Por Rory McCarthy,
Simon Tisdall y James Meek
Desde
Kabul, Washington y Londres
El conflicto para privar a
los talibanes de cualquier pretensión de poder en Afganistán
pareció estar llegando a su final del juego anoche cuando sus tres
enemigos los combatientes locales, los militares norteamericanos
y el terror desnudo cercaron Kandahar, su último refugio
urbano. El más alto comandante militar de la antitalibana Alianza
del Norte en Kabul, Bismilá Khan, dijo que sus fuerzas estaban
involucradas en enfrentamientos en los límites de la ciudad, el
hogar espiritual del movimiento talibán. Hay fuertes luchas,
dijo luego de comunicarse por radio con los comandantes del área.
Al mismo tiempo, Estados Unidos aumentó la presión contra
las fuerzas talibanas: se intensificaron los ataques contra grutas y túneles
del sur y este del país y el despliegue de 1000 marines en el sur
del país llegó ayer al número de 800. El Pentágono
aseguró que un centenar de soldados de infantería de la
10º división de montaña estadounidense fue desplegado
en el norte de Afganistán, parte de los cuales se asentaron en
Mazar-i-Sharif y parte en el antiguo aeropuerto de Bagram, al norte de
Kabul. También ayer, soldados estadounidenses comenzaron a desminar
y reparar el aeropuerto civil de Mazar-i-Sharif, que sería utilizado
para transportar ayuda humanitaria.
Mohamed Jalal Khan, uno de los comandantes locales que tomó las
armas contra sus antes aliados talibanes, dijo ayer: Nuestras fuerzas
están a cinco kilómetros al este del aeropuerto de Kandahar.
Esperamos capturar pronto Kandahar. El avance hacia la ciudad sureña,
cuya caída reduciría a los talibanes a poco más que
el remanente de una guerrilla, fue confirmado por Khalid Pashtun, el vocero
de Gul Agha, quien comanda a 3000 tropas que atacan Kandahar desde el
sur. Pashtun también dijo que las fuerzas antitalibanas estaban
a cinco kilómetros del aeropuerto. Nos estamos moviendo hacia
Kandahar y esperamos estar ahí en unos pocos días,
dijo. Los comentarios de Bismilá Khan en Kabul no significaron
que las tropas bajo su control directo, provenientes del norte del país,
hubieran avanzado hacia Kandahar sino que las fuerzas más o menos
aliadas a la suyas, como las de Agha, un ex gobernante de Kandahar, estaban
progresando. Los informes fueron relativizados en Washington y viajeros
desde Kandahar informaron que los talibanes todavía controlaban
la ciudad.
Pero surgieron otros signos de que la resistencia podría colapsar.
En mensajes de radio de ayer y del miércoles que podrían
alentar deserciones, el molá Omar líder supremo de
los talibanes ordenó a sus seguidores luchar hasta
la muerte. Dijo: La lucha ha comenzado. Es la mejor oportunidad
para lograr el martirio. El mismo miedo que llevó a los más
altos funcionarios a hacer escapes oportunos desde Kabul antes de que
las tropas de la Alianza ingresaran parece estar actuando otra vez. Se
dijo que el jefe de la inteligencia talibana se había aliado a
la Alianza del Norte. También se dijo que dos ministros del régimen
beligerante habían abandonado Pakistán junto con una cantidad
desconocida de seguidores. El ministro del interior talibán, molá
Abdul Razzaq, fue visto manejando sobre la frontera hacia Pakistán.
Como otra prueba del nerviosismo, el movimiento colgó a un hombre
acusado de espiar para los norteamericanos, de acuerdo con la prensa islámica
Afgana con base en Pakistán.
A pesar de la precaución de Washington contra anunciar prematuramente
la caída de Kandahar, cada vez son más las expectativas
de que la guerra de siete semanas en Afganistán esté llegando
a su clímax, en medio de un aumento de la ola de deserciones y
rendiciones y el aumento de los ataques aéreos norteamericanos.
Los últimos días la fuerza aérea y la marina norteamericana
han estado enviando hasta 120 aviones de guerra diarios contra los blancos
sureños, lo que implica un incremento del 30 por ciento. Pero el
cerco cada vez mayor alrededor de Kandahar puede ser detenido, al menos
temporariamente, por la última resistencia de aquellos talibanes
de línea dura y milicianos de Al-Qaida que van a escuchar elllamado
del molá Omar al martirio.
