No se sabe dónde está
Osama bin Laden. No se sabe cuánto tiempo resistirán los
talibanes en Kandahar. No se sabe qué será del futuro postalibán.
Habiendo entrado en la zona de definiciones, la situación en Afganistán
está cada vez menos definida. Los bombardeos norteamericanos continuaron
ayer con gran intensidad en Kandahar, mientras tribus pashtunes opuestas
a los talibanes (también pashtunes) afirmaron que tomaron parte
de un aeropuerto en esa ciudad bombardeado anteayer. El canciller de la
Alianza del Norte, Abdulá Abdulá, le dijo ayer a Estados
Unidos que no bombardeara otras zonas que no fueran Kandahar y el sur
del país, porque Bin Laden no está en otro lado. Y en Bonn,
la conferencia interafgana avanzó en las negociaciones y podría
terminar este lunes, pero no se sabe hacia adónde avanzó:
la Alianza del Norte aceptó el envío de tropas de paz a
Afganistán, pero la ONU descarta que el presidente Burhanuddin
Rabbani o el ex rey Mohamed Zahir Shah puedan liderar el gobierno de transición,
con lo que no se sabe cómo será éste.
Toda la conferencia estuvo a punto de fracasar anteayer, cuando Rabbani
demoraba su aprobación a la lista que integraría el gobierno
de transición y un líder pashtún se retiraba de las
negociaciones por la poca participación de su etnia en el futuro
diagrama de poder. Pero ayer el clima fue otro. En principio, la Alianza
del Norte, una coalición de cuatro etnias (uzbekos, tajikos, hazaras
y turkmenos), aceptó que los grupos afganos en el exilio, encabezados
por el ex rey Shah, entren en el gobierno de transición. Y todas
las partes aceptaron la participación de tropas de paz a Afganistán.
Claro que esas tropas pertenecerían a la propia Alianza del Norte
y a algunos países islámicos aún no determinados.
Sin embargo, si el nivel de resoluciones es como el de ayer, estas tropas
de paz tampoco sabrán a quién tienen que defender. Desde
Kabul, Abdulá Abdulá dijo que Rabbani estaría dispuesto
a sacar las patas del plato para que el ex rey Shah lidere el gobierno
de transición. Los delegados de Shah respondieron desde Bonn que
el ex rey aceptaría gustoso. Pero los diplomáticos de la
ONU no quieren ni a Rabbani ni a Shah al frente del gobierno: uno porque
no es precisamente una figura aglutinante, y el otro porque tiende a ser
inexistente, a sus 87 años y habiendo estado fuera de Afganistán
desde 1973.
La ONU quiere instaurar un gobierno y un parlamento interinos para convocar
a elecciones generales en dos años. Este gobierno interino estaría
integrado, a la manera de la Unión Europea, por un Consejo Ejecutivo
de unos 12 miembros, para prescindir de una figura central que en este
momento no existe. El plan suena difícil de aplicar y por eso la
ONU saca todo el tiempo el tema de la ayuda económica como método
privilegiado de presión. El titular del Programa de Desarrollo
de la ONU, Mark Malloch Brown, declaró ayer en Islamabad que no
habría fondos para la reconstrucción de Afganistán
si este plan se sale de cauce. Los donantes han visto la experiencia
de invertir en Afganistán y en otros países donde esa condición
no está presente: la guerra civil se reinicia, el gobierno cae,
se pierde la inversión, afirmó.
Mientras se ajusta el futuro fuera del país, dentro de Afganistán
el presente está lejos de resolverse. Khalid Pashtún, portavoz
del líder pashtún Gul Agha, declaró ayer que estas
tropas tomaron parte de uno de los aeropuertos de la ciudad. Los
combates por el control total son fuertes, y allí hay tropas árabes
y de Al-Qaida (la red terrorista de Bin Laden), dijo Pashtún.
La agencia Prensa Islámica Afgana denunció que cerca de
80 civiles murieron en los bombardeos de anteayer sobre Jalalabad (este),
donde Estados Unidos también supone que podría estar Bin
Laden, y sobre la ruta que une Kandahar y la frontera con Pakistán.
El Pentágono se negó a comentar las denuncias. El ex embajador
talibán en Pakistán, Abdul Salam Zaeef, reiteró que
el líder talibán, el molá Mohammad Omar, ha
aconsejado y ordenado a todos a luchar hasta la muerte y no doblegarse
ante la brutalidad y la blasfemia.
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