Por
Santiago Rodríguez
La
frepasista Vilma Ibarra debutó en el Senado en la más absoluta
de las soledades: mientras los radicales abandonaron el recinto para no
convalidar la designación de Ramón Puerta como presidente
provisional, ella se quedó y votó en contra después
de fundamentar por qué lo hacía. Si te ganan por el
número y por más que no te guste la decisión, hay
que dar el debate y perder en la cancha como se debe, explicó.
En su primera intervención en la Cámara, Ibarra jugó
de visitante y fue abucheada por las barras peronistas cuando recordó
el caso de los sobornos e hizo una autocrítica de la renuncia de
Carlos Chacho Alvarez, sobre la que se explayó con
Página/12: Un cargo electivo es siempre el lugar último
donde la gente está esperando ser representada aun en la peor adversidad.
¿Por qué fue la única que se quedó a
debatir y votar en contra?
Uno pidió el voto y tiene que explicar por qué vota
a favor o en contra de una propuesta. En segundo lugar, no comparto la
postulación de Puerta y hubiese preferido que fuera un hombre del
partido del Presidente, porque hace a la previsibilidad de una democracia
y el manejo de las instituciones, pero no es una designación ilegítima.
Los organismos colegiados se manejan así, se decide por mayorías
y minorías y eso está en el marco de las normas democráticos.
Por su trascendencia institucional, hubiese esperado que esa designación
tuviera consenso político y ayudado en el camino de generar menos
incertidumbre y tensión.
Los radicales calificaron la designación de Puerta como un
golpe institucional y usted, más allá de su
desacuerdo, aclaró en su exposición en el Senado que no
afecta la gobernabilidad. ¿Cómo es el asunto?
No dije exactamente eso, pero lo creo. En un sistema presidencialista
como el nuestro, con una democracia no institucionalizada, necesitamos
mínima previsibilidad. Es verdad que un presidente provisional,
que ejerce la Presidencia por ausencia del presidente, no puede tomar
medidas que afecten a la Nación sin refrenda de los ministros.
Pero también puede hacer declaraciones públicas, confrontar
con ministros en ejercicio, intentar enviar proyectos de ley, tratar de
proponer la derogación de un decreto o instalar un tema de agenda
política muy fuerte en el ejercicio de la Presidencia. El solo
hecho de que exista esta posibilidad genera incertidumbre en un país
donde se habla y el riesgo país sube y baja. No afecta la gobernabilidad,
pero no era bueno y tampoco va en el sentido de lo que votó la
gente. Todos pedimos el voto hablando de los consensos ante una situación
gravísima como la que tenemos y que el Senado en su sesión
preparatoria muestre una confrontación política brutal por
la discusión de espacios de poder es una muy mala señal.
Usted trabajó en el anterior Senado, junto con Alvarez. ¿Le
parece que éste podrá borrar la imagen negativa de la Cámara?
El comienzo no fue bueno por la fractura política, por esto
de imponer decisiones tan importantes por la vía de la mayoría.
Este país tiene una historia larga de financiamiento de la política
a través de las instituciones, algo que el Frepaso instaló
en su momento con fuerza en la agenda de debate. Eso se incorporó
en el discurso de la Alianza y las señales del Gobierno, particularmente
me refiero al caso de los posibles sobornos en el Senado, fueron muy malas.
La pelea hay que darla y muchos hablaron de eso durante la campaña.
Sé que muchos senadores están preparando proyectos en el
sentido de terminar con los privilegios, eliminar para siempre los fondos
reservados, transparentar las cuentas.
Usted habla de varios senadores, pero ya el primer día se
quedó sola.
Me quedé sola porque la UCR había tenido una posición
vinculada a la elección de las autoridades y porque los senadores
provinciales, salvo Lázaro Chiappe que se abstuvo, acompañaban
la designación de Puerta y de hecho pusieron a uno de ellos en
la vicepresidencia segunda. Yo tengo la libertad de que no voy a pedir
cargos, quiero integrar buenas comisiones donde trabajar y espero que
las mayorías me dejen, y de integrar un bloque unipersonal que
me hacen llegar sin acuerdos a mi banca.
¿Por qué se mantiene como bloque del Frepaso?
Fui como Alianza 2001 con Rodolfo Terragno y dijimos que representábamos
la coalición de la Ciudad de Buenos Aires que integran radicales,
frepasistas e, incluso, peronistas y socialistas; dijimos claramente que
era una coalición que se diferenciaba claramente del Gobierno nacional.
