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Lo que queda de los talibanes A pesar de los intensos bombardeos norteamericanos y de supuestos cambios de numerosos combatientes a las filas de la Alianza del Norte, los talibanes resisten en Kandahar (sur). Unos 1000 marines fueron desplegados allí para participar de la cacería a Osama bin Laden. En Estados Unidos sigue el debate acerca de cómo sigue la guerra contra el terrorismo. The Washington Post Bin
Laden estaba equivocado. Estados Unidos no es un tigre de papel. El mundo
ahora lo sabe. Y, por esto, debemos aprovechar el momento. Nuestro asombroso
despliegue de poder ha demostrado la seriedad de la doctrina Bush. No
podemos perseguir a los terroristas para llevarlos a una corte en Nueva
York o, más ridículo aún, a La Haya. Estamos en guerra
contra sus líderes y, sobre todo, contra los regímenes que
los amparan. Es necesario una ofensiva radical: cualquier régimen
cómplice debe eliminarse. Pero aún no es el momento de Irak;
es la mayor amenaza terrorista y, por eso, necesita más preparación
política y militar. Sigamos con lo fácil: apoyar a Filipinas
contra la guerrilla de Al-Qaida y, luego Sudán, Siria, Libia y
Yemen. Los Angeles Times EE.UU.
entra en la segunda fase de la guerra, que podría durar semanas
o años: encontrar y eliminar a los líderes de Al-Qaida.
Debemos estar preparados para redefinir el significado de victoria.
Por ejemplo, nadie puede conquistar Afganistán; cada roca esconde
una amenaza. Sin embargo, es posible ganar un precario consenso de todas
las facciones para que se respete un gobierno central y acordar la inconveniencia
de albergar terroristas. No podemos convertirnos en esclavos de las supuestas
enseñanzas de nuestros éxitos. Nuestros enemigos no son
monolíticos, tampoco nuestros aliados. Esto no es un choque de
civilizaciones, sino una lucha de poder entre facciones, donde EE.UU.
es sólo una de ellas. The Washington Times Ahora
es Estados Unidos quien deberá pelear como una guerrilla. Los marines
actuarán en ese crepúsculo entre la liberación y
la anarquía mientras una huidiza tiranía busca reorganizarse.
No es sólo el enemigo quien debe reagruparse y repensar su estrategia.
Desorganizar un ejército no es vencerlo. A medida que los talibanes
se esfuman en las montañas, el éxito será de los
señores de la guerra, aún lejos de poder convertirse en
un gobierno. Esta guerra podría terminar, pero el enemigo no lo
sabría. Recordemos la Segunda Guerra Mundial: los japoneses siguieron
luchando en islas remotas del Pacífico por mucho tiempo. Este enemigo
kamikaze será peligroso hasta que se lo elimine por completo. Lo que queda de Bonn La conferencia interafgana auspiciada por la ONU terminaría esta semana en Bonn, Alemania. Las distintas delegaciones están dando los últimos toques a un acuerdo para un gobierno de transición, con representación de todas las etnias, para permitir la llegada de la ayuda económica para lareconstrucción de Afganistán. Pero siguen las divisiones en la Alianza del Norte. Libération A
pesar de focalizar la atención sobre la captura de Bin Laden, esto
es menos importante que la eliminación de los talibanes y su reemplazo
por un régimen eventualmente viable y económicamente sostenido
por Occidente. Por ahora, las operaciones militares no terminaron y el
gobierno postalibán es aún un compromiso embrionario en
Bonn. Pero ¿hay una alternativa? De todas formas más
allá de la superioridad militar, Estados Unidos dispone de
un arma eficaz: la perspectiva, para los representantes afganos razonables,
de recibir una importante ayuda financiera. Ese apoyo puede aliviar las
reticencias. El vacío de poder se llena fácilmente. Es lo
más concreto contra nuevos enfrentamientos. The
Gulf News Ante
la perspectiva de que continúe la inseguridad, aún con presencia
militar extranjera, el futuro de Afganistán para la época
postalibana debe ser determinada por lo que suceda en dos frentes decisivos.
