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NIEGAN VERSIONES DEL ENVIO DE UNA FUERZA HUMANITARIA A AFGANISTAN
Pensando en la “acción antiterrorista”

En Washington y en Buenos
Aires circulan versiones sobre una participación de América Latina �y, claro, Argentina� en una fuerza de mantenimiento de la paz para Afganistán. Aquí, lo que va a hacer De la Rúa y la opinión de políticos y expertos.

De la Rúa y Rodríguez Giavarini plantearán en Lima un documento de acciones conjuntas contra el terrorismo.

El presidente Fernando de la Rúa alentará en la XI Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado que los 21 países miembros firmen un documento para impulsar acciones conjuntas contra el terrorismo. En la reunión, que se realizará hoy y mañana en Lima, el tema central será la crisis política y económica después de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos. Argentina ofreció tiempo atrás brindar asistencia humanitaria a Afganistán, pero el ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, dijo ayer que aún “no hay fecha” para el envío de Cascos Blancos y negó versiones de un pedido norteamericana y una aceptación argentina sobre participar en un presunto “despliegue humanitario”.
Ya existe un borrador del documento que mañana firmarán los jefes de Estado y de Gobierno de los países iberoamericanos, en el que expresarán su compromiso de combatir “los actos de terrorismo en todas sus formas y manifestaciones donde se produzcan y por quien quiera que los cometa”. Acordarán, además, “no prestar ayuda ni refugio a los autores, promotores y participantes de actividades terroristas y de fortalecer las legislaciones nacionales para evitar la impunidad”. Los lineamientos de la política antiterrorista habían comenzado a ser trazados en la reunión de cancilleres que se hizo el 13 de noviembre en Nueva York, donde el ministro argentino Adalberto Rodríguez Giavarini planteó la promoción de acciones antiterroristas conjuntas.
En cuanto a las propuestas de Argentina, Jaunarena aclaró que hubo ofrecimientos para remitir Cascos Blancos a través del hospital de campaña móvil de la Fuerza Aérea, una unidad que trabajó en Mozambique en la década del ‘90. Pero aún no existió contestación ni requerimiento concreto por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El ministro señaló, además, que “el alistamiento (de personal) en los
hospitales (móviles) es permanente”, no es que la haya hecho un pedido específico esta vez a la Fuerza Aérea. Y explicó que por tratarse de “una operación de mantenimiento de la paz”, al momento de ser enviada, no requiere necesariamente aprobación del Congreso. Eso sólo es imprescindible cuando “puede haber enfrentamiento armado”.
Una idea que también sigue dando vueltas, según funcionarios del Gobierno, es la posibilidad de enviar tropas de paz a Bosnia para poder colaborar con la liberación de los efectivos norteamericanos. De todos modos, añadieron, cualquier movimiento de ese tipo implica un gasto y aún resta definir quién lo solventará, aunque normalmente lo haga la ONU.
Otro de los documentos que se debatirán en Perú se refiere a la crisis económica internacional y de la región. En ese sentido, es probable que De la Rúa reciba en el encuentro el apoyo de su pares de América Latina, el Caribe, España y Portugal. Según adelantó Alejandro Toledo, el presidente anfitrión, en una reunión de ministros de Economía, se está analizando la posibilidad de dar un apoyo conjunto a la “renegociación de la deuda” externa argentina a través del reclamo de préstamos a organismos internacionales como el BID y el Banco Mundial, con el apoyo de “los bancos centrales” de los países iberoamericanos. Así las cosas, el en el Gobierno argentino hay expectativas de poder llevarse, a pesar de la ausencia del ministro de Economía Domingo Cavallo –que sólo participó de la cena inaugural del martes– un respaldo económico importante.
Por lo pronto, De la Rúa tiene en agenda reuniones con los presidentes de México, Vicente Fox Quesada, de Brasil, Fernando Henrique Cardozo y de Chile, Ricardo Lagos. Dialogarán sobre la situación política, económica y la seguridad de la región.
A diferencia de otros años, la Cumbre se desarrollará esta vez con reuniones privadas. Será “a puertas cerradas” dijo Toledo, para poder propiciar una “discusión a mangas de camisa” entre los presentes. La actividad de hoy estará centrada, por la mañana, en las conversaciones entre cancilleres. A la tarde la reunión plenaria se iniciará con la inauguración oficial de la Cumbre. Los encuentros entre mandatarios serán mañana. El evento culminará con la firma de la Declaración de Lima, queincluirá tanto el capítulo de prevención y lucha contra el terrorismo como el referido a la crisis económica.

