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CONSECUENCIAS DE HABER OBSTRUIDO LA INVESTIGACION DE LA AMIA
La SIDE sancionó a tres de sus espías

El titular de la SIDE sancionó a varios agentes que tuvieron alta responsabilidad durante la gestión de Hugo Anzorreguy.

El papel de la SIDE durante
la investigación del caso AMIA mostró más de un punto oscuro.

La Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) sancionó a tres de sus altos funcionarios que condujeron la investigación del atentado a la AMIA durante la gestión de Hugo Anzorreguy por haber borrado los datos de la agenda del principal acusado en el juicio por la conexión local, el reducidor de autos Carlos Telleldín. Sin embargo, ese sumario interno descartó las dos principales acusaciones que pesan sobre los agentes que intervinieron en el caso: que la SIDE haya pagado 400 mil pesos a Telleldín a cambio de su confesión incriminatoria de los policías bonaerenses y que toda la investigación de la central de inteligencia sobre el atentado fue un armado para tapar que sus espías tenían en la mira a los terroristas y éstos actuaron sin obstáculos. Dos de los sancionados son el ex jefe de Contrainteligencia Jorge Lucas Casado y el ex jefe de la denominada Sala Patria Patricio Pfenning.
Apenas asumió la actual conducción de la central decidió realizar un sumario interno para investigar todo lo realizado por sus agentes en la causa AMIA. La mayoría de esas irregularidades fueron denunciadas el año pasado por Claudio Lifschitz, ex prosecretario del juez Juan José Galeano, y por la agrupación de familiares críticos Memoria Activa, y son investigadas penalmente por el juez Claudio Bonadío. Las sanciones se resolvieron como conclusión del trabajo que estuvo a cargo del abogado Santiago Vila y un grupo de expertos de la división Asuntos Internos, y fue remitido al Tribunal Oral Federal 3 que está llevando a cabo el juicio oral por la conexión local del atentado. Los jueces Gerardo Larrambebere, Miguel Pons y Guillermo Gordo recibieron los siete cuerpos de investigación y 18 sobres con documentos, con un expreso pedido de la SIDE para mantener el contenido en secreto, por lo cual las partes involucradas en el juicio no podrán acceder a ese material. Para analizar esa documentación dispusieron suspender las audiencias del juicio de la semana próxima, mientras que ayer continuaron escuchando a sobrevivientes del ataque que el 18 de julio de 1994 dejó 85 muertos.
De los interrogatorios realizados en el sumario interno ordenado por el jefe de la SIDE Carlos Becerra no habría surgido el pago de 400 mil pesos a Telleldín a cambio de una confesión en la que involucró a policías bonaerenses en 1996, según confirmó a Página/12 una fuente del caso. Por otra parte, según Télam, la SIDE promoverá una denuncia penal contra Lifschitz por divulgar informes reservados y por haberse llevado documentos reservados de la central de inteligencia.
Sobre la pérdida de 66 casetes de escuchas telefónicas con conversaciones desde y hacia la casa de Telleldín en Villa Ballester, los agentes aseguraron que en ese entonces había una disposición que ordenaba el “reciclado” de todas las cintas y adjuntaron esta circular al sumario enviado al Tribunal. Pero para lo que no hubo respuesta y sí sanciones es por el borrado de agendas electrónicas de Telleldín, a una de las cuales, incluso, se le sacó la pila.
Los sancionados ocuparon altos cargos en las áreas de Contrainteligencia y Sala Patria, pero sólo trascendieron los nombres de Casado y Pfenning. El primero ya no reviste entre los espías pero fue hombre de máxima confianza de Anzorreguy y estuvo a cargo de la investigación sobre el atentado a la AMIA. La Sala Patria se formó después del ataque. Pfenning fue delegado en Israel y a su regreso lo colocaron en las pesquisas de la AMIA, como nexo con la Mossad, el servicio secreto israelí.
Ambos están citados como testigos y se espera una respuesta del secretario Becerra a un pedido del Tribunal para que se los exima del secreto profesional, como al resto de los 11 agentes convocados. Uno de los acusados como “partícipe necesario” del atentado, el ex comisario Juan José Ribelli, acusó al agente Alejandro Brousson de haber negociado el pago de 400 mil dólares al reducidor de autos Carlos Telleldín a cambio de la confesión que lo involucró. Brousson participó de la detención deTelleldín después del atentado, junto a Jaime Stiusso, otro de los espías citados.

 

La seguridad de la AMIA

Los testigos que declararon ayer en el juicio oral coincidieron en que las condiciones de seguridad de la AMIA no eran escasas. De los relatos surgió que a la mutual judía ingresaban muebles, trabajos de herrería y de yeso y todo era revisado en forma minuciosa. Las bolsas de yeso y los caños destinados a las refacciones que se estaban realizando en el edificio eran revisados con un detector de metales. Los sobrevivientes evocaron sus recuerdos durante la audiencia, y rememoraron lo que hicieron tras salir de los escombros. José Millán, quien poco antes de la explosión instaló un termotanque en Pasteur 633, dio lugar a versiones sobre un escape de gas como origen de la voladura. José Longo, un albañil italiano de 74 años, iba por primera vez a la AMIA para tratar de conseguir trabajo, convocado por el intendente Aaron Edry. “Bajé al sótano con un arquitecto y ahí fue la explosión; me sacaron afuera por un agujero. Miré asombrado, y preguntando, preguntando, me fui a mi casa”. Tras la explosión el anciano se quedó en el sótano. “Me quedé ahí como un tonto, solo; el arquitecto desapareció, se fue solo, y después una persona me llamó por mi nombre”. Para la fiscalía este testimonio demuestra que es imposible que los explosivos hayan estado en el sótano, como sugiere parte de la defensa. Hoy declaran Edry y el arquitecto Weizman.

