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DOS MODELOS EN PUGNA EN EL SENO DEL GOBIERNO
Pujas por la concertación

Gallo, secretario general, piensa
en un esquema de acuerdos sobre soluciones urgentes. Colombo,
jefe de Gabinete, se orienta a la elaboración junto a las entidades
de planes de mediano y largo plazo.

Chrystian Colombo y Nicolás Gallo. Dos miradas sobre la concertación con diferentes matices.

Por Raúl Kollmann

“Es cierto que el Gobierno actual es débil, por eso busca la concertación, pero el peligro es que esa concertación se haga con las corporaciones empresarias y gremiales. Las corporaciones harán declaraciones de apoyo muy generales a la convertibilidad, al canje y al déficit cero y a cambio pedirán concesiones, que les dejen las obras sociales o que les bajen impuestos u otras de distinto tipo. Para eso no puede servir la concertación.” Este fue el diagnóstico que ayer realizó ante Página/12 uno de los consultores convocados por el Gobierno para diseñar el llamado a la concertación. El especialista explicó algunos detalles teóricos y las pujas que hay en marcha.
Pidiendo estricta reserva de su nombre, el consultor esbozó tres tipos de concertaciones.
La que hace un gobierno débil como el actual, mucho tiempo antes de las elecciones. Puede derivar en esa especie de “transa” entre el Ejecutivo, los gremios y los empresarios. No tiene elementos concretos, sino que cambia apoyos generales por concesiones a las corporaciones.
La que hace un gobierno débil como éste poco tiempo antes de las elecciones. En ese caso, el partido de la oposición –el PJ– no acepta nada. Sucedió ya en 1988. Había acuerdo para privatizar Aerolíneas, los teléfonos, pero los justicialistas lo querían hacer ellos, no hacerle el favor a Alfonsín. En ese caso, lo único que hay es una adhesión formal, protocolar, al programa de gobierno.
El modelo del Pacto de la Moncloa actualizado. Hoy en día, los únicos actores ya no son los partidos, los empresarios y los sindicatos. Ha aparecido una enorme cantidad de actores sociales: las cámaras de industriales y comerciantes, los gobernadores, las iglesias, las organizaciones no gubernamentales, los colegios profesionales y una larga serie de nuevas formaciones. Por eso, en muchísimos países han aparecido los Consejos Económico-Sociales, que incluso tienen rangos constitucionales en Italia, Francia, Portugal, España.
En el Gobierno, la gran controversia está planteada alrededor de cómo hacer esta concertación, con una fuerte interna entre el secretario general de la Presidencia, Nicolás Gallo, y el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo. Gallo aparece como más proclive a hacer una concertación del primer tipo, básicamente con las corporaciones. Es un modelo mucho más rápido y orientado más bien a presentar una especie de maquillaje de unidad frente a los acreedores y operadores financieros. “La crisis requiere de soluciones urgentes, no de planes a mediano o largo plazo”, dicen hombres de la Casa Rosada que prevén algunas concesiones en materia de reintegros, empalmes o beneficios impositivos para los empresarios y concesiones en el terreno de las obras sociales o las asignaciones familiares para los gremialistas.
La otra posibilidad –que aparentemente es la que respalda Colombo– apunta a crear diez o doce comisiones que sesionen todos los días y que produzcan en un plazo relativamente corto –antes de fin de año– lo que se llaman directrices. Es decir, bases para proyectos de ley o decretos.
Los temas a abordar por esas comisiones serían, entre otros, el Mercosur, la seguridad ciudadana, el nuevo sistema previsional, la reforma fiscal, el gasto social, el plan de obras públicas. Por ejemplo, a esta última comisión serían convocados los centros de arquitectos, las cámaras de la construcción, el sindicato de esa rama, el centro de ingenieros y, obviamente, el Ministerio de Infraestructura. De allí tendría que salir una directriz para el sector. Lo mismo ocurriría, por ejemplo, respecto del gasto social: deberán debatir el proyecto, representantes de los gobernadores, asociaciones de jubilados, organizaciones no gubernamentales, el Estado, los gremios y las cámaras de prestadores.También esa comisión debe elaborar una directriz que después se convertirá en una ley o decreto.
Por supuesto que este modelo también tiene críticos: sostienen que será una gran pérdida de tiempo y que la crisis actual no deja margen para estirar las cosas. Los que defienden ese modelo aseguran que esa es la única y verdadera concertación posible.
En cualquiera de las variantes, habría una ausencia evidente: los partidos políticos. En el Gobierno respaldan el argumento que la concertación debe ser un trabajo que termina en los partidos, o sea en proyectos de ley y decretos que después tratarán las fuerzas políticas. Es verdad también que en el Ejecutivo piensan que hoy por hoy una concertación política es casi imposible y sólo sería brindar el escenario a las peleas e internas.