EE.UU. considera que hasta el momento al menos una docena de líderes
asociados a Bin Laden y cientos de sus seguidores fanáticos árabes,
chechenos y paquistaníes fueron asesinados o capturados o cambiaron
de bando. Pero muchos, tal vez más de la mitad de los 5000 luchadores
extranjeros en Afganistán al comienzo de la guerra el 7 de octubre,
estarían todavía en acción. Al sur de Kandahar, en
la aldea de contrabandistas Spin Boldak cerca de la frontera de Pakistán,
se dice que otra fuerza de alrededor de 300 partidarios de línea
dura está resistiendo e intentan persuadir a los combatientes talibanes
locales para que no se rindan.
Traducción: Giselle Cohen.
Claves
Con la intensificación
de los bombardeosy el despliegue de marines, y la ciudad sureña
de Kandahar y último bastión de los talibanes parece
cada vez más próxima a la caída. EE.UU. movilizó
ayer además a una decena de soldados de la 10ª División
de Montaña al norte del país
En el tercer día
del encuentro de Bonn, la Alianza del Norte cambió radicalmente
su postura y dijo que no rechaza una fuerza internacional de paz
en Afganistán. Con esto se cerró el acuerdo interafgano,
que contempla un futuro gobierno compartido bajo el liderazgo del
ex rey Zahir Shah.
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HABLA
CHANTAL DE JONGE OUDRAAT, EXPERTA EN MISIONES DE PAZ
La lucha con fuerzas locales es ineludible
Por Gabriel A.
Uriarte
Desde
Washington D.C.
La misión de paz
en Afganistán va a tener que desarticular los grupos armados locales
y eso implica combate. Chantal de Jonge Oudraat, holandesa graduada
en la Sorbona y ahora analista para el Carnegie Endowment for International
Peace, dedicó su carrera a la reforma de la ONU y sus misiones
de paz. Por lo tanto, no dudó en enfatizar a Página/12 que,
para evitar los humillantes fracasos del pasado, es vital que la fuerza
en Afganistán esté autorizada y equipada para combatir contra
cualquier milicia que la resista. Interrogada sobre la Argentina, Oudraat
coincidió con otros expertos en que su neutralidad política
sería muy útil en el caso de un despliegue de fuerzas en
Afganistán. Y si bien esas tropas podrían sufrir bajas,
el compromiso argentino sería recompensado. Es que esas fuerzas
deberán ser extensamente reequipadas y financiadas.
Más allá de que la Alianza del Norte permita o no
la entrada de tropas de paz, no queda claro exactamente para qué
serían usadas esas tropas...
La tarea general de la fuerza de paz es restaurar el orden y la
estabilidad. Esto implica desarticular las numerosas bandas criminales
armadas. La fuerza de paz comenzaría en las ciudades, y se extendería
por el campo. También desarmaría a las diferentes milicias
étnicas, porque si no vamos a tener una situación feudalizada
con señores de la guerra.
Todo esto implica que el combate con fuerzas locales será
ineludible...
Sí, es cierto. Por eso hay que tratar el asunto del Capítulo
7 en el mandato que reciba de la ONU. Es decir, que las tropas estén
autorizadas para actuar no solo en defensa propia, sino tomando la iniciativa
para cumplir militarmente los objetivos de la misión de paz.
¿Este derecho había sido otorgado en Sierra Leona?
Fue uno de los fracasos más humillantes de la ONU, con cientos
de tropas de paz tomadas rehenes por insurgentes.
En realidad, en el caso específico de Sierra Leona, la fuerza
de paz había sido autorizada con el Capítulo 7. El fracaso
se debió a otros factores.
¿Cuáles?
Bueno, el número de tropas era limitado, demasiado limitado
para ese país. Sus capacidades militares no eran muy grandes, no
estaban bien equipados.
¿No diría entonces que las fuerzas de países
musulmanes moderados, tales como Indonesia o Malasia, no tienen la capacidad
para sobrevivir en una situación como la afgana?
La ONU está muy consciente de este problema: no ignora el
aspecto militar a favor del político. Pero es un problema más
bien financiero. Países como Indonesia o Bangladesh no pueden pagar
un despliegue como el que se necesita. Aquí países que no
enviarán tropas, como Japón, serán invalorables.
Pero las tropas de paz también deberán ser reequipadas.
¿Cree que Estados Unidos está dispuesto a pagar y
equipar estas fuerzas?
No lo sé. La Casa Blanca parecería estar a favor pero
ya es más dudoso que el Congreso apruebe el gasto. Pero si el presidente
insiste, creo que los legisladores van a cooperar.
Algunos medios dicen que Bush es hostil a una misión de paz
dada su antipatía a la construcción de naciones.
¿No cree que su cálculo es inverso, que Bush está
encantado con que otros países se hagan cargo del problema?
