Por
Cristian Alarcón
Fue
inédito. Y según la organizadora del encuentro, la diputada
Graciela Podestá, fue un día histórico.
Se refería a la formación de la Federación Argentina
de Sindicatos Policiales, Fasipol, en la que se agremiaron uniformados
de siete policías del país. No hubo cantitos, ni marchita,
tampoco chapas, gorras, armas o uniformes. Apenas el de los que cuidan
el recinto de la Cámara de Diputados bonaerense, asomándose
tímidos a escuchar los discursos fervorosos de sus pares que usaron
la palabra hasta no dejar un reclamo sin ser dicho. El central: lo que
denuncian como una discriminación de los policías
al derecho a agremiarse, ya que las leyes de personal policial prohíben
hasta ahora peticionar en conjunto. Si hasta el Inadi envió
representantes. Como lo hizo el ministro de Seguridad bonaerense, Juan
José Alvarez, y el Ministerio de Trabajo de la Nación. Fue
inédito, es cierto. La voz altisonante del ex comisario Edgardo
Mastrandrea retumbando en el viejo salón de la avenida 53: ¡Este
debate es para los que se rasgan las vestiduras, hasta desde el propio
sindicalismo, contra esos milicos de mierda, patas negras!, dijo,
usando la repetición del insulto para dejar claro que la idea que
los mueve traerá polémica.
El hall de entrada de Diputados se pobló pasadas las cuatro de
la tarde de hombres de saco, vestidos de lo que Ante Garmaz definió
como el elegante sport argentino; tonos grises y azules, mocasines, bigotes,
rayas al costado. Muy perdidas entre las caras policiales más modernas,
unas gafas negras a la vieja usanza. Es que no fue un tema menor el de
las aclaraciones que se hicieron desde el hall nomás sobre la diferencia
entre la policía de 2001 y las que eran usadas solo para
la represión. Este cronista preguntó una y otra vez
a los dirigentes por los riesgos de un sindicato en fuerzas con tantos
antecedentes: Acá tienen que quedar claras dos cosas dijo
un sindicalista policial de Santa Fe: una, que nos estamos escrachando
como trabajadores. Y dos, somos hijos de la democracia. Para el
oficial, que denunció haber sido arrestado por un sumario dibujado
al hacerse la primera asamblea de base de la Asociación Profesional
de la Policía de Santa Fe, que no se les permita la sindicalización
los excluye del sistema. ¿O no quieren una policía
de la democracia?, lanzó, en el mismo tono que perduró
durante todo el encuentro, la vieja corrida por izquierda.
Las conversaciones entre estos policías gremialistas comenzaron
hace varios años. Lo de ayer fue el punto de inflexión
que buscaban para plantarse ante el gobierno nacional y los provinciales
exigiendo que sean reconocidos sus sindicatos. Así lo dijo Podestá,
presidenta de la Comisión de Seguridad de Diputados y organizadora
del mitin, una de las pocas mujeres entre los líderes varones de
las tropas de trabajadores de la seguridad, que es la manera
políticamente correcta con que piden ser definidos y considerados
los policías con actitud gremial. Esto no es fácil,
largó la diputada con más relaciones al interior de lo que
siempre califica como la buena policía bonaerense.
Estos son otros tiempos, aseguró, y habló de una policía
moderna que no sólo necesita que se le exija sino también
que se le respeten sus derechos. Para cerrar su discurso, justo antes
de un aplauso como el que pocas intervenciones consiguen en la Cámara,
les pidió a los presentes que se sintieran cómodos, como
en su casa, sentados en las bancas de los legisladores.
La verdad es que los policías sindicalistas no pudieron elegir
un día mejor, o peor, según el cristal con que se lo mire.
El ajuste aterrorizador es el mismo que padecen, decían los delegados
provinciales en La Plata, en todo el país. El reclamo urgente en
casi todas las provincias es el de la carga laboral. Desde su escaño,
el secretario general del Sindicato Policial Chaco (Sipolch), Héctor
Núñez, contó cómo
en su provincia pasaron de ser 4 mil policías a 3500 y cómo
fuera de la capital trabajan 24 horas por 24 de franco. Núñez
dijo que en 16 años comopolicía nunca había hablado
en público. Espero que no haya represalias -pidió,
porque cuando la plana mayor se reúne, es por la institución,
pero cuando lo hace el personal de base es sedición. Y denunció
que existen los castigos encubiertos por la militancia sindical. Núñez
es uno de los nuevos miembros del secretariado general colegiado de la
flamante
Fasipol. Los restantes, tras las firmas de un acta constitutiva anoche,
son: Rogelio Quinteros, de Santa Fe; Néstor Luna, de Río
Negro; Raúl Morán, de San Juan; Osvaldo Ramírez,
de oficiales de la Policía Federal; Héctor Rampoldi, de
suboficiales de la PF; Nicolás Massi, de la Policía Bonaerense;
Edgardo Magri, de Mendoza y Enrique Díaz, de Tucumán.
El párrafo final lo merece el ex comisario Mastrandrea, que como
integrante de Sipoba, el Sindicato Policial Buenos Aires, habló
tras la diputada Podestá. No solo que se posesionó y reiteró
aquello de ¡milicos de mierda! Habló desde los que
nunca tuvimos voz, y recordó que jamás se nos
dejó pensar, y mucho menos disentir. Por eso consideró
que lo de ayer marca un antes y un después. Su discurso giró
en torno a ¿cuál es el sindicalismo policial que se
quiere?. Tiró abajo el stalinista (sic), por disciplinador;
el cubano, por apuntar sólo a la producción; el que se conforma
con transmitir inquietudes, por pálido. Y enalteció
aquel que pueda sentarse cara a cara a peticionar ante el gobierno. ¡No
vamos a dejar que se pongan a patear la pelota, a dejar pasar el tiempo
mientras discuten el sexo de los ángeles!, dijo, y volvió
a insistir con los sindicalistas que piensan: no le demos pie a
los milicos de mierda.
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