 


 

HABLA PATRICIA WALSH, LEGISLADORA PORTEÑA
“Esta es una política aberrante”

“Si nuestro país envía ayuda humanitaria es cómplice de la agresión norteamericana”, opinó Patricia Walsh en diálogo con Página/12 acerca de la participación de Argentina en el mantenimiento de paz en suelo afgano.
–¿Qué opina de la posibilidad del envío de tropas argentinas como fuerzas de paz en Afganistán?
–Rechazamos absolutamente cualquier tipo de envío de nuestras tropas a Afganistán, ya sea en carácter de veedores o de supuesta ayuda humanitaria. En mi opinión el señor Presidente debiera ver y apreciar mejor la situación de extrema pobreza de 14 millones de argentinos, cuatro millones sumidos en la miseria absoluta y 100 chicos argentinos que se mueren por día de desnutrición. Mientras el gobierno actual le niega a nuestro pueblo ayuda humanitaria, nos compromete en la agresión de Estados Unidos y la OTAN contra el pueblo afgano, que en definitiva, no es algo nuevo, sino que continúa la política argentina de relaciones carnales.
–¿A qué se refiere con esto?
–A que, por ejemplo, no podemos ser árbitros de una ayuda por la paz y a la vez vender armas. Pienso que mal podrían los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas intervenir toda vez que deben responder por acusaciones y venta ilegal de armas a países en conflicto –como Croacia y Ecuador, con el agravante de que allí también fuimos “garantes de la paz”–, porque todavía deben responder internacionalmente por estas denuncias.
–¿Cómo es esto?
–Primeramente, estoy totalmente en contra de la acción militar de Estados Unidos en Afganistán, y me opongo a su ayuda humanitaria que no es tal, sino que es una agresión, porque después de bombardear a poblaciones civiles, que no esperen que les creamos que van a prestar ayuda humanitaria. Todo lo contrario, es una forma encubierta de cobrar mayor poderío en la región. Con el agravante de que esto es la continuidad de la política exterior de Menem que lleva adelante nuestro canciller Rodríguez Giavarini, que es una política aberrante; porque nuestro país al enviar ayuda humanitaria es cómplice de la agresión norteamericana.

 


 

REPORTAJE A DANTE CaPUTO
“Debemos participar”

–¿Cómo ve el posible envío de cascos azules a Afganistán?
–En el marco de Naciones Unidas me parece que Argentina debe participar, es una política que se ha instalado correctamente en el país. Afganistán es un desafío mayor, que además nos corresponde asumir; por lo tanto, veo positivamente la participación argentina. Lo cual no quiere decir que la tarea que encarga Naciones Unidas sea una tarea sencilla, al contrario, es extremadamente difícil, con relativas posibilidades de éxito.
–¿En qué sentido?
–Lo que ha sucedido en Afganistán y en otros países es en gran parte debido a la debilidad del Estado para ser el que monopoliza la fuerza. Un Estado débil ha permitido la eclosión y desarrollo de grupos, particularmente los fundamentalistas, cuya fuerza termina siendo más poderosa que la del Estado mismo. Durante la Guerra Fría el riesgo de conflicto venía de la fortaleza de los Estados; después de la misma, a partir de los ‘90, parece que el riesgo de conflicto viene por la debilidad de los Estados. La reconstrucción de Afganistán, como de varios países que tienen experiencias similares, no puede hacerse si no se reconstruye al Estado. Esto no tiene nada que ver con el problema de intervención del Estado, ni del papel del Estado en la economía.
–¿Qué cree que está ocurriendo ahora?
–Aquí hay una especie de división de trabajo: la tarea militar básicamente la ha tenido un grupo de países, esencialmente Estados Unidos, y el día después que se produce la derrota militar lo ocupa Naciones Unidas, porque ningún país quiere pagar el costo de tener que administrar situación tan explosiva como la de Afganistán. Pero esto no debe darnos la sensación que las decisiones que se han tomado son multilaterales. Estados Unidos actúa casi solitariamente y después empuja a los organismos multilaterales, lo cual da la sensación de multilateralidad, pero sólo acentúa el carácter monopolar de la política internacional.
–¿Debe intervenirse en la lucha antiterrorista?
–El terrorismo no es un tema para hablar demasiado, sino para hacer, moralmente y con eficiencia. Argentina tiene que tener una posición muy clara, terminante, práctica y activa. Yo estoy en contra de la pasividad porque en estas materias, si se es pasivo, la acción la dictan otros. En algún momento le va a tocar a este continente otra vez ser actor y es mejor que no nos digan todo lo que tenemos que hacer, que seamos nosotros que nos ganamos el derecho a opinar a partir de posiciones activas. Y necesitamos algo más, descifrar quién es el terrorismo porque Argentina fue blanco de dos atentados, vivió más de 20 años de violencia militar, o sea que no es un país ajeno a la experiencia.

