Por Raúl
Dellatorre
Eduardo Escasany, titular del
Banco Galicia, dejará muy pronto las filas de la Asociación
de Bancos de la Argentina (ABA) para integrarse a Abappra, la entidad
que agrupa a bancos públicos y privados de origen nacional. La
versión fue parcialmente desmentida ayer, ya que fuentes del Galicia
señalaron que si bien la mudanza no sería inmediata, se
efectivizaría en oportunidad de las elecciones de autoridades de
ABA. Escasany es su actual presidente, pero la crisis actual y las alternativas
para reencauzar la economía lo han distanciado de la postura de
los bancos extranjeros que dominan en la entidad.
El Galicia no es la única entidad que abandonaría ABA, según
se señaló ayer. El movimiento, por otra parte, está
estrechamente vinculado a los recientes realineamientos producidos en
el frente empresario, como la transformación del Grupo Productivo
(industriales, ruralistas y constructores) en el Núcleo Nacional,
que sumó a sindicalistas (CGT Daer y Moyano) y banqueros nacionales
(Abappra). La participación de Eduardo Escasany en algunos encuentros
del flamante Núcleo no habría contado con el aval del conjunto
de los bancos alineados en ABA. Sin embargo, en esa actitud del banquero
se notó la influencia del titular de la UIA, José Ignacio
de Mendiguren, que desde principios de año viene operando a favor
de conformar una mesa de consenso con participación de los sectores
más comprometidos con la actividad doméstica.
De Mendiguren fue el mentor de los primeros encuentros entre Escasany
y Hugo Moyano, cuando en público aparecían como las caras
de un supuesto enfrentamiento entre el poder financiero y el sindicalismo
combativo. Uno y otro demostraron no ser tanto: ni tan poderoso el primero
ni tan combativo el segundo. El dirigente industrial logró sellar
entre ambos un acuerdo que permitió comenzar a tejer una relación
que, ahora, aparece con una significativa proyección política.
El inminente abandono de ABA por parte del Galicia y de otras entidades
de origen local reeditará el alineamiento vigente hasta poco después
de la crisis del Tequila, cuando los banqueros se agrupaban en torno a
ABRA, los extranjeros, y de Adeba, los nacionales. En la primera se destacaban
figuras como Emilio Cárdenas (hoy en el HSBC), Julio Gómez
(ex Banco Shaw) y Richard Handley (Citibank). De la segunda provienen
Roque Maccarone (ex Banco Río, cuando pertenecía a Pérez
Companc) y el propio Escasany. Además de su origen, a los agrupados
en ABRA los distinguía su ultraortodoxia, que los diferenciaba
de las posturas más conciliadoras de Adeba. Pero el post-Tequila
y las políticas aplicadas por el Banco Central, en manos de Pedro
Pou, marcaron a fuego al sistema con el dominio de la banca extranjera.
Ello quedó reflejado en la absorción, en los hechos, de
Adeba a manos de ABRA, y su transformación institucional en ABA.
La convivencia entre bancos privados locales y extranjeros funcionó
bien mientras el sector acumulaba ganancias y el sistema no padecía
temblores. Pero la recesión económica comenzó a afectar
en forma diferenciada a unos y a otros. En las últimas semanas,
a medida que crecía la sensación de que sobrevendrían
medidas duras como prevención al default, las posturas
fueron distanciándose más. Escasany se acercó y participó
de la proyectada Mesa de la Concertación, en busca
de un acuerdo intersectorial para zafar de la crisis. Los principales
popes de la banca extranjera, en cambio, forzaron al Gobierno a pagar
el costo político de parar la corrida pisando depósitos
para salvar al sistema, sin tener que recurrir a fondos de sus casas matrices
para responder a la demanda de sus depositantes.
En momentos de crisis, los intereses del capital financiero extranjero
y local privado vuelven a diferenciarse; los directivos de la banca vuelven
a las fuentes. Después de todo, algo no ha cambiado pese a la globalización
neoliberal.
La solución
En Brasil son cada vez más los que piden la devaluación
argentina. Ayer se sumó a ese coro, integrado por empresarios,
economistas y, entre bambalinas, el gobierno, el vicepresidente
del Banco Itaú, Alfredo Setubal. La solución
a la crisis económica argentina pasa por la devaluación,
sentenció el banquero en un reportaje con el matutino Folha
de Sao Paulo. Los inversores están cada vez más
esquivos y los propios argentinos dan señales de que están
perdiendo la confianza. Llega un momento en que resulta difícil
evitar la devaluación, insistió. El número
dos del banco brasileño con mayores inversiones en el país
señaló que el patrimonio del Itaú en
Argentina está protegido en dólares.
