a la magnitud dice,
es grave en cuanto a la calidad de los resultados. Solo como
antecedente, el mismo recuerda una historia propia. Fue en el 91
cuando terminaba su propio recuento de datos. Se dieron cuenta de
que una torre de Lugano había quedado afuera. Nos desesperamos:
pero al otro día ya la teníamos toda censada.
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Buenos Aires creció
9 por ciento
Por A. D.
En la provincia de Buenos Aires los datos no sorprendieron. La
tasa de crecimiento de población es similar a la observada
en buena parte del mundo. Los datos que esta tarde entregarán
al Indec indican que hay 9 por ciento más de bonaerenses
que hace una década. Esta tasa es menor sin embargo, al crecimiento
demográfico observado entre el 80 y 91 que fueron
del orden del 24 y 15 por ciento. Entre estos datos, Cristina López
que es directora del Departamento de Estadística de la Provincia,
advierte un fenómeno que puede dar cuenta de la situación
en la Capital: Se está viendo un desplazamiento demográfico
hacia las zonas más alejadas de los centros urbanos.
La provincia reunirá todos sus datos este mediodía.
Hasta anoche faltaban computar los distritos de Pilar y Escobar,
las ciudades con más desarrollo de barrios cerrados y hacia
donde probablemente hayan escapado parte de los porteños
que ahora faltan en la Capital. De todos modos, López asegura
que al interior de la provincia se observa el mismo desplazamiento:
las zonas que más crecieron son las de tercer cordón,
las más alejadas de la urbe.
Aunque la población sigue creciendo, los estudiosos aseguran
que está bajando. Esto lo dicen comparando tasas demográficas
de los últimos censos. En el 80 el índice de
crecimiento alcanzó el 18 por ciento, diez años después
fue de 15 por ciento. En ese momento Buenos Aires tenía 12.500.000
habitantes ahora, los números preliminares que recuerda López
llegarían a 13.700.000. Esta tasa de decrecimiento es un
fenómeno observado en todo el mundo.
Ahora ya con los números casi cerrados, Buenos Aires convocará
a una conferencia de prensa para anunciarlos. Están contentos
y no pueden dejar de decirlo. El único distrito que no ha
podido computarse es Rivadavia. Ese partido que tiene unos diez
mil habitantes está al norte de la provincia y, por estos
días, sus pobladores lo único que pueden hacer es
inventarse recursos para frenar el agua. Desde hace una semana todos
sus campos están inundados.
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