 

Opinan dos políticos

FEDERICO STORANI.
Carne de cañón

Pienso que las tropas argentinas no deben participar en el mantenimiento de la paz en Afganistán porque este es un conflicto distinto que en el pasado. Un ejemplo positivo fue el de Haití. Pero en este caso el conflicto todavía está en evolución, con una marcada acción unilateral de Estados Unidos y su socio británico, pero un simbólico acompañamiento de otras naciones. Aún no está decantada la solución. Creo en la propuesta mucho más válida que hicieron los países árabes de enviar tropas musulmanas, como partes cercanas a la región en conflicto, y no que vengan de afuera.
No me parece una misión útil en este momento de la coyuntura, sería negativo. El planteo de la aceptación a la demanda de Estados Unidos es innecesario. Porque no sólo son las tropas, nos encontramos ante confrontaciones religiosas, y estar en medio de las mismas puede ser peligroso e incorrecto. Asimismo está el aspecto económico, ya los mismos miembros de la Alianza del Norte, heterogénea en sí misma, plantean conflictos de ese tipo económico, y las ex repúblicas soviéticas se discuten intereses de empresas occidentales en los gasoductos. Si se suman el opio y las armas, el envío argentino de tropas de pacificación terminaría convirtiéndose en carne de cañón para defender intereses de las potencias dominantes.

PABLO RIEZNIK.
Servilismo

El envío de tropas para el mantenimiento de paz en Afganistán por parte de Argentina sería una manifestación de servilismo ante el gobierno de Estados Unidos. Naturalmente, debe ser repudiada porque no se puede invocar la paz cuando se colabora con el más gigantesco aparato bélico del planeta, que es el mismo que apoyó en estas latitudes genocidios como los de Pinochet y Videla. Más hipócrita es la apelación a la paz cuando el gobierno le ha declarado la guerra al pueblo argentino para salvar a las grandes corporaciones financieras que arrasan con nuestra nación.
No veo más que la continuidad de la política de Menem a la sumisión de la NATO, que llevó a Argentina a convertirse en una colonia financiera, económica y militar sin precedentes con respecto a EE.UU. Cuidado, porque esta intervención de nuestras tropas en pos del mantenimiento de la paz en terreno afgano sería una clara señal para Bush, cuando éste le reclama al gobierno argentino la militarización en la triple frontera y una intervención en Colombia. Es una presión a la diplomacia brasileña que actualmente está discutiendo los términos de ésta cuestión.

