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ENTREVISTA CON ALEJO STIVEL, EL
MUSICO ARGENTINO QUE CAMBIO AL ROCK DE ESPAÑA
“Yo no pienso que el tiempo pasado fue mejor”

En 1976, a los 17 años, salió
de Buenos Aires en medio de
un clima apocalíptico. El hijo
del actor y director teatral David Stivel y de la actriz Zulema Katz ya llevaba en la valija un tema ��Necesito un trago�� que se convertiría en uno de los clásicos del rock de la Madre Patria.

Por Marcelo Justo
Desde Madrid

A fines de los 70 era un hijo más del exilio, que de la noche a la mañana revolucionó el rock español con su banda Tequila. Hoy es uno de los productores musicales más importantes de España y graba en Argentina, Brasil, Cuba y México. Alejo Stivel tiene sangre artística en sus venas: su padre es David Stivel; su madre, la actriz teatral Zulema Katz; su padrastro, el poeta Paco Urondo. Sigue delgadísimo y tiene menos pelo, pero sus módicos 42 años no le han quitado una pizca de pasión y energía. Está entusiasmado con su proyecto de Internet. “Es un website que además es una compañía discográfica, para que los músicos y las bandas manden sus demos. Es una propuesta para que todo el mundo tenga una oportunidad de dar a conocer su música y de grabar, especialmente para la gente que está lejos de los grandes centros o no tiene los contactos necesarios para llegar a las compañías”, explica.
En setiembre de 1976, a los 17 años, salió de Buenos Aires en medio de un clima personal y colectivo “apocalíptico”. “Mi padre ya se había ido unos meses antes a Colombia, amenazado por la Triple A. Tenía familiares desaparecidos, el clima que se vivía en la calle era de terror, un par de veces que me paró la cana en la calle pensé que me moría. Pero lo que definió la cosa fue la muerte, en un enfrentamiento, de Paco Urondo, que había sido marido de mi mamá y un verdadero padre para mí. En cuestión de semanas tuvimos que irnos”, cuenta hoy en un bar de la Plaza Colón, en pleno centro de Madrid. El viaje a España en barco es un recuerdo inolvidable que parece una escena del Mi Buenos Aires querido de Gardel. “Con mi madre nos quedamos a bordo, mirando cómo la ciudad se empequeñecía. Era una sensación desoladora, porque veías que la ciudad se te escapaba y se volvía literalmente lejana. Buenos Aires tardó unas tres horas en desaparecer por completo”.
La España que encontró estaba saliendo de la larga sombra del franquismo y avanzando con temor hacia la democracia. “Lo primero que percibí fue la sensación de libertad. Era todavía verano y me resultaba increíble poder pedirle fuego a un policía o sacarme los zapatos en una plaza sin tener miedo a que me pudiera pasar algo”, rememora. En esa España de la transición, Alejo se encontró con una ventaja inesperada. “España era un páramo musical. Se cantaba rock en inglés, como en la Argentina de los 60 antes de Los Gatos. Lo que había sucedido en Argentina unos diez años antes, acá todavía no había ocurrido. Como Argentina era la primera potencia del rock en español, yo traía conmigo la gran universidad de grupos como Manal, Almendra, Vox Dei, Sui Generis...”, dice.
La otra ventaja era que su “alma mater” de Buenos Aires, Ariel Rot, había seguido los mismos pasos que él unas semanas antes. “En realidad había sido todo coordinado. Una noche nos reunimos en Buenos Aires mi mamá, yo, Ariel, Cecilia (Roth) y sus padres y se decidió que fuéramos todos juntos a Madrid para que nosotros pudiésemos tener una continuidad con Buenos Aires y estar en el mismo lugar con nuestros mejores amigos. Si no hubiera sido por esa reunión, quizás hubiéramos ido a México porque mi madre tenía muchos amigos allá”, dice. La historia suya y probablemente la del rock español hubiera sido en ese caso distinta, pero lo cierto es que en Madrid reanudó con Ariel una relación musical que ya había empezado a dar frutos en Buenos Aires. “Nuestro primer single y uno de nuestros temas más conocidos, que ahora la revista Rolling Stone de España puso 12 en el ranking de los mejores 100 temas españoles, ‘Necesito un trago’, lo compuse en Buenos Aires. La letra original decía ‘... estoy aquí en Buenos Aires muy aburrido...’. La cambié cuando llegué a España”.
El éxito fue arrollador. En febrero de 1978 salió “Necesito un trago”. Unos tres meses más tarde, el primer Long Play, Matrícula de Honor, vendióunas 200 mil placas y los catapultó como el primer grupo de España. “Tequila abrió un mercado musical y creó para mucha gente una opción de vida. Gente que no se planteaba dedicarse a la música, que era algo muy minoritario, vio que era posible”. Durante cuatro años y cuatro LP parecieron navegar sobre una ola eterna de éxitos, pero hacia 1983 la fiesta estaba tocando su fin. “Nos separamos por muchas razones. Es raro que las bandas duren más de siete u ocho años, porque convives como en un matrimonio, nada más que multiplicado por el número de integrantes que haya. Y la gente cambia con el tiempo. La coincidencia de metas, inquietudes, gustos, que había, deja de existir. Además estaba la presión constante de las compañías, las drogas, la saturación de la gente porque en ese momento éramos lo único que existía.”
Como después de toda fiesta, llegó la resaca. “Durante tres años no hice nada. Salía de noche, tomaba mucho alcohol, drogas, me despertaba tarde y al otro día empezaba de nuevo.” En una de esas noches, se encuentra con un músico español que tenía un estudio de grabación y le sugiere que formen una sociedad. Durante tres años grabó jingles comerciales hasta que a principios de los 90 formó su propia compañía. El comienzo fue muy duro. España empezaba a vivir su propia resaca con la recesión del ‘92, que siguió a lo que había parecido la eterna fiesta de los socialistas de Felipe González en el poder. “No se grababan discos, no se hacía publicidad, tenía un estudio muy caro, estaba lleno de deudas. En el ‘95 empecé a salir del pantano y llamé a una amiga de una agencia de publicidad que se quedó a cargo del día a día con los jingles, lo que me permitió dedicarme de lleno a la producción musical”.
Con La oreja de Van Gogh que vendió unas 700 mil copias se puso en el mapa de la producción musical. 19 días y 500 noches fue otro gran salto. Con 800 mil placas, fue el disco más vendido de Joaquín Sabina, arrasó con los premios musicales y los críticos lo pusieron por las nubes. Después de ocho años, pudo empezar a imaginar proyectos y producirlos sin el continuo acoso de las cuentas y las deudas. Esto le permitió despegar, producir hasta 16 discos por año, “una burrada”, y diversificarse. Uno de sus discos más queridos es el Usar y tirar de M-Clan, una banda rockera underground que estaba en estado de turbulencia cuando él pasó a producirla y que vendió 200 mil placas el año pasado, convirtiéndose en el grupo más importante del rock español. “Este año hice dos discos en México con un grupo de funkie ‘setentero’ que se llama Plástico y otro de un rock muy ‘charro’ que se llama La Catrina. En Argentina hice el disco de Daniela Guerrero y antes había concretado el doble Convocatoria, de Claudio Gabis. En Brasil hice una colaboración con Fernanda Abreu, una rapera muy famosa. En todo este tiempo, también he hecho muchos discos con artistas cubanos”.
En cuanto a la música actual, Stivel es optimista. “Yo me resisto a decir que todo tiempo pasado fue mejor. Evidentemente los 60 fueron la explosión de la fórmula del pop que se mantiene hasta hoy. Todo era mucho más virgen, todo estaba por hacerse y había una extraordinaria explosión de creatividad. Sin duda esa fórmula está hoy desgastada. No hay Beatles o Beach Boys. Lo que hay muy interesante es la mezcla que se puede hacer de lo cubano, lo brasileño, lo español, es decir, la incorporación y mezcla constante de las distintas músicas del mundo para producir algo nuevo”. En el futuro, ve un creciente acercamiento entre la música latina y la dominante en el mercado, la anglosajona. “Por el momento el producto que entró en el mercado anglosajón es Ricky Martin, una versión estereotipada de lo latino. Pero más allá de que a uno le guste o no, Ricky Martin tiene la virtud de haber abierto un camino que se podrá aprovechar para hacer otras cosas”. En cuanto a la música argentina, Alejo mantiene su vieja admiración, pero considera que hay una urgente necesidad de renovación. “Sin querer ofender a nadie, creo que no está pasando su mejor momento.Ha perdido un poco la personalidad que tenía en los 60 y 70. Me parece que necesitaría aprovechar mejor las posibilidades de mezcla que hay entre distintos estilos”, concluye.

