Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


Los únicos verdaderamente felices con el nuevo plan

A las cuatro empresas que comercializan las POS �máquinas de débito� la vida les sonríe. En los últimos dos días vendieron más que el promedio mensual. Cobran un alquiler de unos 80 pesos mensuales por máquina. Los comerciantes, además, deben pagar por operación.

Por Cristian Alarcón

Hay alguien que vende más que nunca. Hay cuatro empresas que están haciendo su agosto. Después de soportar un año recesivo en el que perdían clientes como esperanzas los argentinos, las cuatro empresas de venta de POS –máquinas de débito utilizables para cualquier tarjeta en curso– vieron durante los últimos dos días cómo las ventas fueron tantas como las que habían hecho en el último mes y medio. Claudio Castagna, gerente general de Posnet SA, que cubre los requerimientos de casi la mitad del mercado –unos 85 mil puntos de pago en todo el país– confirmó a Página/12 que durante el lunes y el martes vendieron unas dos mil terminales. Durante los últimos meses Posnet había vendido sólo un promedio mensual de 1200, mientras que en el mismo período perdían similar cantidad de clientes, producto de la recesión que reina. Pero la cara oscura del crecimiento de POS es la lentitud con que llegan a manos de los comerciantes: según denunció la Coordinadora de Actividades Mercantiles, CAME, el trámite demora demasiado y por ese motivo los niveles de venta de ayer descendieron “hasta llegar a ser casi nulos en muchos negocios”. Para colmo, muchos supermercados informaron que había deficiencias en los sistemas de las tarjetas que no permiten establecer si tienen o no fondos.
Así es la Argentina. Así puede transformar las cuentas de una empresa, en un tris. En este caso además de Posnet, Visa, American Express y Diners. Aunque no todas quieran mostrar su gozo, lo bien que les sienta este paquete de medidas. Al menos Visa, la otra firma que aglutina a buena parte del mercado no quiso hablar de costos ni proyecciones de estos días, cuando fue consultada por este diario. Se limitaron a explicar en un comunicado en qué consiste una tarjeta de débito. Las cifras que se vieron fueron las de la Asociación de Bancos de la Argentina, ABA: en un solo día se hicieron 100.000 compras con débito mientras que el 1º de octubre fueron sólo diez mil. Los llamados a las proveedoras de POS se triplicaron y calculan que en diciembre venderán unas 20 mil terminales.
El tema recién empieza. Y para explicarlo qué mejor que el presidente de la Cámara Argentina de Tarjetas de Crédito y Compras, Néstor Yoan, que considera un enemigo del nuevo sistema el hábito de compras de los argentinos. Es que según la evaluación del sector está claro que preferimos “comprar ahora y pagar después” o desde el punto de vista funcional, “posponer el pago, o directamente no pagar nunca”. El mismo Yoan considera lo que ayer denunciaron las cámaras de comercio, y es que es “evidente” que el grado de desarrollo de las tarjetas de débito “es insuficiente” para cubrir las expectativas del Gobierno, de las nuevas medidas y de la gente. “Las empresas que trabajamos en el área vamos a tener que trabajar rápidamente en el desarrollo de las soluciones para resolver esto y su difusión masiva”, dijo Yoan.
Son once millones de tarjetas de débito las que hay en el país, y entre 11 y 12 millones de tarjetas de crédito, de unas 200 marcas diferentes. El negocio está más concentrado en el caso de las tarjetas de débito; los líderes son Electrón, que le pertenece a Visa y la red Maestro, que le pertenece a Master Card. Justamente ayer se lanzó al mercado una tercera tarjeta, Cabal 24 horas. El gerente general de la empresa, Rubén Vásquez, cuenta que hace casi un año que programaban la apertura de este nuevo rubro en Cabal, una marca que trabaja con bancos cooperativos. Por supuesto, vistas las nuevas medidas, la salida de la tarjeta se aceleró y en tres meses piensan tener unas 400 mil en el mercado. Vásquez prefiere la vieja frase hecha “las que hay son las que son” para definir el volumen de POS existentes en el país y su posibilidad de crecimiento. Esto es: no hay manera de asegurar a los que quieran integrarse al sistema de débito que vayan a resolverlo más temprano que tarde. La demora puede ser de una semana. “Hay capacidad para una primera oleada de ventas, pero seguramente habrá problemas de tiempo.”
Las famosas máquinas no son fabricadas en el país. Posnet –de Master Card–, Visa, Diners y American Express se las compran a firmas extranjeras: Veryfond, de Estados Unidos es el líder mundial; le sigue la francesa Ingenico y la tercera es la norteamericana Hipercom. El valor de esos equipos es de entre 400 y 500 dólares, pero en el país se comercializan a través de una especie de alquiler o abono de alrededor de 80 pesos, en el que se cobra también los costos de software, mantenimiento e insumos, y no hay punición para quien deje de usarla. Amén de ese costo existe el de cada operación realizada previsto en la ley de tarjetas, la 25065, y es una tasa máxima de cinco por ciento para tarjetas de crédito y de tres para las de débito, fluctuante según el banco que cobre y que van a parar a las administradoras Electrón o Maestro.
De hecho hay bancos que ofrecen junto a las cuentas comerciales el servicio de POS y lo subcontratan o acuerdan con las cuatro empresas de terminales. En el caso de Posnet SA, cuyo nombre es un genérico de marca –es decir, si bien es una sola de las cuatro, al referirse a la maquinita se le dice “posnet”–, intentan la venta directa. Así de las cuatro mil, que según la Asociación de Bancos de la Argentina, se han vendido, dos mil las colocaron ellos.
Ayer CAME denunció en un comunicado que al interior del país la instalación puede demorar hasta 40 días. Y pintó un panorama nada alentador con las nuevas medidas. “En principio el problema es que hubo muchos negocios que hoy directamente no hicieron caja”, le dijo un vocero a este diario. Para colmo, los híper y supermercados informaron que no pudieron vender con tarjeta de débito porque por errores de sistema no pueden determinar si las personas tienen o no fondos. Los que están desesperados son los comerciantes de productos de Navidad. A tres días del armado del árbol, el 8, hay “una total parálisis de ventas”, aun con descuentos impresionantes, y con la famosa tarjeta.

