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HABLA YITZHAK NAVON, EX PRESIDENTE LABORISTA DE ISRAEL
“Con la violencia, Arafat no ganará”

Con el arribo de una delegación norteamericana
de mediación se reanudará mañana el esfuerzo por reactivar las negociaciones de paz en una retaguardia caliente de la guerra de Afganistán. Aquí las posiciones de la izquierda y el laborismo israelíes y de los palestinos.

Presidente israelí entre 1978 y 1983, el laborista Yitzhak Navon comenzó su vida política como miembro de los primeros gobiernos del Estado de Israel, incluido el de David Ben Gurión y fue miembro de la Knesset. Durante su presidencia estimuló la convivencia pacífica entre árabes e israelíes. De paso por Buenos Aires, Navón se refirió al gobierno de Ariel Sharon y al conflicto con los palestinos.
–¿De qué manera cree que la cacería de Osama bin Laden va a modificar la relación entre los palestinos e israelíes?
–No creo que afecte en el largo plazo. Lo que ocurre es que los norteamericanos piensan que pueden tener a Arafat y a los palestinos como parte del campo antiterrorista, y esto resulta cómico porque precisamente es eso lo que están haciendo. Lo que realmente va a afectar es la decisión que tomen los líderes de las partes.
–¿Qué opina del manejo de Arafat del conflicto israelo-palestino?
–No me parece que él comprenda el papel histórico que puede jugar para su pueblo. Arafat está enamorado del rol de líder, de manejarse con extremos que llevan a la violencia; ése es el papel de heroísmo que a él le gusta. Yo no puedo entenderlo. Pero para evaluar el rol de un líder, cualquier líder del mundo, no hay que tomar en cuenta sus declaraciones a las agencias extranjeras sino lo que dice a su pueblo, en su idioma, durante cierto período de tiempo.
–Usted dice que Arafat no es sincero.
–Lo vi la semana pasada por televisión, hablando en árabe –yo entiendo árabe–, y lo que hacía era incitar: “Vamos a luchar”, decía. Al mismo tiempo que se dirige a los grupos extremistas con una retórica bélica, habla de negociaciones con Israel. Arafat piensa que los norteamericanos y los europeos quieren hablar de paz, entonces les habla de paz. Pero no hay pruebas de que él quiera poner fin a la violencia y al terrorismo. Si realmente quisiera, podría hacerlo concentrando esfuerzos. Y no sería fácil porque hace un más de un año él empezó esta intifada y les abrió la puerta a los extremistas para que accionaran. Ahora le va a resultar difícil pararlos.
–Tras su rechazo a las propuestas de Camp David, ¿cree que se puede llegar a un acuerdo con Arafat en la nueva etapa de negociaciones que se abriría con la intermediación del gobierno de Bush?
–Si él decide de una manera estratégica que lo mejor para su pueblo es llegar al entendimiento y hacer la paz, se puede llegar a un acuerdo a pesar de que él tenga que pagar cierto precio.
–¿Cuál es ese precio?
–Manifestaciones, peleas, choques físicos con los grupos extremistas. En cada país hay manifestaciones. Pero primero tiene que decidirse y llevar adelante el acuerdo a pesar de las dificultades. Empezó haciéndolo en Oslo (1993). Debe convencerse de que con violencia no van a ganar nada, nada.
–¿Qué opina del pedido de Arafat de observadores internacionales?
–Arafat piensa que puede usarlos para hacerse pasar por víctima, que Israel es el agresor y ellos pobres y refugiados. Y hay pobres y hay refugiados, pero el problema es que él los usa cínicamente para sus fines. Ya hay observadores, en Hebrón y en algunas otras partes. Ellos no impidieron que hubiera violencia. El quiere que haya más elementos de conflicto, que vengan fuerzas extranjeras. Los observadores sirven cuando hay acuerdos de las partes. Si no hay acuerdo, ninguna fuerza internacional podrá imponer ninguna solución. No es ni Bosnia ni Afganistán. Pero Arafat sigue sin entender que se trata de dos pueblos que tienen que convivir y llegar a un entendimiento.
