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SONIA CAVALLO DEFENDIO Y ELOGIO SIN LIMITES A SU MARIDO
Más que esposa, agencia de publicidad

Se refiere a él por su apellido.
Y dice que sin Cavallo ya nos hubiéramos ido al diablo. Asegura que se va a arreglar con 250 por semana.

Sonia Abrazian de Cavallo, orgullosa de su marido como muy pocas mujeres de la Tierra.

Se maneja con poco efectivo, porque dice que está viviendo “en una de las ciudades más inseguras del mundo”. “Tenemos un jefe de Gobierno que es muy facherito, pero que jamás se ocupó de mejorar el tema de la inseguridad”, protesta. Desde hace tiempo está familiarizada con tarjetas de crédito y de débito “y con cheques si se trata de una transacción un poco más importante”. Reconoce que “hay mucha gente que está con bronca por las nuevas medidas”, pero, como siempre, defiende ciegamente en su marido, al que definió como “un hombre perfecto”. “Si no hubiera asumido Cavallo al frente del ministerio, hace rato que nos hubiéramos ido al diablo en materia económica”, dijo. Y aseguró que “recibimos cientos de cartas, sobre todo cuando hay momentos difíciles. Es gente que nos dice: “Tengan fuerza, sigan adelante. Que no nos deje Cavallo”. Con ustedes, Sonia Abrazian.
En tiendas de Domingo Cavallo, le temen. Saben los que frecuentan al ministro que nada puede hacerse en la casa sin su aprobación y que ningún integrante de su entorno llegará lejos si ella le baja el pulgar. Sonia Abrazian conoció a su marido en 1966, en los pasillos de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba. En ese momento, no pudo resistirse “al estudiante fogoso y extremadamente inteligente”. Y nunca más se separaron. Como pareja, los Cavallo tienen roles bien definidos. Ella administra el dinero de la familia y es la defensora pública número uno de su marido; él se dedica a “trabajar por el país” y conseguir el dinero que ella administra. El éxito de la primera de sus misiones es altamente cuestionable. Mejor le ha ido en la segunda empresa y se acostumbró a vivir bien. Al punto que cuando era ministro de Economía de Carlos Menem, con la desocupación en aumento, no tuvo mejor idea que confesar que una familia como la suya no podía vivir con menos de diez mil pesos mensuales.
Sonia fue entrevistada ayer por Radio Mitre y habló, entre otras cosas, sobre cómo influirán las nuevas medidas en su vida cotidiana. “Es cierto y reconozco que hay mucha gente con bronca porque le cuesta el cambio. A todos nos cuesta cambiar la modalidad de vida, a todos nos cuesta cambiar las cosas que estamos haciendo, y sobre todo si tienen que ver con el dinero que nos pertenece y que esté en nuestro bolsillo”, dijo la señora, pero pronosticó que todo pasará y la gente le agradecerá al “patriota”. “Yo le digo a la gente que es cierto que es brusco el cambio, pero cuando se acostumbren lo van a notar como algo positivo. Y es mucho mejor que la gente entre en el circuito en blanco. Hay mucha gente que estaba en negro”.
En lo personal, a la esposa del ministro no se le modificará drásticamente la vida. Consultada sobre si le va a alcanzar el dinero, ya que sólo podrá sacar, como el resto de los argentinos bancarizados, 250 pesos por semana, Sonia dijo que “Me tienen que alcanzar. Y lógicamente, me voy a tratar de manejar en ciertas cosas que a lo mejor no lo hacía, como por ejemplo pagar los diarios o comprar una revista, o en la peluquería, voy a tratar de usar más la tarjeta de débito. De hecho en el supermercado yo siempre la uso. Cuando uno tiene que hacer una compra más grande es mucho más cómodo usar la tarjeta”. Lo que no dijo la esposa del ministro es si, como hasta ahora, va a seguir con su costumbre de mandarse a hacer los corpiños a medida en una conocida, exclusiva y carísima casa de lencería.
Sonia Cavallo vive junto a su marido en un piso de Ortiz de Ocampo y Libertador. Reparte su día entre caminatas aeróbicas, visitas al súper, peluquería, militancia en Mujeres en Acción –la rama femenina de Acción por la República– y el cuidado de sus hijos. Quienes, según dijo la señora, son todos muy buenas personas. A tal punto que uno de los varones, Alberto, fue a renovar un viernes pasado un plazo fijo sin que su padre le avisara del nuevo paquete. “Mi marido tiene por costumbre no comentar nada de lo que está haciendo en la casa y mi hijo no se quejó de que no haya avisado porque no está en la vereda de enfrente, mi hijo está en positivo.Piensa que esto va a ser bueno, que va a salir adelante, que la gente más humilde ha conseguido que sus ahorros existan y se mantengan”.
El toque emotivo de la entrevista lo aportó la señora de Cavallo cuando sollozó al aire, emocionada al evocar a los pobres, igual que su marido hizo alguna vez frente a la fallecida dirigente de los jubilados Norma Pla. “Me emociono pensando en la gente que menos tiene y en lo malos que son los que actuaron en contra de la Argentina y aún hoy están apostando en contra de la Argentina. No hay un gramo de patriotismo”, se quejó. Juró que las medidas no fueron tomadas “para salvar a los bancos, sino para salvar a la gente que menos tiene. Esto se lo digo con una mano en el corazón. Ojalá la gente pueda interpretar mis sentimientos y mis palabras. Y no lo digo solamente porque es mi marido” Eso sí: la mujer no se privó de decir que está casada con el que a su juicio es “un hombre perfecto” y no se quitó mérito ante semejante situación: “Es que lo supe elegir bien”.

 

Cuentas sin restricciones

Sonia Cavallo sólo podrá sacar doscientos cincuenta pesos por semana de cada cuenta. Como les ocurrió al resto de los argentinos, las medidas de su marido afectarán su vida cotidiana. Pero hay un dato que les permite a los Cavallo dormir sin frazadas a pesar de las restricciones: cuentas bancarias en el exterior. Una de ellas, reconoció Sonia ante la acusación del entonces jefe de la bancada justicialista, Humberto Roggero, está en Canadá. Dijo su esposa que fue abierta hace casi veinte años y que su marido deposita allí el dinero de las charlas y conferencias que da por el mundo. La justificación que dio por no confiar en el país para dejar sus ahorros fue “la persecución judicial y política” de que acusó en su momento a Carlos Menem.

 

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