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¿Quién dijo que Bonn iba a ser un jardín de rosas?

La conferencia multiétnica sobre Afganistán en Bonn se trabó ayer en un problema clave: la negativa de la Alianza del Norte a una policía internacional para el país.

Yanus Qanuni, jefe de la delegación afgana a la conferencia de Bonn (der.), dice lo suyo.

Por Ewen MacAskill *
Desde Bonn

La esperanza de un temprano y positivo desenlace a la cumbre de paz afgana en Bonn fue hecha añicos ayer cuando la Alianza del Norte rechazó sin cortapisas una fuerza internacional de policía para el país. La veloz introducción de tropas neutrales es considerada esencial por las otras facciones afganas y por la ONU y varios países europeos, incluyendo Gran Bretaña, para evitar una vuelta a la era de los señores de la guerra y una recaída en la guerra civil. Hablando en una conferencia de prensa improvisada, Yunus Qanuni, jefe de la delegación afgana, se negó a modificar su postura. “Preferimos que la seguridad esté a cargo de las mismas fuerzas afganas, una fuerza que consista en diferentes grupos étnicos y diferentes fuerzas. Todavía insistimos en eso”, dijo.
La intransigencia de la Alianza demolió la euforia del día inaugural de las conversaciones, el martes, cuando las cuatro delegaciones afganas prometieron cooperar para construir un nuevo futuro político para Afganistán. La ONU deliberadamente ubicó a la conferencia lejos de la prensa para evitar que las disputas se hicieran públicas; Qanuni llevó a su delegación a encontrarse con la prensa en su base al lado del Rin. Aunque posteriormente hizo una declaración ambigua sobre la posibilidad de un compromiso, repitió durante toda la conferencia de prensa la postura de oposición de la Alianza a tropas internacionales. “No sentimos que necesitemos una fuerza de afuera –dijo–. Hay seguridad en el lugar. Si hay necesidad de más, podemos conseguir seguridad extra de los otros grupos étnicos de Afganistán.”
Anoche, los diplomáticos occidentales y los funcionarios de la ONU estaban torciéndole el brazo en un esfuerzo por salvar las conversaciones. Y tienen mucho músculo: los miles de millones de dólares en ayuda retenidos. James Dobbins, el enviado especial de Estados Unidos a Afganistán, dijo: “Entendemos que no se niegan a discutirlo sino que son de la opinión que la seguridad es bastante buena por ahora”. Los diplomáticos occidentales esperan que sea sólo una táctica de negociación de la Alianza y que si abandona su objeción al principio de una fuerza podrán comenzar las discusiones sobre el número de tropas. Uno de ellos dijo: “La seguridad es el gran tema. Se puede reunir un gobierno de coalición pero no se pueden reunir fuerzas (afganas). Así que hay que tener una fuerza neutral”.
Qanuni está en contacto regular con figuras clave de la Alianza, especialmente con el ex primer ministro Burhanuddin Rabbani, que desde el comienzo quiso descartar las conversaciones de paz. Se espera que la segunda fase de las negociaciones tenga lugar en Kabul. Pero las otras facciones no viajaran ahí a no ser que la fuerza multinacional esté en el lugar. Un vocero de la ONU en las conversaciones, Ahmad Fawzi, dijo: “Estas conversaciones no van a ser fáciles. Un grano de arena puede detener la maquinaria”.
Gran Bretaña y otros países europeos consideran que la fuerza internacional es esencial para crear una base segura desde la cual pueda crecer una nueva estructura política. La ONU está decidida a que la Alianza efectivamente comparta el poder, pero Qanuni repetidamente sugiere que él era el representante del gobierno de facto. En un momento, en un pasaje no traducido del farsi al inglés dijo: “Nosotros somos el gobierno”.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: C.D

 

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