Por Ariel Greco
La Selección Argentina
no tuvo demasiada fortuna en el sorteo del Mundial y quedó emparejada
en el grupo más complicado del torneo. Si bien consiguió
el propósito de disputar la primera ronda en Japón, el equipo
de Marcelo Bielsa integrará la zona F junto a Nigeria, Inglaterra
y Suecia, tres equipos de reconocido nivel internacional. Argentina debutará
en certamen ante los nigerianos a partir de las 6.30 del domingo 2 de
junio de 2002, en el estadio del Kashima Antlers de Ibaraki. El Mundial
comenzará el 31 de mayo a las 8.30 con el partido que el campeón
del mundo, Francia, disputará ante Senegal, uno de los cuatro debutantes
en la competencia.
Tras el sorteo efectuado en la noche coreana en el Busan Exhibition &
Convention Center (Bexco), el conjunto argentino pareció no ser
favorecido por el azar, a punto tal de tener que enfrentar a dos de los
equipos europeos que mejor ranking mundial experimentan en la actualidad
(décimos los británicos, decimosextos los suecos) y ante
Nigeria, uno de los dos conjuntos más poderosos de Africa. Luego
del debut ante los nigerianos, Argentina se medirá el 7 de junio
ante Inglaterra en Sapporo a las 8.30, y finalizará su participación
en la zona ante los suecos en Miyagi el 12 de junio a las 3.30. En cambio,
Brasil sí contó con mucha fortuna. Los de Scolari quedaron
emparejados con Turquía, China y Costa Rica.
Claro que las dificultades del conjunto argentino no se acaban con el
grupo inicial. En caso de avanzar a los octavos de final como ganador
de su zona, Argentina se cruzará con el segundo del Grupo A, que
quedó conformado por Francia, Uruguay, Dinamarca y Senegal. En
ese caso, la lógica indica que el rival saldría de uruguayos
y daneses. En cambio, si el pase se consigue en la segunda posición,
el adversario será el vencedor de ese mismo grupo, que si no ocurre
ninguna sorpresa sería el actual campeón del mundo. Lo que
sí es seguro es que esa instancia también se disputará
en tierras japonesas, en Oita si Argentina llega como ganador de grupo
o en Niigata si accede como segundo.
Más allá de la posición que ocupe Argentina en la
zona, el cruce en cuartos de final quedará reservado para algún
integrante de grupo C o H. El primero lo componen Brasil, Turquía,
China y Costa Rica, mientras que el otro lo integran Japón, Bélgica,
Rusia y Túnez. Un hipotético cruce en cuartos ante Brasil
se producirá en caso de que alguno de los dos no se adjudique su
grupo. Si los dos cumplen con la lógica y ganan sus respectivas
zonas, recién se verían las caras en las semifinales. Claro
que en cuartos de final, Brasil primero se tendría que sacar de
encima a Francia. Lo concreto es que no hay posibilidades de que Argentina
llegue a una final con Francia, Brasil o Inglaterra.
Del otro lado de la llave, el panorama pinta mucho más sencillo.
Entre los candidatos apenas aparecen potencias europeas como Italia, Alemania
y España, en tanto que algunas selecciones sin mucha historia pero
con un buen presente como Portugal o Croacia, pueden aprovechar un buen
cuadro para meterse entre los grandes. El Mundial Corea Japón 2002
ya comenzó a jugarse.
Así llegaron
los rivales
Inglaterra: Llegó al Mundial al ganar el Grupo 9, postergando
a Alemania, Finlandia, Grecia y Albania; con cinco victorias, dos
empates y una derrota. El equipo se sustenta en los futbolistas
del Liverpool y el Manchester United, entre los que se destacan
David Beckham, Michael Owen, Paul Scholes, Emily Heskye y Steve
Gerrard.
