Se podrá opinar lo que se quiera de la familia Bush, pero es
innegable que posee una aptitud particular: la de hacer negocios con los
enemigos de Estados Unidos. Con Hitler, con Saddam Hussein, con los Bin
Laden. Desde el abuelo Prescott Bush hasta su nieto, el actual ocupante
de la Casa Blanca, el linaje ha poseído siempre la capacidad de
ver en el rostro del otro, el de Ulysses S. Grant de los billetes de mil
dólares. No deja de ser un don.
The Wall Street Journal informaba el 28 de setiembre, 17 días después
del martes negro: George H. W. Bush, el padre del presidente
Bush, trabaja para los negocios de la familia Bin Laden por intermedio
del Carlyle Group, una firma consultora internacional. G. H. W.
se entrevistó al menos un par de veces en 1998 y 2000
con los parientes directos de Osama. El Intelligence Newsletter del 2
de marzo de 2000 recordaba que James Bath, un hombre de negocios tejano
casi íntimo de la CIA, financió en 1978 parte de la fallida
aspiración de Bush hijo a gobernar Texas lo consiguió
en 1994 y le compró luego Arbusto 79 Ltd. y Arbusto 80 Ltd.,
filiales de la Arbusto Energy, una empresa petrolera que fundó
el hoy mandatario yanqui en 1977. Un poder firmado en 1976 le había
otorgado a Bath la calidad de representante de los intereses financieros
en EE.UU. del sheik Salem bin Laden, padre de Osama. Por lo demás,
está cada vez más claro que Bush padre actuando entre
bambalinas durante los años 80 inició y apoyó buena
parte de la financiación, los servicios de inteligencia y la ayuda
militar que convirtieron al Irak de Saddam en la potencia agresiva que
finalmente EE.UU. tuvo que destruir, ha develado el periodista Ted
Koppel en el programa ABC News Nightline del 9 de junio de
2000. Por entonces se trataba de que Irak derrocara al régimen
de Irán a fin de abrir rápidamente sus reservas de oro negro
a los grandes consorcios petroleros y, de paso, hacer camino hacia las
riquísimas reservas de petróleo y gas natural de los países
de la cuenca del Mar Caspio.
No se habla hoy de Bush abuelo, pero en George Bush: The Unauthorized
Biography de Webster G. Tarpley y Anton Chaitkin, obra publicada en 1992,
se puede conocer que la fortuna de la familia del presidente fue
en gran medida resultado del proyecto de Hitler. Prescott Bush,
dicen los autores, desempeñó un papel central en financiar
y armar a Adolfo Hitler para la toma del poder en Alemania, financiar
y gestionar las industrias de guerra nazis para la conquista de Europa
y la guerra contra EE.UU., y desarrollar las teorías genocidas
y la propaganda racista nazi con los resultados conocidos. Lo demuestran.
Señalan que desde los años 20 hasta bien entrados los 40,
Prescott Bush fue socio y ejecutivo del holding Brown Borthers Harriman
y director de una de sus componentes, el banco Union Banking Corporation
(UBC). Destacan que con Bert Walker, Prescott controlaba otra unidad del
holding, la naviera Hamburg-Amerika Line que en muchos sentidos
fue el pivote de todo el proyecto de Hitler. La Harriman International
Co., también subsidiaria del grupo, concertó con Berlín
en mayo de 1933, cuando Hitler terminaba de consolidar su dictadura, un
acuerdo por el cual se encargó de coordinar las exportaciones de
la Alemania nazi a EE.UU.
El UBC gestionaba todas las operaciones bancarias fuera de Alemania de
Fritz Thyssen, el magnate germano que admitió en su libro Yo pagué
a Hitler que había financiado al movimiento nazi desde 1923. En
octubre de 1942, 10 meses después de entrar en la Segunda Guerra
Mundial, el gobierno de EE.UU. aplicó la Ley de Comercio con el
enemigo e incautó las acciones del UBC, en cuyo directorio, además
de Prescott Bush y Roland Harriman, figuraban tres ejecutivos nazis: H.
J. Kouwenhoven, representante personal de Thyssen, Cornelis Lievense y
Johann G. Groeniger. El UBC transfería fondos de Alemania a Nueva
York y viceversa. Una investigación de la CasaBlanca que en 1945
salió a luz en el Senado encontró que el banco de Prescott
Bush estaba vinculado con el German Steel Trust de Thyssen. Esta gigantesca
empresa industrial produjo el 50,8 por ciento del hierro colado consumido
por el régimen hitleriano, dice el informe. Y el 41,4 por ciento
de los blindajes corrientes, el 36 por ciento de los blindajes pesados,
el 38,5 por ciento de las láminas galvanizadas, el 45 por ciento
de los ductos y tuberías, el 22,1 por ciento del alambre y el 35
por ciento de los explosivos utilizados por los nazis.
El 28 de octubre del 42 el gobierno estadounidense incautó
las acciones de dos firmas de fachada de los nazis, la Holland-American
Trading Corporation y la Seamless Steel Equipment Corporation, ambas controladas
por el UBC. El 17 de noviembre incautó asimismo los intereses nazis
en la Silesian-American Corporation, dirigida por Prescott Bush y su suegro
George Walker, bisabuelo del hoy presidente Bush. La orden de incautación
precisaba que la Silesian era un holding estadounidense con subsidiarias
alemanas y polacas, que posee minas de carbón y de zinc grandes
y valiosas en Silesia, Polonia y Alemania. Desde setiembre de 1939 (cuando
Hitler desató la guerra), esas propiedades están en poder
del gobierno alemán (nazi), que las gestiona y sin duda han contribuido
considerablemente al esfuerzo de guerra de ese país.
Tarpley y Chaitkin documentan con detalle y amplitud el vínculo
Prescott Bush/nazismo. Tal vez prueban que el empeño de armar a
los enemigos de su propio país, persistente en el linaje Bush,
además de negocio, acaso es un destino.
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