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EL PERONISTA CAMAÑO YA ES PRESIDENTE DE LA CAMARA DE DIPUTADOS
Ya todo estaba atado y bien atado

La sesión preparatoria y las designaciones fueron casi un trámite. Quejas del ARI y Carrió porque le entregaron a Natale la vicepresidencia tercera. Críticas de Zamora y Walsh porque esa elección recayó en quien fuera intendente de Rosario durante la dictadura militar.

Por Felipe Yapur

Sin posibilidades de resistir, el radicalismo entregó ayer la conducción de la Cámara de Diputados al justicialismo. Fue así que, fruto de acuerdos alcanzados con la Alianza y los partidos provinciales, el duhaldista Eduardo Camaño consiguió ser elegido titular del cuerpo casi por unanimidad. Y a manera de estreno, el reemplazante del radical Rafael Pascual reclamó al Poder Ejecutivo la prórroga de las sesiones extraordinarias: “Que nos deje (el Presidente) ser garantía de gobernabilidad, y esto no es menor porque es el Parlamento el que brinda esa garantía”, dijo mirando fijamente hacia la bancada radical.
Camaño era número puesto desde hace tiempo. Los radicales no tenían margen para impedirlo. Sólo le quedaba la posibilidad de negociar la presidencia de algunas comisiones y una par de prosecretarías del Congreso. Esto incluía resignar la pelea por la vicepresidencia primera. Y así lo hicieron. Darío Alessandro, titular de un prácticamente inexistente bloque de la Alianza, fue el encargado de dar el apoyo tanto a Camaño como al puntano Oraldo Britos, a la sazón vicepresidente primero del cuerpo. En tanto que el radical Horacio Pernasetti postuló a su colega Rafael Cambareri para la vicesegunda.
“No puede ser que en momentos tan difíciles como los que vive el país este Congreso no trabaje para que nuestra Argentina tenga una posibilidad mejor”, dijo Camaño a poco de recibir el cargo de manos del socialista Alfredo Bravo –que presidió la sesión por ser el legislador de mayor edad–. El justicialista planteó que esta “exigencia” debía ser escuchada por las autoridades nacionales y que el Parlamento “merece la posibilidad cierta de sesionar en estos 90 días de receso”, dijo Camaño. Lo acalló un estruendoso aplauso, única demostración conjunta de alegría justicialista; en Diputados, a diferencia de la sesión del Senado donde el PJ también controla la Cámara, no se cantó la marcha peronista. Si bien algunos diputados del PJ comenzaron a entonarla cuando eligieron a Camaño, rápidamente se llamaron a silencio.
La concordia y la tranquilidad de la sesión se rompió a la hora de elegir al vicetercero. Radicales, justicialistas y provinciales habían acordado darle el apoyo al santafesino Alberto Natale, de quien el propio Humberto Roggero dijo que tiene una intensa vida política.
Este acuerdo significaba para el ARI el fin de las aspiraciones para el socialista Jorge Rivas. Entonces, la titular de esta fuerza, Elisa Carrió, bramó. Recordó que por respeto a los resultados de los comicios de octubre habían apoyado la presidencia del cuerpo para el PJ. En base a este razonamiento, la chaqueña reclamó entonces la vicetercera para su partido “porque somos la tercera fuerza política”. Pero aclaró que no pelearían por un cargo “en estos momentos dramáticos de la Argentina. En esta votación hay un acuerdo que deja afuera a la fuerza elegida por la gente”, agregó.
A esta altura Natale no dejaba de fruncir el ceño y prácticamente estaba como escondido en su banca. Seguramente el santafesino no esperaba lo que vendría después. Primero fue Luis Zamora, de Autodeterminación y Libertad, quien recordó el pasado de Natale como funcionario de la dictadura militar: “Estamos frente a un acuerdo del que desconocemos sus detalles –dijo con voz pausada–. No lo podemos impedir porque no tenemos fuerza suficiente. Pero vale la pena recordar que uno de los errores de esta democracia fue el no investigar las responsabilidades de civiles durante la dictadura. Por ello, hoy vemos con preocupación que ocupe la vice tercera quien supo ser intendente de Rosario durante el genocidio”.
El recinto estaba en silencio. Nadie habló durante la exposición de Zamora, mucho menos cuando le tocó el turno a la representante de Izquierda Unida, Patricia Walsh. La legisladora detalló la cantidad de centros de detención que funcionaron durante la gestión de Natale en Rosario: “Un intendente no podía ignorar lo que allí ocurrió. No podía desconocer las desapariciones y el robo de bebés. Elegir a una persona así es mancillar la memoria de los desaparecidos y asesinados”.
A su turno, Natale agradeció el apoyo y se limitó a rechazar “las imputaciones mendaces”. Luego permaneció serio, mirando fijo hacia adelante, hacia la nada. Esa no fue la única vez que las huellas de la represión militar se hicieron presente en el recinto. Durante la ceremonia de jura de los nuevos diputados, el tucumano del Frente de Todos, José Ricardo Falú, debió hacerla junto a Ricardo Bussi, el hijo del genocida y ex dictador de esa provincia, Antonio Bussi. Emocionado, el legislador de extracción justicialista agregó que lo hacía “por la memoria de un desaparecido, mi hermano Lucho Falú, juro ser leal a mi patria”. Bussi, sorprendido y desconcertado, bajó rápidamente la mano que le había extendido y emprendió una veloz retirada.

