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EL GOBIERNO RESIGNADO ANTE EL COSTO POLITICO QUE VA A PAGAR
Verano con sol, pero sin plata

Cómo se aceleraron los tiempos de las medidas. La tentación
de arruinar a Ruckauf. Los telegramas que casi desatan el pánico. El terror a que la gente crea que �le robamos la plata�. El impacto en la clase media, �nuestra base política�. La recesión instantánea y aguda que se esperan.

Por José Natanson

En la tarde del viernes, el gobernador de Buenos Aires Carlos Ruckauf hizo gestiones desesperadas ante algunos hombres del Gobierno para averiguar si se estudiaba alguna medida para proteger el sistema financiero. El drenaje imparable de depósitos había impactado fuerte en el Banco Provincia que, si no se apuraba una decisión, quedaría al borde del colapso. Tanto, que el titular de la entidad, Ricardo Gutiérrez, participó junto a Domingo Cavallo y Horacio Liendo en la mesa chica que definió el paquete. La anécdota, lejos de ser casual, revela la complejidad de la crisis que atraviesa la gestión delarruista: aunque reconocen el mal humor que generarán las medidas, sobre todo en las clases medias urbanas, en el Gobierno las justifican con el argumento de lo inevitable. “Esperemos que este verano haya sol, porque lo que es plata...”, se sinceraba ayer un ministro, mientras miraba el partido que perdieron Los Pumas junto a los pocos funcionarios que a las nueve de la noche quedaban en Olivos.

Tiempos

Un funcionario que ayer estuvo un rato en Olivos, donde se reunió la primera plana del Gobierno para analizar las nuevas medidas, aseguraba que todo fue una cuestión de timing. Según decía, Cavallo estaba convencido de que el FMI adelantaría para noviembre la cuota de 1300 millones de diciembre. “Hubiera servido para tapar los baches del presupuesto y para generar un poco de confianza”, señalaba el funcionario.
Pero a este Gobierno las cosas siempre le salen de la peor manera. No sólo porque la plata no llegó: el éxito del canje de la deuda podría haber ayudado a generar seguridad, pero la crisis financiera se superpuso al anuncio y licuó su impacto público, obligando a Economía a hacer un esfuerzo para evitar la caída masiva de los bancos. “Cavallo no quería, pero al final no le quedó otra. Era lo que había que hacer”, decían en la Rosada. Y agregaban que el paquete les serviría al menos para ganar 90 días de tranquilidad financiera, el tiempo necesario para concretar el delicado tramo internacional del canje.
Para colmo, todo se complicó por desinteligencias internas. El viernes, cuando la psicosis parecía no tener fin, Economía había preparado los telegramas en los que se avisaba a los bancos que se declaraba el feriado bancario para el lunes. Sin embargo, fue el mismísimo De la Rúa quien, apenas se enteró, salió a frenar la medida. “No hay que expandir la alarma. Tratemos de que las cosas queden en la normalidad”, fue la orden de Presidencia.
Desde luego, con el paso de las horas fue quedando cada vez más claro que la dinámica de la crisis era imparable. Al final, la medicina resultó peor que la enfermedad.

