Por
Fabián Lebenglik
Miguel
Harte, Marcelo Pombo y Pablo Suárez se reúnen por cuarta
vez, al modo de un nostálgico revival.
La primera muestra del trío fue a fines de 1989, en la galería
del Centro Rojas, que había inaugurado un nuevo espacio y un nuevo
modo de mirar a mediados de aquel año. En noviembre del 89
la estética del Rojas todavía no estaba completamente definida,
pero la rápida elaboración de una estética propia
estaba en plena e intuitiva construcción por parte de Gumier Maier,
con la colaboración de Magdalena Jitrik y el aporte de artistas
lúcidos y consagrados como Pablo Suárez, que con aquella
muestra de él mismo y sus dos pichones, Harte y Pombo, terminaría
de colaborar con la constitución y declaración de principios
del Rojas.
En el catálogo de la actual exposición en la galería
Ruth Benzacar, Rafael Cippolini cita la nota que Miguel Briante publicó
en Página/12 sobre la primera muestra del trío: Arte
contra el arte, que no le escapa a la anécdota y que a veces no
está terminado: atracción y repulsión hay en esta
muestra que apunta a una nueva actitud.
Aquella nueva actitud comenzó a cosechar rápidamente sus
detractores, empezando por algunos empleados del Rojas, que destruyeron
varias piezas de la exposición inaugural.
La segunda reunión de Harte, Pombo y Suárez fue en el Centro
Cultural Recoleta, en agosto de 1990. Por entonces ya Briante estaba al
frente de aquel Centro Cultural y quien firma estas líneas también
citado por Cippolini en el actual catálogo escribió
en este diario: Nuevamente la tríada Suárez, Pombo,
Harte muestra su juego... La ley de juego, en las pinturas e instalaciones
que fabrican los tres, va contra la idea del arte como sucedáneo
de las ciencias sociales, porque el arte también dice,
pero de otro modo.
La tercera exposición fue en la Fundación Banco Patricios,
a fines de 1992 y nuevamente este diario (y el arriba firmante) se ocupó
de registrar el acontecimiento, como lo recuerda, en su relación
de los hechos, el catálogo reciente.
Desde entonces pasaron nueve años y en el vértigo y la intensidad
de todo lo que pasó en la década, aquel 1992 pasó
a ser fines del siglo pasado.
El cuarto encuentro es completamente nostálgico: los tres artistas
tienen grandes afinidades pero ya no forman parte de la avanzada que integraban
a fines de los ochenta y principios de los noventa. Ahora cada uno se
une al grupo con menos conexiones y desde su propio bunker individual.
La violencia de la crisis es tan disciplinadora que no sólo
resulta ineludible como contexto sino que también funciona como
una guía de lectura.
En este sentido, la obra que más resuena con el contexto es la
de Suárez, porque es el menos nostálgico y el más
crítico del trío. Sus personajes, un conjunto de autorretratos
caricarutescos, son sometidos uno a uno a todos los golpes de la que parece
ser la crisis terminal argentina.
El boxeador estrábico que está solo en el ring un
boxeador también autobiográfico, que evoca los tiempos mozos
en que el propio Suárez ejercía el pugilato recibe
golpes imbatibles no se sabe bien de dónde y esos golpes lo arrinconan
y colocan contra las cuerdas. Se trata de El enemigo invisible.
La siguiente pieza, Usados, abusados y exprimidos, es otra escultura en
resina epoxi, en la que un paisano desnudo es estaqueado y sometido a
un torniquete que termina por retorcerlo y enrollarlo. El enemigo invisible
ataca de nuevo y violenta los cuerpos.
En una tercera obra, otro paisano, parado en un basural, rodeado de deshechos
y envases, está de pie y, con la misma dignidad y ferocidad que
un héroe mitológico, estrangula a una víbora mientras
está a punto de romperle la cabeza de un cascotazo. Por el suelo,
en el montículo de basura se arrastra y acecha otro reptil, mudo
testigo de la tragedia. La pieza tiene un título que, como los
anteriores, no oculta su evidente sentido: Sobrevivientes.
La fuerte acción del contexto sobre los cuerpos y los destinos
en la obra de Suárez resulta especialmente eficaz y elocuente cuando
se contrasta con la subjetividad y los mundos interiores que se percibe
en los trabajos de Harte y Pombo.
Mientras Pombo se especializa y perfecciona en bellas ensoñaciones
que toman la forma de paisajes cósmicos realizados como versiones
(ingenuas y perversas) de las actividades plásticas escolares Atardecer
junto al arroyo, Arco Iris, Figura con sol, Planetas en el horizonte,
Planeta fruto , Miguel Harte construye vegetaciones hipertrofiadas
y una gigantesca pista de juego infantil.
Los mundos incluidos Harte, que el artista fabrica como miniaturas enquistadas
dentro de sus obras, siguen siendo lo más inquietante: allí
es donde se abren abismos de sentido. Lo mismo sucede con los autitos
que el artista fabricó (asignados a la familia: Papá,
Gaspar, Mamá) como piezas para un juego.
La pista-ciudad en la que esos autitos deben ser colocados es una enorme
plataforma que luce como un paisaje de ciencia ficción, demasiado
voluminoso al punto de volverse retórico.
Esa hipertrofia, tanto de la pista de juego como de las formas vegetales,
comienza a resultar redundante y retórica y a producir problemas
de escala en la obra casi siempre lúcida del artista.
La cuarta reunión del trío deja un gusto nostálgico,
como sucede cuando se vuelven a juntar los rockeros viejos para unir un
grupo cuyas grandes afinidades comienzan a formar parte de un pasado que
se escurre. En este sentido, el texto del catálogo contribuye a
la nostalgia, porque en su precisión historiográfica nada
dice sobre la muestra presente, sino que sólo enuncia, al final,
la intención de un reencuentro.
(Ruth Benzacar, Florida 1000, hasta el 7 de diciembre.)
Inauguraciones
y celebraciones
Las
muestras de la semana
-Norma
Siguelboim, escultores en el subte, desde ayer, en la Estación
José Hernández de la Línea D.
- Fotografía argentina del siglo XIX, Colección César
Gotta, hoy, en la Fotogalería del Teatro San Martín, Corrientes
1530.
-Expo inaugural II, muestra colectiva, mañana; celebración
en la nueva galería Luisa Pedrouzo, Arenales 834.
- Gilbertto Prado, especialista brasileño, dará una conferencia
sobre sistemas de realidad virtual, en Argentina, el viernes 7, a las
19, en el Centro de estudios Brasileños, Esmeralda 965.
- 10 años de un taller: Santiago García Sáenz y José
Garófalo, entre otros, invitan a la muestra de celebración,
el sábado 8, a las 12 en J.E. 562, por los 10 años de su
taller. Allí exhibirán su obra todos los artistas que han
pasado por el taller.
- Nora Dobarro, pinturas fotográficas, el sábado 8, a las
19, en Sonoridad Amarilla, Fitz Roy 1985.
- Ernesto Pesce, muestra y presentación de su libro, mañana,
en Rubbers, Suipacha 1175 Planta Baja.
- Lugares sagrados inuit (esquimales), fotos, el 6, Museo Hernández,
Libertador 2373.
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