Absolutamente. Washington cuenta con otros países para la
reconstrucción de posguerra.
Sin embargo, hay versiones de que Bush vetó la entrada de
miles de tropas británicas y francesas en diferentes aeropuertos,
cuya misión, decían, era humanitaria...
Bueno, es una zona de combate. Las operaciones militares no terminaron,
ahora los aeropuertos van a ser usados para acciones de combate y no misiones
humanitarias.
Pero esos aeropuertos, como el de Bagram, estaban kilómetros
detrás del frente. ¿No cree que fue una carrera para ganar
influencia en la futura configuración política de Afganistán?
Puede ser que eso explique la ambivalencia de Washington para aceptar
tropas internacionales, pero en el futuro va a tener que aceptarlas.
Hay versiones de que las tropas latinoamericanas, incluyendo de
la Argentina, serían ideales para Afganistán dado que son
políticamente neutrales. ¿Está de acuerdo con esto?
¿Sabe si se ha planteado esto en Washington?
Es una idea muy viable. No tengo noticias específicas sobre
si esto se está discutiendo en el gobierno, pero estamos en una
etapa más bien preliminar. Creo que los latinoamericanos serían
políticamente neutrales y eso sería conveniente en Afganistán.
Creo perfectamente posible que Washington considere usarlas.
¿Pero no creen que comparten el problema de Bangladesh o
Malasia: una dudosa capacidad de operar en un lugar tan salvaje como Afganistán?
Bueno, todos necesitarán extenso apoyo logístico y
financiero.
¿Qué equipo debe ser suministrado y cuántos
soldados deberían enviarse?
Equipo bastante pesado. Los helicópteros son muy importantes,
como también carros blindados. Harían falta algunos tanques
pesados, sí. Sobre los números, estamos en una etapa demasiado
preliminar... tendría que hacer estudios más específicos.
¿Más de 20.000?
Sin duda, dada nuestra experiencia en Bosnia y Kosovo. Igual no
quiero darle una cifra precisa. Solo puedo decir que sería menos
que 100.000 y más que 10.000.
¿No cree que la fórmula federalista que la ONU plantea
para Afganistán sólo formalizaría la feudalización
que ya existe de facto? ¿Qué es lo que cambiaría?
Bueno, la administración estaría en manos de la ONU
y tendríamos las fuerzas de paz. Esto iniciaría la transición
hacia un gobierno más centralizado.
Pero con un gobierno centralizado alguien va a perder poder. ¿No
cree que, a corto plazo, la estabilización sería más
sencilla si no se define el gobierno de posguerra?
Esa es efectivamente una fórmula que funcionaría a
corto plazo. Pero a largo plazo es una receta para la catástrofe.
Con
la palabra de honor del hombre
que dice que no dijo lo que dijo
Por
Ewen MacAskill *
Desde
Bonn
En un vuelco de
180 grados, la Alianza del Norte acordó ayer en las conversaciones
de paz que se llevan a cabo en Bonn aceptar una fuerza internacional para
mantener la seguridad en Afganistán. Yunis Qanuni, jefe de la delegación
de la Alianza en las conversaciones, que el miércoles insistió
en que esa fuerza sería innecesaria, retiró su oposición
a que se enviaran tropas internacionales al país. Qanuni convocó
a una conferencia de prensa para clarificar un malentendido
por el que culpó a su intérprete. En un cambio completo
respecto del día anterior cuando descartó tres veces la
posibilidad de tropas extranjeras, Qanuni dijo: La intención
no es oponerse al desplazamiento de tropas extranjeras en Afganistán.
Unos 130 marinos británicos están en el aeropuerto de Bagram
cerca de Kabul y hasta 6000 tropas británicas están listas
para un posible desplazamiento. Ayer se le trajo un nuevo intérprete
para reemplazar al que tenía el miércoles. Hablando a través
de este, Qanuni añadió: Lo que dijimos fue que, por
el momento, porque hay paz en Afganistán y seguridad, no vemos
un motivo para desplegar fuerzas internacionales. No dijo categóricamente
que se invitaría a las tropas extranjeras a entrar, pero su giro
de 180 grados lo hace más probable. El foco de la discusión
ahora será el número, con la Alianza tratando de mantener
las tropas internacionales al mínimo.