Costos

“Peor era que se cayeran los bancos”, justificaba ayer un funcionario, que mencionaba como ejemplo el caso del Banco Provincia. Según contaba, la debacle del segundo banco del país –uno de los más perjudicados por la corrida– generó una interna dentro del gabinete: mientras algunos integrantes del entorno presidencial recomendaban dejarlo librado a su suerte, para que Ruckauf pagara el costo, otros señalaban que el gobierno nacional no quedaría exento de semejante noticia.
Ayer, con las medidas ya definidas, la estrategia apuntaba a desdramatizar el alcance del paquete. “Tiene que quedar claro que no le sacamos la plata a la gente, que la Convertibilidad se mantiene. Esta es una apuesta a blanquear la economía y a combatir la evasión. Lo central es que en medio de un ataque especulativo feroz tratamos de hacer todo lo posible para garantizar la plata de los ahorristas”, aseguraba un funcionario.
Por supuesto, hasta los más optimistas admitían ayer que la medida generará un malhumor social importante. Uno de los primeros en palparlofue el vocero Juan Pablo Baylac, que ayer al mediodía, cuando ingresaba en Olivos, fue interceptado por dos vecinas jubiladas que le exigían explicaciones. El hombre zafó lo mejor que pudo, y trató de no escuchar a una de las señoras que amenazó con “poner una bomba” si le tocaban sus ahorros.
“El impacto va a ser mayor en la clase media y en la clase media alta. Justamente nuestra base política”, evaluaban ayer cerca del Presidente. “El efecto va a ser más fuerte en la Capital y en los grandes centros urbanos”, decía el funcionario, sin aclarar que el interior sufrirá menos porque mil pesos mensuales es una suma a la que casi nadie tiene acceso en las castigadas economías provinciales.
Desde un punto de vista más general, en el Gobierno reconocían que el anuncio profundizará la recesión, al contraer fenomenalmente y de un saque el efectivo circulante. Y que perjudicará a amplios sectores de la economía, especialmente el comercio mayorista. “Muchos se van a acostumbrar a la bancarización, otros van a tardar más, pero va a haber algunos que directamente nos van a querer matar”, sintetizaban.

Política

¿Cómo construir un consenso político mínimo para respaldar las nuevas reglas de la economía? ¿Cómo evitar que, otra vez, el paquete se diluya en cuestión de días? “Estamos hablando con todo el mundo”, aseguraban en Olivos. Y repasaban la lista: Chrystian Colombo habló con los principales gobernadores del PJ, Ramón Mestre con los de la Alianza y con los jefes de los bloques parlamentarios, Cavallo con José Manuel de la Sota y con Carlos Reutemann.
Aunque juraban que todos manifestaron “comprensión” y “apoyo” a las medidas, en el Gobierno reconocían que no alcanza con respaldos más o menos formales, y que es necesario buscarle una solución definitiva a la debilidad crónica de la Rosada.
Sin muchas ideas, la gran apuesta oficial es la concertación con los diferentes sectores económicos y sociales que anunció Colombo. Pero tampoco resultará fácil. “Hay dos líneas muy diferentes”, aseguraba una fuente que viene participando de las negociaciones.
Una, encarnada en la UIA y la CGT, impulsa un cambio profundo de modelo que incluya modificaciones en el tipo de cambio. La otra, representada por las entidades bancarias, presiona por una dolarización progresiva de la economía. A pesar de los esfuerzos de Colombo, parece imposible conciliar para que las dos posiciones, más allá de los gestos formales, se plasmen en acuerdos concretos. “Estamos tratando de generar un apoyo, de llegar a acuerdos mínimos, pero la verdad es que seguimos pedaleando en el aire”, decía ayer un ministro exhausto.

 

Lo que se dijo en el día

Ayer, durante todo el día, los funcionarios del Gobierno salieron a hacer declaraciones para justificar las medidas anunciadas por Economía:
Chrystian Colombo, jefe de Gabinete: “Asustaron a nuestros ahorristas con que el sistema es débil o que el Gobierno va a devaluar, pero el Gobierno va a dictar una norma para enfrentar el miedo. No es una medida que vaya en contra, sino a favor de la gente. Es una norma transitoria durante el período que dure el tramo internacional del canje”
Juan Pablo Baylac, vocero del Gobierno: “Las medidas no están vinculadas con pisarle los depósitos a la gente. Por el contrario, se trata de utilizar mecanismos que certifiquen la utilización de esos recursos y que queden dentro del circuito bancario. Se refuerza la convertibilidad y se garantiza el resultado del canje de la deuda. Son muy importantes porque tienden a asegurar el sistema financiero”.
José Dumón, ministro de Trabajo: “La gente no debe tener miedo. Los ahorristas van a volver a depositar con toda tranquilidad porque este es un país seguro. Se va a recuperar la confianza de la gente demostrando que todos los rumores son falsos”.
Jorge de la Rúa, ministro de Justicia: “Las medidas son en resguardo del sistema financiero y de la convertibilidad. No apuntan al bloqueo de fondos ni a su congelamiento, sino a bancarizarlos. Por otro lado, hay que subrayar que el canje de la deuda es una gran noticia”.

 

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