Por
Laura Vales
Christophe
Aguiton es responsable internacional de ATTAC-Francia y dirigente del
movimiento de desocupados AC!, una de las cuatro organizaciones francesas
de desempleados. De paso por Buenos Aires, Página/12 lo entrevistó
en la sede de ATTAC Argentina, donde ayer se reunió con Luis DElía
y Juan Carlos Alderete con la idea de crear vínculos con los piqueteros
argentinos.
¿Cuál es el índice de desocupación en
Francia?
Ahora que bajó un poco es del 8,5 por ciento, pero estamos
viviendo un cambio importante en cuanto al trabajo: antes uno podía
ser un trabajador o ser desocupado; hoy está creciendo mucho el
empleo precario, por ejemplo el de tiempo parcial. Y quien tiene un trabajo
precario, de aunque sea unas pocas horas al mes, ya es considerado en
las estadísticas como un trabajador. La otra novedad es que hay
más gente con trabajo que sin embargo es pobre. Esto es nuevo para
nosotros; se veía un poco en Inglaterra, pero no en Europa continental.
Hay un crecimiento de la pobreza entre los que trabajan.
¿Con qué parámetros definen la pobreza, a qué
le llaman ser pobre?
Para nosotros pobre es quien vive con menos de 600 dólares
por mes. El parámetro es considerar pobre al que percibe menos
de la mitad de un sueldo promedio, que en Francia está en los 1200
dólares.
¿Cómo trabajan las organizaciones de desocupados en
Francia?
No somos organizaciones tan numerosas como lo que se ve en la Argentina;
entre todos reuniremos unos tres mil militantes, tal vez cuatro mil. Es
decir que no hay protestas masivas como las que se vieron aquí,
pero hicimos dos cosas de mucho peso. La primera fue recorrer todo el
país con marchas; formamos grupos de 30 o 40 personas y todo el
que quiso se fue sumando a la manifestación, aunque fuera por un
tramo. Fueron marchas simbólicas, no de masas, pero en total sumaron
unas 30 mil personas. Esa fue una experiencia que iniciamos en Francia
en el 94 y repetimos a nivel europeo en el 97.
¿Qué efectos tuvo?
Nos dio mucha difusión porque la marcha duró dos meses
durante los cuales, cada día se hicieron actividades importantes
en dos ciudades distintas. Así que al final del recorrido habíamos
logrado difundir la situación por toda Europa, hablar con miles
de sindicatos, de desempleados, de alcaldes, de todo tipo de dirigentes.
Esa fue la primera etapa.
¿Y después?
Después vino la de los okupas, durante el 97 y 98.
Primero se ocuparon los centros de desempleados, pero muy rápidamente
pasamos a otros lugares simbólicos como el Museo del Louvre, y
finalmente hicimos otras tomas más duras.
¿Por ejemplo?
Fuimos a los grandes restaurantes de París. De golpe, aparecíamos
20 o 30 desocupados en la puerta diciendo no tienen por qué
sentarse a comer sólo los ricos, nosotros queremos comer también.
Por supuesto, mantenernos dos o tres días en la puerta era para
ellos un desastre, así que nos sentaron a su mesa.
¿Qué respuesta dio la sociedad ante ese tipo de protestas?
Hubo un apoyo popular muy fuerte. La particularidad de Francia es
que allí existe lo que se llama lucha por delegación.
La gente está sosteniendo movimientos que, como el nuestro, no
están en condiciones de realizar grandes actividades masivas. Entonces
se ven actividades en las que participan activamente unos pocos, pero
con el apoyo del 65 o 70 por ciento de la población.
Es un apoyo que se ve sólo a través de las encuestas.
Sí, y lo que se ve es que la gente tiene miedo de participar,
pero apoya las luchas. Es el respaldo de la gente que no puede hacer huelgas,por
ejemplo porque tiene un empleo precario y teme perderlo, pero siente que
la vida se volvió difícil y cuando los encuestadores le
preguntan qué piensa de los cortes de ruta, o de las ocupaciones,
responde que le parece muy bien, que está con los que reclaman.