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CIFRAS
OFICIALES DE LA SALIDA DE DEPOSITOS
El viernes de la fuga indomable
El viernes negro
ya tiene números oficiales. Tal como adelantó Página/12,
la fuga de depósitos de empresas y particulares rozó los
mil millones. Fueron 984 millones. Aunque si también se tiene en
cuenta al sector público, el drenaje alcanzó a 1348 millones.
En el caso de los plazos fijos, la salida total sumó 420 millones,
mientras que las reservas del Banco Central se resintieron dramáticamente,
alcanzando una caída de 1200 millones. A pesar de haber restringido
la salida de dinero en efectivo, el BC tuvo que asistir a los bancos con
780 millones en los últimos dos días, dando una idea de
la fragilidad por la que atraviesa el sistema financiero.
Ayer, después de un comienzo tranquilo, los bonos volvieron a desplomarse,
un 8,5 por ciento en promedio, y el riesgo país finalizó
en 3305 puntos. El derrumbe de los títulos públicos se dio
cuando la agencia Reuters difundió que el FMI auspiciaría
una devaluación en la Argentina. La desmentida oficial no alcanzó
para dar vuelta la suerte. De todas formas, en el mercado trascendió
que, frente a un grupo selecto de banqueros, Domingo Cavallo habría
admitido que declararía un default en caso de que el Fondo desistiera
de enviar los 1260 millones prometidos en el blindaje.
En medio de las versiones y la volatilidad de los mercados, los operadores
locales pudieron hacer poco. Los bancos se quedaron sin bonos después
del último canje y, por otra parte, quedaron excluidos de hacer
negocios con sus colegas extranjeros después de las restricciones
monetarias impuestas por Economía. En conclusión, los precios
quedaron atados a las escasas operaciones que se realizan fuera de la
Argentina.
Incluso, las últimas medidas redundaron en marcadas diferencias
en los precios de los bonos. Un ejemplo: el Global 2008 que en la city
porteña vale 38 dólares, en Nueva York cuesta 33,50. La
disparidad se debió a que mientras en Buenos Aires los operadores
pagan con cheque o tarjeta, en Estados Unidos se abona con dólares
billete, y por eso los precios tienen un descuento. El Global 2008 retrocedió
10 por ciento por los rumores sobre la actitud que tomaría el Fondo
Monetario.
Todavía es una incógnita el saldo del movimiento de depósitos
entre el lunes y ayer. Algunos expertos sostiene que las colocaciones
habrían aumentado, pero no porque algún ahorrista prefirió
dejar bajo candado sus excedentes en un banco sino por una cuestión
puramente estacional: las empresas depositan dinero a principio de mes
para hacer frente al pago de salarios. Por otra parte, el Mercado de Valores
anunció que habrá plazo hasta mañana para que los
minoristas se inscriban en el canje de deuda local. Economía eliminó
el tope de 100.000 dólares para este tramo.
DEBATE:
¿Qué pasará en la economía?
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HECTOR VALLE.
Desdolarizar
y devaluar
¿El Gobierno podrá sostener las últimas
medidas?
Primero quiero decir que no hay nada más lejano a la
Convertibilidad que las últimas medidas, que por un lado
establecen un virtual control de cambios para las operaciones con
el exterior, y por el otro imponen rígidas restricciones
a la utilización del dinero. Estas medidas tienen un fuerte
componente recesivo y agregan mayor inestabilidad. En consecuencia,
caerá la recaudación y aumentará el déficit
fiscal. En esas condiciones, la gente no volverá con sus
depósitos por mucho tiempo.
¿Aun si se completa con éxito el canje de deuda?
El ahorro fiscal que planteaba Cavallo con esa operación
era en el contexto de una economía que crecía al 3,5
por ciento. Con las condiciones que ha creado, esa hipótesis
de crecimiento es completamente irrealizable. Antes de las medidas
del fin de semana ya había estimaciones de caída de
la economía del 8 por ciento en el último trimestre.
En ese escenario, el Gobierno complicó terriblemente el funcionamiento
de la economía informal, de las pymes, de los empresarios
que ahora tendrán que optar entre blanquear personal y pagar
impuestos. Lo que viene es más desempleo, menos recaudación
y más recesión. Las medidas son insostenibles.
¿Cuál es el escenario que viene?
La Argentina tiene que plantearse la construcción de
una política económica alternativa. La estrategia
que lleva adelante el Gobierno sólo se preocupa por garantizar
la situación del sistema financiero, sistema que, por otra
parte, en buena medida está quebrado. Es preciso avanzar
en otra dirección. Como dice el Plan Fénix, hay que
aplicar las recetas tradicionales para que una economía salga
de la depresión, con políticas keynesianas en un contexto
de flexibilización cambiaria.
