Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


Desenfundando la pistola en EE.UU.

Bush dio todo su apoyo a las represalias israelíes atacando a tres instituciones a las que acusó de ayudar a Hamas.

George W. Bush anuncia el cierre de la Holy Land Fund.
El presidente amplía los blancos de su lucha antiterrorista.

Por Julian Borger
Desde Washington

Washington cerró ayer una de las instituciones de beneficencia islámica más grandes de Estados Unidos y congeló las cuentas de dos organizaciones financieras palestinas, acusando a las tres entidades de solventar al grupo extremista Hamas. Estos movimientos –inicialmente planeados para finales de este mes, pero adelantados por los atentados suicidas del fin de semana pasado en Israel– sirvieron para borrar la distinción entre la “guerra contra el terrorismo” de la administración Bush y la represalia en Gaza y Cisjordania, que tiene amplio apoyo estadounidense.
Por segundo día consecutivo, los funcionarios norteamericanos desistieron ayer, en forma manifiesta, de reclamar moderación al gobierno de Sharon, reflejando la pérdida de confianza del gobierno estadounidense en Yasser Arafat. En una conferencia de prensa desde el Jardín de Rossa, el presidente George W. Bush anunció que el Tesoro norteamericano había congelado las cuentas pertenecientes a la fundación Holy Land Foundation for Relief and Developmnt de Texas a medianoche y que agentes federales habían allanado las oficinas de la organización caritativa situadas en Texas, California, Nueva Jersey e Illinois, tras lo cual se incautaron documentos y fueron clausuradas. “Hamas ha obtenido en Estados Unidos una gran parte del dinero que paga por los asesinatos, dinero originalmente recaudado por la fundación Holy Land”, señaló Bush.
La fundación ha negado repetidas veces que se dedique a financiar terroristas. Y aunque admitió enviar dinero a las familias de los suicidas, insistió en que los fondos eran distribuidos en base a las necesidades y no a lealtades políticas. Sin embargo, el secretario del Tesoro, Paul O’Neill, dijo que la fundación “se disfraza como caritativa, mientras que su objetivo principal es financiar a Hamas”. O’Neill reveló que dicha fundación recaudó en Estados Unidos 13 millones de dólares durante el año pasado, aunque no quedaba claro si todo ese monto había sido destinado directamente para Hamas. Ayer también se congelaron las cuentas pertenecientes al Banco Internacional Palestino Al-Aqsa y al grupo de inversiones de Cisjordania y Gaza, Beit El-Mal Holdings Co. Ambas organizaciones fueron acusadas de canalizar sus beneficios hacia Hamas.
Inmediatamente después del 11 de setiembre, la administración Bush hizo una distinción entre su guerra contra el terrorismo de Al-Qaida y el levantamiento palestino contra Israel en los territorios ocupados. Funcionarios norteamericanos argumentaron entonces que el conflicto de Medio Oriente solo podría ser resuelto por medio de negociaciones mientras que no había ningún interés en conversar con Osama bin Laden. El gobierno israelí criticó en aquel momento dicha diferenciación y presionó duramente para que los grupos militantes palestinos fueran igualados a Al-Qaida. Ahora, parece que Washington ha abandonado tal distinción: por un lado, debido a los últimos ataques suicidas contra israelíes y, por el otro, por nuevas pruebas de inteligencia comunicadas por Israel.

Traducción: Verónica Gago.

 

Una voz en el desierto

A medida que la retórica y las respuestas militares se endurecen, en Israel surge el dilema de siempre: cómo detener la violencia. El escritor israelí David Grossman, en cambio, denuncia: “Sólo hay una alternativa que no se plantea: abrir inmediatamente una ronda de negociaciones, de forma firme y sincera, y sobre todo sin condiciones previas”. La figura de Yasser Arafat fue el blanco de los últimos días. Grossman –luego de que el premier israelí Ariel Sharon declarara a la Autoridad Nacional Palestina como “una organización que respalda el terrorismo”– describió su ambigüedad: “Un Arafat que cuando Israel le informó de la existencia en Nablús de un sofisticado laboratorio de material destinado a actos terroristas se incautó de los explosivos y liberó inmediatamente a los terroristas. Un Arafat –continúa Grossman– que habla sin parar de su oposición al terrorismo, pero que se niega, de forma cobarde y sin previsión de futuro, al luchar definitivamente contra la infraestructura que tienen los terroristas en la Autoridad Palestina y que, además, no entiende que esos terroristas suponen el fin del gran sueño de la paz y, quizá también, su propio fin”. Y se pregunta: “¿Cómo provocar que Arafat hable menos y haga más? ¿Cómo provocar que Israel hable menos y haga más?”

 

PRINCIPAL