A nivel nacional no gobierna la Alianza que la gente votó en el
99, sino otra que se vincula a De la Rúa y Cavallo y en la
que el Frepaso no está. Políticamente el Frepaso se tiene
que hacer cargo de que estuvo en esa Alianza y de los resultados; no vamos
a ser creíbles hacia el futuro si no hacemos ese balance.
¿No la defraudó que Terragno teniendo una posición
como la suya frente a la designación de Puerta se fuera con los
demás radicales?
No, de ningún modo. Terragno es un hombre del radicalismo,
independientemente de que tiene libertad para tomar posiciones propias.
Su bloque había tomado una decisión y él debe haber
querido respetarla. Yo tengo un bloque unipersonal, pero además
soy de las creo que hay que dar los debates. Uno solo debe irse del recinto
cuando se toman decisiones ilegítimas. Ahora, si te ganan por el
número y por más que no te guste la decisión, hay
que dar el debate y perder en la cancha como se debe.
¿Por qué hizo una autocrítica de la renuncia
de Alvarez?
Porque el Frepaso y toda fuerza política deben hacer balances
hacia la gente y no sentarse en reuniones de a dos, cuatro o siete a plantear
cosas y después no blanquearlo ante la sociedad. Para el Frepaso
y para el pueblo argentino la renuncia de Chacho ha tenido un peso enorme
y no hay que huirle a eso. Los otros días estábamos discutiendo
con tanto peso quién iba a ser el presidente provisional porque
es, a partir de la renuncia de Chacho, el que reemplaza al Presidente
y era ineludible dar mi opinión; no hubiese sido leal no hacerlo.
O sea que es como le respondió Eduardo Menem que si Chacho
no hubiera renunciado no se habría planteado la discusión.
No, igual se hubiese discutido pero hubiera tenido mucho menor peso
institucional por su trascendencia. Menem lo que hizo fue una defensa
corporativa del Senado queriendo decir que los posibles sobornos eran
todo un invento y un capricho. No me extraña esa posición
que va en contra de lo que sentimos la gran mayoría de los argentinos
que creemos que hay una enorme deuda con la falta de esclarecimiento de
ese hecho. Volviendo al tema de Chacho, lo que hice fue reconocer el inmenso
gesto ético porque su renuncia no fue por la causa de los sobornos,
sino por la respuesta que desde la política se dio a esa investigación.
Pero creo también que es justo reconocer los efectos institucionales
de esta renuncia.
¿Cuáles fueron esos efectos?
Que se planteen, por ejemplo, escenarios como el del jueves en el
Senado. Un cargo electivo es siempre el lugar último donde la gente
está esperando ser representada aun en la peor adversidad. Aun
en los momentos en que el representante tiene que pagar costos y pasar
por situaciones muy complejas, el voto lo pone en un lugar y el límite
es el mandato; es la gente que te dio un mandato y dijo qué expectativa
tenía en vos. No se dimensionó la sensación de soledad
de la gente frente a la renuncia a un cargo electivo de estas características,
porque mucha gente puso su voto esperando que Chacho pudiera estar peleando
ahí en los momentos más difíciles, ni las consecuencias
institucionales de no tener un vicepresidente en momentos en que se ve
tanto la debilidad de la figura presidencial. Son dos tensiones, he respetado
la decisión de Chacho y no me corresponde a mí decir si
estuvo bien o mal, pero sí hacer un balance político y hacerme
cargo políticamente porque era el presidente de mi partido. La
gente hubiese querido que Chacho se quedara y en un cargo electivo lo
que la gente que te votó quiere no es menor.
¿Con quién piensa que podrá trabajar en el
Senado?
Hay sectores del PJ que creo que van a estar interesados en recorrer
un nuevo camino y trabajar por un Senado más legitimado; el justicialismo
puede tener adentro a (Luis) Barrionuevo pero no es Barrionuevo. En el
radicalismo también, por lo que me han dicho, hay cuatro o cinco
senadores que están trabajando en sentidos similares al mío.
Se irá viendo.
Con Barrionuevo tosiendo para que no se escuche lo que usted dice
y las barras abucheándola, ¿se puede trazar un paralelo
entre su situación en el Senado y la experiencia de su hermano
Aníbal en el viejo Concejo Deliberante?
No. El Concejo Deliberante era una institución profundamente
deslegitimada, de hecho se lo cerró y la gente lo vivió
como una historia para olvidar. Este es un Senado que nace del voto directo
después de una experiencia muy mala de sospecha sobre el viejo
Senado que nunca se pudo esclarecer, y tiene la oportunidad de recorrer
otro camino. Estamos en condiciones de recorrer otro camino y no dudo
que entre los provinciales, los radicales y el peronismo tiene que haber
gente que venga a cumplir con el mandato por el cual pidió el voto.
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