Ahora sí, la antitalibana
Alianza del Norte se quedó con el corazón mirando al sur.
Ayer, luego de dos semanas de asedio terrestre, bombardeos norteamericanos
devastadores, negociaciones y anuncios de rendición inminente que
no se concretaban, los talibanes se entregaron en la ciudad de Kunduz,
último bastión de resistencia en el norte del país.
Pero muchos de los combatientes extranjeros en Kunduz podrían resistir
hasta el final, por lo que la rendición de ayer no sería
total. El foco de resistencia que había estallado en Maidan Shahr,
a 30 kilómetros de Kabul, también se estaría desintegrando.
El comandante antitalibán Ahmad Karzai afirmó incluso que
milicias tribales pashtunes (la etnia dominante en Afganistán y
entre los talibanes) habían cortado una ruta entre la frontera
con Pakistán y Kandahar, la última y más grande joya
talibana por caer, en el sur del país. Los talibanes lo desmintieron.
Según fuentes iraníes, la conferencia interafgana convocada
por la ONU podría postergarse otra vez.
En Kunduz había nada menos que 14.000 combatientes resistiendo:
12.000, propiamente afganos y talibanes, y otros 2000 pertenecientes a
la legión extranjera (fundamentalmente árabes,
paquistaníes y chechenos) que llegó a Afganistán
para colaborar en la resistencia talibana, y que en parte integrarían
la organización Al Qaeda de Osama bin Laden. La ferocidad de la
resistencia en esta ciudad completamente rodeada por territorio que la
Alianza del Norte domina desde hace dos semanas llevó a algunos
analistas a sugerir que, más allá de que en Kunduz se halla
la minoría pashtún más importante del norte afgano,
allí podría estar Osama bin Laden.
La rendición talibán, en los hechos, había comenzado
el jueves. Desde ese día, muchos combatientes abandonaron la ciudad
y entregaban sus armas a la Alianza del Norte. Pero la rendición
era desprolija y se parecía más a una desbandada. Desde
ese día, el mulá Faizal, jefe talibán de la ciudad,
ya había acordado los términos de la rendición con
el general uzbeko Rashid Dostum, uno de los comandantes militares de la
Alianza del Norte. Pero no estaba claro en qué medida controlaba
el mulá Faizal a todas las fuerzas combatientes. Varios informes
indicaban que la legión extranjera quería luchar
hasta el final, sobre todo porque no veía cuáles eran las
garantías para ellos en caso de una entrega pacífica de
armas.
Del lado antitalibán, las cosas eran igualmente confusas: el general
tajiko Mohammed Fahim, ministro de Defensa de la Alianza, se oponía
a que el uzbeko Dostum tomara el control de Kunduz, revelando las divisiones
internas de unos antitalibanes a los que parece unir el espanto y no precisamente
el amor. Estas divisiones llevaron a que los comandantes que representan
a las tres etnias dominantes de la Alianza debieran sellar un acuerdo.
El comandante de los hazaras chiítas Haji Mohammad Muhaqiq, el
general tajiko Atta Mohammad y Dostum acordaron que éste último
entrara a la ciudad desde Mazar-i-Sharif y que Mohamed Fahim lo hiciera
por Taloqan. Así fue. Luego de los durísimos bombardeos
norteamericanos del viernes sobre las líneas talibanas, Dostum
salió ayer con 2000 hombres desde Mazar-i-Sharif, la primera ciudad
que perdieron los talibanes, a 140 kilómetros de Kunduz. Mientras
Dostum iba hacia Kunduz, 600 de los 2000 integrantes de la legión
extranjera se entregaban a 10 kilómetros de Mazar-i-Sharif,
en Dashti-Gori-Mar. Muhahiq señaló que estos extranjeros
serán hechos prisioneros, tratados como seres humanos, según
los principios de la sharia (ley islámica). Luego serán
entregados a Estados Unidos, a las Naciones Unidas o a sus respectivos
países si son buscados o reclamados. Muhahiq aclaró
que estos fueron los términos negociados con el molá Faizal.