–¿Como evalúa el desempeño de Shimon Peres? De hecho sus palabras en la ONU en favor de un Estado palestino trajeron controversias en el interior de la coalición gobernante.
–Este gobierno israelí es conflictivo porque está compuesto de elementos opuestos, unidos por una situación de violencia y de terrorismo. Yo pertenezco al mismo partido, no estoy en carrera política pero estoy deacuerdo con eso e inclusive Sharon habló de la posibilidad de un Estado palestino. Tampoco se puede tomar una decisión unilateral. Hay que definir cuál es la frontera, cuál es el territorio y cuáles son las garantías de que este Estado no podrá hacer algún acuerdo militar con Irak, de que haya tropas iraquíes cerca nuestro, de Jerusalén. Hay una serie de cuestiones. En principio me parece bien que se logre un Estado palestino. En 1947 la ONU decidió declarar dos estados: uno judío y uno árabe, y ellos lo rechazaron.
–¿Cuál es la postura de los integrantes de la coalición que pidieron la renuncia de Peres tras su apoyo a un Estado palestino en su discurso de la ONU?
–Los grupos que se oponen –inclusive dentro del partido de Sharon– lo hacen por temor a que este Estado sirva como base a fuerzas que son tan enemigas de Israel como Irak o Sudán o Siria. Temor a que traigan fuerzas extranjeras y no vamos a poder decirles que no porque se va a tratar de un Estado independiente.
–Sin embargo parece cada vez más grande la brecha entre los miembros de la coalición. Cuando Peres señaló la inviabilidad de algunas colonias judías en territorios palestinos también hubo críticas de los sectores de derecha. ¿No cree que la coalición gobernante pueda desintegrarse en el corto plazo?
–Cuando llegue el momento en que no haya terrorismo, no haya violencia, con el cese de fuego y las negociaciones de paz, imagino que entonces la composición del gobierno va a cambiar. No van a estar todos en el mismo gobierno, ahora es así por la necesidad de luchar contra la intifada. Pero no creo ni que Peres se vaya de la coalición ni que el laborismo se vaya.
–Usted dijo hace poco que desde hace dos décadas el laborismo se vació ideológicamente. ¿Considera que debería haber una refundación?
–Sí, pero sólo una vez que nos sentemos en la mesa de conversaciones podremos decidir cuál será nuestra política. La base ideológica del Partido Laborista eran los kibutzim, las cooperativas, los asentamientos. No era solamente crear aldeas agrícolas, era una idea de justicia e igualdad verdadera. Una sociedad basada en que cada uno da según sus posibilidades y recibe según sus necesidades. Eso se debilitó mucho. Luego vinieron la crisis económica y las terribles deudas de los kibutzim y eso causó atraso. Pero cuando el partido perdió el dominio sobre la Histadrut, la central sindical, ésta asumió parte del papel que tenía el partido. Se ha hecho profesional, una lucha por los intereses de los obreros, de los sindicatos, más organizados.
–¿Puede decirse que el laborismo de hoy representa a la clase media ashkenasi, mientras el Likud tiene más aceptación entre las clases bajas sefaradíes?
–Ahora ya no. Hoy los dos partidos están acercándose al centro; como todo movimiento que quiere tener más votos, no puede limitarse sólo a la base. Por eso tanto la izquierda como la derecha van teniendo una postura centrípeta.
–Usted era presidente cuando ocurrieron las masacres de Shabra y Shatila en 1982 en el Líbano. ¿Le sorprendió la decisión de la Justicia de ese país de llamar a declarar a Sharon –que entonces era ministro de Defensa– acusado de crímenes de lesa humanidad?
–No sé, me extraña que Bélgica haya tomado esta medida, de una manera tan irresponsable. Yo no pertenezco al partido de Sharon, y cuando yo era presidente, pedí la conformación de una comisión investigadora independiente por esas matanzas. Se demostró que él no fue culpable, que cuando el ejército estuvo ahí no estuvo involucrado en el hecho mismo.

Entrevista: Giselle Cohen.