 

Un site que es todo oídos

El sueño de Alejo Stivel es una dirección de Internet que funciona desde el 23 de abril: www.duca2music.com. “Está abierta a todos los músicos. La idea es que envíen una maqueta con cuatro temas, que se podrán oír en este sitio. Pero además va a haber una votación del público y los que más gusten serán editados como disco. Incluso pensamos hacer una recopilación con los que no hayan sido los ganadores, pero hayan sido muy votados”, dice Alejo.
Es una idea que viene funcionando en el mundo anglosajón y que le anda dando vueltas desde hace tiempo. “Hoy en día es muy complicado grabar un disco. Normalmente lo que un grupo hace es mandar su maqueta a la compañía. La recibe el director artístico y, si puede, la escucha y si no la deja en un armario. No es mala voluntad. Simplemente no tiene tiempo de oírlas porque tendría que dejar de trabajar para escuchar toda la música que anda dando vueltas. Lo digo por experiencia propia.”
Como www.duca2music.com es un sitio, el número potencial de oyentes se amplía a todo el que tenga acceso a la red. “Los amigos, pero también cualquiera que se le ocurra. Hay mucha gente que está a la búsqueda de lo que las compañías no pueden producir, que es mucho. Entre multinacionales e independientes hay unas 10 compañías que a lo sumo editan dos nuevos artistas por año. Muchos grupos terminan deshaciéndose y dedicándose a otra cosa porque las maquetas no salen de las cuatro paredes de una oficina. Con este sitio un grupo de Catamarca, Monterrey o Antofagasta, o uno de Buenos Aires, Lima o Ciudad de México, tienen acceso a los sellos. Es la parte positiva de la globalización. Similar a las fusiones de estilo, a lo que pasó con el Buena Vista Social Club: la posibilidad de recuperar músicas que podían terminar en el olvido”.

 

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