Se registró un incidente cuando en el centro de la Cruz Roja en
Mazar-i-Sharif, durante la rendición, un talibán hizo explotar
una granada y provocó la muerte de tres personas. Según
el New York Times, comandantes de la Alianza afirmaron que aviones de
la Fuerza Aérea pakistaní fueron utilizados para evacuar
a los pakistaníes que formaban parte de la legión.
El gobierno de Islamabad lo desmintió.
Por su lado, los miles de talibanes que resistían en Kunduz se
entregaron en las líneas de combate del este y oeste de la ciudad.
A bordode tanques, vehículos blindados de transporte de tropas,
camiones y jeeps que formaban una larga columna, los talibanes cruzaron
estas líneas, se dieron la mano con los combatientes de la Alianza
del Norte y entregaron las armas. Pero no todo es color de rosas. Hay
unos 1400 extranjeros que permanecen en la ciudad y no dejaron ver sus
caras. Un talibán que entregó sus armas dijo ayer que nosotros
nos rendimos, pero los extranjeros han tomado la decisión de luchar.
Mohamed Fahim confirmó que habrá resistencia y por eso llegará
mañana a Kunduz desde Taloqan. En Maidan Shahr, cerca de Kabul,
la situación parecía más clara. Cientos de talibanes
depusieron las armas, y algunos incluso aceptaron unirse a la Alianza
del Norte. Otros tantos huyeron hacia las montañas, según
el comandante local de la Alianza del Norte, Abdulá Qozi.
Para bajar el nivel de las expectativas, el presidente norteamericano
George W. Bush pidió una vez más que se preparen para los
difíciles tiempos que quedan por delante. En su mensaje
radial de los sábados, Bush dijo que la lucha ha comenzado
y no concluirá rápida o fácilmente. Tampoco
va a concluir rápidamente el proceso de negociaciones para el Afganistán
postalibán: la conferencia interafgana, auspiciada por la ONU,
prevista para el martes en Alemania fue postergada para el miércoles
o jueves. El gobierno alemán dijo que no va a aceptar esta postergación.
Claves
Los talibanes acordaron
finalmente su rendición en Kunduz, la única ciudad
que controlaban en el norte afgano. Los comandantes de la Alianza
del Norte ingresarán hoy a la ciudad por dos flancos distintos
a la espera de más combates: la mayor parte de la legión
extranjera que acompañaba a los talibanes decidió
resistir hasta el final.
La localidad de Maidan
Shahr, a 30 kilómetros de Kabul, que se había convertido
en un impensado foco de resistencia talibán, también
cayó ayer. Algunos talibanes cambiaron de bando, otros entregaron
las armas y otros directamente huyeron a las montañas.
Frente a este panorama,
el único foco de resistencia talibán es su centro
espiritual, Kandahar, y la zona que lo rodea en el sur afgano. La
Alianza del Norte dijo que ya fue cortada la ruta que comunica Kandahar
con la frontera paquistaní, pero los talibanes desmintieron
la información. Se esperan allí los más fuertes
combates de esta ofensiva.
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QUIEN
PUEDA CON LOS 1400 QUE RESISTEN DETERMINARA EL RESTO
El eje es Pakistán y la Legión Extranjera
Por
Gabriel A. Uriarte
Desde
Washington D.C.
Que cientos
de tropas talibanas se hayan rendido ayer en la ciudad de Kunduz
no significaba demasiado. Era el efecto de algo que se decidió
hace semanas: la expulsión de los talibanes del norte de Afganistán
tras la caída de Mazar-i-Sharif y Kabul. Los edificios de Kunduz,
rodeados por todos lados, ya son de facto propiedad de la Alianza del
Norte y Estados Unidos: su captura es cuestión de tiempo. El verdadero
objetivo no era la ciudad en sí sino los miles de combatientes
extranjeros -.árabes, paquistaníes y chechenos que
se barricaron dentro y se negaron a rendirse ayer ante la posibilidad
de ser masacrados por la Alianza o la población afgana. Quien pueda
conquistarlos habrá dado un gran paso en el norte para ganar la
batalla por el sur de Afganistán.
La clave es Pakistán. Objetivamente, ese país no tiene ningún
motivo para desear la aniquilación de los talibanes o de Al Qaeda.