 

OPINION
Por Rosendo Fraga*

Sí, en el marco de la ONU

En mi opinión, es positivo que Argentina participe con efectivos militares en una fuerza de paz que actúe en Afganistán en el marco de las resoluciones de las Naciones Unidas.
La operación militar realizada por los EE.UU. y sus aliados en apoyo de las fuerzas antitalibanes, tuvo lugar en el marco de resoluciones de dicho organismo que las legitimaron, más allá de las críticas que pueden haber generado.
La participación en esta fuerza de paz permite a la Argentina asumir una posición de identificación con la lucha contra el terrorismo internacional, sin los problemas que puede generar el hacerlo en una operación para reprimirlo directamente.
Además, las fuerzas de paz tendrán como misión evitar el conflicto, realizar ayuda humanitaria y establecer las condiciones mínimas para que Afganistán pueda reorganizar un Estado nacional con sus funciones básicas.
El rol argentino en fuerzas multinacionales de paz ha dejado un efecto positivo para el país en primer lugar y para las Fuerzas Armadas en segundo término.
Las misiones en Croacia, Kuwait, Haití, Chipre y otros lugares, han permitido a la Argentina asumir una característica en su política exterior, que ya era compartida por Uruguay y que en los últimos años también han asumido Chile y Brasil.
También, a su vez, este tipo de rol, ha permitido a las Fuerzas Armadas vincularse e interactuar con los militares de países desarrollados y a través de ello mejorar los niveles de adiestramiento y modernización, a la vez que profundizar la cultura de subordinación del poder militar al poder civil que caracteriza a los militares norteamericanos y europeos.
No comparto la idea de que la Argentina debe participar en la fuerza de paz de Afganistán porque ello puede contribuir a que la administración Bush considere al país un “aliado” y en consecuencia influya sobre el FMI para que se adelanten u otorguen nuevos fondos que puedan paliar la asfixia financiera del país.
La Argentina debe participar en la fuerza de paz, en función de los valores y principios que ello implica y no porque se trate de una conveniencia económica.
En conclusión, la participación argentina en la fuerza de paz de Afganistán, en mi opinión presenta para el país más ventajas que desventajas y permite asumir una posición clara en el conflicto mundial, sin generar el debate político interno que hubiera producido la participación en las operaciones directas de represión.

* Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

 

HABLA UN EXPERTO DE EE.UU.
“Ustedes serían ideales”

Por Gabriel A. Uriarte
Desde Washington D.C.

