Por Maximiliano
Montenegro
En la jerga de los bancos se
conoce como el goteo. Pero, en realidad, es una corriente
que podría terminar por derrumbar el dique de la Convertibilidad
antes de finalizar el verano. Según el cálculo más
conservador, después de las medidas restrictivas, la salida de
depósitos del sistema llegaría a los 1100 millones de dólares
mensuales. Estimaciones menos cautelosas hablan del doble. Eso, suponiendo
que no se multiplica la apertura de varias cuentas por familia en diversos
bancos, con el fin de retirar la mayor cantidad posible de efectivo de
plazos fijo vencidos. Otros cálculos, efectuados en secreto en
Economía, elevan la cifra hasta los 5000 millones mensuales. Aun
en el caso más conservador, en tres meses, la sangría volvería
a dejar al sistema financiero al borde del colapso. Por otro lado, la
pérdida de reservas del Banco Central adicionales a la venta
de dólares al público por los préstamos que
deberá otorgar a los bancos para que no quiebren y la necesidad
de seguir cubriendo el bache de financiamiento del Tesoro, ante la suspensión
del desembolso de diciembre del FMI, dejaría a la Convertibilidad
sin el respaldo mínimo de dólares exigido por la ley a fines
de febrero.
La información del Banco Central sobre los depósitos correspondiente
al lunes siempre se difunde con dos días de atraso
no echa demasiada luz sobre cómo funcionó el corralito el
primer día que se cerró. La estadística oficial muestra
un aumento de los depósitos de 8 millones. Sin embargo, el dato
es irrelevante ya que por estos días se depositan en los bancos
buena parte de los 1500 millones de masa salarial pagada mensualmente
a través de cajas de ahorro. Más aún, casi 500 millones
fueron transferidos de plazos fijos vencidos a cuentas a la vista, lo
que indica que los que quedaron atrapados se quieren poner en la línea
de partida para huir (ver página 9). La caída de reservas
del Central, en tanto, confirma que quienes lograron retirar fondos o
se quedaron con pesos en el bolsillo compraron dólares.
Sea como fuere, en los últimas horas los principales consultores
económicos y analistas de bancos de inversión empezaron
a elaborar distintos escenarios de goteo de dólares
del sistema para las próximas semanas. Los resultados indican que,
a menos que haya un drástico cambio en el comportamiento de los
ahorristas, Domingo Cavallo deberá correr contra reloj para no
llegar al día 91 con el sistema financiero, nuevamente, al borde
de la debacle y a un paso de abandonar la Convertibilidad forzado por
la sequía de dólares billete en el Central para respaldarla.
En ese lapso, el ministro volverá a encontrarse en un dilema de
hierro: si abre más la canilla de los retiros aceleraría
los tiempos; si no lo hace, entonces se profundizará la parálisis
comercial de los últimos días.
El cálculo más conservador supone lo siguiente:
De la masa salarial abonada
a través del sistema financiero (1500 millones), sólo el
20 por ciento opta por retirar el límite máximo de cash
de 1000 pesos mensuales. El 80 por ciento restante, en promedio, saca
en billetes apenas 380 pesos. En conjunto, eso representa una fuga de
756 millones.
De las cajas de ahorro no usadas
en el pago de remuneraciones (más de 9 millones), apenas el 10
por ciento retira los 1000 pesos, proveniente de ahorros acumulados en
esas mismas cuentas, en plazos fijos, o de ingresos correspondientes a
actividad cuentapropistas. El 90 por ciento se supone que no retira nada.
Por este concepto se irían del sistema otros 900 millones.
De las cuentas corrientes de
empresas (poco más de 485.000) el 100 por ciento extrae los 1000
pesos autorizados porque, obviamente, las empresas requieren manejarse,
al menos, con esa cifra de efectivo de caja chica. Esto significa una
salida de otros 483 millones. Si se cumplieran dichos supuestos, el retiro
de depósitos ascendería a 2140 millones. Pero suponiendo,
también, que la mitad de dicha cifra regrese al sistema financiero
en concepto de pagos, la fuga neta de depósitos ascendería
a 1070 millones mensuales y, exactamente, ese monto sería convertido
en dólares contantes y sonantes.