De la misma manera que se decía que el anticomunismo era la principal
exportación de Vietnam del Sur, el antiterrorismo es la principal
exportación de Pakistán. Y de la misma manera que Saigón
nunca intentó erradicar lo que en efecto era su principal fuente
de ingresos (norteamericanos), Islamabad hace todo lo posible para que
siga habiendo motivos que justifiquen los más de 1000 millones
de dólares (también norteamericanos) que recibe por su cooperación
con el antiterrorismo. La piedra angular de su estrategia es dar tiempo
para que los talibanes refuercen sus posiciones alrededor de su capital
espiritual de Kandahar en el sur. La identidad étnica de quienes
capturen esa ciudad (pashtunes u otros) es mucho menos importante para
Pakistán que el control que pueda ejercer sobre ellos. Es por eso
que en los últimos días decidió cambiar su apoyo
a las tribus pashtunes opositoras (que están muy penetradas por
las Fuerzas Especiales norteamericanas), a los talibanes moderados
en Kandahar, con quienes asegura que podría negociarse una rendición
sin sangre de la ciudad y la integración de los pashtunes al gobierno
de posguerra.
Un requisito esencial es que la atención de Estados Unidos esté
centrada en cualquier parte menos el sur, ya que en caso contrario sus
ataques aéreos podrían lograr allí una victoria tan
fulminante como en el norte. El despliegue militar norteamericano es limitado,
y por lo tanto sus diferentes operaciones en Afganistán están
atrapadas en un juego de suma cero. Ni los poco más de diez B-52
ni las 200-300 fuerzas especiales pueden operar en todas partes al mismo
tiempo: lidiar con un foco de resistencia debilita las operaciones contra
el resto. En ese sentido, es muy interesante que en los últimos
días se informara de dos bastiones talibanes que aparecieron súbitamente
en la frontera noreste con Pakistán. Más aún, con
los servicios de inteligencia paquistaníes quienes supieron
ser los mayores patrocinadores de los talibanes afirmando que dentro
de esas bases se encuentra nada menos que Osama bin Laden, lo que contradice
sus informes previos de que el architerrorista saudita se encontraba cerca
de Kandahar.
Es en este contexto que debe analizarse la importancia estratégica
de la legión extranjera de Bin Laden atrapada en Kunduz. Para Pakistán,
estas 2000-3000 tropas de choque fundamentalistas representan una carta
de negociación absolutamente esencial que todavía no posee.
La Alianza del Norte y el Pentágono son muy claros: más
allá de lo que ocurra en los interrogatorios a que sin duda serán
sometidos, quieren matarlos. Cualquier idea de dejarlos volver,
con todo su entrenamiento y experiencia en terrorismo, es inaceptable,
enfatizó el secretario de Defensa Donald Rumsfeld. El cálculo
es inverso para Islamabad. Si estos hombres son repatriados (muchos son
paquistaníes y el resto debería pasarpor Pakistán
para regresar a sus países), habrá obtenido una fuente inagotable
de terrorismo, cuya represión requeriría, claro, más
miles de millones de dólares norteamericanos. Y, a corto plazo,
algunos podrían ser reinfiltrados en los focos de resistencia talibán
al sur y en el noroeste a fin de lograr el estancamiento militar, que
permitirá a Pakistán entrar en escena como el negociador
clave.
Es una estrategia muy inteligente. Anteayer los senadores Carl Lieven
y John Warner de la Comisión de Fuerzas Armadas aseguraron al presidente
Pervez Musharraf que reconocemos la muy profunda cooperación
de Pakistán, en tanto que la enviada especial a la región,
Wendy Chamberlin, aseguraba que Musharraf considera que tiene una
gran oportunidad de alejar a su país del terrorismo y el fundamentalismo.
Visto de esa manera, repatriar a los miles de sus compatriotas de Al Qaeda
en Kunduz no haría más que darle tantas más oportunidades
al presidente para lograr tan loable propósito.
