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Denuncia contra Argentina por el caso Suárez Mason

La Comisión de Familiares de Desaparecidos de origen alemán presentó una denuncia contra el Estado argentino ante la CIDH porque se negó la extradición de Suárez Mason para ser juzgado.

Por Victoria Giznberg

Los familiares de desaparecidos de origen alemán denunciarán hoy al Estado argentino ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por haber impedido la extradición del represor Carlos Guillermo Suárez Mason a Nuremberg, donde se lo acusa del asesinato de la joven Elizabeth Käsemann. El Gobierno rechazó la petición de la Justicia germana en base al argumento de que el ex general fue indultado en la causa en la que se investigaron los delitos cometidos en jurisdicción del I Cuerpo de Ejército. Para Rodolfo Yanzón, abogado que presentará la demanda, la decisión del Poder Ejecutivo viola “el derecho a la protección y garantías judicial e implica sostener la validez de los perdones presidenciales para los responsables de crímenes de lesa humanidad”.
“El acceso a la Justicia en Argentina se ha frustrado como consecuencia del dictado de normas que instauraron la impunidad en nuestro país. Entonces, el Gobierno argentino desconoce los informes de la ilustre Comisión en los que concluyó que tanto las leyes de impunidad como los decretos de Indulto son incompatibles con la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y la Convención Americana de Derechos Humanos”, asegura Yanzón –de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre– en el escrito. Los familiares de desaparecidos de origen alemán ya habían acudido a la CIDH para protestar porque el Gobierno se había negado a cooperar con el juicio que lleva adelante la fiscalía de Nürembreg.
La extradición de Suárez Mason fue solicitada por el “secuestro, tortura y homicidio calificado por alevosía” de Elizabeth Käsemann, quien fue secuestrada entre el 8 y el 9 de marzo de 1977 en Buenos Aires y llevada a un cuartel militar en Palermo y luego al centro clandestino de detención El Vesubio. La joven vivía en Argentina desde 1968, cuando vino para hacer su tesis de sociología; pero había nacido en Gelsenkirchen, al oeste de Alemania.
La defensa del principio de territorialidad del gobierno de Fernando de la Rúa, en coincidencia con la línea de su antecesor Carlos Menem, y el hecho de que Suárez Mason ya estaba encarcelado –en su domicilio por su responsabilidad en el robo de bebés– debilitaban las posibilidades de que el ex jefe del Primer Cuerpo terminara sentado frente a los jueces de Nüremberg. Pero a diferencia de lo ocurrido con otras solicitudes de extradición –cuando Italia reclamó a Alfredo Astiz o España a 18 represores– el Poder Ejecutivo no trasladó el caso a los tribunales argentinos para que sea investigado aquí.
La Justicia alemana –que investiga en total unas treinta desapariciones– decidió pedir la captura de Suárez Mason por el asesinato de Käsemann porque es un caso que está sumamente documentado. El cadáver de la joven, recuperado por su familia, es un estremecedor testimonio de los tormentos a los que fue sometida. El 26 de mayo de 1977 el entonces jefe del Primer Cuerpo de Ejército informó públicamente de un “enfrentamiento” en el que murieron 16 personas, entre ellas, cuatro mujeres. Una de ellas era Elizabeth. Su padre, el teólogo Ernst Hainrich Friederich Käsemann, viajó a Buenos Aires para recuperar los restos de su hija y denunció que tuvo que pagar 22 mil dólares para que le entregaran un cuerpo sumamente castigado: no tenía cabellos ni ojos. La autopsia realizada por los médicos forenses de Tübingen demuestra que le dispararon a corta distancia y por la espalda. El fiscal general de Nuremberg, Klaus Hubmann, afirmó en su escrito que Suárez Mason “controlaba cada operativo de detención y era dueño y señor de la vida o la muerte de los detenidos”.

 

 

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