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OPINION
Esperar a Estados Unidos
Por Andrés Ortega *

La crisis económica �que no es financiera� venía de antes. El 11 de setiembre la agravó considerablemente, aunque si el ataque hubiese venido antes, estiman algunos economistas, probablemente hubiera causado más destrozos, porque hubiera embestido contra Estados Unidos antes de la purga de muchas de sus empresas de la nueva economía. Pero la cuestión es: ¿quién hace política económica ahora? Sólo Bush en Estados Unidos con un estímulo fiscal en torno a los 70.000 millones de dólares. Las cuentas públicas se lo permiten. Y los demás esperan la recuperación de Estados Unidos. La pérdida de autonomía económica respecto a la hiperpotencia de Europa o de países como México (85 por ciento de cuyo comercio exterior es con Estados Unidos) es notoria, y se suma a la militar. Es una dependencia ya estructural, de la que casi sólo parece escapar China (aunque su crecimiento económico ha caído del 7,5 por ciento a un 5,5 por ciento).
Como señaló Carlos Solchaga en el Foro México-Unión Europea, �Europa no hará nada por profundizar la recesión, pero tampoco cabe esperar que haga nada para la recuperación�. A las puertas del euro, el 11 de setiembre ha puesto de relieve que falta una política económica europea. No basta la coordinación entre gobiernos, que ni siquiera se da. Europa desarrolla grandes planes a diez años para convertirse en el área más competitiva del mundo, pero a corto plazo hace poco o nada. Europa no es una locomotora sustitutiva de Estados Unidos para tirar de la economía mundial. 
El 11 de setiembre y la consiguiente guerra de Afganistán están teniendo efectos devastadores sobre el coste de los seguros �que se habían calculado como máximo para el choque de dos Boeing 747 muriendo los pasajeros, pero que no estaban preparados para tamaños daños producidos por el hombre� o de los fletes que, por aumento de las inspecciones y otras causas, han visto aumentar sus costos hasta un 30 por ciento. A nivel global, sin embargo, probablemente el 11 de septiembre facilitó el acuerdo en Doha (Qatar) para lanzar la �ronda del desarrollo� en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC), cuando el comercio mundial, en términos reales, ha pasado de crecer un 12 por ciento en 2000 a prácticamente cero. La ronda no bastará para impulsar un desarrollo que suprima esa pobreza, que es caldo de cultivo y refugio para criminales, como es el caso de Afganistán.
A esperar, pues, a Estados Unidos. La captura de Bin Laden tendría un efecto positivo sobre la economía. Por el contrario, la prolongación de la guerra en Afganistán aumentaría la incertidumbre. Pero, al final, la palabra la tiene el consumidor estadounidense. Con tipos de interés negativos �por debajo de la inflación, gracias a la labor de la Reserva Federal�, ¿seguirá consumiendo? De hecho, los estadounidenses aumentaron la compra de coches. Pero, si persiste la incertidumbre, si no se atisba esa recuperación que algunos ven en el horizonte de mediados de 2002, ¿seguirá consumiendo el ciudadano estadounidense? ¿Y si, pese a los tipos de interés negativos, el 11 de septiembre y sus consecuencias psicológicas llevaran a convertir al consumidor estadounidense en un ahorrador? Si se vuelve japonés, los demás estaremos perdidos. Salvo los chinos.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.


 

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