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Menem hace de papá en una provincia de orfandades

El regreso del ex presidente a La Rioja dejó en evidencia brutalmente las acendradas costumbres clientelares de la provincia, el recelo hacia los porteños, las carencias, la necesidad de su gente de sentirse considerada y las brutales diferencias sociales.

Por Martín Piqué
Desde La Rioja

“Ahí viene papá”, exclamaba Isabel (40), una vecina de La Rioja que no podía contener sus nervios, el miércoles a la tarde. El sol caía por el oeste, a la izquierda del hangar de la gobernación, y una multitud esperaba detrás del alambre tejido que rodea al aeropuerto provincial. El avión que traía a Carlos Menem estacionaba de costado. Y un grupo de mujeres no paraba de gritar. Entre ellas Isabel, que repetía una y otra vez la palabra “papá”. La escena, presenciada por Página/12, resume con precisión el fenómeno que desencadenó el regreso de Menem a la provincia.
El retorno puso en evidencia, teatralmente, un complejo fenómeno cultural y político, basado en el caudillismo y en las relaciones paternalistas. Sus comprovincianos reaccionaron de diversas formas. Muchos festejaron su liberación. Unos cuantos se ilusionaron con que su regreso solucionaría el descalabro económico de la provincia. Otros se mostraron escépticos. Y unos pocos se animaron a confesar su fastidio.
La recepción había sido organizada por el PJ local. Pero el éxito de la convocatoria se debió a la enorme cantidad de personas que salieron a la ruta 38. Allí se podía comprobar la condición social de los simpatizantes de Menem. Niños pobres, con las zapatillas rotas y en cueros, gritaban en coro al paso de la comitiva: “¡Carlos Menem! ¡Carlos Menem!”. Y cuando la larga fila de autos, motocicletas y ciclomotores llegó al barrio humilde José Ignacio Rucci, en las afueras de La Rioja, el ex presidente vivió uno de los momentos más festivos. Detrás de la pick-up que lo llevaba, avanzaba una curiosa combinación de lujosas 4x4 marca BMW o Mitsubishi con vehículos despintados y motitos que llevaban a tres personas. Una imagen bien representativa del sustento político del menemismo.
En el entusiasmo de los riojanos se traslucía también un explícito ánimo de revancha contra todo lo que huela a porteño. De tanto en tanto, durante la marcha por la ruta se repetía un grito dirigido al camión que llevaba a los periodistas: “Esto es para ustedes, para los de Buenos Aires.”

Papá volvió de viaje de negocios

La frase de Isabel –”Ahí viene papá”– adquiere más sentido cuando se recorre la ciudad. En los kioscos, los diarios locales lo repiten en sus portadas: el servicio de salud está virtualmente paralizado. Hace cuatro días que los hospitales no atienden ni las guardias. Y muchos comercios no aceptan los bonos Lecop que están recibiendo como pago los 33.000 empleados públicos de la provincia. La crisis económica también se ve por los televisores de los bares. En los canales de La Rioja un aviso aparece en cada tanda. Explica que los bonos deben ser considerados como efectivo. Por lo visto, hasta ahora no ha tenido mucho resultado.
La pantalla se vuelve azul con un spot estridente. “Vuelve Carlos Menem, vuelve la esperanza”, dice la propaganda. Nadie parece darle mucha importancia, como si ya formara parte del paisaje. Para muchos riojanos, sin embargo, la consigna parece ser más que un eslogan: creen que Menem aportará alguna solución para la crisis económica de la provincia. “Nosotros no cobramos el sueldo de octubre –dice José (47), un empleado municipal a cargo del mantenimiento de la plaza 25 de Mayo–. Estamos cagados, pero no sólo en La Rioja, en todo el país. Pero él (Menem) es el que maneja todo el justicialismo.” En esta frase parece inspirarse su compañero, de apellido Velárdez (51), quien se muestra optimista: “Supongo que (la situación) va a mejorar”, dice luego de manifestar su conformidad con la liberación del ex presidente.
Muchos riojanos se ilusionan con que el retorno del ex presidente traiga de nuevo aquellos buenos tiempos de la década del 90, cuando La Rioja recibía un trato preferencial de parte del Estado nacional. “Cuando estabaMenem, el 2 o 3 de cada mes teníamos la platita”, recuerda Cinthia, una adolescente de 17 años que se rateó de la escuela para ver cómo se organizaba el acto en la Casa de Gobierno provincial. Su compañero Sergio (18) no parece estar tan entusiasmado. “Que esté suelto no significa que le vayan a pagar el sueldo a la gente –advierte–. Están pagando con Lecop y bonos de cancelación de deuda, pero los comercios no los aceptan.”

“Te queremos, Carlos; te queremos”

En medio de esta situación, los riojanos le brindaron una multitudinaria recepción al ex presidente que dejó el gobierno con una tasa de desocupación de casi 18 por ciento. Pero el recibimiento parece expresar algo más que una adhesión política. Como si sintetizara toda una cuestión histórica y cultural. “Carlos Menem es lo máximo que tiene la Argentina”, sostiene Amparo (36), que tiene pegada en la remera una foto del susodicho junto a toda su familia. “Nunca ha discriminado. De él no sale la soberbia.” Lo que dice Amparo aparece a cada rato. En la relación entre Menem y sus comprovincianos se expresa una cuestión de orgullo local frente al centralismo porteño. “Hay un vínculo afectivo muy fuerte, una cuestión cultural de caudillismos, caciquismos y paternalismo –afirma la psicopedagoga Susana Goyochea–. Además, Carlitos lo ejerce en una de sus modalidades, que es la identificación con el hombre común: comer un asadito, esa cosa espontánea que usa como herramienta demagógica.” Como muestra basta un ejemplo: el jueves a la noche, en la cena de la Hostería Los Amigos, Menem saludó uno por uno a los 40 bonaerenses del “Aguante” que lo acompañaron durante más de cinco meses en la quinta de Don Torcuato. Y le sostenía el micrófono a los que querían dedicarle algunas palabras.

“La solución soy yo”

Pero mientras los riojanos se esperanzan con una mejoría económica en la provincia, Menem está puramente dedicado a su lanzamiento como candidato a presidente. A sus allegados ya les ha anticipado que la primera etapa consiste en “recuperar el poder dentro del PJ”: el próximo miércoles tratará de reasumir la presidencia del partido en un acto que tendrá muchas ausencias y no contará con un consenso mayoritario, ni mucho menos. Porque la pelea con Eduardo Duhalde está en su punto más álgido, y los gobernadores no quieren debilitarse con una confrontación que sienten ajena. Algunos, además, como confesaba un diputado menemista a Página/12, están “apuntando al desgaste de Menem-Duhalde para después quedarse más fácil con todo”. Según este legislador, si quiere volver a la Presidencia, el riojano tendrá que “hacer una autocrítica” y presentarse a través de “sus propuestas”. “En esta nueva etapa hay que ubicarse. La gente no quiere de nuevo a los talibanes de Menem”, explica, enigmático. Se refería, sin duda, a lo que llama la “revisión del entorno”. Sin embargo, los que conocen bien al ex presidente no creen que se pueda diferenciar mucho entre el Jefe y quienes lo rodean.

 

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