Primero, establecer un nuevo orden político respaldado por la ONU
tendrá el visto bueno del mundo pero es una iniciativa con muchas
y grandes dificultades. Sin embargo, un punto central de esta opción
será cuán representadas estén las tribus pashtunes.
Sin embargo, la Alianza del Norte, que ya liberó casi la totalidad
de Afganistán, no querrá conceder ese poder a las mayorías
pashtunes. Segundo, el futuro político será determinado
por la golpeada economía afgana. Aquí, la ayuda internacional
será clave. The New York Times Es
el corolario moderno de un proverbio oriental: el enemigo de mi enemigo
también es mi enemigo. Los chiítas iraníes desprecian
a los sunitas talibanes; fundamentalistas de ambas ramas del Islam durante
mucho tiempo se mataron entre sí. Los ayatolas de Irán también
odian a otro enemigo de EE.UU.: Saddam Hussein, quien mató a medio
millón de persas en la guerra Irán-Irak. Tanto en Irán
como en Irak, en Arabia Saudí y en Siria, la tiranía local
y el terror global van de la mano. Por esto, deberíamos resistir
a una alianza antiterrorista con Irán. Irán está
comenzando a madurar para una revolución democrática. No
deberíamos aliarnos con los crueles religiosos que algún
día serán destituidos por los civiles persas. Lo que queda de Mazar-i-Sharif Luego de la rendición de Kunduz (única ciudad controlada por los talibanes en el norte afgano), los prisioneros resultantes encabezaron un motín en Mazar-i-Sharif, donde habían sido trasladados. Tuvieron que intervenir tropas especiales norteamericanas y bombarderos B-52. Murieron 500 talibanes y llovieron las denuncias por violaciones a los derechos humanos. World Socialist Web Site Varios
medios norteamericanos sacaron de transmisión algunas escenas sangrientas,
con advertencias de que podrían perturbar a los televidentes. Las
cadenas y los diarios se negaron a decir lo obvio: que el baño
de sangre de Mazar-i-Sharif fue una masacre dirigida directamente por
Estados Unidos, un crimen de guerra que recuerda a las atrocidades nazis
de la Segunda Guerra Mundial y la masacre de My Lai. La principal preocupación
de los medios fue ocultar el rol de la CIA, de las tropas y de la administración
Bush en la matanza. Y repitieron acríticamente las explicaciones
del gobierno: que la masacre se justificaba porque los prisioneros talibanes
tenían armas y lanzaron un ataque contra la Alianza del Norte. The Irish Times El
principio de proporcionalidad fue frecuentemente invocado desde que empezó
la ofensiva contra el régimen talibán. Se aplica por completo
a estos hechos tal como se hace con los principios básicos a los
prisioneros de guerra. La Alianza del Norte ha tenido el record durante
las décadas de guerra civil en Afganistán, lo cual no debe
olvidarse porque ahora tenga el apoyo de Estados Unidos y sus aliados.
En el mismo sentido, no pueden desconocerse los informes de que los prisioneros
fueron asesinados en un levantamiento, durante el cual pelearon hasta
la muerte. No puede exagerarse que la guerra es un negocio excesivamente
desagradable y sangriento, especialmente ante tan inescrupulosos enemigos. The Independent Nosotros
somos los dueños de los derechos humanos, los liberales, los buenos
para arengar a las masas pobres. Pero cuando es asesinada nuestra gente
cuando son destruidos nuestros glamorosos edificios, aniquilamos
toda legislación sobre derechos humanos mandando B-52 contra esas
mismas masas pobres. Winston Churchill miraba a sus enemigos con la misma
perspectiva que Bush. En 1945, él prefirió, sin vueltas,
la ejecución del líder nazi. Pero, a pesar de que los monstruos
de Hitler eran responsable de, por lo menos, 50 millones de muertes (diez
veces más que los atentados del 11 de setiembre), los asesinos
nazis tuvieron el juicio de Nuremberg gracias a una decisión memorable
del presidente Truman.
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