Preservar es una forma
de resistir las crueldades de la muerte. Rescatar, cuidar y mantener en
el mejor estado posible la vida y sus creaciones es un propósito
que se ha vuelto axioma en el campo de la cultura. Preservar el cine en
especial aparece como una justa aspiración si se quiere en verdad
contar con un acervo compartido y compartible entre los países
de habla hispana. Sobre estas ideas de Iván Trujillo, director
de la Filmoteca de la Universidad Autónoma de México (UNAM)
y actual presidente de la Federación Internacional de Archivos
de Films (FIAF) se concibió el ciclo La memoria compartida,
que se desarrollará a partir de hoy, hasta el viernes 7, en la
Sala Leopoldo Lugones. La muestra -organizada por el Teatro San Martín,
la Fundación Cinemateca Argentina y el Centro Cultural de España/Embajada
de España está integrado por dieciocho films esenciales
del patrimonio del cine latinoamericano, recuperados y restaurados gracias
a un proyecto de la Agencia Española de Cooperación Internacional,
en colaboración con las cinematecas y archivos de la región.
Según Trujillo, los fondos destinados a los archivos fílmicos
iberoamericanos significan, en las circunstancias actuales, una manera
de proteger no solamente lo que suele estar en desventaja, sino también
la posibilidad de reencontrarnos con quienes tenemos más razones
para caminar juntos que mantenernos a distancia; para evitar que una parte
frágil de nuestra cultura el cine acabe por volverse
sueño, o sólo polvo.
El ciclo se inicia hoy con El último centauro-La epopeya del gaucho
Juan Moreira (Argentina, 1924), un film de Enrique Queirolo que se creía
perdido, hasta que una copia cayó en manos del realizador José
Antonio Martínez Suárez, quien a su vez la depositó
en el Museo del Cine Ducrós Hicken, de la ciudad de
Buenos Aires. Las aventuras del legendario gaucho bandolero, que hacía
justicia para los pobres y desafiaba a los poderosos, fueron recreadas
por dos intérpretes fundamentales de la historia del teatro argentino:
Carlos Perelli y Milagros de la Vega. La copia del Museo del Cine fue
restaurada en la Filmoteca de la UNAM y será exhibida a las 14.30,
18 y 21 horas (en esta última función con acompañamiento
musical en vivo a cargo del pianista Javier Arias).
Mañana sábado y el domingo 2 se verá Tres tristes
tigres (Chile, 1968), con Nelson Villagra, Shenda Román y Luis
Alarcón. Film clave del Nuevo cine latinoamericano
y mojón inicial de la obra inconmensurable de su realizador, Raúl
Ruiz. Tres seres lindantes con el lumpenaje establecen diferentes situaciones
de dominio y sumisión, que culminan con un súbito estallido
de violencia. La copia, recuperada por Cinemateca Uruguaya fue restituida
para su restauración a la Cinemateca Chilena, que ahora la cedió
especialmente para su exhibición en Buenos Aires.
El lunes 3 está programado un conjunto de documentos y testimonios
de importancia histórica para el continente, entre ellos el entierro
de Emiliano Zapata, en 1919, y un registro de primera mano de la revolución
cubana. El martes 4 van O segredo do Corcunda / El secreto del jorobado
(Brasil, 1924), de Alberto Traversa, un melodrama social, realizado por
un pionero del cine brasileño que también hizo su experiencia
en Argentina, y Yo perdí mi corazón en Lima (1933), de Alberto
Santana, uno de los films peruanos más populares de su época,
restaurado por la Filmoteca de Lima, con el apoyo técnico de la
Filmoteca de la UNAM.
El miércoles 5 se exhibe El retorno (1930), primer y legendario
largometraje producido en Costa Rica, que teje la historia de un conflictivo
regreso al hogar, y el jueves 6 Rayando el sol (México, 1945),
con Pedro Armendáriz, uno de los melodramas más logrados
del director Roberto Gavaldón. Una restauración de la Filmoteca
de la UNAM, bajo la supervisión de la Cinemateca Nacional de México.
Finalmente, el viernes 7 se proyectará Valparaíso mi amor
(Chile, 1969), de Aldo Francia. Una familia pobre de Valparaíso
queda librada a su suertecuando el padre un desempleado es
apresado por robar. Descarnado retrato social, alejado de los estereotipos
turísticos de la ciudad. Una copia recuperada por la Fundación
Cinemateca Argentina sirvió para la posterior restauración
a cargo de la Cinemateca Chilena.
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