 

JUICIO ORAL Y PUBLICO AL AUTOR DEL SANTIAGUEÑAZO
Perseguido por investigar

Por Irina Hauser

“Ninguno de los políticos corruptos que el pueblo condenó con el Santiagueñazo está preso. El único que está por ser procesado es quien escribió para contar esta historia, con una profunda vocación de verdad.” Raúl Dargoltz, quien habla, no imaginaba que el afán de persecución y censura enquistado en su provincia, Santiago del Estero, lo perseguiría sin pausa a todas partes. El 10 de diciembre será juzgado por calumnias e injurias en Buenos Aires, por el relato que hizo como historiador de una de las manifestaciones colectivas más intensas que tuvo la Argentina. Más de cien intelectuales de América Latina, Europa y Norteamérica dirigieron una carta abierta al presidente Fernando de la Rúa en la que exigen “el sobreseimiento de este juicio político que conculca las libertades de cátedra e investigación, de imprenta y expresión”.
Dargoltz, 56 años, pide perdón por interrumpir la conversación. Tiene que ir a dar clase a la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Santiago del Estero, donde enseña –entre otras materias– Historia Social Regional. Está convencido, suele explicar, que el Santiagueñazo ocurrió “en un contexto de destrucción de economías regionales, seguido a los pocos días por los sucesos de Chiapas, no fue un hecho aislado como decían Carlos Menem y Domingo Cavallo”.
Su acusador es Miguel Brevetta Rodríguez, ex secretario de Comunicación y Medios del gobierno provincial de Carlos Mujica. Era uno de los hombres más influyentes y de confianza de aquel mandatario, cuya gestión duró hasta fines de octubre de 1993.
En el premiado libro El santiagueñazo. Gestación y Crónica de una pueblada argentina, Dargoltz –también investigador del Conicet– relata la rebelión del 16 de diciembre de aquel año, un estallido social contra el ajuste. Cuenta cómo se incendiaron, quemaron y saquearon los edificios de los tres poderes públicos: la Casa de Gobierno, el Palacio Legislativo y los Tribunales, además de las casas de funcionarios y políticos que el pueblo acusaba de corruptos, entre ellos el actual gobernador Carlos Juárez.
Parte de la crónica describe el saqueo a la vivienda de Brevetta Rodríguez: la gente llevándose cajones de champán y hasta un adminículo sexual. Ese fue uno de los puntos que al parecer más enojó al acusador. Además de que el autor lo compara con Rasputín, en su rol junto a Mujica.
Como dramaturgo, Dargoltz llevó su relato del Santiagueñazo al teatro. Buena parte de sus obras teatrales retratan la historia del caudillismo y el clientelismo imperantes en Santiago del Estero. En La historia sagrada jamás contada, por ejemplo, vincula relatos bíblicos con la provincia. El segundo diluvio universal, que se verá esta semana en el Teatro Nacional Cervantes, incluye críticas a la corrupción en tierra santiagueña.
Académicos, profesores, escritores e investigadores del mundo calificaron al enjuiciamiento a historiador argentino como un “juicio político” que “conculca las libertades de cátedra e investigación que definen la autonomía de las instituciones universitarias y de sus profesores e investigadores” y que amenaza “las libertades de imprenta y expresión que definen la existencia misma de la democracia”. En esos términos alertaron al Presidente y al ministro de Justicia Jorge De la Rúa.
“Me siento fortificado por esta respuesta”, dijo Dargoltz. Su caso puede leerse, sostiene, como una amenaza para quienes “escriben historia reciente” y que en Argentina ya tiene antecedentes como el fallo de la Corte Suprema que condenó al periodista Eduardo Kimel por injurias, por sacar a la luz en su libro La masacre de San Patricio la historia del asesinato de los curas palotinos por comandos de la dictadura militar.

 


 

LA DETENCION DEL REPRESOR CAVALLO
Un premio a José Vales

El periodista argentino José Vales fue distinguido en los Estados Unidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) por la investigación publicada en agosto de 2000 en el diario mexicano Reforma, en la que desenmascaró al represor Ricardo Miguel Cavallo.
El ex miembro del grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada fue arrestado en Cancún e intenta demorar su extradición a Madrid, pero el recurso de amparo que presentó con ese fin, podría resolverse a mediados de diciembre. Un juez mexicano y el gobierno de ese país ya se expidieron a favor de que Cavallo sea juzgado en España.
El premio otorgado a Vales es el primero que esa organización, creada en setiembre de 1997, da a una investigación periodística de habla hispana. El trabajo de Vales ya fue galardonado con el premio Ortega y Gasset del diario El País, de Madrid, en marzo de 2001. Antes de la publicación de la nota de “Reforma” el represor se desempeñaba en México como titular del Registro Nacional de Vehículos. Luego de que su pasado saliera a la luz, intentó negar su identidad pero fue detenido en el aeropuerto de Cancún, mientras intentaba huir hacia Argentina.

 

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