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VICENTICO ACLARA EL FUTURO DE LOS FABULOSOS CADILLACS
“No estoy aburrido, ni a palos”

El cantante desmiente rumores de separación, aunque sí anuncia que dejarán de tocar hasta abril de 2002. Mientras tanto, compone y graba canciones propias para un incierto disco solista. Y habla de Caetano Veloso, Menem y la legalización del consumo de drogas como una posibilidad real de cambio.

Por Esteban Pintos

Gabriel Fernández Capello, Vicentico desde que Los Fabulosos Cadillacs existen –y de eso hace más de quince años–, no es el entrevistado más dócil del rock argentino, justamente. Inquiere sobre las motivaciones de una pregunta, elige los monosílabos o directamente puede desviar el sentido de la conversación si es que no le gusta lo que se dice. “No sé qué es lo que se ve desde afuera, Dios santo y la Virgen...”, repite amable pero también molesto, poniendo en duda, inclusive, el sentido de una entrevista como ésta, las ganas de su público en leer algo sobre él (o ellos, su banda) y la importancia que un medio pueda dar a sus palabras. Caso concreto: hay rumores sobre la separación de los Cadillacs. La radicación temporal del bajista y compositor Flavio Cianciarullo en México, los proyectos solistas y/o grupales paralelos de los demás integrantes –incluido él mismo– confluyen en el rumor. El hombre que está al frente de la banda argentina que es una de las cabezas visibles del rock latino relativiza todo, duda un poquito y suelta las palabras.
“Estamos tocando, pero durante la semana cada uno de nosotros está en lo suyo. Lo hablamos, y de acá a marzo paramos, en abril haremos una gira y pensamos que el año que viene vamos a sacar un disco. Separarnos, no creo. No lo veo... ¿Que tiene de importante saber si los Cadillacs se separan? Ni un diario ni nadie va a saber la verdad, además. Para separarnos, tendríamos que pelearnos. Entonces, lo más probable es que la banda no se separe nunca. Lo que sí puede pasar es que paremos de tocar, como va a pasar ahora.” Esto que afirma a Página/12 sucederá, efectivamente, luego del último show del año de LFC en Buenos Aires, el viernes 7 de diciembre en Hangar, en el barrio de Liniers. Desde esa noche y hasta abril, no habrá Fabulosos Cadillacs. Será el tiempo de poner a punto sus canciones, para un futuro primer disco solista, concebido a la manera en que Flavio hizo el suyo, Flavio viejo y peludo, recientemente editado. Solo y hecho en casa. “Estoy definitivamente más cerca de hacer algo solo, por eso estoy grabando canciones. Me estoy dedicando. Me tomé el trabajo de componer para mí. De ahí a sacar un disco, hay un trecho largo.”
–Las canciones de los Cadillacs tienen un aire melancólico, a veces triste. ¿Puede diferenciarlas de las que está componiendo ahora?
–No puedo diferenciar, no creo tener la capacidad de distinguir “esto es para mí, esto para los Cadillacs”. Siempre escribí las canciones muy pensando en mí (sic). Pero es cierto que hay algo en la interpretación de los Cadillacs, en el caso del baterista se nota mucho y define la personalidad del grupo. Me parece que tiene mucho más que ver con eso, con la interpretación, que con las canciones en sí mismas. Cualquiera de las canciones que escribí para los Cadillacs podría tocarlas solo con la guitarra, aunque la melancolía no me parece un sentimiento. Sí la tristeza. Quiero decir: la tristeza me parece un buen motor, la melancolía es algo que estanca. La tristeza, tal vez, sea el sentimiento más abarcador del ser humano en toda la historia. Es el mundo. Igual, estamos hablando de alguien que no soy yo. Pero es algo inmenso. Pero no es ni siquiera la canción, tal vez la voz del tipo que la canta. Por ejemplo, Rodrigo. No tiene que ver con que sea bueno o malo, si no con lo que pasa en el momento. Rodrigo incluso está “bien visto”, pero a veces me pasa con otros tipos que están muy mal vistos. Músicos de bailanta que veo en la tele un sábado a la tarde y digo “qué groso”. Me pasa con Cristian Castro, lo juro; me había dejado pasar y ahora me volvió a pasar con el último disco. Me vuelve loco, lo escucho y digo “¿qué hace este flaco que canta re bien con la mierda que está cantando?” Un día me lo encontré en una disquería de Miami, y me hablaba de Tool, me mostraba los tatuajes. Ese tipo está loco... Un deforme total.
–¿Cree que podría hacer eso mismo: hacer otra música distinta de la que verdaderamente le gusta o siente, sea por el motivo que fuera?
–No, no puedo, pero me gustaría. Me gustaría un tiempo ser alguien que no tenga la preocupación de escribir una canción.
–¿Está aburrido de cantar algunos de los clásicos de Los Cadillacs?
–No estoy preso de los Cadillacs. No estoy aburrido ni a palos. Eso es un mito, ¿cómo voy a estar aburrido? A ver: si la tuviera que volver a grabar tal cual, tal vez me aburriría, pero de cantarla en vivo no me puedo aburrir nunca. Mucha gente dice “sí, siempre cantan las mismas canciones”. Otros piden por favor que las cante y cuando no pasa, se quejan. Están los dos bandos, no hay un bando intermedio, que para mí sería la verdad. Pero ¿a quién se le ocurre que me puedo aburrir?