Nótese que la estimación anterior no considera la posibilidad
de que se multiplique la apertura de cuentas de individuos ya bancarizados
en diversas entidades, que busquen así eludir el tope máximo
de extracción mensual de 1000 pesos, al transferir a dichas cuentas
fondos de plazo fijos vencidos. Esta manera de saltar el corralito parece
estar cundiendo entre depositantes de clase media y media alta. Por ahora,
el Central no dictó ninguna norma restrictiva al respecto; y los
bancos tampoco controlan si un individuo abre varias cuentas no asociadas
en una misma entidad y extrae de cada una de ellas hasta el límite
autorizado.
Por eso, cálculos algo menos cautelosos que el citado más
arriba arrojan una fuga de más de 2000 millones de dólares.
En tanto, estimaciones más audaces que circularon entre el
Banco Central y Economía hablan de una salida superior a
los 5000 millones.
Incluso en el escenario más conservador de sangría de fondos,
en tres meses, la situación no sólo se volvería sumamente
peligrosa para los bancos, cada vez con mayores dificultades para recuperar
su cartera de préstamos y responder a los ahorristas, sino también
para la propia Convertibilidad. La proyección de los consultores
es que, sin préstamo extraordinario del Fondo Monetario, el Banco
Central deberá financiar con los dólares líquidos
de las reservas a los bancos, para enfrentar el goteo de depósitos,
y al sector público vía redescuentos al Banco Nación
para cubrir un bache fiscal de más de 3000 millones de dólares.
Así, a fines de febrero, por cada peso circulante en Argentina,
el Central sólo tendría en reservas 66 centavos de dólar,
el límite mínimo establecido por la ley de Convertibilidad
que fijó la paridad 1 peso igual a 1 dólar. De hecho, desde
enero ya no habrá dólares suficientes en el Central para
cambiar todos los pesos circulantes a esa paridad.
FUGA
MASIVA DE DIVISAS A URUGUAY
Con sólo cruzar el charco
El viernes pasado, antes de
que el Gobierno decretara la inmovilización de depósitos,
100 millones de dólares volaron hacia el sistema financiero uruguayo,
una plaza tradicional para aterrizar capitales fugados de Argentina. Ayer,
en tanto, las casa de cambio de Uruguay dejaron de cotizar y aceptar pesos
argentinos.
Según el diario El Observador, que cita fuentes del Banco Central
del Uruguay, los días de la semana pasada fueron de intenso
movimiento de fondos (de argentinos hacia bancos uruguayos), pero el 30
de noviembre fue el día clave. La cifra de 100 millones de
dólares representa al menos la cuarta parte del total de traspasos
al exterior realizado por los argentinos el día previo al anuncio
de las medidas dispuestas por la administración de Fernando de
la Rúa, afirmó el diario.
En los días previos a la medidas anunciadas el fin de semana último,
las sucursales de varios bancos uruguayos en la ciudad de Colonia, situada
a orillas del Río de la Plata, frente a Buenos Aires, estaban
llenas de clientes de nivel económico medio y
el lunes, cuando comenzó a regir las restricciones al uso depósitos,
permanecieron vacías. El viernes pasado los bancos
de Colonia incluso extendieron su horario hasta las 20, tres horas más
de lo habitual.
Según fuentes de la Asociación de Bancos del Uruguay (ABU),
las medidas frenarán por algunos días el retiro de
dinero, pero existen vías alternativas para realizarlo que no fueron
afectadas. El dinero puede estar saliendo a través de títulos
o de compra de acciones en Uruguay, agregaron.
Por otro lado, ayer, las operadores cambiarios de Uruguay dejaron de comercializar
pesos argentinos. Dejamos de tomar pesos argentinos porque en plaza
no hay cobertura y en el exterior no lo pueden pagar, explicó
un operador de Gales Casa Bancaria. Idéntica explicación
brindaron Exprinter e Indumex, que junto a Gales son las principales casas
cambiarias del país.
A media tarde, el peso argentino había caído un 13 por ciento
ante el aumento del riesgo país a casi 4.000 puntos, que llevó
a la moneda a cotizarse a 10 pesos uruguayos contra 11,50 al cierre del
martes.
Los operadores explicaron que es muy riesgoso tomar divisas argentinas
porque después resulta difícil, o hasta imposible rescatar
su valor en dólares. Solamente hay que mirar el televisor
o leer las noticias. Si el riesgo país sube a 4000 y se habla de
que se va a dolarizar totalmente, nadie quiere pesos argentinos,
explicó un operador.
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