Qanuni dijo que no tenía objeciones a las tropas de países
occidentales pero creía que los afganos preferirían tropas
de países islámicos. Nuestra postura oficial es que
una vez que se establezca el mecanismo de transición, y que la
necesidad de una fuerza internacional sea inevitable, no nos opondremos
a la llegada de fuerzas internacionales. Gran Bretaña y otros
países europeos han propuesto entrar temporariamente hasta que
se forme una fuerza integrada por tropas de Turquía, Indonesia
y otros países musulmanes. La imposibilidad de llegar a un acuerdo
sobre las tropas amenazaba con arruinar las conversaciones. Otros grupos
afganos advirtieron que podrían boicotear al nuevo gobierno que
se proponga para Kabul porque temen por su seguridad ante las tropas de
la Alianza, que básicamente son tajikos, que ahora controlan la
ciudad.
Antes del giro radical de Qanuni, hasta uno de los consejeros de su propia
delegación, Haji Ali Mirzai, un miembro del grupo minoritario hazara,
dijo que las otras delegaciones estaban decididas a que hubiera una fuerza
internacional. Sin las tropas extranjeras, no se sentirán
seguros y nunca entrarán en el gobierno dijo Mirzai.
Los tajikos están en Kabul ahora y no quieren compartir el poder.
Con la discusión sobre la seguridad aparentemente resuelta, los
delegados informaron sobre el buen progreso en otras áreas negociadas.
Dijeron que estaban cerca de llegar a un acuerdo sobre la forma y los
miembros de un gobierno interino para Afganistán. Sería
el primer gobierno de base amplia en Afganistán en una historia
llena de cicatrices por las divisiones étnicas.
Ahmad Fawzi, vocero de la ONU, que está patrocinando las conversaciones,
dijo que se están afinando los detalles. El paquete
se cerraría hoy. El plan es formar un consejo interino de más
de 100 miembros y un cuerpo ejecutivo interino de entre 15 a 25 miembros.
El liderazgo del ejecutivo rotaría cada mes. El grueso de los lugares
va a ir a la alianza y a los exiliados reunidos junto al ex rey, Zahir
Shah. El consejo y el ejecutivo gobernarían el país hasta
la primavera cuando se convoque al Loya Jirga, la reunión tradicional
tribal y otros líderes para comenzar las discusiones sobre una
nueva constitución.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
OPINION
Por Claudio Uriarte
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Un acuerdo no es la
paz
De acuerdo a lo que Yanus Qanuni y el resto de la pintoresca conferencia
interafgana, que ayer se cerró con un happy ending
totalmente manufacturado en Bonn, quieren que el mundo crea, se
ha llegado a un acuerdo que permitirá el despliegue de tropas
internacionales de paz, un gobierno compartido entre las diversas
etnias y tribus en Afganistán y un liderazgo rotativo bajo
la comprensiva simpatía de abuelo del ex rey Zahir Shah,
que no pisa su país desde 1973. En realidad, en lo único
que se han puesto de acuerdo es en sacarle una enorme tajada al
Tesoro norteamericano y otra correspondiente al Banco Central
Europeo anticipando la hora que suena cada vez más
próxima en que Estados Unidos destruya lo que queda
de los talibanes, Osama bin Laden y su red Al-Qaida en Afganistán
y se vaya del país para seguir su cruzada antiterrorista
en donde sea (probablemente Somalía y no Irak, que es lo
que el Pentágono quiere que se crea). En este escenario,
los inverosímiles aliados del norte y del sur harían
de cuenta que son un grupo de personas razonables, para engullirse
la ayuda y después probablemente reanudar su ritual carnicería
fratricida.
Paradójicamente por eso mismo, y para evitar una nueva situación
de colapso del poder del Estado central como la que permitió
el florecimiento de la red Al-Qaida, Estados Unidos puede verse
llevado a aceptar de mal grado lo que una Gran Bretaña ridículamente
embanderada en una especie de neoimperialismo vengativo no cesa
de proponerle y que Rusia acaba de hacer colar por la ventana al
norte de Kabul: el despliegue de fuerzas internacionales
de asistencia humanitaria, o de pacificación
o lo que sea, antes que ocupe posiciones una aún teórica
fuerza de países islámicos moderados como Indonesia
y Malasia, y eso en el caso de que las fuerzas internacionales,
habiéndole tomado el gusto al reparto del país más
conveniente para construir los oleoductos del Mar Caspio, permitan
amablemente la entrada de tales países islámicos moderados.
(Dicho sea de paso, la inscripción de Malasia bajo ese adjetivo
parece al menos dudosa, ya que el régimen del Dr. Mahatir
es una dictadura corrupta, cruenta y nepotista que arresta a sus
opositores bajo cargos formales de homosexualidad, que cree en una
conspiración judía liderada por George Soros y cuyo
último hit en la escena internacional fue el cierre de la
economía y la expulsión de la inversión extranjera
durante la crisis del Sudeste Asiático.)
Este es el trasfondo del supuesto acuerdo de Bonn.
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