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UN CALIDO HOMENAJE ITALIANO A VITTORIO DE SICA
El maestro del neorrealismo

Michelangelo Antonioni, Bernardo Bertolucci, Gillo Pontecorvo, Dino
Risi, Francesco Rosi, Ettore Scola, entre muchos otros, participaron
ayer de un tributo al director, en el centenario de su nacimiento.


Ladrón de Bicicletas, un clásico.
Ayer, lo recordaron con lágrimas.


Vittorio De Sica, una de las figuras clave de la época de oro.
En su homenaje se reunieron las últimas leyendas vivas del cine italiano. 

La flor y nata del cine italiano, desde Michelangelo Antonioni a Bernardo Bertolucci, desde Alberto Sordi a Sofia Loren, homenajeó ayer al inolvidable realizador y actor Vittorio De Sica en el año del centenario de su nacimiento. El palacio presidencial del Quirinal, en Roma, fue escenario ayer de la solemne ceremonia de entrega de los premios que llevan el nombre del director de Milagro en Milán y Ladrón de bicicletas, que fueron a parar a las últimas leyendas vivas de la cinematografía italiana. En la más alta de las siete famosas colinas de Roma, estaban todos los directores que sobreviven de la llamada época de oro del cine italiano: Michelangelo Antonioni, Bernardo Bertolucci, Gillo Pontecorvo, Mario Monicelli, Dino Risi, Francesco Rosi, Ettore Scola, Franco Zeffirelli y los hermanos Paolo y Vittorio Taviani. Tampoco faltaron en la ceremonia figuras claves del último medio siglo del cine italiano, entre ellos Nino Manfredi, Alberto Sordi, Sofia Loren y Alida Valli. La evocación de los fallecidos Federico Fellini, Vittorio Gasmann y Marcelo Mastroianni fue parte central de la ceremonia, que tuvo momentos de alta emotividad, que originaron lágrimas en los homenajeados y la multitud que llenaba el palacio presidencial.
Con la bendición del octogenario presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, el gran salón de fiestas del Quirinal resplandeció como pocas veces con esta reunión de veteranos del séptimo arte en torno de la viuda de De Sica, María Mercader. Por un momento, como comentó Bernardo Bertolucci, la reunión parecía la de un club de viejos amigos donde nunca hubieran existido rencores y rivalidades. Hasta Zeffirelli, conocido en Italia por sus malignos comentarios sobre colegas que en general lo desprecian, habló bien de los presentes y reconoció que �hicieron buenas películas�. Entre besos, abrazos y bromas la ceremonia transcurrió en un ambiente distendido, en el que volvió a brillar la belleza de la sexagenaria Sofia Loren, que desfiló con un vestido negro de Armani de amplio escote. 
El recuerdo de De Sica se convirtió en añorado canto de las esencias del cine italiano en las palabras de Ciampi, que lo mencionó �como el ejemplo más luminoso� de la extraordinaria etapa de la posguerra. �Quiero expresar en nombre de mi generación �dijo Ciampi� un sentimiento de reconocimiento a aquel cine que supo salir de la tragedia de la guerra con una carga de renovación épica y social�. Desfilaron entonces por la memoria de todos los premiados películas como Ladrón de bicicletas, Milagro en Milán, Humberto D, Lustrabotas, que catapultaron al neorrealismo italiano a la cumbre del reconocimiento internacional. El realizador rodó también otros grandes films como El oro de Nápoles, El techo, Indiscreción de una esposa, El jardín de los Finzi-Contini y El viaje y brilló como actor, en películas como Pan, amor y fantasía, Otros tiempos y Sucedió en Montecarlo, entre muchas otras. De Sica, ganador de cuatro Oscar de Hollywood, nació el 7 de julio de 1901 en Sora, localidad a medio camino entre Roma y Nápoles, y murió en Francia en 1974. Provenía de una familia muy humilde y se ganó la vida muchos años como actor de teatro, desde donde saltó en los años 40 hacia una inimitable carrera como realizador cinematográfico.
En su discurso ante muchos de sus entonces jóvenes compañeros de viaje, el jefe del Estado italiano tampoco ahorró palabras para referirse a lo que llamó �resurgimiento� del cine italiano actual. En esa conexión con el presente algunos echaron de menos en el homenaje a dos de los directores más aclamados hoy tanto dentro como fuera de Italia: Nanni Moretti y Roberto Benigni. La ausencia de Moretti era esperable, dado su carácter de ermitaño totalmente enemistado con las luces públicas, pero no así la del realizador de La vida es bella, que ama los flashes y su condición de celebridad. Para él precisamente, fueron las últimas palabras de Zeffirelli, quien apenas acabado el acto rompió su excepcional actitud contemplativa para afirmar, respecto de la filmación de Pinocho porBenigni, que el autor de La vida es bella �está rodando otra de sus desastrosas obras maestras�.

 

 

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