 

Claves

Dos altos enviados de Washington parten hoy rumbo a Medio Oriente para tratar de lograr el cese de fuego y la reanudación del diálogo entre palestinos e israelíes.
Fuentes del Departamento de Estado norteamericano manifestaron ayer su rechazo a la política de asesinatos selectivos, en reacción al último, del que cayó víctima el líder fundamentalista Mahmud Abu Hanoud, de Hamas. “Nos oponemos a los asesinatos dirigidos y hemos ofrecido nuestro punto de vista claramente a los israelíes.”
Alrededor de 60 líderes y miembros de grupos terroristas han sido eliminados por el ejército israelí.

 

HABLA AFIF SAFIEH, EMBAJADOR PALESTINO EN GRAN BRETAÑA
“Powell es positivo; Rumsfeld, anacrónico”

Por Marcelo Justo
Desde Londres

El secretario de Estado norteamericano Colin Powell delineó en un discurso clave esta semana su “visión” de un Medio Oriente con dos Estados –israelí y palestino– conviviendo en paz. Página/12 dialogó con el representante de la delegación palestina en Gran Bretaña, Afif Safieh, para evaluar la política estadounidense y las posibilidades de un relanzamiento del proceso de paz.
–¿Qué opina del discurso de Colin Powell?
–Fue más de lo que se esperaba y menos de lo deseable. Durante semanas el lobby proisrealí presionó en Washington y consiguió que, unos tres días antes, 89 senadores escribieran una carta al presidente Bush para que no hubiera una revisión de la política estadounidense. A pesar de todo esto, Powell pronunció un discurso que los palestinos consideramos positivo. Es la primera vez que un secretario de Estado norteamericano se pronuncia claramente sobre la necesidad de terminar con la ocupación israelí. Powell manifestó también su solidaridad con las generaciones de palestinos que han crecido padeciendo todo tipo de humillaciones a manos del gobierno israelí. Y dijo que también esto tiene que acabar.
–¿Cree que es un cambio de la política proisraelí de Estados Unidos o un simple reacomodamiento?
–Hay dos escuelas de pensamiento en Estados Unidos. La primera quiere que el gobierno se alinee continuamente con Israel, pase lo que pase. La segunda piensa que el apetito territorial y la intransigencia israelíes se están convirtiendo en obstáculos estratégicos en el Medio Oriente y que la razón de la impopularidad estadounidense en el mundo islámico es esta percepción de un alienamiento instintivo estadounidense con Israel.
–¿Cree que estas dos escuelas se encarnan respectivamente en el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y en Colin Powell?
–Rumsfeld todavía vive en 1991. Su objetivo es acabar con lo que llama “tareas inconclusas”. Es decir, terminar con el gobierno de Saddam Hussein y expandir más allá de Afganistán el área de operaciones militares, atacando a otros países árabes. Colin Powell cree que los asuntos inconclusos son los que se iniciaron con la Conferencia de Madrid también en 1991, que fueron consecuencia de la presión estadounidense del gobierno de Bush padre. De modo que las prioridades son diferentes. Es claro que Europa está intentando apoyar el ala encabezada por Powell.
–Usted dijo que el discurso de Powell era “menos que lo deseable”. ¿Por qué?
–Powell no planteó una agenda concreta, con pasos específicos, de rápida implementación. Nuestro temor es que Israel boicotee la actual iniciativa demorando y obstaculizando el progreso de las conversaciones. La carta de los senadores es un claro mensaje al Ejecutivo sobre el poder del lobby israelí, que maneja muy bien los tiempos de la agenda política doméstica estadounidense. Creo que la escuela de pensamiento de Powell es consciente de que no se va a avanzar en el proceso de paz si no se presiona a Israel.
–Sin embargo, el discurso de Powell fue criticado por grupos palestinos, entre otras cosas porque no menciona la resolución 194 de la ONU.
–Esta resolución, de 1949, establece dos condiciones para admitir a Israel en las Naciones Unidas. La primera es que Israel retorne a las fronteras establecidas por la ONU para la partición y la segunda, que los refugiados palestinos puedan regresar a sus hogares. Ahora bien, el discurso de Powell fue el de un diplomático. Dijo que el tema de los refugiados debía ser resuelto de manera “justa” y “realista”. El primer adjetivo es para los palestinos. El segundo es para tranquilizar a los israelíes. Pero dejó claro que la cuestión de los refugiados debe ser resuelta.
–¿Qué espera de la misión estadounidense que comienza una visita oficial este domingo?
–Creemos que el nombramiento de William Burns, un diplomático muy experimentado, y, en especial, del general retirado Anthony Zinni, son señales positivas de la decisión estadounidense de comprometerse con el proceso de paz. Zinni es un general de gran calibre, comandante de las fuerzas en el Medio Oriente, que se va a dedicar exclusivamente a la relación palestino-israelí, y a quien Ariel Sharon no podrá intimidar como viene haciendo con la mayoría de sus visitantes.