–¿Las canciones envejecen mal?
–Algunas, la verdad que sí. Hay algunas que no. Las buenas, las canciones que te salieron porque sí. No somos Caetano. Ojalá... Incluso supongo que Caetano ha hecho cosas de taco, que son lindas igual porque hablan de él. “Fina estampa”, por ejemplo, pero yo lo pongo igual porque él tiene algo innato. Una vez vi una entrevista a él en la que le preguntaban por qué cantaba. Y el respondió “para encantar”. Fascinar, y después de decir eso, cantó “Mano a mano”, y pensé “¡conchudo!” Fue increíble.
–¿En todos estos años, cómo se ha llevado con su condición de personaje público, alguien a quien la gente observa porque “es” tal o cual?
–Convivo con eso desde que empezamos a tocar. Te miran, sí... Es molesto si estás malhumorado. Igual, acostumbrarse es raro. Pero como cualquier otra persona, vivo día a día. Para mí, mi vida es normal, no sé qué es lo que se ve desde afuera. No tengo por qué aclarar que soy una persona normal. Me levanto a las 7 para llevar a mi hijo al colegio, y a las 10 me pongo a trabajar, a escribir. Trabajo como trabaja cualquiera.
–Pero sabe que es observado...
–Eso me pasa desde antes que fuera conocido. Si no miraban porque ya fuera conocido, era por otra cosa. Siempre me interesó, me gustó, bueno... ahora ya no me gusta. De pendejo era alguien que hacía cosas para que la gente dijera “uy, mirá este...” No sé si por vanidad, aunque la palabra vanidad no sea la mejor, va más allá de eso. Cuando tenía 5 años dije que quería ser músico de rock. Si pasa eso es porque me interesaba.
–¿Cómo fue que a los 5 años decidió que quería ser músico de rock?
–Me acuerdo perfectamente. Ese día pinté en las paredes del lavadero de mi casa Viva Perón, vaya a saber por qué. Y pensé que quería ser músico de rock y maestro de escuela, y fui las dos cosas. Me acuerdo que pensé “¡qué quilombo cuando sea las dos cosas a la vez! Los chicos del colegio no me van a respetar...” Siempre escuché rock, desde chico, aunque mi viejo (Ariel Bufano) era muy duro, no le gustaba mucho la música.
–Creció en ese mundo de títeres, ¿Cree usted que esto lo marcó de alguna manera, en la vida, en la creación musical?
–Todavía no lo sé. En mi casa había máscaras, muñecos, cosas tétricas, calaveras, esqueletos. Me dada miedo, y a la vez... No sé por qué me acuerdo de esto: una vez fui al campo de un amigo, que tenía mucha plata y un campo gigante. Habíamos ido a quedarnos un tiempo con el padre, y un peón nos llevó a ver cómo carneaba una oveja. Subimos al jeep y el tipo empezó a perseguir a las ovejas, agarró una, la degolló con un cuchillo y la subió arriba del jeep. Yo vi toda la escena y quedé sentado, en la parte de atrás, con la oveja muriéndose de a poco. Seguí un rato largo así, y después el chabón le sacó el corazón y me lo tiró... Agarré el corazón, fue ¡mamita querida!, un miedo bárbaro. Lo tuve un rato y después lo dejé ahí. Me acordé de esto por la relación que tenía mi viejo con la muerte. Todo el tiempo tenía esqueletos, y le interesaba hablar sobre un mito chaqueño, San La Muerte. De pibe estaba tildado con eso, hasta el día de la oveja: después de eso, algo me pasó y cambié.
–¿Qué sintió esta semana, con la liberación del ex presidente Menem?
–Es mi opinión, aunque tal vez sea una estupidez lo que pienso... Pero desde que Menem cayó sopre, siempre pensé que todo estaba inventado por él. Siempre estuve seguro de eso, quizá me equivoque, pero es él me parece el jefe de todo. Es obvio que cuando saliera se iba a candidatear, con la Bolocco al lado. En mi casa, el otro día, mi suegra decía que no lo podía creer y puteaba... No sé, me parece hasta tonto enojarse porque Menem salga de la cárcel. Por qué ¿creíamos que Urso, que la Corte Suprema, podían hacer algo bueno? Igual, todo lo que se pueda agregar sobre nuestro país está de más, ya no creo que la democracia sea un buen sistema. Esto es cualquier cosa. Tal vez habría que emplear otro sistema, de kibutz, congregaciones más chicas, algo así. Sinceramente creo que el cambio pasa por un lugar que no percibimos, otra cosa, tal vez haya una puerta para pasar al otro lado que, para mí, sería la legalización de las drogas.
–¿Por qué?
–En los ‘60 estuvo cerca, pero lo que veo ahora es que el error, tal vez, haya sido que se hizo algo tan masivo. A lo mejor, si ahora ciertas personalidades del mundo, iluminadas, pudieran tocar este tema con profundidad...
–Aquí en Argentina parece algo bastante difícil de concretar...
–Tampoco me da miedo caer en cana si digo que fumo porro... ¿Te pueden meter en cana porque digas que fumás? Si te pueden meter en cana por eso, bienvenido sea el quilombo que se puede armar. Si es así, de acá hasta que me muera lo voy a estar diciendo.

 

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