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Aznar
y Berlusconi: Vidas paralelas
Por M. Vázquez Montalbán
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La casi incomparecencia de
Europa en las crisis internacionales en curso se vio agravada por la ocurrencia
de Mr. Blair de convocar en Londres a la primera y segunda división
de países europeos, pero dejando fuera de la convocatoria a los
ya considerables de tercera división. Una reunión preparada
para ingleses, alemanes y franceses abrió finalmente las puertas
traseras de Downing Street a italianos y españoles, y Europa en
su conjunto estuvo representada por Mr. Pesc, el señor Solana,
cargo que molesta cada vez más a Prodi, porque deshabita el de
ministros de Asuntos Exteriores de la UE y duplica el de secretario general
de la OTAN.
Blair quiso aglutinar en Londres al núcleo duro del colaboracionismo
europeo con Estados Unidos en la curiosa guerra de Afganistán.
De momento, ingleses, alemanes y franceses prestan tropa de a pie a una
posible y anunciada ocupación territorial de Afganistán,
en cuanto a Berlusconi ha conseguido situar algunas fuerzas complementarias
y Aznar ya no sabe qué hacer para que soldados españoles
sean admitidos por el Imperio. Así como Francia e Inglaterra pugnan
por mantener su rol de grandes potencias sobre ese inmenso lago subterráneo
de petróleo que va desde Arabia a Afganistán, a partir de
una presencia en la zona que se remonta al final de la I Guerra Mundial,
Alemania entra en la jugada por su potencial actual de facto e Italia
y España porque están en la primera línea de una
temible nueva zona de conflicto a establecer en el Mediterráneo.
Berlusconi, como Mussolini, partiría otra vez a la conquista de
Abisinia si ganara con ello un punto de privilegio en el denominado nuevo
orden internacional. En cuanto a Aznar es un heredero directo de la ideología
del Imperio que marcó al franquismo explícita e implícitamente
a lo largo de todas sus fases, desde la abiertamente fascista, hasta la
que invistió a Franco como Centinela de Occidente bendecido por
el Vaticano y el Departamento de Estado. En las especulaciones sobre la
casi invisible guerra contra los talibanes, impresentable como decisiva
contienda contra el terrorismo, predominan los posibles repartos de Afganistán
en zonas de influencia sobre las que se ciernen Rusia, Turquía,
India, Pakistán como añadidos a las expectativas planteadas
desde las potencias occidentales. Con o sin talibanes, Afganistán
es una pieza clave en la estrategia del petróleo y Bin Laden aparece
como el hombre que quiso reinar sobre un Islam que utilizará el
petróleo como arma contundente contra Occidente en pos de un nuevo
orden internacional. Si Bin Laden consigue convencer a las masas islámicas,
árabes o no, de que están guiadas por gobiernos títeres
de la estrategia petrolífera de las grandes compañías
occidentales, el estallido social y la caída de los gobiernos cuestionados
colocaría el sistema económico internacional ante un jaque
difícil de eludir: el encarecimiento del petróleo o su racionamiento
en función de la finalidad estratégica islámica.
Las vidas paralelas de Berlusconi y Aznar, tan glosadas por el propio
Berlusconi durante sus campañas electorales, unas veces padre y
otras hijo del talento de Aznar, viven la crisis con parecidos problemas
de subalternidad, pero con las zozobras aplazadas para el día siguiente
de la guerra. Porque España e Italia están en la primera
línea de un temible nuevo frente del mal llamado conflicto de civilizaciones
a establecer en el Mediterráneo y de ahí la maniobra de
advertencia de Marruecos al retirar a su embajador en Madrid por lo mal
que se trata en España el imaginario marroquí y a su todopoderoso
rey casi absoluto. Aunque tanto Berlusconi como Aznar salieron más
altos de la reunión de Downing Street, gracias a los zapatos con
tacón alto que les había regalado el premier británico,
temen que los bombardeos de Afganistán duren demasiado, de que
esta guerra sea más simbólica que eficaz en la lucha contra
el terrorismo, mientras crece el progresivo rechazo de los bombardeos
por parte de millones y millones de ciudadanos, sean globalizadores, sean
globalizados, que en un primer momento los asumieron como indiscutible
respuesta emocional al salvaje atentado de Nueva York. No sólo
crece la protestaprevisible de los islámicos, sino también
el inhibicionismo en el resto del mundo, para empezar, en España
e Italia. Digan lo que digan Aznar y Berlusconi, las gentes no están
por la labor de continuar machacando talibanes invisibles, con el resultado
visible de una nueva diáspora de millares de afganos desesperados
en busca de las fronteras más permeables. Vidas paralelas las de
Aznar y Berlusconi, necesitan continuar a la estela del Imperio por si
algún día el nuevo desorden internacional les proporciona
algún beneficio, a precio de saldo en la gran liquidación
fin de temporada, desde la angustia de estar tan cerca del Islam y tan
lejos de Estados Unidos.
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