Estados Unidos no escapa a las máximas de la ley de gravedad. Ayer la Oficina Nacional de Investigación Económica norteamericana (NBER) confirmó que la economía estadounidense, luego de una década ininterrumpida de crecimiento, se encuentra en recesión; una tendencia que se agravó en forma determinante tras los atentados de 11 de setiembre. George W. Bush prometió una pronta reactivación y arengó al Senado �donde conservadores y republicanos debaten fórmulas distintas de cómo repartir el dinero� a aprobar un paquete-estímulo lo antes posible. A su vez, el secretario del Tesoro, Paul O�Neill, interpuso una discusión técnica: dijo que el criterio tradicional de recesión todavía no es aplicable y que, en todo caso, la economía norteamericana �está lista para la recuperación�.
Los dictámenes del NBER, el organismo privado que hace las mediciones oficiales sobre los ciclos de expansión y recesión de Estados Unidos, fueron precisos: Estados Unidos atraviesa la décima recesión después de la Segunda Guerra Mundial y el fenómeno aparece luego de haber concluido el más largo período de crecimiento del país desde 1945. �La determinación de una fecha pico en marzo es una determinación de que la expansión que comenzó en marzo de 1991 finalizó en marzo de 2001 y comenzó una recesión. La expansión duró exactamente 10 años, la más larga de la cronología de la NBER�. Y admitieron que �sin los ataques terroristas es posible que la contracción del crecimiento hubiera sido demasiado débil para calificarla de recesión. Los atentados claramente profundizaron la contracción y pueden haber sido importantes para transformar el episodio en una recesión�. Bush no desmintió el diagnóstico: �Obviamente soy consciente que nuestra economía está débil y haremos todo lo que podamos para promover una recuperación�. Y no se mostró sorprendido: �Sabía que la economía no andaba bien justo después de asumir el gobierno en enero�.
Entretanto, en el Senado �al que Bush pidió la rápida aprobación de un paquete que contempla rebajas de los tipos de interés, el recorte de impuestos y bajas en los precios de la energía�, los republicanos y demócratas discuten de qué manera lograr el crecimiento. La mayoría demócrata propuso un paquete de estímulo de 73.000 millones de dólares que se focalizaría en el aumento de los gastos públicos y de la ayuda a los desempleados. La otra tendencia la marca la Cámara de Representantes, dominada por los republicanos, que promueve algo similar a un proyecto que aprobó el mes pasado: destinar 100.000 millones de dólares al crecimiento, fundamentalmente, a través de reducciones de impuestos.
Sin embargo, O�Neill salió al cruce de la noticia. Se amparó en la definición técnica según la cual la recesión se define como dos trimestres consecutivos de contracción del Producto Bruto Interno (PBI), pero el NBER la califica como �una caída significativa de la actividad extendida en la economía, de unos pocos meses, visible en la producción industrial, el empleo, el ingreso real y el comercio�.
O�Neill argumentó que, en sentido estricto, aún no se han cumplido dos trimestres seguidos de contracción y que si bien en el tercer trimestre hubo una desaceleración de la economía, la Casa Blanca todavía tiene esperanzas que termine con un resultado positivo, aún cuando la mayoría de los economistas lo dudan. �Me parece que si uno lee las estadística del 10 de setiembre verá que ya estábamos en un proceso de recuperación�, dijo el secretario del Tesoro, quien también pronosticó que habrá una recuperación económica �a comienzos del año próximo y se seguirá creciendo durante el resto del año�. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) calificó la situación de Estados Unidos como una �recesión suave� y se sumó a los buenos augurios: prevé una recuperación para mediados del próximo año.
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