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La imagen en los sistemas de información y aprendizaje
Por Juan Luis Cebrián *

Como han apuntado el profesor Sartori y otros investigadores, la situación del homo sapiens, que piensa y razona con conceptos, abstracciones, por el homo videns, que se maneja con representaciones, tendrá efectos perversos en nuestra manera de percibir la realidad y nuestra disposición a transformarla. Todo el entramado democrático, nuestras instituciones jurídicas, nuestros métodos de enseñanza y educación, se basan en la alfabetización inicial de la sociedad. Por eso, no podemos desdeñar los efectos profundos que la creciente cultura de la imagen �directamente vinculada a la sociedad de la información�, con sus elementos inherentes de espectáculo y diversión, va a producir en los comportamientos sociales del futuro.
El ejercicio de la libertad, no puede prescindir hoy de la existencia de un marco tan complejo y lleno de incógnitas como el descrito. Los valores que la democracia defiende son, o debieran, ser permanentes y resultan el fruto de una experiencia histórica nada desdeñable. Pero la implantación acelerada de las nuevas tecnologías lleva a la negación ocasional de algunos de estos valores. La intimidad, por ejemplo, sin cuyo respeto es imposible un ejercicio democrático, es cada vez más vulnerada por las jóvenes generaciones, obnubiladas por el embeleco de los derechos colectivos como algo contradictorio o superior a las libertades individuales. La noción de la Historia como acumulación de progreso está en entredicho y algunos círculos intelectuales, y muchos otros de poder, aplauden su defunción con satisfacción indisimulada. La sociedad mediática, con su apabullante invasión de todas las manifestaciones de la actividad del hombre sobre la tierra, ha de esforzarse por encontrar caminos que le permitan mantener un mundo de valores permanentes y, al tiempo, desenvolverse en medio de la paradoja que le acecha.
La sociedad de la información encierra en sí misma aquellas características que definen las circunstancias actuales: complejidad, interdependencia, imprevisión. Quizá ningún otro lema pueda resumir de forma tan directa la evidencia de un mundo cuya faceta es, hoy en día, la interconexión de los actos de cada individuo, de cada grupo, de cada institución, con el destino de los demás.. Tenemos que interrogarnos, sin embargo, durante cuánto tiempo puede crecer este universo nuestro sin que los recursos naturales se vean agotados. Y durante cuánto tiempo permitiremos, igualmente, que el desarrollo sostenible de los pueblos, y la convivencia pacífica, se vean amenazados por las enormes desigualdades que afectan a la Humanidad. Las tecnologías digitales, y su distribución a través de las infopistas, constituyen un reto añadido a esta situación; un desafío del que podemos extraer lecciones y premoniciones.
La sociedad digital implica una revolución del pensamiento, un cambio de punto de vista, desde luego, pero no sólo eso sino una nueva weltanschaung, una concepción del mundo novedosa y diferente a cuantas habíamos conocido. Si los maestros, los profesores, los empresarios, los líderes sociales no aprenden esto, no lo incorporan a su comportamiento y lo interiorizan �como ahora se dice�, las posibilidades de expansión de las nuevas tecnologías se verán limitadas, crecerá el riesgo de los desequilibrios regionales y aumentará el bagaje mundial de las injusticias. Pero si son capaces de atender a los signos que nos llegan de la naciente civilización descubrirán en ella instrumentos incalculablemente valiosos para fomentar la comprensión y el entendimiento mutuos, el desarrollo intelectual y el progreso científico, única forma de liberar a los pueblos de la opresión, la miseria y la ignorancia.
El autor es miembro de la Real Academia Española y del Club Roma. Periodista y novelista, fue director del diario español El País desde su fundación en el año 1976 hasta 1988.

 

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