Por Raúl
Kollmann
Es cierto que el Gobierno
actual es débil, por eso busca la concertación, pero el
peligro es que esa concertación se haga con las corporaciones empresarias
y gremiales. Las corporaciones harán declaraciones de apoyo muy
generales a la convertibilidad, al canje y al déficit cero y a
cambio pedirán concesiones, que les dejen las obras sociales o
que les bajen impuestos u otras de distinto tipo. Para eso no puede servir
la concertación. Este fue el diagnóstico que ayer
realizó ante Página/12 uno de los consultores convocados
por el Gobierno para diseñar el llamado a la concertación.
El especialista explicó algunos detalles teóricos y las
pujas que hay en marcha.
Pidiendo estricta reserva de su nombre, el consultor esbozó tres
tipos de concertaciones.
La que hace un gobierno débil
como el actual, mucho tiempo antes de las elecciones. Puede derivar en
esa especie de transa entre el Ejecutivo, los gremios y los
empresarios. No tiene elementos concretos, sino que cambia apoyos generales
por concesiones a las corporaciones.
La que hace un gobierno débil
como éste poco tiempo antes de las elecciones. En ese caso, el
partido de la oposición el PJ no acepta nada. Sucedió
ya en 1988. Había acuerdo para privatizar Aerolíneas, los
teléfonos, pero los justicialistas lo querían hacer ellos,
no hacerle el favor a Alfonsín. En ese caso, lo único que
hay es una adhesión formal, protocolar, al programa de gobierno.
El modelo del Pacto de la Moncloa
actualizado. Hoy en día, los únicos actores ya no son los
partidos, los empresarios y los sindicatos. Ha aparecido una enorme cantidad
de actores sociales: las cámaras de industriales y comerciantes,
los gobernadores, las iglesias, las organizaciones no gubernamentales,
los colegios profesionales y una larga serie de nuevas formaciones. Por
eso, en muchísimos países han aparecido los Consejos Económico-Sociales,
que incluso tienen rangos constitucionales en Italia, Francia, Portugal,
España.
En el Gobierno, la gran controversia está planteada alrededor de
cómo hacer esta concertación, con una fuerte interna entre
el secretario general de la Presidencia, Nicolás Gallo, y el jefe
de Gabinete, Chrystian Colombo. Gallo aparece como más proclive
a hacer una concertación del primer tipo, básicamente con
las corporaciones. Es un modelo mucho más rápido y orientado
más bien a presentar una especie de maquillaje de unidad frente
a los acreedores y operadores financieros. La crisis requiere de
soluciones urgentes, no de planes a mediano o largo plazo, dicen
hombres de la Casa Rosada que prevén algunas concesiones en materia
de reintegros, empalmes o beneficios impositivos para los empresarios
y concesiones en el terreno de las obras sociales o las asignaciones familiares
para los gremialistas.
La otra posibilidad que aparentemente es la que respalda Colombo
apunta a crear diez o doce comisiones que sesionen todos los días
y que produzcan en un plazo relativamente corto antes de fin de
año lo que se llaman directrices. Es decir, bases para proyectos
de ley o decretos.
Los temas a abordar por esas comisiones serían, entre otros, el
Mercosur, la seguridad ciudadana, el nuevo sistema previsional, la reforma
fiscal, el gasto social, el plan de obras públicas. Por ejemplo,
a esta última comisión serían convocados los centros
de arquitectos, las cámaras de la construcción, el sindicato
de esa rama, el centro de ingenieros y, obviamente, el Ministerio de Infraestructura.
De allí tendría que salir una directriz para el sector.
Lo mismo ocurriría, por ejemplo, respecto del gasto social: deberán
debatir el proyecto, representantes de los gobernadores, asociaciones
de jubilados, organizaciones no gubernamentales, el Estado, los gremios
y las cámaras de prestadores.También esa comisión
debe elaborar una directriz que después se convertirá en
una ley o decreto.
Por supuesto que este modelo también tiene críticos: sostienen
que será una gran pérdida de tiempo y que la crisis actual
no deja margen para estirar las cosas. Los que defienden ese modelo aseguran
que esa es la única y verdadera concertación posible.