HABLA
EL IMAN ABDUL HAMID, lider MUSULMAN EN LONDRES
Ganan Rusia, India e Israel
Por
Marcelo Justo
Desde
Londres
Estados Unidos
es el principal protagonista internacional del operativo militar en Afganistán
pero, según el paquistaní Abdul Hamid, imán de Nottingham,
en el norte de Inglaterra, no es el gran beneficiario. En diálogo
con Página/12 Hamid señaló que la guerra es
injustificable. Si el objetivo era acabar con el terrorismo, no lo logrará.
Lo único que produce es lo que producen las guerras: miseria y
devastación, indicó a Página/12.
Usted condena la guerra contra Afganistán. En Estados Unidos,
la opinión dominante es que el 11 de setiembre fue un acto de guerra.
Desde un principio condené enérgicamente lo que sucedió
el 11 de setiembre. Fue un acto aborrecible, un ataque contra toda la
humanidad. Pero no creo que se lo pueda calificar como un acto de guerra.
Aún no sabemos quién lo perpetró. Tanto Osama bin
Laden como los talibanes negaron toda participación en lo ocurrido
y todavía no se ha presentado ninguna prueba convincente de su
culpabilidad. Por otra parte, no creo que el bombardeo de un país
pobrísimo y de un pueblo que se encuentra en la miseria sean la
solución. La guerra debería ser contra la pobreza y las
causas profundas del terrorismo. No contra una población civil
indefensa.
¿Quiénes son los ganadores de esta guerra?
Hay tres ganadores: Rusia, India e Israel. Ellos son los principales
beneficiarios. Rusia es uno de los grandes culpables de la actual situación,
porque fue el comunismo soviético el origen de la rebelión
mujaidín. Ahora sale ganando porque se afianza en Afganistán.
India está sometiendo a Kashmir, que desde 1947 quiere tener su
autonomía, y tiene claros objetivos estratégicos para todo
el área: Pakistán, Afganistán, Irán. Y por
último, Israel ha utilizado esta crisis para dividir y debilitar
al mundo islámico.
¿No ganan los países fronterizos una mayor influencia
en Afganistán?
Tajikistán y Uzbekistán están intentando sobrevivir
después de haber conseguido su independencia tras 70 años
de dominación soviética. No están para ocuparse de
otra cosa. Irán no tenía buenas relaciones con los talibanes
o con Estados Unidos. Pakistán sale muy mal parado de esta guerra.
Es un país estratégico para las ambiciones de Rusia. El
gobierno paquistaní apoyaba a los talibanes para contener las aspiraciones
rusas en la zona. Uno de los problemas ahora es que las relaciones entre
un Afganistán, dominado por la Alianza del Norte, y Pakistán
serán tensas. Esto favorece los intereses de Rusia, India e Israel.
Y perjudica a EE.UU. Europa que preferirían que Afganistán
y Pakistán tuvieran relaciones amistosas.
¿Por qué los países islámicos no pudieron
tener una posición unificada respecto a la guerra?
Estoy totalmente de acuerdo con esa descripción. Esto se
debe a que no se ha permitido la práctica del verdadero islamismo
en los países islámicos. El Islam es una religión
pacífica que busca el diálogo, en especial con el cristianismo.
Como usted sabe, no hay gobiernos elegidos por el pueblo en los países
islámicos. Todos los gobiernos han sido impuestos por otras naciones,
sobre todo Estados Unidos. Esta es parte del problema.
¿Es posible la paz ahora?
La paz hubiera sido posible si se hubiera tomado otro camino. Ahora,
el peligro que debemos evitar esto detone una Tercera Guerra Mundial
Esta guerra se lanzó contra el terrorismo. ¿Cree que
cumplirá con este cometido?
No se están resolviendo las raíces del problema. Hay
mucha pobreza e injusticia en la región como para que haya paz.
Esta situación sólo seagravará si EE.UU. comienza
ahora otra campaña militar contra Irak o contra otros países.
Los
archivos del terror de la
promoción de la virtud talibán
Por
Manuel Cemois
Desde
París
El régimen
talibán tenía su sistema político perfectamente organizado
en torno a un programa religioso de considerable alcance represivo. El
matutino de centroizquierda francés Libération publicó
un detallado informe sobre los archivos del terror, es decir,
los archivos secretos del temido y famoso Ministerio de la Promoción
de la Virtud y la Represión del Vicio, que fue la espina dorsal
del sistema talibán de gestión política de la sociedad.