 


 

SE CONFORMO EL NUCLEO NACIONAL
Un ministro y algo más

Dirigentes empresarios y gremiales acordaron ayer los “cuatro puntos base de un plan de emergencia” que le presentarán al Gobierno en la primera reunión de la concertación, que tendría lugar el jueves próximo. Además, acordaron el nombre bajo el cual seguirán confluyendo los convocados ayer en la sede de la Unión Industrial: el Núcleo Nacional.
José Ignacio de Mendiguren (UIA) y Enrique Olivera (por Abappra) encabezaron el encuentro que sumó, además, a Norberto Peruzotti por ABA, Eduardo Baglietto por la CAC, Manuel Cabanellas por CRA, Rodolfo Daer y Armando Cavalieri por la CGT y Juan Manuel Palacios por la CGT disidente. El jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, participó brevemente del almuerzo y requirió aportes para conformar la agenda del primer encuentro de la semana próxima.
Las corporaciones participantes coincidieron en los siguientes puntos:
Apoyo a la actual reestructuración de la deuda pública.
Reclamar la reinstauración de las asignaciones familiares a los sueldos mayores a 1000 pesos, eliminadas recientemente.
Replantear las condiciones para el intercambio comercial con Brasil, equilibrando el desfasaje producido por la devaluación del real.
Creación de un ministerio que concentre las áreas de comercio exterior y la producción.

 

OPINION
Por Washington Uranga

Bendición episcopal

Una llamada telefónica hecha ayer desde la sede de la Conferencia Episcopal Argentina a la Jefatura de Gabinete dejó en claro que si bien “la Iglesia no se considera un sector en una concertación”, la institución eclesiástica sigue dispuesta a ofrecerse, como lo hizo en agosto último, como “casa común”. Es decir, como lugar de encuentro si eso facilita el diálogo entre todos los sectores que están participando de los diálogos y como garante de los mismos si esto fuera necesario. La comunicación hecha desde el Episcopado fue una iniciativa tomada de común acuerdo entre los miembros de la Comisión Ejecutiva que encabeza el arzobispo Estanislao Karlic para precisar el sentido de una eventual contribución de la Iglesia en la coyuntura y como reacción frente a algunas versiones que indicaban que los obispos querían estar al margen de lo que se está haciendo.
Al justificar que “la Iglesia no se considera un sector”, una alta fuente episcopal dijo a Página/12 que “hay miembros de la Iglesia en todos los sectores” y es a ellos, como laicos católicos, a quienes les corresponde hacer propuestas políticas, razón por la cual los obispos “no quieren asumir un protagonismo que no les corresponde”. La postura de la jerarquía es, en consecuencia, la de facilitar los espacios de diálogo, ayudar al mismo, pero abstenerse de iniciativas o posturas concretas.
De todas maneras, en su comunicación con Colombo, los obispos señalaron algunos temas que, a su juicio, tienen “una peculiar urgencia”. Entre estos manifestaron la necesidad de atender a la creación de fuentes de trabajo y el acceso a la educación y la salud por parte de todos los ciudadanos. Para el Episcopado aquí deben estar centradas las prioridades, más allá de los mecanismos que se elijan para tal fin.
Al margen de estas gestiones al más alto nivel, la sede de Cáritas fue, el martes por la noche, la de un encuentro que reunió a Colombo con representantes de organizaciones de la sociedad civil “interesadas en el problema actual de la Argentina y capaces de trabajar en proyectos convergentes”. Con todo ello, la jerarquía católica está buscando un modo de posicionamiento en el diálogo que la sitúe por fuera del debate de las medidas concretas y que la instale, ante todo, apoyando la iniciativa del diálogo y, en todo caso, encaminando su aporte para asegurar que el mismo no se frustre y que los acuerdos a los que se arribe sean respetados por todas las partes.

 

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