En cualquiera de las variantes, habría una ausencia evidente: los
partidos políticos. En el Gobierno respaldan el argumento que la
concertación debe ser un trabajo que termina en los partidos, o
sea en proyectos de ley y decretos que después tratarán
las fuerzas políticas. Es verdad también que en el Ejecutivo
piensan que hoy por hoy una concertación política es casi
imposible y sólo sería brindar el escenario a las peleas
e internas.
SE
CONFORMO EL NUCLEO NACIONAL
Un ministro y algo más
Dirigentes empresarios y gremiales
acordaron ayer los cuatro puntos base de un plan de emergencia
que le presentarán al Gobierno en la primera reunión de
la concertación, que tendría lugar el jueves próximo.
Además, acordaron el nombre bajo el cual seguirán confluyendo
los convocados ayer en la sede de la Unión Industrial: el Núcleo
Nacional.
José Ignacio de Mendiguren (UIA) y Enrique Olivera (por Abappra)
encabezaron el encuentro que sumó, además, a Norberto Peruzotti
por ABA, Eduardo Baglietto por la CAC, Manuel Cabanellas por CRA, Rodolfo
Daer y Armando Cavalieri por la CGT y Juan Manuel Palacios por la CGT
disidente. El jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, participó brevemente
del almuerzo y requirió aportes para conformar la agenda del primer
encuentro de la semana próxima.
Las corporaciones participantes coincidieron en los siguientes puntos:
Apoyo a la actual reestructuración
de la deuda pública.
Reclamar la reinstauración
de las asignaciones familiares a los sueldos mayores a 1000 pesos, eliminadas
recientemente.
Replantear las condiciones
para el intercambio comercial con Brasil, equilibrando el desfasaje producido
por la devaluación del real.
Creación de un ministerio
que concentre las áreas de comercio exterior y la producción.
OPINION
Por Washington Uranga
|
Bendición episcopal
Una llamada telefónica hecha ayer desde la sede de la Conferencia
Episcopal Argentina a la Jefatura de Gabinete dejó en claro
que si bien la Iglesia no se considera un sector en una concertación,
la institución eclesiástica sigue dispuesta a ofrecerse,
como lo hizo en agosto último, como casa común.
Es decir, como lugar de encuentro si eso facilita el diálogo
entre todos los sectores que están participando de los diálogos
y como garante de los mismos si esto fuera necesario. La comunicación
hecha desde el Episcopado fue una iniciativa tomada de común
acuerdo entre los miembros de la Comisión Ejecutiva que encabeza
el arzobispo Estanislao Karlic para precisar el sentido de una eventual
contribución de la Iglesia en la coyuntura y como reacción
frente a algunas versiones que indicaban que los obispos querían
estar al margen de lo que se está haciendo.
Al justificar que la Iglesia no se considera un sector,
una alta fuente episcopal dijo a Página/12 que hay
miembros de la Iglesia en todos los sectores y es a ellos,
como laicos católicos, a quienes les corresponde hacer propuestas
políticas, razón por la cual los obispos no
quieren asumir un protagonismo que no les corresponde. La
postura de la jerarquía es, en consecuencia, la de facilitar
los espacios de diálogo, ayudar al mismo, pero abstenerse
de iniciativas o posturas concretas.
De todas maneras, en su comunicación con Colombo, los obispos
señalaron algunos temas que, a su juicio, tienen una
peculiar urgencia. Entre estos manifestaron la necesidad de
atender a la creación de fuentes de trabajo y el acceso a
la educación y la salud por parte de todos los ciudadanos.
Para el Episcopado aquí deben estar centradas las prioridades,
más allá de los mecanismos que se elijan para tal
fin.
Al margen de estas gestiones al más alto nivel, la sede de
Cáritas fue, el martes por la noche, la de un encuentro que
reunió a Colombo con representantes de organizaciones de
la sociedad civil interesadas en el problema actual de la
Argentina y capaces de trabajar en proyectos convergentes.
Con todo ello, la jerarquía católica está buscando
un modo de posicionamiento en el diálogo que la sitúe
por fuera del debate de las medidas concretas y que la instale,
ante todo, apoyando la iniciativa del diálogo y, en todo
caso, encaminando su aporte para asegurar que el mismo no se frustre
y que los acuerdos a los que se arribe sean respetados por todas
las partes.
|
|