Por Pedro Lipcovich
Un grupo de científicos
de la Universidad de Tucumán descubrió el mecanismo de acción
de un nuevo antibiótico, llamado microcina J25. Los
investigadores aislaron el fármaco a partir de un recurso renovable
de larga tradición en la Argentina: la caca; más precisamente,
las heces de un lactante sano, donde el antibiótico es producido
en forma natural por una bacteria. Desde luego, después de aquella
muestra inicial, el antibiótico se obtiene cultivando en laboratorio
la bacteria que lo produce, pero el hecho de que ésta forme parte
de la flora intestinal normal abre la perspectiva de usarlo también
como preservante natural de alimentos, sin riesgos de toxicidad. Además,
la microcina, a diferencia de la mayoría de los antibióticos,
es fácil de modificar por ingeniería genética y los
investigadores tucumanos, luego de completar el mapeo de los genes que
la producen, iniciaron la tarea de obtener versiones más poderosas.
El descubrimiento se anota en un contexto donde los antibióticos
ya conocidos resultan crecientemente inefectivos, porque muchos médicos
y pacientes los usan mal.
El equipo dirigido por Ricardo Farías y Raúl Salomón
investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán y del
Conicet desarrolló el nuevo antibiótico y publicó
su mecanismo de acción en la edición de agosto del prestigioso
Journal of Bacteriology. Históricamente los primeros antibióticos,
como la penicilina, se obtuvieron de hongos, y otros fueron aislados a
partir de bacterias; pero en España, desde hace algunos años,
se investigaban las microcinas, producidas por bacterias de la flora intestinal:
Yo trabajé allí y, cuando volví a la Argentina,
encaré una búsqueda sistemática en heces de humanos:
después de aislar cientos de bacterias, encontré, en una
Escherichia coli, un antibiótico que no había sido descripto:
la microcina J25.
Se llaman microcinas porque son moléculas pequeñas, más
chicas que las proteínas: Esto hace que sean más fáciles
de manipular genéticamente que los demás antibióticos
comenta Salomón: como la molécula está
compuesta por sólo 21 aminoácidos, no es tan difícil,
y lo estamos haciendo, cambiar uno e investigar cómo se modifica
la acción del antibiótico.
Puede decirse que el nuevo antibiótico, en el buen sentido, mata
al mensajero: actúa sobre una enzima que sirve para fabricar una
sustancia llamada ARN, que entre otras funciones tiene la de trasmitir
al conjunto de la célula los mensajes que se originan en el ADN,
el conjunto de genes que está en el núcleo celular. Cuando
la microcina entorpece la producción de ARN, la célula se
desbarata. El fármaco afecta a bacterias Salmonella, Shigella y
varias cepas de Escherichia coli.
Otros antibióticos ya conocidos tienen un mecanismo parecido y
es el caso de la rifampicina, que se usa contra la tuberculosis. ¿Podría
aprovecharse el antibiótico tucumano para enfrentar el problema
de la tuberculosis multirresistente, que desafía los antibióticos
convencionales y ha causado preocupantes brotes en hospitales como el
Muñiz? Todavía no sabemos, pero estamos en eso,
contesta Salomón. Todavía no saben por qué hasta
ahora la microcina no es capaz de penetrar la membrana del bacilo de la
tuberculosis; están en eso, porque la posibilidad de que lo logre
forma parte de los cambios que, por ingeniería genética,
están investigando.
El hecho de que el nuevo antibiótico provenga del propio organismo
humano abre la posibilidad de usarlo para algo en lo que los antibióticos
suelen estar estrictamente prohibidos: la conservación de alimentos.
En todo el mundo se prohíbe agregar antibióticos a los alimentos...
salvo uno: la nicina. ¿Por qué? Porque proviene de microorganismos
presentes en el yogur, que hace muchos siglos la humanidad consume sin
efectos tóxicos. Es esperable que la microcina carezca igualmente
de riesgos, ya que la bacteria que la produce es huésped habitual
del organismo humano. La microcina podría reemplazar a la
nicina, que hoy se importa del Reino Unido, y a muchos aditivos químicos
que hoy tienden a ser rechazados por los consumidores, que prefieren preservantes
naturales, se entusiasma Farías.
¿Cuándo va a estar el nuevo antibiótico en condiciones
de empezar su desarrollo industrial? Ya. Nuestro desarrollo ya está
en condiciones de pasar a la fase industrial de investigación destaca
Farías; el problema es que en la Argentina hay pocos capitales
para investigación. Si no se consiguen acá, ¿cómo
sigue esto? Alguien tendrá que comprarlo en otro país,
contesta el investigador.
CADA
VEZ SIRVEN MENOS ANTIBIOTICOS
Batalla desigual
Por P. L.
Déme ese antibiótico
que dice amplio espectro, seguro que me va a servir,
dice en la farmacia una persona resfriada y no sabe que está actuando
contra la salud de la comunidad. Sí debiera saberlo el médico
de obra social que, a la paciente con cistitis, le receta un antibiótico
que rápidamente le quitará los síntomas, pero es
el mismo que generará cepas de bacterias resistentes. También
debiera saberlo el doctor que queda bien con su paciente regalándole
el antibiótico que le dio un visitador médico, en vez del
que indicaría el antibiograma. Un especialista de la UBA comentó
para este diario los cotidianos episodios por los cuales la humanidad
se está quedando sin antibióticos confiables.
Cada día, nuevas bacterias se vuelven resistentes a los antibióticos,
advirtió Daniel Sordelli, profesor titular de Microbiología
en la UBA. El mecanismo que las vuelve resistentes es sencillo: en las
comunidades humanas, de cada especie de bacterias susceptibles a un antibiótico,
hay unas pocas bacterias capaces de resistirlo; cuando se administra el
antibiótico, esas pocas son las que van a sobrevivir y a expandirse.
Esto exige un uso cauteloso de esos medicamentos. Por ejemplo, una
faringitis causada por estreptococos puede tratarse con penicilina, antibiótico
tradicional; si en determinado caso resultaran resistentes a la penicilina,
hay otro recurso que son los antibióticos modernos, de amplio
espectro, aptos para muchas especies de bacterias. Pero, si el médico
prefiere dar el antibiótico de amplio espectro que le dejó
un agente de propaganda médica, el día que la bacteria se
vuelva resistente no va a haber antibiótico con que tratarla,
destacó el especialista.
El procedimiento correcto es: Cuando el médico sospecha que
una enfermedad es causada por una bacteria, corresponde un análisis
microbiológico para identificarla y determinar su patrón
de sensibilidad a los antibióticos. En la práctica, mientras
se espera el resultado del análisis, se puede empezar un tratamiento
contra la bacteria más probable para esa enfermedad, pero usando
un antibiótico de espectro reducido, explicó el microbiólogo.
En algunas enfermedades esto es crucial señaló
el profesor, y es el caso de las urinarias: lamentablemente, muchos
médicos tratan las cistitis de las mujeres con antibióticos
de amplio espectro, con lo cual logran sacarse la paciente de encima,
pero dejan en la población bacterias resistentes. Es importante
no omitir el análisis bacteriológico de orina.
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