 


 

“Ni Arafat ni Dios podrán controlar la violencia”

Por Guillermo Lipis
Desde Tel Aviv

Latif Dori parece un ser optimista por naturaleza. A pesar de ello, este judío iraquí, integrante de la mesa política de Meretz y con una vasta experiencia en el diálogo entre israelíes y palestinos, avizora un futuro sombrío. Desde la izquierda israelí integra el Comité por el Diálogo Palestino-Israelí y el Comité de Amistad Cuba-Israel. Por estas posiciones se reunió con personalidades como Yasser Arafat y Fidel Castro. Desencantado por lo que está aconteciendo en el mundo, afirma que “ni Arafat, ni Sharon ni Dios podrán controlar la violencia en los territorios”.
–En este momento complejo de Medio Oriente, ¿se mantienen los contactos con los palestinos desde la izquierda?
–Justamente en los momentos más difíciles se comprueba que el contacto no es sólo coyuntural. Meretz es un partido socialdemócrata y encabeza el sector pacifista, así que es natural que sea el partido que mantiene más contacto con los palestinos.
–¿Los palestinos comprenden esta coyuntura?
–Sí, perfectamente, y en estos momentos somos la única vía de contacto que tienen con los israelíes porque el laborismo se integró al gabinete de Sharon. Yossi Sarid y yo nos hemos encontrado varias veces con Arafat.
–¿Qué fuerza considera que el movimiento Meretz puede ejercer para impulsar la pacificación?
–Tiene una influencia doble. En primer lugar en la calle israelí: en estos momentos, Meretz encabeza el sector pacifista y la mayor parte de los dirigentes del movimiento pacifista Paz Ahora surgen de las filas de Meretz. En segundo lugar, a nivel palestino están haciendo todo lo posible para reconstruir la confianza mutua y para que los palestinos mantengan contacto no sólo con Meretz sino con otros sectores de la sociedad israelí. Lo que siempre tenemos presente es que ellos son el pueblo ocupado y nosotros los ocupantes, porque la opinión pública en Israel, especialmente la derecha, equipara al ocupante y al ocupado.
–¿Arafat controla la violencia en los territorios?
–Para eso no hay una respuesta correcta o incorrecta. Hay una realidad y la realidad es que ni Arafat, ni Sharon, ni Dios pueden controlar totalmente la violencia en los territorios. Lo que se puede hacer es tratar de reducir el nivel de violencia. Lo que continuamente repite Sharon como un loro, acerca de la exigencia del completo cese de violencia antes de reanudar negociaciones, es una mera declaración formal. En estos momentos todo el mundo entiende que eso es algo imposible, incluido Bush, por eso proponemos mantener tratativas aún bajo fuego.
–¿Sigue siendo Arafat, en el plano de la estrategia política palestina, el único líder viable para poder negociar avalado por el pueblo palestino?
–El único líder palestino que puede convencer a su pueblo de que acepte un acuerdo de paz con Israel es Arafat. Es el único por su personalidad porque la inmensa mayoría de la opinión pública palestina lo apoya. En los informes de los servicios de inteligencia de Israel, antes, decían que estaba debilitado y enfermo, que ya no controlaba la situación; en los últimos informes ya “se curó” y “se fortaleció”. En estos momentos, tanto amigos como enemigos reconocen que es el único líder viable. Por alguna razón, nos olvidamos muy rápidamente de que Arafat también impulsó Oslo, que le dio la mano a Rabin, que reconoció a Israel en Washington.
–Desde la derecha parece haber un discurso muy cuidado, muy mesurado, muy pensado como para evitar los exabruptos usuales, y usando en lugar de eso palabras como “pacificación”, “democracia”, “pluralismo” y “tolerancia”. ¿Cómo sale la izquierda a responder a esto?
–Esa impresión es la que obtiene la gente que no conoce a Sharon muy de cerca. Es cierto que hacia afuera está adoptando estrategias mucho más moderadas, pero es sólo una táctica. Su estrategia no se modificó: para él la solución al conflicto árabe-israelí está sólo en el uso de la fuerza.
–¿Piensa que en algún momento cometerá algún exabrupto?
–Ya cometió muchos en el pasado. Puede escribir dos libros con todas sus expresiones, sin mencionar el reguero de sangre que dejó detrás de él.
–¿Considera que hay algo que pueda volver a encender la ira de Sharon?
–El fuego se redujo pero no está totalmente apagado. Si no llegamos a un acuerdo de paz el incendio no se va a extinguir nunca. Sí puedo decir cuándo se va a inflamar aún más. Supongamos que el cese de fuego se logre y que se logre el enfriamiento. La tercera etapa sería el tema de los asentamientos. Cuando las dos partes se sienten a la mesa de negociaciones y Arafat le diga a Sharon que tiene que cumplir esta parte del acuerdo y congelar por completo los asentamientos, entonces Sharon le va a decir: “lo lamento mucho pero eso es algo que no puedo hacer”, que es en realidad lo que viene diciendo todo el tiempo.
–Eso significa que cualquier plan estará destinado al fracaso...
–...Y que en cinco minutos todas las negociaciones van a explotar. Hay que reconocer que Sharon no oculta esto, dice que acepta las primeras etapas del plan Mitchell pero no acepta el tema de los asentamientos.