El enviado especial de este diario encontró y desmenuzó
los archivos que muestran sin ambigüedad que, en nombre de Alá,
todos los excesos estaban permitidos. Sobre la tapa de un cuaderno rígido,
una aplicada caligrafía escribió: Organo para la comandancia
del Bien y la persecución del mal. Gobierno de Kabul, registro
de las faltas y sus respectivos castigos. Bajo ese enunciado se
esconde la rigurosa aplicación por parte de la policía política
de los talibanes de las penas infligidas a los habitantes de la capital
afgana que no cumplían al pie de la letra con la interpretación
radical que los talibanes hacían del Islam.
Este panorama queda ilustrado de forma asombrosa con la lectura de ese
cuaderno. Una de sus páginas dice así: En
este día del 16 Junadada-elSemi 1422 un grupo bajo la dirección
del molá Abdel Maaten fue al tercer departamento del Ministerio
de la Seguridad situado a Bari Qad. El grupo dio una conferencia detallada
sobre la plegaria y la jihad. Dos oficiales resultaron arrestados. Uno
porque su barba era demasiado corta, el otro porque no asistió
a la última plegaria. Cada palazo, lapidación y castigo
leve infligido en nombre de Dios el misericordioso fue consignado en ese
libro de los castigos contra aquellos ciudadanos cuyas actitudes
no estaban en conformidad con los preceptos islámicos.
El relato es por demás alucinante ya que revela la terca locura
de un poder que inventó una policía religiosa con el único
objetivo de reprimir en nombre de un Islam inquisidor y paternalista.
Con el mandato de exigir la obediencia exclusiva de la población,
patrullas religiosas armadas con shalog, largos látigos de cuero,
recorrían Kabul en busca de pecadores. El enviado especial de Libération
cuenta que esa policía religiosa parecía tener una especial
predilección por las barbas demasiado cortas y los cabellos
muy largos. Según narra un joven de 20 años, Oumayaun,
la punta de la barba debía ser más larga que un puño
cerrado colocado sobre la pera mientras que los cabellos no tenía
que sobrepasar la primera falange de un dedo.
Los talibanes no admitían concesiones a sus normas. Una barba afeitada
con demasiado esmero costaba 15 días de arresto en una célula
colectiva de la cárcel de Demarzang. El testigo citado por
el rotativo francés afirma que un imán enviado especialmente
por las autoridades se encargaba de inculcar a los detenidos la lectura
rigurosa del Corán tal como lo deseaba el líder del régimen,
el molá Omar. Oumayaun asegura que al final de nuestra pena
los detenidos tenían que pasar un examen sobre la ley islámica.
Si sabíamos la lección salíamos libres; en cambio,
si fracasábamos, nos dejaban arrestados durante un segundo período
idéntico al primero.
Lejos de limitarse a la formación y concientización de los
adultos, el control ejercido por los agentes religiosos del molá
Omar abarcaba todos los niveles de la vida. Otro de los testigos
citados por Libération recalca que cuando nació su hijo
y lo fue a declarar a la Municipalidad, los talibanes exigieron
que en la foto de identidad le pusiera el bonete. En caso de que no lo
hiciera se negaban a inscribirlo en los registros. El celo que los
talibanes ponían en la aplicación de la sharia (la ley islámica)
era tal que los niños estaban obligados a ponerse el turbante apenas
ingresaban en el colegio. Si por alguna razón no lo hacían
quedabaninmediatamente excluidos de la institución. En un contexto
distinto, un documento descubierto en el cuartel general de la policía
de Kabul muestra el organigrama y la existencia de una estructura
encargada del control ideológico del ejército y las fuerzas
de seguridad. Dirigido por el molá Abdel Hay, una suerte
de consejo compuesto por 40 religiosos cumplía el papel de comisario
político al tiempo que 110 imanes enviados a los distintos cuarteles
militares del país supervisaban el cumplimiento de la sharia en
el seno de las Fuerzas Armadas.
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