Por
E.V.
Con el fin de destrabar el conflicto que mantiene con la Nunciatura, la
empresa que planea construir un hotel cinco estrellas en el terreno del
Palacio Duhau, en Recoleta, propuso algunos cambios en el proyecto original:
la piscina no estará en la terraza sino en el subsuelo, y las ventanas
que dan hacia la embajada del Vaticano sólo se abrirán parcialmente,
adelantaron a Página/12 voceros de la empresa El Rosario. Los cambios
apuntan a satisfacer la demanda del nuncio, monseñor Santos Abril
y Castelló, quien objetó la obra porque afectaría
la seguridad y la privacidad de la misión diplomática. Mientras
tanto, a cinco semanas del inicio de las negociaciones, siguen paralizadas
tanto esa obra como la remodelación del Palacio, una construcción
suntuosa por fuera pero oscura y descascarada por dentro.
El Palacio Duhau está ubicado sobre la avenida Alvear, entre Rodríguez
Peña y Montevideo. Detrás del edificio se ubica el jardín
y más atrás, el lote que da sobre la calle Posadas, en el
que se proyecta levantar un hotel cinco estrellas. El edificio según
autoriza el Código de Planeamiento Urbano tendrá una
altura de catorce pisos, y su diseño puede verse en la simulación
fotográfica que ilustra esta página.
La construcción del hotel y el reciclado del Duhau están
a cargo de la empresa El Rosario. Según el proyecto original, el
Palacio iba a ser reciclado para montar allí un centro de compras
de alta costura. Pero ahora, la empresa estudia destinarlo al funcionamiento
del hotel, con el que estará conectado a través de una pasarela
subterránea.
Página/12 recorrió el edificio, que fue construido en 1932
y estuvo habitado hasta hace unos seis años. Allí conviven
ambientes tan dispares como el exquisito piano nobile, en la primera planta,
con pisos de mármol, grandes ventanales y puertas de madera trabajada,
hasta los cuartos pequeños de los pisos superiores, invadidos de
a poco por la humedad, verdaderos laberintos que parecen habitados por
fantasmas.
Nadie se ocupó de contarlas, pero estiman que no hay menos de 60
habitaciones, algunas decoradas con un estilo más propio de un
inquilinato que de una mansión que habitó la aristocracia
porteña. Cada cuarto eso sí cuenta con un hogar
para leña, con tirajes que desembocan en la terraza.
La casona limita, hacia Rodríguez Peña, con el Palacio Maguire,
otra construcción en estado de abandono, y hacia Montevideo, con
la Nunciatura, que tiene entrada por Alvear y que se extiende, a través
de un inmenso jardín arbolado, hacia Posadas. La sede diplomática
está más cerca de los edificios que se levantan en Montevideo
que del futuro hotel.
El proyecto, que prevé una inversión de 70 millones de dólares,
está paralizado por decisión de la empresa, que prefirió
negociar con la Nunciatura antes de seguir adelante con la obra: aún
no se sabe quién será el operador del hotel y será
difícil cerrar una operación con un conflicto irresuelto.
El nuncio argumentó que la obra violaba la Convención de
Viena sobre relaciones diplomáticas, pero el procurador del Tesoro
de la Nación, Ernesto Marcer, dictaminó que esa Convención
no constituye un obstáculo para la construcción
del hotel.
Y
mañana serán maestros...
Más
de 160 chicos de escuelas primarias de la ciudad de Buenos Aires compitieron
en la Primera Olimpíada Escolar de Ajedrez, que organizan la
Asociación Miguel Najdorf y la Secretaría de Educación
porteña, con el auspicio de Unicef. Como premio mayor, los
ganadores adquieren el derecho a disputar el Magistralito Najdorf,
en setiembre de 2002.
La competencia, que se desarrolló en el shopping Paseo Alcorta,
apunta a promover la práctica del ajedrez entre los niños
como una herramienta fundamental para el desarrollo del razonamiento
y el pensamiento estratégico, dijeron los organizadores.
Los que ayer ganaron su lugar son Ariel Krysa, Rodrigo Rossi, Franco
Bellomo, Alex Cuevas, Nathan Skigin, Ariel Giménez, Ariel Chung,
Emanuel Sambuesa y Juan Clivaris. |
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