 


 

UNA CEREMONIA QUE SE SUPO ABSTRAER DE LA CRISIS
Otro mundo alrededor del recinto

Por F.Y.

La Cámara de Diputados y sus alrededores parecían de otro mundo. En las veredas del Congreso los diputados electos y sus familiares se apretujaban para poder ingresar al recinto. La sesión de la jura de los nuevos legisladores estaba por comenzar. Situación que, sin duda, los excitaba. Se los veía felices, como si nada ocurriera. Cerca de la 11.30 la sesión había comenzado, mientras tanto, afuera, el riesgo país trepaba a casi 4.000 puntos y los rumores de devaluación arreciaban. Pero en el recinto estos ruidos no se escuchaban.
Aldo Rico, el intendente de San Miguel, llegó casi sobre la hora. Se bajó raudo de un reluciente Jeep Grand Cherokee. Igual de rápido hizo descender a su familia. Su misión, sin duda, era acompañar a su hija, María del Carmen Rico, flamante diputada electa del PJ. Es por ello que el intendente llevó a su familia a paso redoblado. Obvio, él no sonreía.
Adentro, en el edificio, los palcos estaban colmados y las bancas poco a poco se fueron ocupando. Por los pasillos, el ex senatrucho chaqueño, Rubén Pruyas, se paseaba con una sonrisa de oreja a oreja. “Debe estar tranquilo porque, a diferencia del Senado, esta vez llegó por los votos y no por un arreglo”, comentó un futuro ex legislador del PJ.
Entretanto, en la antesala del estrado de la presidencia se realizó una pequeña reunión de bonaerenses. El vicegobernador Felipe Solá, el intendente matancero, Alberto Balestrini, y la senadora Mabel Müller departían alegremente con, hasta ese momento, el inminente presidente del cuerpo, Eduardo Camaño. “Quién se lo hubiera imaginado –dijo Solá–. Hoy, (Alberto) Pierri abandona el Congreso. Primero perdió La Matanza y ahora Camaño se quedará con lo que pretendió durante su reinado”. Todos gozaban de sólo pensar que “la era Pierri había terminado definitivamente”.
Cuando la reunión de Diputados comenzó, el país parecía a punto de estallar. Sin embargo, entre la mayoría de los legisladores electos reinaba la alegría. Era realmente otro mundo.

 

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