“Las tropas latinoamericanas serían ideales para Afganistán.” A primera vista la declaración bien puede parecer disparatada. Pero sólo hay que recordar quién la pronunció para saber que se trata de algo mucho más serio. Dana Dillon es el principal experto en el sudeste asiático del Heritage Foundation, centro de estudios conservador con muy fluidos contactos en la igualmente conservadora administración de George W. Bush. Frecuente invitado en noticieros y paneles, Dillon fue uno de los primeros en señalar que el próximo objetivo de Washington no sería Irak sino las Filipinas, y que la situación en Afganistán dista de hallarse resuelta. Es precisamente en la parte más inestable, el sur, donde Dillon considera que los países latinoamericanos, incluyendo la Argentina, podrían jugar un papel clave.
–Se sabe con bastante certeza que Rusia es la potencia predominante en el norte de Afganistán y Irán lo es al oeste. ¿Qué país cumpliría ese papel en el sur?
–Yo primero dudaría en describir la situación en el norte y el oeste en términos tan monolíticos. Creo que los países más cercanos a Afganistán no deberían controlar de ninguna forma las fuerzas de paz, simplemente porque sus intereses podrían ir en contra de nuestros objetivos en estabilizar el país. Esto significa que debemos asegurarnos en crear una fuerza de paz verdaderamente internacional.
–¿Pero qué países podrían desplegar tropas en el sur? Pakistán es sospechosa dado su pasado apoyo al régimen talibán y posiblemente a Al- Qaeda.
–Concuerdo en que Pakistán no puede tener ningún protagonismo. Podrían enviar fuerzas, un batallón o una brigada, pero nada más. Hay que alentar la presencia de países musulmanes moderados tales como Indonesia y Malasia, que ya anunciaron enviarán tropas, y posiblemente Turquía. Y creo que los países latinoamericanos podrían contribuir. Sería muy conveniente ya que sus tropas completamente objetivas e imparciales, sin ningún interés creado dentro de la región en sí.
–¿Le parece que los ejércitos latinoamericanos estarían en condiciones de operar en un país y una guerra como la de Afganistán?
–Bueno, ya hemos aceptado tropas africanas... No veo cómo se podría considerar inadecuados a los latinoamericanos, que en todo caso no estarían dirigiendo la operación.
–¿Pakistán no intentaría impedir el despliegue de una fuerza tan internacional?
–Creo que Pakistán debe cuidarse de seguir dentro de la comunidad de naciones que está detrás de esta campaña. Y mientras el presidente Pervez Musharraf mantenga la lealtad del ejército no hay que temer que sea derrocado por un levantamiento popular.
–Después de Afganistán, ¿cree que, más que Irak, las Filipinas serán el próximo foco de la campaña antiterrorista norteamericana?
–Ya es el próximo foco de la campaña. La presidenta Gloria Arroyo se reunió con Bush y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, para pedir ayuda contra la insurgencia islámica en las islas del sur, y poco antes el Ministro de Defensa Nacional filipino había pasado por Washington con el mismo propósito.
–¿Es el preludio de bombardeos aéreos contra los rebeldes, o incluso un despliegue terrestre?
–No. El Ejército filipino debería ser capaz de derrotar al grupo Abu Sayyaf si le proveemos armas y entrenamiento, algo que Bush ya aprobó.
–¿Pero no diría que la insurgencia islámica se está expandiendo? Con el amotinamiento de una unidad del ejército en la isla de Jolo, por ejemplo.
–En ese caso los soldados que se sublevaron estaban asociados con un gobernador que probablemente perderá en las próximas e inminentes elecciones. La revuelta era lisa y llanamente una maniobra política, no un levantamiento popular islámico.
–¿Cuán poderoso es el principal grupo rebelde, el Abu Sayyaf?
–Bueno, no tienen ninguna base popular, ni siquiera la base limitada que tenían los talibanes. Por otra parte, tienen una buena capacidad para operar fuera del país. Han usado lanchas rápidas para secuestrar extranjeros en otros países del Pacífico. Así, su grado de apoyo es más bajo que los talibanes pero sí pueden operar a nivel regional.
–¿Hay algún Estado apoyando al grupo, en la misma forma secreta con que Pakistán apoyó a los talibanes?
–No, no lo creo. Creo que su único patrocinador en el exterior era la misma Al-Qaeda de Osama bin Laden. Yo describiría a Abu Sayyaf como un apéndice de Al-Qaeda.
–El año pasado, Muhammar Khaddafi fue clave en lograr la liberación de varios turistas europeos secuestrados por el grupo. ¿No indicaría esto algún grado de involucramiento libia?
–Es una buena pregunta. El caso es significativo y podría indicarnos algo que todavía no conocemos. Pero otra forma de verlo es que Libia hizo no fue más que negociar el pago de un rescate de 20 millones de dólares de varios países europeos. Es mucho dinero para Abu Sayyar, que seguramente lo usará para reforzarse. Esto podría considerarse una especie de apoyo estatal, pero Libia sólo actuó de intermediador para los países europeos que están dispuestos a pagar esos rescates. Ya que ese apoyo parece ser mucho más importante que un financiamiento directo de Libia u otro país, deberíamos enfocarnos ante todo en convencer a los europeos de no pagar esos sobornos.
–Aun si no tienen apoyo externo, ¿podría Abu Sayyaf resistir el ataque del ejército filipino? Ya ha sobrevivido sin muchas pérdidas varias ofensivas del gobierno.
–Entiendo que el ejército filipino tiene unas 5000 tropas en la principal isla donde opera Abu Sayyaf. Es una isla pequeña y 5000 son muchos soldados, así que eso efectivamente indica deficiencias en entrenamiento y equipo. Pero ésa es exactamente la naturaleza del apoyo que Bush prometió a Arroyo esta semana. Creo que el problema puede resolverse sin lanzar bombardeos ni nada así.
–¿No podría este apoyo revertir la gradual retirada norteamericana de las islas, y convertir a las Filipinas en una base de operaciones clave para otros intereses norteamericanos en el Pacífico?
–Bueno, las bases que usamos ahora (como el aeródromo Clark) nos fueron “alquiladas” por el gobierno filipino, a quienes les pagamos por el derecho. Dudaría en describir a las Filipinas como una base antes que como un aliado.

 

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