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En medio de un asalto, un policía
mató a un chico que supuso ladrón

En Gerli, una banda quiso robarle el auto a un suboficial. El agente tiró y mató a un chico de 13. La policía dijo que era uno de los ladrones. Pero luego se supo que era vecino de allí. El agente fue detenido.

El caso del adolescente de Gerli es similar al de Wittis, muerto en Beccar en setiembre de 2000.

Un chico de 13 años que se dirigía a un curso de computación murió baleado por un policía de la Bonaerense, en Gerli, ayer pasadas las tres de la tarde. El suboficial, integrante de la DDI de Avellaneda, se resistió al intento de entre cinco y seis muchachos de robarle su Renault Clío. Al menos uno de los disparos del policía hirió mortalmente a Leandro Bazán, que pasaba casualmente por el lugar. Como en el caso Wittis, ocurrido en Beccar en setiembre de 2000, los primeros partes policiales anunciaron triunfalmente que el suboficial había abatido a un delincuente. Por orden del fiscal de turno de Lomas de Zamora, Domingo Ferrari, el policía fue detenido anoche.
Las primeras informaciones oficiales declararon que ayer, alrededor de las tres y cuarto de la tarde, un suboficial de la Bonaerense había matado a balazos a un ladrón que, junto con otros cuatro o cinco cómplices, había intentado robarle su automóvil. El hecho tuvo lugar sobre la esquina de Reconquista y Caxaraville, en la localidad de Gerli, partido de Avellaneda.
El policía, perteneciente a la DDI local, se encontraba de franco y se trasladaba en su Renault Clío de color rojo, cuando fue abordado por un grupo de entre cinco y seis muchachos. Aún no se pudo determinar de qué modo ocurrió el encuentro, ni si se encontraban a pie o en algún vehículo. Según declararon inicialmente los voceros policiales, uno de los muchachos lo amenazó con un arma con la intención de robarle el auto.
El suboficial, cuya identidad fue mantenida en reserva, se resistió con su arma reglamentaria. Según la información inicial, se trató de un tiroteo, aunque todavía no fue demostrado por los peritos. Al menos uno de los disparos del policía impactaron en un joven, lo que le provocó la muerte. Voceros de la Bonaerense anunciaron rápidamente que se trataba de uno de los asaltantes. Pero varias horas después, el cuerpo del integrante de la banda resultó pertenecer al joven Leandro Bazán, de 13 años, vecino del lugar que pasaba por allí en dirección a un curso de computación en el momento en que se desarrollaba el presunto tiroteo y recibió el disparo.
Por orden del fiscal de Lomas de Zamora Domingo Ferrari, el suboficial fue detenido, y quedó a disposición del juez de Garantías Tomás Bravo. Fuentes judiciales indicaron a Página/12 que aún restaba reunir información antes de determinar qué es lo que realmente había ocurrido. “Por ahora está confirmado que el chico era un estudiante, y que el policía tuvo un enfrentamiento –señaló la fuente–. Todavía no sabemos si lo mató accidentalmente o por otro motivo. El caso fue calificado como homicidio prima facie. Mañana (por hoy) con las actuaciones se podrá determinar si fue doloso o culposo”.
El 21 de setiembre de 2000, una banda asaltó el banco Itaú de Beccar. Una comisión policial persiguió al auto en que fugaba la banda y según informó la propia Bonaerense, dio muerte a dos de ellos y detuvo a la conductora del auto. Al día siguiente, la mujer resultó ser una víctima del asalto utilizada como rehén, y uno de los muertos Mariano Wittis, un joven e inocente profesor de música.

 


 

LOS PRESOS POR LECUNA, CON RELACIONES PELIGROSAS
Las conexiones de una banda

Tras la rueda de reconocimientos en la que ningún testigo pudo identificar a los supuestos asesinos de Miguel Lecuna, el fiscal general Norberto Quantín dijo ayer que a pesar de eso existen pruebas que comprometen a los tres sospechosos. Quantín está convencido de que son ellos quienes actuaron en un intento de robo que terminó el marido de Georgina Barbarossa apuñalado. ¿Pero cuáles son las pruebas e indicios que llevan a esa certeza? Los investigadores le dijeron ayer a Página/12 que prefieren callar elementos importantes, bajo el paraguas del secreto de sumario, pero al mismo tiempo contaron la relación entre los tres presos con la banda de “los Inzúa”, un grupo de cinco hombres y dos mujeres que cayeron en marzo, en medio de un tiroteo, cuando la policía los sorprendió robando a punta de cuchillo a una pasajera, asistidos por dos camionetas Trafic como la que usaron en el supuesto asalto a Lecuna.
Ayer Quantín salió al cruce de las malas noticias que evaluaban como signo de libertad el hecho de que los testigos no pudieran reconocer al “Asmático”, al “Chueco” y a “Sieteculos”. “No esperaba que se hiciera ningún reconocimiento porque jamás hubo testigos confiables del crimen; el único que vio cara a cara a los delincuentes es el propio Lecuna”, dijo el fiscal general en declaraciones a La Red. Quantín destacó que las prisiones de Marcelo Martínez, Amadeo Alvarez y Daniel Manzanelli se basan en la declaración de un testigo de identidad reservada que “los acusó y firmó en su contra, bajo penas de falso testimonio”. El fiscal señaló que considera que hay “circunstancias sospechosas” como la sevillana que fue encontrada en la casa de “El Asmático” Martínez, y que podría ser el arma homicida.
A pesar de sostener la hipótesis, Quantín prefirió ayer contemplar la posibilidad de que las pruebas acumuladas en la causa no sean suficientes. “Eso no quiere decir –dijo– que alcancen para llevar a los imputados a juicio y condenarlos”. Fuentes cercanas a la defensa de los tres ladrones señalaron ayer a este diario que “lo único que tienen es una hipotética relación entre ellos y un grupo que cayó en marzo en otro hecho relacionado con los robos a taxis”. Ese grupo es la banda de los Inzúa, un grupo que según la policía trabaja con el método de células, y que lideraba Roberto “Chiquito” Inzúa, junto a su mujer Susana Arce. Los dos están presos desde el 14 de marzo pasado. Ese día intentaban robar, con un taxi alquilado, a una mujer de 24 años con el mismo método que se usó para atacar a Lecuna. Usaban dos camionetas, una Renault Trafic y una Ducato para encerrar el coche. La policía los persiguió a los tiros. El taxi pasó a un oficial por encima en su huida. Finalmente cayeron. Los investigadores están convencidos de que ésa era solo una parte de la banda y que los restantes son los que ahora están presos por el crimen de Lecuna.

 

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