 

�Fidel, tenés saludos de un amigo común�

Latif Dori estuvo, antes del 11 de setiembre, en Cuba, donde por tercera vez se entrevistó con el comandante Fidel Castro.
–¿Para qué viajó a Cuba?
–Me invitaron las Naciones Unidas a un congreso internacional en La Habana, sobre el conflicto de Medio Oriente. El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba era el representante de su gobierno en el congreso. Yo fui el representante de Israel y hablé sobre la situación en la región. El gobierno cubano organizó una asamblea popular enorme en solidaridad con los palestinos con la presencia de Fidel Castro y toda la cúpula. Duró tres horas, hubo discursos y números artísticos. El público, en su mayoría gente joven, agitaba banderas cubanas.
–¿Cómo es la relación a partir de este evento entre Cuba e Israel?
–Lo que hay son relaciones comerciales no oficiales. Hay expertos israelíes que asesoran en granjas agrícolas, en especial en cultivo de cítricos y están empezando a entrar inversiones israelíes a la isla. Hoy en día hay en Cuba unos 800 judíos, después de que en estos últimos años se les permitió salir para residir en Israel. Fidel Castro visitó el edificio de la comunidad judía para Jánuca del año pasado, y en una charla que tuve con el presidente de la comunidad, José Miller, me contó que reciben un presupuesto del gobierno cubano para ampliar y refaccionar la sinagoga. Después de mi tercera visita a Cuba, lo que puedo decir es que en el gobierno de Castro nunca hubo antisemitismo. Cuando Fidel me saludó, en la recepción que hiciera para los invitados del exterior, yo tenía que pensar, rápidamente, qué decirle. Sin ser un discurso le dije cuatro frases que significaran todo: 1) Que soy miembro de Meretz, que es un partido socialdemócrata judeo-árabe que encabeza el sector pacifista de Israel; 2) que también soy secretario del comité de diálogo palestino-israelí; 3) que soy activista de la sociedad de amistad Israel-Cuba, que todos los 26 de julio hacemos una manifestación contra el embargo frente a la embajada norteamericana en Israel; 4) y finalmente le dije: “Tenés saludos de un amigo común”. Castro se asombró y preguntó de quién: “De Yasser Arafat”, le contesté.

 

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