 

Cómo pagar impuestos

El Gobierno porteño explicó ayer las modalidades con las que se pueden pagar los impuestos en la ciudad. En el Banco Ciudad, todos los impuestos (ABL, Patentes, moratorias, Ingresos Brutos, entre otros) pueden ser cancelados, además de en efectivo, con cheque (individualizando en el dorso la operación que se cancela), con débito automático (en caja de ahorro o cuenta corriente) o con débito directo (mediante la tarjeta Maestro).
En el resto del sistema bancario y para las tasas de ABL, Patentes y las moratorias, las alternativas son el efectivo, los cheques del propio banco, el débito automático (caja de ahorro o cuenta corriente) y la tarjeta de débito con la que opere el banco.
Finalmente, el Gobierno aclaró que en los sistemas de Rapipago, Pagofácil y Edesur, sólo es posible pagar los impuestos con efectivo.

 

El fiado para el corte y la tintura

Las peluquerías de Palermo tienen ése no sé qué. Por más que las rodeen los nuevos aires de su etapa Soho, ellas siguen allí como iconos del barrio que fue esa zona de la ciudad que antes no tenía nada de pretenciosa. Quizá por el mismo motivo las consultadas en una recorrida coincidan en resistirse a la incorporación de la tecnología de punta para el cobro de tinturas, cortes o brushings. “Imaginate que si pongo tarjeta: por los diez pesos del corte pago comisión, la maquinita y encima me pagan a los veinte días, con tarjeta me fundo”, dice Orlando Escobar, de Orlando Coiffeur, 43 años, y seis en la zona. Pero Orlando no es un desprevenido, ni mucho menos alguien que no pelee por la clientela: allí están para eso sus planes de pago, su fiado, y su kit de 50 pesos para las clientas más frecuentes.
¿Cómo abaratarles el asunto a los clientes y cómo hacerse de efectivo y rehuir la tarjeta? En principio, Orlando, que conversa con una clienta, la cuidadora de una anciana que tose frente a un espejo sentada en su silla de ruedas, explica el fiado. A los conocidos, a los fieles, a los hombres que son los que llegan cada vez más a su local lleno de secadores, a todos ellos les puede fiar los diez pesos del corte. “El tema son las mujeres, que vienen menos. La que se teñía una vez por mes ahora lo hace cada dos meses; la que se peinaba cuatro días a la semana, ahora apenas una. Y así.” Por eso él armó el kit de ocho peinados, un corte, una tintura, y sus respectivos lavados por cincuenta pesos, con lo cual a la señora le terminaría saliendo cinco pesos cada asunto capilar. “¿La máquina? La máquina que se la pongan los chetos”, dice Orlando y le pasa una escoba al lugar.

 

PRINCIPAL