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GUERRA

Cómo es la capitulación talibana,
vista desde las líneas del frente


Tropas de la Alianza del Norte van en misión de reconocimiento a la línea del frente.
El lugar es una altura montañosa, a cuyos pies tendrían lugar las rendiciones talibanas de hoy.

 
Mujeres afganas junto a tropas de la Alianza del Norte.
Que les indicarán cómo y cuándo dirigirse con rumbo a Kunduz.

Por Luke Harding *
Desde Erganak, Afganistán, con las 
fuerzas especiales norteamericanas

El jeep avanzaba a tientas atravesando el desierto y lanzando al aire una densa humareda. Desde la cima de un cerro sobre el camino, un oficial de las fuerzas especiales norteamericanas miraba por los binoculares. �Uno de los vehículos está abandonando el sendero. Hay unos talibanes por allí�, dijo. �¿Se están moviendo?, preguntó otro soldado, sentado al lado de una gran antena de televisión. �Están tratando de contactarse con sus líderes por la radio�, respondió el otro.
El equipo de las fuerzas especiales norteamericanas escaló las montañas que rodean Erganak ayer por la mañana, con camionetas preparadas para zonas desérticas. Acompañaban a los 3000 efectivos de la Alianza del Norte que avanzaban con camiones blindados de transporte de tropas, coronados con banderas verdes, rojas y negras, pickups y viejos camiones con baterías antiaéreas. La ciudad sitiada de Kunduz está justo delante de este frente occidental, escondida en la niebla. Sobre una de las colinas que sirven como su cuartel general, el general uzbeko Rashid Dostum explica qué estaba pasando. Su camioneta dorada LandCruiser había sido escondida en un emplazamiento de tanques. �Hemos decidido completar la rendición de los talibanes mañana (por hoy). Primero tienen que entregar las armas. Deben llevarlas a Mazar-i-Sharif. Nuestras fuerzas especiales llegaron hasta el frente de combate y se contactan con ellos por walkie talkie�, confió.
Al menos ese era el plan. Desde hace dos semanas, lo que quedó de las milicias talibanas en el norte del país está atrapado en Kunduz, ahora a 19 kilómetros del elevado frente de combate instalado por la Alianza del Norte. Los B-52 atravesando el cielo azul otra vez persiguiendo implacablemente a los talibanes. A medida que nos acercamos al frente de batalla, se ven los restos incinerados de las baterías antiaéreas talibanas hundidos en hondonadas de arena. El éxodo de cinco horas de los talibanes cuando abandonaron Mazar-i-Sharif a través de los restos de una caravana cubierta de barro había terminado para algunos en un infierno de muerte. Los 14000 talibanes que están en Kunduz ahora quieren irse. Acordaron los términos de su rendición. La alternativa era la extinción caída desde el cielo. Pero el proceso de desarme se recubrió de incertidumbre y miedo luego de los sucesos de este fin de semana.
Anteayer, unos 400 integrantes de la �legión extranjera� que luchaban con los talibanes llegaron en la oscuridad a las afueras de Mazar-iSharif, aparentemente para rendirse. Los mujaidines de la Alianza del Norte les sacaron sus Kalashnikovs y sus lanzacohetes y los llevaron en camiones al señorial castillo de barro que ocupa Dostum en las afueras de la ciudad. Dentro del castillo, un combatiente chechenio sacó una granada de su pantalón y la hizo estallar, matándose, pero matando además al jefe de policía de Dostum, Nader Ali, y a otros dos prisioneros. Ayer, la �legión extranjera� doblegó a sus guardias, iniciando una violenta rebelión que terminó en una masacre.
Los talibanes quizás desaparezcan en la historia, en la medida en que Afganistán vaya a tientas hacia un futuro sin fundamentalismo. Pero los combatientes de este fervoroso movimiento no están dispuestos a desaparecer mansa o tranquilamente. Su rendición es lenta, rencorosa y llena de peligro. �Son el demonio. Están bien preparados para morir�, dice un ranger norteamericano mientras nos sentamos en la colina, vigilando que no haya movimiento en el desierto. (Más tarde, en la oscuridad, tocó a la ventana de nuestro jeep. �¿Quién está ahí?, dije. �Soy yo�, respondió. �Lo hice para ver si está atento. Hay talibanes por todos lados�).
El primer vehículo talibán comenzó a avanzar desde Kunduz ayer a comienzos de la tarde, acercándose a nosotros por la planicie polvorienta. Pero después se detuvieron. Los combatientes de la Alianza del Norte,agazapados en sus trincheras, parecían nerviosos, desconcertados. Un soldado se envolvió en una colcha color malva; otro se puso a jugar con su ametralladora. Los mujaidines no querían arriesgarse. Se dispersaron por tres picos de cerros desde los cuales se puede ver la ruta principal de Kunduz.
Las montañas de alrededor de Kunduz están llenas de restos de bombas de fragmentación: tubos amarillos con paracaídas blancos y delicados. Las cajas de comida norteamericana están a la vera del camino. El envoltorio plástico dice �Ración Humanitaria de Comida. Este es un regalo del pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica�. No está claro qué hicieron los mujaidines con el arroz, pero de todos modos lo comieron. A medida que desaparecía el polvo quedaba claro que la capitulación talibana había sido postergada. Siete jeeps talibanes siguieron hasta el frente de combate, y se detuvieron de nuevo. �Le dijimos que no avanzaran en la oscuridad. Si se mueven les dispararemos�, dijo Nadeer Arab, guardaespaldas del comandante tajiko Ustad Atta Mohammad.
Miles de tropas talibanas salieron en masa hacia la aldea de Chahar Darreh, 11 kilómetros fuera de Kunduz. En el frente oriental, efectivos de la Alianza del Norte avanzaban en el vacío, ingresando a los suburbios de la ciudad. Pero Kunduz aún no ha sido liberada. Miles de talibanes todavía están allí, furiosos y fuertemente armados. A las cinco de la tarde, cuando las montañas comienzan a helarse y la luna aparece entre las dunas, las tropas de la Alianza del Norte se preparaban para romper al ayuno diario del Ramadán y comenzar a comer. Algunos combatientes apilaron pedazos de pan sobre sus Kalashnikovs; otros se reunieron en torno a un gran cacerola de metal hundida en la tierra. �Estamos cocinando oveja -explica el comandante de la colina, Mohammad Ullah�. Compramos la oveja a unos nómades. Hemos estado peleando por cinco años�. Le pregunté cómo se las arreglaban con el frío. �Somos duros, somos afganos�, respondió. �Quizás los combates se terminen pronto�, agregó.
El general Dostum salió hacia el frente oriental de Kunduz al amanecer, dejando su campamento provisional en una aldea ruinosa próxima a la ciudad de Tashkurga. Luego, su ejército inició su marcha napoleónica a través del desierto, entre nubes de polvo y de humo de combustible diésel. Continuamos así durante una hora, con la compañía de algunos tanques y varios camiones de combustible que no podrían escalar una montaña demasiado escarpada. Por kilómetros y kilómetros, no había nada, excepto un buitre ocasional y una inesperada colonia de marmotas del desierto que parecían arbustos, y que volvieron a sus madrigueras en el costado del camino.
Para hoy, la milicia talibana hará la misma travesía en sentido inverso, hacia Mazar-i-Sharif. Salvo que, por supuesto, decida lanzar la resistencia final.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: P. R.

 

 

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