Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


Los libros que Jorge L. Borges se hubiese llevado a la isla desierta

Una casa de remates de París subastó ayer un original de puño y letra del escritor, un artículo para una revista que finalmente no se publicó. Lo redactó antes de quedarse ciego, entre 1930 y 1935.

Un manuscrito inédito de Jorge Luis Borges titulado “La Biblioteca de Robinsón” (palabra acentuada por el propio autor) fue vendido ayer por 45.731 euros (unos 40.760 dólares) en una subasta realizada en París. En el texto, sobre el que hay controversias de los expertos, el escritor discurre con su talento e ironías característicos sobre aspectos de la literatura, bajo la excusa de seleccionar tres libros para llevarse a una isla desierta. El texto, de tres páginas, escrito en español y con la firma de Borges seguida de su habitual media cruz, duplicó en la subasta el precio estimado, que oscilaba entre 22.866 y 27.439 euros, a pesar de que su autenticidad todavía es materia de debate entre los especialistas, sobre todo por su aparición reciente, sin que hubiese antes pista alguna de su existencia. El comprador, que pujó por teléfono contra varios interesados, prefirió mantener su nombre en el anonimato.
En el manuscrito, el extraordinario escritor argentino sugiere qué tres libros deben llevarse a una isla desierta, pero además se pierde, o se encuentra, en una serie de ramificaciones típicas de su temperamento. El primero de ellos, postula, debe ser de matemáticas: “Por ejemplo, La introducción a la filosofía de las matemáticas, de Bertrand Russell, o bien algún muy buen tratado de álgebra con numerosos ejercicios”. El segundo libro por el que apuesta Borges es de metafísica, “por ejemplo El mundo como voluntad y representación, de Schopenhauer”, y el tercero, de historia, “suficientemente remoto”, de autores como Plutarco, Gibbon o Tácito.
Escrito entre 1930 y 1935 bajo el título de “La Biblioteca de Robinsón” para una revista cultural que jamás vio la luz, el manuscrito llama la atención por la cantidad de tachaduras y correcciones que contiene, y que contribuirían a detectar la mecánica creativa del autor. Para Borges, la pregunta “cuáles son los tres libros que usted se llevaría a una isla desierta” tiene “una infinidad de repuestas más o menos ternarias”. “Comienzo por una duda que no tiene nada de terrible: ¿qué significa la cifra 3, tres títulos o tres tomos? En el primer caso, pienso en los treinta y tantos volúmenes de la Enciclopedia Británica, los tres del Diccionario de Filosofía de Mauthner y las obras completas de Schopenhauer, Butler o Shaw”.
También cita otras posibilidades, como los seis volúmenes de Grandeza y decadencia del Imperio Romano, de Gibbon, las obras completas de De Quincey o de Edgar Allan Poe y los Ensayos de Michel de Montaigne. En su opinión, “hablar de tres libros que uno se llevaría a una isla desierta no significa que haya que hablar de los tres libros más importantes del universo, ni de los tres más memorables de nuestra experiencia personal. La historia general de la Humanidad y la biografía de una persona no están en juego”.
El escritor descarta “libros que traten sobre la pasión, las relaciones humanas, que no harían más que crear desesperanza. Sobre todo, nada de libros que impliquen una relación entre personas, sino sólo libros que impliquen una relación entre el hombre y Dios, entre el hombre y los números, entre el hombre y el Universo... Nada de libros que se lean con facilidad” y acaben pronto. En el catálogo de la subasta, se resaltaba la “extrema dificultad de encontrar textos entera y auténticamente” escritos por la mano de Borges, debido a que el autor dictó las tres cuartas partes de su obra, a raíz de los problemas en la vista que comenzaron en 1938 y lo dejaron definitivamente ciego en 1950. También subrayaba que este texto, con sus tachaduras y correcciones es inédito, lo que aumenta su “rareza”, ya que Borges “quería publicar todo lo que escribía”.
La biblioteca, como representación del universo, es uno de los temas recurrentes de la obra de Borges y “La Biblioteca de Babel” uno de sus cuentos fantásticos más conocidos. También el personaje de Robinson era muy apreciado por el escritor argentino desde su adolescencia. Incluso tras su estancia en Mallorca, entre 1919 y 1920, inventó el neologismo “robinsonizarse”, según recordaba el catálogo de la subasta.

 

 

PRINCIPAL