¿Cómo sería esa flexibilización?
Hay que ir a un régimen de flotación del tipo
de cambio, con desdolarización créditos y depósitos
se pasan de dólares a pesos y políticas destinadas
a proteger a los depositantes y a los endeudados. Paralelamente,
la política económica tiene que atender tres puntos
muy importantes: una política de ingresos, una política
de inversión pública destinada a potenciar el desarrollo,
y la reprogramación con quita de la deuda. Por supuesto que
hacer todo esto requiere de un amplio consenso político.
Hay algunas propuestas como la del Grupo Productivo para la concertación
que se orientan en esa dirección.
¿Por qué salir del uno a uno traería
reactivación?
Porque se generaría un cambio en los precios relativos
a favor de los sectores transables. Habría un primer impacto
de sustitución de importaciones, un segundo de ingreso de
inversiones para sectores productivos que se vuelven atractivos,
y un tercero, a mediano plazo, de fuerte aumento de las exportaciones.
Adicionalmente, se reactivaría la relación con Brasil
porque se alejaría el peligro de la dolarización.
¿Y qué pasaría con la dolarización?
Hay un problema severo para implementar la dolarización,
que es que las reservas del Banco Central no alcanzan más
que para cubrir el 14 por ciento de los depósitos que hay
en el sistema bancario. Por otra parte, la dolarización no
resuelve los problemas de competitividad de la economía.
NORBERTO SOSA.
Mantener la convertibilidad
¿Tienen retorno las medidas del fin de semana?
Imponer un control a la salida de capitales es una medida
que tomaron países que estaban en medio de un fuerte proceso
de desconfianza y huida de divisas. Si paralelamente no se aplican
otras medidas para revertir la desconfianza, las restricciones no
se podrán levantar. La pregunta de fondo es cómo revertir
la desconfianza. Como mínimo hay que cumplir con los desafíos
pendientes: destrabar la negociación con el FMI, aprobar
el Presupuesto 2002 y concretar el segundo tramo del canje de deuda.
Si todo eso sale bien, puede ser que se reviertan las expectativas
y se abra un escenario de retorno.
¿Supone que antes de ello el Gobierno se verá
arrastrado al default, la devaluación o la dolarización?
En principio, con las restricciones para extraer efectivo
y sacar capitales se desacelera fuertemente la caída de reservas.
El Banco Central tiene hoy 17 mil millones de reservas líquidas,
por lo cual todavía hay margen hasta llegar a un nivel de
12 mil millones, que es lo mínimo necesario para defender
el uno a uno. Pero obviamente, si avanzamos hacia el día
91 sin un cambio de expectativas no se podrán levantar las
restricciones y crecerá el debate sobre si hay que ir por
la devaluación o la dolarización.
¿Qué opina de la posibilidad de devaluar?
Yo no creo en la devaluación como una solución
mágica a los problemas de competitividad de la economía.
Si el Gobierno devalúa, básicamente lo que hará
es una transferencia de recursos de un sector a otro. Y si no introduce
una serie de reformas para que la economía sea más
eficiente en su conjunto, en el corto plazo se necesitará
una nueva devaluación. Lo que se produce es una transferencia
de recursos de sectores no transables a transables. Los exportadores
estarán mejor posicionados, pero si no se resuelven los problemas
de fondo en cuanto al nivel y la calidad del gasto público,
será necesaria otra devaluación.
¿Hay posibilidades reales de mantener la convertibilidad?
Hay tres alternativas a la convertibilidad. Una es la flotación
con devaluación, otra es una canasta de monedas y la tercera
es la dolarización. El primer esquema mejora las condiciones
del sector exportador y destruye la demanda interna. Con la convertibilidad
ampliada quedó claramente demostrado que la canasta de monedas
aumenta la incertidumbre, afecta la confianza y hace subir las tasas
de interés. Y el esquema de dolarización mejora la
confianza y baja las tasas de interés, pero deja abierto
el problema de la falta de un prestamista de última instancia.
Con lo cual, ninguna de las alternativas a la convertibilidad es
gratuita. Todas presentan costos. Por eso, en la medida que se pueda,
para mí es conveniente mantener la convertibilidad.
¿Si tuviera que optar por alguna de las otras opciones,
cuál elegiría?
En caso de que se pierda la capacidad de mantener el uno a
uno, a mi juicio habría que avanzar hacia una dolarización.
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