Suecia: Se llevó invicto el Grupo 4 y fue el equipo europeo
con mayor promedio de puntos obtenidos, con 26 unidades sobre 30
en juego. Dejó en el camino a Turquía, Eslovaquia,
Macedonia, Moldavia y Azerbaiján. Su principal figura es
el goleador Henrik Larsson, del Celtic Glasgow, que el año
pasado ganó el botín de oro europeo. Muchos de sus
futbolistas actúan en Inglaterra.
Nigeria: Ganó su grupo eliminatorio con 16 puntos en 8 partidos,
dejando en el camino a Liberia, Ghana, Sudán y Sierra Leona.
Sus jugadores, entre los que se destacan Nwanko Kanu y Agustine
Okocha, están diseminados por toda Europa.
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OPINION
Por Diego Bonadeo
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Los �códigos� del
�sorteo�
El sorteo para el Mundial 2002 recreó la necesidad de plantearse
una vez más lo que el término historia
significa en términos de fútbol. Porque para quienes
desde la FIFA y sucursales manejan la actividad sólo desde
la billetera resulta absolutamente justificable, gracias a los poderes
casi omnímodos de la empresa de televisión Televisa,
que México haya tenido dos mundiales en dieciséis
años 1970 y 1986, que Estados Unidos haya tenido
el suyo en 1994 y que en 2002 los tigres asiáticos del escolaso
compartan la organización del próximo. Y el sorteo
tiene que ver con todo esto, aunque se diga con impudicia que el
bolillero tiene los ojos tan vendados como la justicia de Belluscio.
La cuestión pasa por el criterio con que se determinan los
perfiles. ¿Por qué carajo, por más organizadores
que sean, Japón y Corea tienen que ser cabezas de serie en
el mismo nivel de Francia, España, Brasil, Alemania, Argentina
e Italia? Y si de comparar rivales de cabezas de serie de acuerdo
con el sorteo se trata ¿cómo puede ser que a Japón
le toque jugar en su grupo con Bélgica, Rusia y Túnez
y a Argentina con Nigeria, Inglaterra y Suecia? No se trata de quejarse
porque a nuestro seleccionado le tocó ese grupo
F, sino de evaluar más o menos racionalmente
no solamente este sorteo, sino los de ediciones anteriores. Sin
ir demasiado lejos, en 1998, en Francia el equipo nacional jugó
en su eliminatoria contra Japón, Jamaica y Croacia, zona
razonablemente débil si las había. Sí se trata,
una vez más de la imposibilidad de compatibilizar criterios
con perfiles, a partir de metodologías decididamente tramposas.
Lo que parece imposible.
Históricamente Brasil y Alemania han sido los más
favorecidos en estas cuestiones, aunque por otra parte el análisis
puramente deportivo demuestra que no hay favorecidos, porque campeón
del mundo hay uno solo. Falacia total para quienes desde el marquetineo
y la sponsorización manejan la torta grande, y sólo
están interesados en que lo suyo aparezca en los televisores
de los miles de millones de consumidores de mundiales cada cuatro
años. No saben de gambetas, rabonas, sombreros, goles. Sólo
saben de lo que el fútbol produce. Nada de lo que el fútbol
es. Y desde allí, les importa un rábano que el difusor
de su producto por la vía que fuere, sea Rivaldo, Zidanne,
Ariel Ortega o algún pelafustán gerente de algún
banco trucho offshore o inshore, lavador de dinero o testaferro
de algún narco.
Está bien y en eso estamos, que el fútbol afortunadamente
sorprende e impredice. Siempre aparecen los tapados.
O casi siempre. Pero quienes creemos en lealtades y en traiciones
y no en códigos bien sabemos que los códigos
son para los mafiosos. Y aunque aparezcan los tapados
que puedan en la cancha desactivar la presunción de que el
sorteo fue inequitativo, queda claro que primero la determinación
de darle a Japón y a Corea la organización del Mundial,
y después la embozadamente desembozada metodología
de asignarle los rivales de zona que se les asignó
forma parte de la codificación mafiosa. Quede claro, de todos
modos, que el fútbol-juego no tiene nada que ver.
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