Esa es la idea. Es gente que no manifiesta pero apoya. La razón
es que piensan que con lo que hacemos el sistema puede cambiar. esa es
la explicación sociológica de este fenómeno protagonizado
por poca gente pero que tiene un gran respaldo popular.
¿El efecto político de ese apoyo es fuerte?
Sí, es muy fuerte, porque los políticos saben que
los que opinan son los mismos que votan y definen elecciones. Todas las
elecciones desde el 95 fueron ganadas por la izquierda, (ponga izquierda
entre comillas, por favor). Chirac ganó la presidencia diciendo
que iba a resolver la pobreza; tres meses después dijo que en realidad
no podía resolverlo. La respuesta fue la huelga general y en las
siguientes elecciones legislativas la izquierda ganó todo. Ahora
hay un crecimiento en el voto radical, que es el de quienes están
en contra de la globalización.
¿Y los medios?
La prensa difunde mucho lo que hacemos. Si hacemos alguna medida,
los noticieros abren con ella. Son noticias que venden porque a la gente
le importan.
¿Qué reclama hoy el movimiento de desocupados?
Empezamos con el pedido por la reducción de la semana laboral
a 35 horas como cuestión central y ahora lo principal es una asignación
universal mayor para los desocupados, porque con 300 dólares no
alcanza. Para los desempleados la reducción de la semana laboral
fue buena, pero mientras la gente busca trabajo necesita tener con qué
vivir.
¿De qué monto es el salario social que reclaman?
De 800 dólares.
¿Cuáles son en su país las principales causas
de la desocupación?
En cuanto al desempleo es bastante simple: la economía ha
crecido, pero sin generar puestos de trabajo. Simultáneamente la
demanda de empleo fue en aumento porque la generación del baby
boom llegó a la edad adulta y porque hay más mujeres que
quieren trabajar. La precariedad es otra cosa, es parte de esta nueva
etapa del capitalismo industrial, que tiene dos características:
el peso de los mercados financieros y la voluntad de abrir las fronteras
al libre cambio de productos. El resultado es que las empresas están
funcionando de otra manera y se centran en su excelencia de base y tienden
a tercerizar la producción. El paradigma es Nike, que no tiene
fábricas, sino solamente un centro de investigación y desarrollo
y otro de marketing, mientras terceriza toda la producción. Así
es que hay empresas que un día trabajan para Nike, otro día
para Adidas y otro para cualquier otra marca; el resultado es que estas
fábricas precarizan el trabajo. Eso explica también por
qué el trabajo se está volviendo precario tanto en Francia
como en Argentina.
¿En Francia la lucha por el empleo engloba las dos cosas?
Poco. Pensamos que los reclamos por el desempleo y la precarización
se van a ligar, pero en la práctica no es algo obvio, porque la
mayoría de los desocupados que están dentro del movimiento
tienen entre 40 y 50 años, son los que cobran un seguro de 300
dólares por mes. En cambio los precarios son los más jóvenes,
los chicos que trabajan en McDonalds, por ejemplo. En estos momentos
hay una lucha muy dura en Paris, de los precarios, que están surgiendo
como un nuevo sujeto social.
¿En qué consiste el reclamo?
Están pidiendo el apoyo de los sindicatos, pero también
de los desocupados, de los movimientos de jóvenes, de los antiglobalización
y de la confederación campesina. Están buscando una nueva
forma de alianza.
¿Qué consiguió el movimiento de desocupados
hasta hoy?
No muchas cosas. Cierto grado de legitimidad, es decir que los desempleados
pudieran discutir su situación con los políticos, y un poco
de dinero. Conseguimos por ejemplo que además de los 300 dólares
por mes afin de año el Estado un plus por el mismo monto. Y por
supuesto, las 35 horas de trabajo por semana.
¿Los sectores de poder han intentado estigmatizar a los desocupados,
como ocurre aquí, acusándolos de violentos o de corruptos?
No. El apoyo popular fue tan fuerte que quien intentara hacerlo
estaría muerto.
Sería muy mal visto.
Sin duda, sería muy mal visto. Así que quien no está
de acuerdo con nuestros reclamos dice comprende nuestros motivos, pero
que no se puede hacer nada.
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